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martes, 31 de mayo de 2022

La verdad sobre el caso de la masacre de Uvalde en Texas


La verdad sobre el caso de la masacre de Uvalde en Texas. Lo que la prensa y estado profundo tratan de ocultar


En caso de que alguien se lo perdiera, el hombre que mató al tirador de la escuela en Texas ni siquiera era un oficial de la policía o las fuerzas locales. Era el padre de un alumno que estaba en la escuela y el cónyuge de una profesora de 4o grado. Además era un agente de la patrulla fronteriza que se estaba pelando en una barbaría cercana al lugar de los hechos.

Se cortaba el pelo cuando su esposa comenzó a enviarle  mensajes de texto diciendo que había un tirador en la escuela. No estaba armado en ese momento, de manera que el  barbero le brindó su shotgun. El hombre la tomo  y corrió hacia la escuela donde habían más de 70 agentes federales sentados en el lugar esperando una orden que no llegaba mientras mataban a niños. El hombre no se detuvo y entró al lugar seguido por dos de sus compañeros de border patrol. Luego evacuó a su esposa e hija, volvió y se enfrentó  al tirador. Recibió dos disparos, pero neutralizó la amenaza y abatió al asesino.

Ese hombre se llama Jacob Albarado y es el verdadero héroe en esta historia. Dios lo bendiga a él y a su familia

Y no se detuvo allí.  Continuó rescatando niños y matando al pistolero, junto con otro agente de la patrulla fronteriza fuera de servicio que estaba almorzando y condujo 40 millas para entrar en acción.  Estos hombres necesitan ser reconocidos, pero no sé el nombre del segundo.  Gracias a los medios que informan que Kim kardashian se cortó con un papel, pero no esto.  Gracias a Dios por estos héroes que pusieron fin a esta tragedia.  ❤️❤️🇺🇸🇺🇸❤️❤️



lunes, 23 de mayo de 2022

La caja de Pandora



LA CAJA DE PANDORA 

Cuenta la leyenda que, tras haber robado el titán Prometeo el fuego de los dioses para regalarlo a los hombres y el castigo que Zeus le impuso por tamaña osadía, su hermano Epimeteo recibió como regalo de los Olímpicos una compañera: Pandora. Esta fue dotada con todos los encantos que los dioses podían proporcionarle: Afrodita le dio la belleza, Hermes la elocuencia, Atenea la sabiduría, Apolo la música.

Cuando Pandora se presentó ante Epimeteo, lo hizo acompañada de otro regalo de Zeus: una caja cerrada, que bajo ningún concepto debía ser abierta. Epimeteo, deslumbrado ante la gracia y la belleza de Pandora, ignoró la promesa hecha a su hermano Prometeo de no aceptar jamás regalo alguno de los dioses olímpicos, pues eran astutos y traicioneros, y la aceptó como compañera, aceptando al mismo tiempo la caja que la acompañaba, que escondió en lugar seguro.

Pero la curiosidad pudo con Pandora y, un día que Epimeteo dormía, le robó la llave del lugar donde escondía la caja, y la abrió para espiar su contenido. Al levantar la tapa, grande fue su desilusión al encontrarla vacía, pero era porque en ese mismo momento escaparon de ella todas las desgracias y males que podían afectar al hombre y, se extendieron por el mundo: enfermedades, sufrimiento, guerras, hambre, envidia, ira.

Más todavía le dio tiempo a vislumbrar en el fondo de la caja algo que aún no había escapado y, corriendo la cerró. Lo que pudo conservar en el fondo de la caja fue la Esperanza, que no consiguió escapar. De ese modo fue sellado el destino de todos los hombres, que a partir de entonces padecieron toda suerte de males, pero incluso en medio de los más terribles de ellos, siguen conservando la esperanza.

Aclaración a Mariela Castro

A MARIELA CASTRO

Por Agustín Acosta.

