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miércoles, 22 de octubre de 2014

Barack Hussein Obama

 
 Una carga para su propio partido

Cuando a Alison Lundergan Grimes, una candidata al Senado de Estados Unidos, le han preguntado si en las elecciones presidenciales votó por Barack Obama, ella se ha visto en aprietos para dar una respuesta.
Grimes ha citado "la santidad de las urnas", ha enfatizado sus vínculos con Hillary Clinton y ha dicho que el mandatario no forma parte de estas elecciones de mitad de periodo, que se realizarán el próximo 4 de noviembre.
Este rechazo no habría llamado tanto la atención en el país de no ser porque Grimes es demócrata, es decir, pertenece al mismo partido del presidente.
Eso sin contar que está compitiendo en Kentucky contra uno de los opositores del mandatario de más alto rango, el actual líder republicano del Senado, Mitch McConnell, en una de las carreras más importantes para determinar qué partido se quedará con el premio mayor de las elecciones: el control de esa cámara, que actualmente es demócrata.
Si los republicanos, que actualmente controlan la Cámara de Representantes, también obtienen la mayoría en el Senado, el presidente Obama quedaría con problemas considerables para aprobar cualquier política significativa en sus últimos dos años en la Casa Blanca.
Grimes no es la única candidata de ese partido que ha tenido dificultades a la hora de decidir si quiere el apoyo del presidente, un tema que ha sido usado como munición por los republicanos.
En otro caso, el senador Mark Udall, de Colorado, se negó a responder claramente a principios de año si quería que el presidente lo acompañara en la campaña y luego, en julio, decidió ausentarse de un acto en el que Obama le dio su visto bueno.
¿A qué se debe que candidatos como Grimes y Udall no quieran ser vinculados a Obama?

"Una carga" para su partido

La principal razón está en los niveles bajos de aprobación del presidente, que rondan el 40% a nivel nacional y son incluso más bajos en algunos de los estados clave en la contienda electoral.
De ahí que varios candidatos no estén muy convencidos de recibir el apoyo del presidente en sus propias campañas, pues en vez de ser beneficioso podría terminar generándoles el efecto contrario.
Alison Lundergan Grimes se ha negado a confirmar si votó o no por Obama en las últimas elecciones presidenciales.
Obama "es una carga para miembros de su partido que son de estados que no votaron por él en la elección pasada e incluso en algunos estados donde él sí ganó pero ahora es más impopular", le dice a BBC Mundo Michele Swers, profesora del Departamento de Gobierno de la Universidad de Georgetown, en Washington.
Obama decidió votar de manera temprana durante una visita electoral a Chicago.
Swers enfatiza que Obama por ello ha tratado de hacer campaña en los estados y ciudades donde es popular y donde puede lograr el aval de grupos que no tienden a votar tanto en elecciones de mitad de periodo pero generalmente lo acompañan, como los negros y los jóvenes.
Así, el presidente estuvo recientemente en dos estados que tienden a votar demócrata: Maryland (donde su candidato a gobernador, Anthony G Brown, tiene una amplia ventaja) y en Illinois, el estado al que representó cuando fue senador.
En Maryland, algunos de los asistentes dejaron el escenario antes de que Obama terminara de hablar, lo que fue analizado por comentaristas como una prueba más de los problemas de popularidad que enfrenta.
Del mismo modo, el mandatario ha puesto un énfasis particular en asistir a decenas de eventos en los que se recolectan fondos para las campañas, incluyendo uno en la casa de la actriz Gwyneth Paltrow, en Los Ángeles.

