El chavismo está dispuesto a ganar los comicios a cualquier precio. Y para ello ha desplegado todo un arsenal de ventajas a favor de Nicolás Maduro

afp
Propaganda de Nicolás Maduro en la ventana de una vivienda en Petare, un barrio deprimido de Caracas
Por:
ludmila vinogradoff
Las elecciones que este domingo celebra Venezuela son como una carrera de obstáculos para el líder de la oposición, Henrique Capriles, y una pista de aterrizaje para el aspirante oficialista, Nicolás Maduro. El chavismo está dispuesto a ganar estas elecciones a cualquier precio. Y para ello ha desplegado un imponente arsenal de golpes bajos contra el candidato de la oposición y de ventajismos para el oficialista.
No es la primera vez en los últimos catorce años que el ventajismo oficial, antes con Hugo Chávez y
ahora con Nicolás Maduro, marca unas elecciones con la impronta de la
desigualdad, el desequilibrio y la falta de transparencia y de
democracia real.
Tampoco es la primera vez que el candidato de la alianza
opositora, Henrique Capriles, se enfrenta a un ventajismo oficialista,
que ha calificado de «abuso reiterado». El pasado 7 de octubre
no pudo derrotar a Chávez. Pero, pese a todo, ahora sí tiene fe en
derribar a su sucesor, como si repitiera la hazaña de David contra
Goliat
Pelear contra el chavismo es pelear contra una inmensa maquinaria estatal
Aunque las concentraciones de la oposición fueron más multitudinarias que nunca y han levantado grandes expectativas, Capriles ha debido hacer frente, entre otros, a los siguientes obstáculos y golpes bajos:
Empleados del chavismo
El candidato chavista cuenta con el firme respaldo de la
voluminosa e inflada nómina de empleados de la Administración Pública,
así como de buena parte de los beneficiarios de las «misiones» o
programas sociales y asistenciales. No hay que olvidar que, de los 18
millones de electores inscritos, un 55 por ciento –unos 10,5 millones–
viven a expensas del presupuesto nacional. El chavismo tiene en sus
listas a 10,5 millones de personas, a las que pueden manipular mediante el chantaje y
la coacción para que voten por su candidato oficial. En esa lista van
incluidos más de 2,5 millones de empleados, funcionarios y becarios de
las «misiones», 2,5 millones de pensionistas y jubilados y 5 millones de
los inscritos que esperan una vivienda. Y es que el chavismo ha llevado
adelante un innegable programa de favores sociales, pero lo ha hecho a
costa de construir una red clientelar de millones de votos cautivos.
Control del voto
El chavismo ha desplegado un dispositivo para conocer
ilegalmente y en tiempo real cómo votan los venezolanos. De esta forma,
podrán desplegar a sus activistas para reclamar el voto –cautivo– en
aquellas circunscripciones en las que vean que peligran sus posiciones.
Si, por ejemplo, a las 13 horas se comprueba que no han recibido un alto
número de sufragios, se activa el operativos para llevar a votar a
abstencionistas o rezagados al tiempo que les recuerdan a quién deben
votar si desean conservar el empleo, el médico o la beca de sus hijos.
A pocos metros de los colegios electorales se instalan los
toldos de chavistas con una lista de votantes de cada centro y otra de
beneficiarios de becas, ayudas públicas y otros apoyos sociales. Sus
ordenadores están conectados con los de la estación central. Y a la
primera orden activan los operativos de búsqueda y remolque de
rezagados. Los vehículos para transportarlos son de la petrolera Pdvsa o
de otros organismos públicos. La oposición ha denunciado que los militares del PSUV tienen llave de acceso a 45.000 de las 55.000 máquinas electrónicas de votación. La autoridad electoral sigue sin responder.
La captación de votos se hace mediante la entrega
condicionada de becas escolares, electrodomésticos, útiles escolares,
bolsas de comida, viviendas, coches, créditos empresariales, empleos en
la administración, ayuda para operarse en clínicas privadas, viajes de
turismo, alimentos subvencionados. Pero nada es gratis: el favor social
tiene su precio en votos. Hasta los médicos cubanos inducen a los pacientes a votar por el candidato chavista.
Medios de comunicación
Los medios de comunicación públicos integran un conjunto de
casi 400 radios, seis cadenas de televisión y numerosos periódicos y
revistas, puestas al servicio de la campaña del candidato oficialista.
Desequilibrio informativo y propagandístico. El opositor comando Simón
Bolívar ha presentado más de 100 denuncias documentadas ante la
autoridad electoral sobre el abuso en el uso del tiempo y espacio de la propaganda de Maduro y violación de normas, sin que se hayan tomado medidas ni correctivos.
Además, en su doble condición de presidente interino y
candidato oficialista, Maduro puede aparecer en cualquier momento en
televisión sin límite de tiempo para dar publicidad de los actos del
Ejecutivo, que se confunden con los del candidato.
Y, sin embargo, Maduro se ha quejado de la escasa cobertura
informativa que le dan los medios independientes. Incluso los ha
amenazado con una sanción administrativa, como fue el caso de
Globovisión. Cuando la realidad es que son los poderosos medios públicos
los que no dan cobertura a Capriles, quien denunció que pagaron un
anuncio en la cadena estatal Venezolana de Televisión que nunca llegó a
ser transmitido.
El Ejército, con Maduro
El ministro de la Defensa, Diego Molero, ha clamado en
arengas públicas que los militares son chavistas, socialistas y van a
votar por el candidato oficialista: violación de la Constitución que prohíbe la polítización
del ejército. Al tiempo que toda la flota de aviones y vehículos del
Estado se puso a disposición de Maduro para transportarle a él y a su
equipo en campaña.
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