Soy un simple miembro de la mafia de Miami. Comparto algunos datos biográficos para que sepas quién te escribe. Yo nací el año en que tu tío y tu padre comenzaron a robarse toda la nación cubana. No sólo se robaron las casas de mis abuelas, sino también se robaron todas las demás propiedades de los cubanos. Fincas, comercios, industrias, bancos, edificios y apartamentos fueron todos robados por dos vagos que nunca antes habían conocido el fruto de su propio trabajo. Se robaron, además los sueños y esperanzas de millones de cubanos, cuyas familias dividieron y cuyas vidas destruyeron.

Después, tu tío y tu padre se dieron a la tarea de encarcelar a muchos de nuestros padres, tíos, hermanos, amigos y vecinos. A miles de ellos los ASESINARON sin celebrarles juicio. Otros cumplieron decenas de años encerrados en cajas de concreto. Después, forzaron al exilio a millones de nosotros. Los más afortunados, como yo, pudimos tomar un avión con lo que llevábamos puesto. Pero hubo otros que trataron de escapar por mar de las monstruosidades de tu familia inmediata y se ahogaron. Algunos también fueron masacrados en la huida, como los mártires del remolcador 13 de Marzo, a quienes tu padre y tu tío mandaron a matar. En ese barco murieron muchos niños como tú bien sabes. Mientras tú y los tuyos bebían champán que compraban con dinero robado, muchos balseros tuvieron que beber sus propios orines para no enloquecer.

Antes de insultar a los cubanos de Miami, mira antes a tu familia. Por tus venas, las de tus hermanos y primos, corre la sangre de dos monstruos asesinos que han tiranizado a un pueblo por más de medio siglo y han exportado la muerte y el luto a decenas de países mediante guerrillas terroristas. Tus ancestros, Mariela, casi llevaron al mundo a un holocausto nuclear. Tu madre también supo vivir muy cómodamente ostentando bienes robados y disfrutando de una vida opulenta en sus viajes al extranjero para comprar mercancías caras con dinero ensangrentado proveniente del narcotráfico. Ensangrentado tanto por los que murieron por el uso de esas drogas, como por la sangre de Ochoa y De La Guardia, asesinados por tus parientes después de haberse enriquecido con las ganancias de los carteles de las cuales se beneficiaban solapadamente tu padre y tu tío. Con qué moral puede insultar a la gente de Miami alguien que pertenece a la familia más representativa de un engendro diabólico.

Esa mafia, a la que orgullosamente yo pertenezco y tú desprecias, fue la que hizo Miami, mientras tus progenitores destruían Cuba. La mafia fundó muchas clínicas y hospitales en Miami. Y mientras ustedes cerraron todos los medios de prensa que había en Cuba para que no denunciaran vuestras atrocidades, nosotros, la mafia, abrimos más de una docena de estaciones de radio y canales de televisión en esta ciudad para proclamar la verdad. La mafia construyó escuelas para educar mientras ustedes envenenaban en las escuelas cubanas con esa podredumbre llamada marxismo. Cuando ustedes enviaban cubanos armados a matar africanos o bolivianos, la mafia enviaba a sus mejores médicos a curar enfermos en países afectados por desastres naturales. Ustedes eran la causa de que los balseros se ahogaran en el mar mientras la mafia no tuvo más remedio que organizar a los Hermanos al Rescate para salvarlos. Y tu padre y tu tío asesinaron a cuatro de ellos en aguas internacionales.

De ahora en adelante, cuando vayas a hablar de nosotros, mírate primero en el espejo para que veas a qué estirpe perteneces.

Eres de la misma estirpe que masacró a millones de chinos durante la revolución cultural. De la misma estirpe que exterminó a miles de soviéticos en el Archipiélago Gulag. A ti no podemos condenarte por llevar el apellido Castro. Eso sería muy injusto porque no escogemos a nuestros padres. Pero sí te podemos condenar por defender y respaldar la más brutal y asesina de todas las dictaduras que ha conocido el hemisferio desde 1492.

Agustín Acosta.

Ni perdón. Ni Olvido.