Apoyo de Obama

Esta situación no es exclusiva de Obama, como le explica a BBC Mundo Matt Dallek, experto en historia presidencial estadounidense de la Universidad George Washington, ubicada en la capital.
El senador Mark Udall se vio en aprietos para responder si quería que Obama hiciera campaña por él.
Dallek recuerda que los últimos mandatarios también han tenido momentos electorales en los que han sido una carga: Bill Clinton, en 1994, cuando los republicanos tomaron el control del Congreso, y George W Bush, en 2006, que resultó en una amplia victoria para los demócratas.
Por su parte, el presidente Obama reconoció esta semana que en muchos de los estados en contienda él no ganó en comicios anteriores y para los candidatos es difícil invitarlo porque el tema será usado por los republicanos en su contra.
Obama agregó que, a pesar del rechazo de algunos de sus copartidarios, él los seguirá apoyando.
"En conclusión, estas son personas que votaron conmigo. Han apoyado mi agenda en el Congreso", dijo Obama, cuyos comentarios han sido analizados como un eventual problema para los contendientes que quieren distanciarse de él.
"Así que acá no se trata de herir mis sentimientos. Ellos son mis aliados fuertes y simpatizantes. Yo les dije: 'Hagan lo que tengan que hacer para ganar, yo seré el responsable de asegurar que nuestros votantes salgan".
Lograr esa participación será un reto fundamental de los demócratas cuando faltan dos semanas para las elecciones del 4 de noviembre, en las que está en juego el control del Senado y, en el caso del presidente Obama, cómo será la etapa final de su mandato.



  • 1. Reforma migratoria

    “No puedo garantizar que vaya a ser durante los primeros 100 días, pero puedo garantizar que tendremos en el primer año una propuesta de ley migratoria que apoyo y promuevo. Y quiero que avance lo más pronto posible”, dijo en mayo de 2008, cuando la reforma migratoria era una de sus grandes banderas.
    El presidente de Estados Unidos lleva años acusando a la mayoría republicana del Senado de bloquearla. El pasado julio llegó a adelantar que pensaba iniciar las reformas por decreto pero la proximidad de las elecciones legislativas de noviembre parece haberlo disuadido.
  • 2. Cierre de Guantánamo

    “Vamos a cerrar el campo de detención de la bahía de Guantánamo, el lugar de tantos de los peores abusos constitucionales en los años recientes”, prometió Obama durante la campaña de 2008. Y con sólo dos días en el Despacho Oval firmó la orden ejecutiva con la que pensaba cumplir su promesa.
    Sin embargo, la mayoría republicana en el Legislativo aprobó varias normas que hicieron virtualmente imposible que el mandatario cumpliera una promesa que por momentos ha adquirido tintes de cruzada político-legal.
  • 3. Guerra de Irak

    “Si no hemos traído nuestras tropas para cuando sea presidente, es lo primero que voy a hacer. Voy a traer a nuestros soldados, voy a terminar con esta guerra”, fue la promesa respecto a Irak del entonces candidato Obama.
    Y bien es cierto que ordenó la retirada de las unidades de combate y que llegó a dar por terminada la guerra, el pasado mes de agosto volvió a autorizar ataques sobre territorio iraquí ante el surgimiento de Estado Islámico.
    La promesa ha tenido que ser actualizada a: “Tropas de combate de EE.UU. no van a volver a luchar en Irak”.
  • 4. Reforma financiera

    “Cuando sea presidente, las instituciones financieras harán lo suyo y pagarán su parte, y los contribuyentes de EE.UU. no volverán a tener que poner su dinero para pagar por la avaricia e irresponsabilidad de Wall Street”.
    Esa promesa de campaña antecedió a un multimillonario paquete de estímulos que incluía comprar activos tóxicos a los bancos. Luego, el presidente impulsó la ley Dodd-Frank, que para muchos analistas no avanza lo suficiente en frenar las conductas riesgosas de las grandes entidades financieras.
  • 5. Control de armas

    Sobre control de armas, el candidato Obama hablaba de “proveer sentido común” y algunas medidas “razonables y pensadas” al tiempo que compatibles con la Constitución y con las tradiciones del país.
    Como presidente, tras acudir a los lugares de tiroteos a consolar a las familias de las víctimas, fue endureciendo su discurso: “El hecho de que sea un problema complejo no puede seguir siendo una excusa para no hacer nada”, dijo a finales de 2012.
    Entonces prometió para principios de 2013 la prohibición de rifles de asalto y endurecer los chequeos de antecedentes de los que compradores.
  • 6. La Luna