Publicación de Mario Herrera

HERRMAR.

lunes, 16 de mayo de 2022

A la pícara Luna



Quisiera poder tocar
una punta de la luna,
un destello de su luz,
un instante de sus sueños,
una pizca de su hermosura,
ser musa de los poetas,
eterno amor del rubial,
la dócil amante del mar.
Te envidio, pícara luna,
niña traviesa, sortilegio,
mito, leyenda, eternidad.
Dime que me comprendes
cuando te miro callada y triste,
envidiando tu cordura.
Estoy tan lejos de mi amor,
tan lejos que ya me olvido,
que ya no tengo sus besos,
ni sus manos me acarician.
Luna gitana,
atrevida y lisonjera
por las noches te paseas
con toda la impunidad,
el mar te acaricia,
mientras te olvidas que de celos
el sol muere cada día.
Te envidio, luna lunera,
por airosa y atrevida,
si yo tuviera tus años,
tus bríos y tu hermosura,
con el mar me casaría
y del sol me olvidaría.
Esperanza E Serrano
Nueva Gerona, mayo 1983

domingo, 15 de mayo de 2022

Esto sucede en Cuba: La represion y la violacion de Los derechos humanos no tiene en límites

 


Imaginen que a una madre le avisen que los policías golpearon con ganas a su hijo con discapacidad física. Imaginen que esa madre vaya corriendo para la delegación para que le muestren en qué condiciones está él y terminen deteniéndola y enviándola a prisión.  A ella la liberaron pero su hijo podría pasar 10 años preso. 

Ayer cuando supe la petición fiscal de su hijo, le escribí para darle ánimos, sin saber que sería yo quien le daba la noticia de que a su hijo le piden 10 años de cárcel. nadie se lo había informado.

Esta es la historia de Mayda y Yunior👇👇👇

¡Corre, Mayda!, que la policía casi mata a tu hijo a golpes.

Le gritaron amigos en la puerta de su casa. Los mismos vecinos que la vieron criar sola a sus tres hijos y conocían a Yunior desde que nació ahora le avisaban lo ocurrido minutos antes. Mayda ni siquiera se cambió de ropa, solo buscó unos zapatos y salió para la estación de policía Oncena de San Miguel del Padrón, a unas cuadras de donde vive.

En la misma entrada explicó que necesitaba saber de su hijo, detenido con violencia. “Yo ni siquiera alcé la voz, a pesar de que ardía, porque sé que ellos pueden acusarte de desacato. Sólo les dije que de allí no me iba hasta que me lo enseñaran, que yo tenía que ver en qué condiciones estaba, que era su madre”.

Sin entender prácticamente qué pasaba Mayda Yudith Sotolongo, enfermera de 50 años y que nunca había pisado una estación de policía, estaba siendo fotografiada como una criminal. Había llegado para saber de su hijo y ahora la detenían a ella, que ni siquiera había salido a manifestarse. “Les dije que ellos no tenían motivos para encerrarme, pero que, si tenía que estar presa para saber de Yunior, que me metieran presa”.

Y así lo hicieron, solo que tampoco pudo verlo.

“Me tomaron las huellas, dedo a dedo, luego fotos. Ellos hablaban de hacerme un expediente como si hubiese cometido un delito”. Ahí la enfermera empezó a asustarse, pero su mayor preocupación era qué había pasado con Yunior, si le habían hecho daño.

“Los vecinos presentes me aseguraron que mi hijo parecía un muñeco por el aire dando vueltas. Tres boinas negras lo patearon y le pisaron la cabeza. Luego lo tiraron sangrando en un camión como si fuera un saco y no un muchacho con discapacidad física”

A las cuatro de la mañana del 12 de julio, los oficiales de la estación policial de San Miguel del Padrón montaron a varias mujeres en un camión, Mayda entre ellas, y sin explicarles para dónde iban arrancaron el vehículo. Cuando se detuvo estaba la prisión de 100 y Aldabó.

Quítate la ropa, el ajustador, quítatelo todo, agáchate, tose, haz cuclillas. Ponte este uniforme gris. Fueron las primeras órdenes que escuchó en la cárcel.

“Me metieron en un hueco de 4×4 metros con otras detenidas. Era una celda oscura, sin ventanas, donde no sabía si era de día o de noche.  El calor y los mosquitos no dejaban dormir, todo el día sudaba y no nos daban agua”.

Mayda y sus compañeras de celda llamaban a sus carceleras, ya sin saliva en la boca.

– Oficial agua, agua

– Aquí no pueden estar gritando cada vez que quieran agua. Aquí no hay agua, era la respuesta de las autoridades.

Finalmente, después de pedirlo una y otra vez, una oficial llevó un solo vaso para las cuatro mujeres en la celda. Apenas pudieron beber un sorbo cada una.

“A mí no me dieron golpes, pero yo digo que es tortura la comida en mal estado, que nos negaran agua, la suciedad. Y luego a las 6:00 a.m. ponían discursos de Canel o Fidel Castro a todo volumen para enloquecernos y que no descansáramos. Tenías que taparte los oídos porque era insoportable. Yo aún tengo pesadillas con el sonido de la llave y el candado de ese lugar.

A ella le entregaron la ropa que su hijo usó ese día. Estaba ensangrentada , rota y con excremento. Yunior se defecó encima. El 17 de agosto le habló por primera vez desde su detención, sentada en un extremo de una mesa y él en otro. No le permitieron besarlo o darle un abrazo.

“En cuanto me vio empezó a llorar. No podía ni hablar. Miraba para los militares que estaban alrededor y con miedo, bajando la voz, me confesó que le habían dado mucho golpe y hasta los perros le tiraron. Me repetía una y otra vez: mami, sácame de aquí.”

👉Toda la historia aquí  

https://www.cubanet.org/destacados/mayda-una-madre-cubana-que-fue-a-la-estacion-policia-por-su-hijo-y-termino-presa/

sábado, 14 de mayo de 2022

Piedras en mi frente







Piedras en mi frente

Me persiguen los recuerdos de paisajes sombríos;

de árboles muertos y de cataratas secas,

de pueblos desiertos con pasos perdidos,

siluetas huyendo de la la luz en la sombra.

¡Caprichos; absurdos impuestos negando la muerte!

No encuentro las huellas en el largo camino.

Mi casa está vacía. Mi patio está muerto.

Los niños andan escondidos temiendo los castigos

porque han encontrado el pan en bolsillos ajenos.

Los padres se mueren de penas y culpas,

porque el cocotero se ha quedado seco.

Siento que ha llegado la hora de sacudir el polvo.

Escucho los rezos a Dios Santo y miro:

Las palmas caídas por el luto del silencio,

las aguas del río bajando lentamente,

nauseabundas, cargadas de muertos en vida.

Penosos susurros de generaciones dormidas

anidan los muros y calles y las cárceles gimen,

y los niños lloran, y los jóvenes buscan

anhelos perdidos y sueños ocultos más allá de todo.

Los vecinos corren con sus pies descalzos, escondiendo

sus rostros para no ver a las blancas palomas marchando,

pidiendo justicia, reclamando clemencia para padres e hijos,

esposos y hermanos encerrados en celdas oscuras

por hablar libremente proponiendo cambios,

cambios que el tirano no acepta, y amordaza y reprime

y encierra a cubanos violando sus derechos humanos.


Mi pueblo está dormido.

Le han regalado una pequeña bolsa

de caramelos de cambios

para entretener el hambre,

parece que llevan una dosis

para adormecer el alma.


Camino entre el ayer y el mañana ...perdida en mí misma.

He escuchado por mi pueblo el rumor

de que ya no hay gatos maullando, ni perros ladrando,

ni pájaros en sus nidos, ni peces en los ríos,

ni caguamas en las costas...

Dicen que se han robado la luna y los sueños

y la sonrisa de mayo y hasta la del nuevo año.

¡La ventisca de enero ha acabado con todo!