    Durante la campaña de 2008, el senador Obama incluyó en su programa un “robusto y equilibrado programa de exploración espacial y descubrimientos científicos” en el que se incluía el objetivo de enviar una misión humana a la Luna antes de 2020 como precursor de otros destinos más distantes, como Marte.
    Sin embargo, el presupuesto de 2011 canceló los US$108.000 millones del programa Constelación con el que la NASA pretendía enviar una misión a la Luna para 2020.
    http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/10/141021_eeuu_obama_riesgo_politico_propio_partido_tsb

domingo, 12 de octubre de 2014

Editorial del New York Times sobre el Embargo a Cuba


 


 "Tiempo de acabar el Embargo de Cuba"
                                

 



Cuando mira un mapa del mundo, el Presidente Obama debe sentir angustia al contemplar el lamentable estado de las relaciones bilaterales que su administración ha intentado reparar. Sería sensato que el líder estadounidense reflexione seriamente sobre Cuba, donde un giro de política podría representar un gran triunfo para su gobierno.
Por primera vez en más de medio siglo, cambios en la opinión pública estadounidense y una serie de reformas en Cuba, han hecho que sea políticamente viable reanudar relaciones diplomáticas y acabar con un embargo insensato. El régimen de los Castro ha usado dicho embargo para excusar sus fallas y ha mantenido a su pueblo bastante aislado del resto del mundo. Obama debe aprovechar la oportunidad para darle fin a una larga era de enemistad, y ayudar a un pueblo que ha sufrido enormemente desde que Washington cortó relaciones diplomáticas en 1961, dos años después de que Fidel Castro llegó al poder.
En años recientes, el deplorable estado de su economía ha obligado a Cuba a implementar reformas. El proceso se ha vuelto más urgente a raíz de la crisis financiera en Venezuela, dado que Caracas le proporciona petróleo subsidiado. Con el temor de que Venezuela tenga que recortar su ayuda, líderes en la isla han tomado pasos importantes para liberalizar y diversificar una economía que históricamente ha tenido controles rígidos.
Al mismo tiempo, el gobierno cubano ha comenzado a permitir que sus ciudadanos se empleen en el sector privado y que vendan propiedades como automóviles y casas. En marzo, la Asamblea Nacional de Cuba pasó una ley con el fin de atraer inversión extranjera. Con capital brasileño, Cuba está construyendo un puerto marítimo, un enorme proyecto que solo será económicamente viable si se suspenden las sanciones estadounidenses. En abril, diplomáticos cubanos comenzaron a negociar los términos de un tratado de cooperación que esperan firmar con la Unión Europea. Han asistido a las primeras reuniones preparados, ansiosos y conscientes de que los europeos van a pedir mayores reformas y libertades ciudadanas.
El gobierno autoritario sigue acosando disidentes, quienes frecuentemente son detenidos por períodos cortos. La Habana no ha explicado la sospechosa muerte del activista político Oswaldo Payá. Pero en años recientes el gobierno ha liberado a la mayoría de los presos políticos que llevaban años tras las rejas.
El año pasado se flexibilizaron las restricciones de viaje para los cubanos, lo cual permitió que disidentes prominentes viajaran al exterior. En la actualidad, existe un ambiente de mayor tolerancia para aquellos que critican a sus líderes en la isla, pero muchos aún temen las repercusiones de hablar francamente y exigir mayores derechos.
El proceso de las reformas ha sido lento y ha habido reveses. Pero en conjunto, estos cambios demuestran que Cuba se está preparando para una era post-embargo. El gobierno afirma que reanudaría con gusto las relaciones diplomáticas con Estados Unidos sin condiciones previas.
Como primer paso, la Casa Blanca debe retirar a Cuba de la lista que mantiene el Departamento de Estado para penalizar países que respaldan grupos terroristas. Actualmente, las únicas otras naciones en la lista son Sudán, Irán y Siria. Cuba fue incluida en 1982 por su apoyo a movimientos rebeldes en América Latina, aunque ese tipo de vínculos ya no existen. Actualmente, el gobierno estadounidense reconoce que La Habana está jugando un papel constructivo en el proceso de paz de Colombia, sirviendo de anfitrión para los diálogos entre el gobierno colombiano y líderes de la guerrilla.