Alguien que se cree jocoso me dice que Adan y Eva

caminan desnudos por las calles de mi pueblo,

donde no hay manzanas aunque abundan las serpientes.

Me niego a creerlo mientras el bache del camino

se roba la sonrisa del visitante ajeno, que se cree en la gloria,

porque vacaciona en el paraíso con muchachas frescas..

Lindas cubanas que alquilan sus cuerpos

para llevar la harina al horno y calentar la mesa.

¿Adónde fue a parar la sangre y el clamor

de las cubanas, mambises huestes?

¿Adónde está mi pueblo regado por el mundo?

¿Adónde va mi pueblo sin rumbo, tan perdido?


Reclinada en mi almohada no encuentro una sonrisa

y una lágrima se esconde tras una lluvia de piedras.

Piedras lacerando, martillando mi frente,

revoloteando agresivas una, y otra vez,

y otra vez, y otra vez...

sobre mi cansada vida lejos de mi gente.

Mis manos buscan lo imposible tratando de alejarlas,

y ellas siguen cayendo, destrozando mi cara,

piedra tras piedra y no encuentro la calma,

¿A dónde va mi pueblo, a dónde tan perdido?

Esperanza E. Serrano

miércoles, 11 de mayo de 2022

Más de 40 fallecidos por la explosión del Saratoga en La Habana





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No me hables del Saratoga, háblame de mí Habana.

 No me hables del Saratoga, háblame de mi Habana

Por Emily Carrero Mustelier

Una vez más la Habana se supera a sí misma en el arte de hacer ruinas, accidentales o no. Explotó el Hotel Saratoga y las cercanías del km cero de la ciudad se inundaron de escombros, de humo, de dolor y de un luto que llega muchísimo más allá de los límites de la capital, del país.  

Pero lamentablemente la noticia del suceso, que se regó como la pólvora, vino acompañada de “detallitos” que no pintan ni dan color. Salieron a luz recuerdos de un Saratoga que abrió en 1933 y que fue un hotel icónico en la época neocolonial. Volvieron a esparcirse comentarios de que allí se hospedó Fulana, Siclana y Mengana hace unos años durante ese periodo que me gusta llamar la apertura. Se regaron por todas las redes sociales imágenes de luto que solo muestran la fallada de un edificio. Y así se escribe la historia …  

La cosa pasó en el hotel sí, pero lo importante no es el hotel. 

¡No hablen más del hotel! No hablen del inmueble, que de edificios icónicos y destruidos está llena la Habana. No hablen de los servicios que iba a comenzar a brindar en poco más de una semana, cuando en realidad esos servicios no iban a estar dirigidos ni al turismo nacional ni mucho menos al pueblo. No toquen el tema de pérdidas económicas tal vez sean irreparables – como siempre “gracias al bloqueo”- cuando las ganancias no estaban destinadas bolsillos del habanero común y corriente. No revivan los dos segundos de gloria que tuvo Cuba con “la apertura” de todo menos de la prisión disfrazada de paraíso caribeño en que viven los habaneros, los cubanos. 

Hablen de las víctimas, de todas las víctimas. De quiénes fueron, de qué hacían, de cómo sobrevivían. 

Hablen de los vecinos de todos y cada uno de los edificios afectados en el área. De sus condiciones de vida, del albergue – con iguales o peores condiciones – para el que seguramente los van a mandar, de cómo los van a seguir marginando, de cómo quizás varios de ellos volverán a establecerse entre las ruinas pues esos cuarticos de solar – muchas veces inhabitables – son el único mundo que ellos saben habitar. 

Hablen y préstenle mucha pero mucha atención a la fecha de expiración de los edificios que no tuvieron daños visibles hasta el momento pero que de seguro la onda expansiva de la explosión les aflojó las tuercas, los tornillos y hasta el alma. Y cuando lo hagan recuerden que hace unos añitos los removieron un poquito con los fuegos artificiales que tiraron cuando los 500 años de la ciudad. 

Hablen de la gente que caminaba por esos portales en su trayecto diario y miraba con hambre y con sed los vitrales del bar Anacaona sin esperanza de poder probar, jamás, ni un vaso de agua en su barra. Y, de quién calzando zapatos de feria remendados, soñaba con poder tener acceso a algún producto de los ofertados en la boutique. 

Hablen de quien vendía cualquier cosa para resolver en esos mismos portales y en los de la acera del frente. 

Hablen de la jinetera que pasó para allá y para acá 20 veces en un mismo día buscando a ver qué se le pegaba en el hotel. Y del botero que se parqueaba en la esquina para conjugar el mismo verbo, resolver.

Hablen de los trabajadores que van a quedar desamparados o los que volverán a la bolsa empleadora del Turismo o al mercado laboral en general, lo cual es igual o peor que la caja de Pandora. 

Hablen también de quién trabajaba en el hotel cuando en realidad estudió medicina, magisterio, arquitectura, matemática o geología; pero que trabajaba ahí porque con un salario basado en su carrera era y sigue siendo imposible llegar a fin de mes. 

Hablen de los religiosos que perdieron todo o parte de su templo, cristiano o yoruba.

Hablen de cómo van a tratar el trauma de los niños de la primaria de esa misma esquina de Prado y Dragones, de sus maestras, de sus madres. 

Hablen de cómo los rescatistas que posiblemente sin haber comido decentemente aún continúan la búsqueda. De cómo el pueblo, sin ganas de seguir viviendo en miseria y oprobio sumido, salió a la calle para ayudar, y de cómo salió tal vez sin haber desayunado a donar sangre. 

Hablen de todos y cada uno de ellos, porque cualquiera puede estar herido, bajo escombros, o ya no estar. 

Hablen de las madres y los padres que enterrarán a sus hijos, de los hijos que enterrarán a sus madres o a sus padres. 

Hablen de las víctimas que tal vez no van a indemnizar. 

Hablen de que no solo en mayo pasan cosas lamentables en Cuba, porque llevan décadas viviendo entre un lamento y otro. 

Pero hablen también del habanero de a pie, ese que no sabe ni de qué color eran las paredes del Saratoga por dentro, porque incluso el entrar ahí estaba fuera de su alcance. Y hablen, pero hablen, de la Habana y de la mayoría de sus edificios; de los derrumbes de los que uno no se entera; de los super baches de las calles que provocan accidentes y lo que no son accidentes; de quienes perdieron la vida porque les cayó un balcón arriba caminando por la acera y de quienes nadie va a hablar, ni a publicar en Facebook porque a esos sitios, pintorescamente destruidos de la Habana, no fue ni va a ir Fulana, ni Siclana, ni Mengana. 

No pierdan tiempo sufriendo un hotel de la dictadura porque ese problemita lo resuelven más rápido de lo que se vende un merengue en la puerta de un colegio. Aprendan, mejor, a observar y a divulgar la triste realidad del habanero, del cubano de a pie. Porque al pasar de los meses y tal vez años, cuando reconstruyan o acaben de desbaratar lo que quedó del Saratoga nadie se va a acordar del tono de verde de sus paredes, de la boutique del primer piso o del bar del Anacaona.

Pero quien viva en el resto de los edificios de esa misma manzana recordará el cuándo, cómo y por qué sus parades tienen y tendrán más grietas; quien perdió su vivienda estará en un albergue como los del Bahía, por poner un ejemplo, pensando cordialmente en la madre del que lo mandó a parar allá; y quien perdió la vida no tendrá una tarja dedicada a su ardua labor en el Ministerio del Turismo, ni en el Teatro Martí, ni en la Asociación Yoruba, ni en el CDR o el consejo de vecinos de esa zona, ni la cabeza de un guanajo. 

Entonces, repito: cubano, no hables del Saratoga pues es solo la ruina más reciente de la ciudad. 

Habla de La Habana que no ve el turista. Habla de la verdadera Habana. Si no hablas de eso, pues mejor no digas nada.