Las sanciones por parte de Estados Unidos a la isla comenzaron en 1961 con el objetivo de expulsar a Fidel Castro del poder. A través de los años, varios líderes estadounidenses han concluido que el embargo ha sido un fracaso. A pesar de eso, cualquier iniciativa para eliminarlo ha traído consigo el riesgo de enfurecer a miembros del exilio cubano, un grupo electoral que ha sido decisivo en los comicios nacionales. Sin embargo la generación de cubanos que defienden el embargo está desapareciendo. Miembros de las nuevas generaciones tienen distintos puntos de vista, y muchos sienten que el embargo ha sido contraproducente para fomentar un cambio político. Según una reciente encuesta, el 52 porciento de norteamericanos de origen cubano en Miami piensan que se debe terminar el embargo. Una amplia mayoría quiere que los países vuelvan a tener relaciones diplomáticas, una posición que comparte el electorado norteamericano en general.
Cuba y Estados Unidos tienen sedes diplomáticas en sus capitales, conocidas como secciones de interés, que desempeñan las funciones de una embajada. Sin embargo, los diplomáticos estadounidenses tienen pocas oportunidades de salir de la capital para interactuar con el pueblo cubano y su acceso a los dirigentes de la isla es muy limitado.
En 2009, la administración Obama tomó una serie de pasos importantes para flexibilizar el embargo, facilitando el envío de remesas a la isla y autorizando a un mayor número de cubanos radicados en Estados Unidos a viajar a la isla. También creó planes que permitirían ampliar el acceso a telefonía celular e internet en la isla. Aún así, sería posible hacer más. Por ejemplo, se podría eliminar los límites a las remesas, autorizar mecanismos de inversión en las nuevas microempresas cubanas y expandir las oportunidades para norteamericanos que deseen viajar a la isla.
Washington podría hacer más para respaldar a las empresas norteamericanas que tienen interés en desarrollar el sector de telecomunicaciones en Cuba. Pocas se han atrevido por temor a las posibles repercusiones legales y políticas.
De no hacerlo, Estados Unidos estaría cediendo el mercado cubano a sus rivales. Los presidentes de China y Rusia viajaron a Cuba en julio con miras a ampliar vínculos.
Reanudar relaciones diplomáticas, para lo cual la Casa Blanca no necesita respaldo del Congreso, le permitiría a Estados Unidos ampliar áreas de cooperación en las cuales las dos naciones ya trabajan conjuntamente. Estas incluyen la regulación de flujos migratorios, operaciones marítimas e iniciativas de seguridad de infraestructura petrolera en el Caribe. El nivel y envergadura de la relación podría crecer significativamente, dándole a Washington más herramientas para respaldar reformas democráticas. Es factible que ayude a frenar una nueva ola migratoria de cubanos desesperanzados que están viajando a Estados Unidos en balsas.
Una relación más saludable podría ayudar a resolver el caso de Alan Gross, un experto en desarrollo que lleva casi cinco años detenido en la isla. Más aún, crearía nuevas oportunidades para fortalecer la sociedad civil, con lo cual gradualmente se disminuiría el control que ejerce el estado sobre la vida de los cubanos. Si bien la Casa Blanca puede tomar ciertos pasos unilateralmente, desmantelar el embargo requeriría una acción legislativa en Washington.
En abril, varios líderes del hemisferio se reunirán en Ciudad de Panamá con motivo de la séptima Cumbre de las Américas. Varios gobiernos de América Latina insistieron en invitar a Cuba, rompiendo así con la tradición de excluir a la isla por exigencia de Washington.
Dada la cantidad de crisis a nivel mundial, es posible que la Casa Blanca considere que darle un giro sustancial a su política respecto a Cuba no es una prioridad. Sin embargo, un acercamiento con la isla más poblada del Caribe que incentive el desbloqueo del potencial de los ciudadanos de una de las sociedades más educadas del hemisferio, podría representar un importante legado para la administración. También ayudaría a mejorar las relaciones de Estados Unidos con varios países de América Latina y a impulsar iniciativas regionales que han sufrido como consecuencia del antagonismo entre Washington y La Habana.
Aún así, a raíz de la invitación a Cuba a la cumbre, la Casa Blanca no ha confirmado si Obama asistirá.
Tiene que hacerlo. Sería importante que hiciera presencia y lo considerara como una oportunidad para desencadenar un logro histórico.