
En la actual crisis migratoria, son más las cuestiones que se omiten que las que se exponen
Por Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba – Con la velocidad de un galápago, varios días
después de iniciada la crisis el gobierno cubano acaba de reaccionar a
lo que llama “una compleja situación” creada con los cubanos que han
estado llegando a Costa Rica y que se han visto impedidos de continuar
su marcha a través de Nicaragua ante la negativa de las autoridades de
ese país a permitirles el paso con los salvoconductos costarricenses que
portan.
Cuidadosamente, la diplomacia castrista ha evitado mencionar que tal
“situación” se está produciendo justo en la frontera de la ‘hermana’
Nicaragua, y también obvió las acciones represivas aplicadas por el
ejército de ese país –gases lacrimógenos y golpes incluidos– contra los
más de 1500 cubanos varados en su frontera.
La Habana ha vuelto a culpar al gobierno de los Estados Unidos de
“la politización del tema migratorio” a través de la Ley de Ajuste
Cubano y de la política “pies secos-pies mojados” que se aplica a los
emigrantes irregulares (“víctimas” de estas malas políticas), que parten
de Cuba a diversos destinos en Latinoamérica con la intención de llegar
a la meca de sus sueños: Norteamérica anglosajona.
La Declaración emitida por el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX),
con fecha 17 de noviembre de 2015 se convierte de hecho en otra
acusación contra la administración estadounidense y contra legislaciones
de ese país, incluyendo el “Programa de Parole para Profesionales
Médicos Cubanos” destinado a “alentar a médicos y otro personal cubano
de la salud a abandonar sus misiones en terceros países y emigrar a los
Estados Unidos”, en lo que “constituye una violación de la letra y el
espíritu de los Acuerdos Migratorios en vigor” suscritos por Cuba y
Estados Unidos para “garantizar una emigración legal, segura y
ordenada”.
Sin embargo, más allá del cinismo de responsabilizar a terceros por
la fuga interminable de los nacionales hacia el exterior –y no a la
crisis interna y a la creciente desesperanza de quienes no encuentran
otra salida–, en este nuevo capítulo de la interminable saga sobre la
migración cubana son más las cuestiones que se omiten que las que se
exponen.
Por ejemplo, nadie se explica cuáles han sido las causas para que el
gobierno de Nicaragua haya decidido interrumpir abruptamente el paso de
los emigrantes cubanos por su territorio, tras haberlo permitido durante
años, salvo que haya tomado algún acuerdo secreto con las autoridades
cubanas en tal sentido. Por demás, resulta extremadamente hipócrita el
celo que muestra el MINREX con el “bienestar de los ciudadanos cubanos”
estancados en Costa Rica, cuando es de suponer que el gobierno
nicaragüense no hubiese lanzado a efectivos de su ejército regular
contra los cubanos sin la anuencia y beneplácito de la plana mayor de La
Habana.
Los más suspicaces no pueden evitar hacer cábalas y relacionar este
“incidente” migratorio en Centroamérica con la reunión secreta entre las
autoridades cubana y estadounidense en el pasado mes de octubre, en la
que –según se dice– el jefe de la seguridad interna de Estados Unidos,
de origen cubano, sostuvo conversaciones al más alto nivel que
incluyeron precisamente el éxodo irregular y creciente de cubanos, en
especial a través de la frontera mexicana, que ha alcanzado records
históricos desde el pasado diciembre hasta la fecha.
La visita relámpago que realizara el General-Presidente a México,
justamente después de la visita del alto funcionario estadounidense,
ocasión en que se trataron también asuntos relacionados con la migración
cubana a través de las fronteras mexicanas, refuerza esa idea. Todo
indica que el gobierno estadounidense ha transmitido al cubano su
preocupación por la invasión ilegal que está arribando a Estados Unidos
desde Cuba por aire, mar y tierra, superando con mucho las cuotas que
ese país está dispuesto a asimilar, y ha presionado a las autoridades de
la Isla para que ponga orden en casa.
Las razones del diablo
Dicen los más sabios que en caso de conflicto todas las partes tienen
algo de razón. De ahí el conocido refrán: hasta el diablo tiene sus
razones, y hay que oírlas. En el caso de referencia, algunas razones son
más visibles que otras.
Digamos, por ejemplo, que las razones de los cubanos para emigrar son
las más obvias, y –para ponerlo de la manera más sencilla y clara– son
consecuencia directa, en primer lugar, de la crisis socioeconómica y
política permanente que se ha instaurado en Cuba debido a la absoluta
falta de voluntad del gobierno de la Isla para reconocerles los derechos
y libertades que conducirían al pleno ejercicio de sus capacidades, y
en consecuencia a la prosperidad y a la felicidad.
Como corolario, los cubanos huyen por millares hacia el único país
que les ofrece la posibilidad de establecerse legalmente y les allana el
camino hacia la meta: Estados Unidos. País donde, por demás, se ha
consolidado y ha prosperado un gran fragmento de la nación cubana,
formado ya por representantes de los más diversos sectores sociales de
la Isla, y que algunos sociólogos –no sin fundamento– han dado en llamar
la “Cuba transnacional”.
Es decir, que la asfixiante situación de Cuba, sumada a la existencia
de la Ley de Ajuste –con las garantías que ofrece– y de una enorme
comunidad cubana que permite mantener fácilmente los lazos culturales
originarios más allá del país natal y facilita la reinserción en el país
de acogida, son factores suficientes que justifican la emigración
preferente de los cubanos a Estados Unidos.
Ahora bien, el gobierno estadounidense, receptor de emigrantes del
mundo entero y –en su calidad de primera potencia mundial– punto de mira
de no pocos enemigos externos, tiene poderosas razones para controlar
la entrada a su territorio. Por otra parte, es incuestionable que
ninguna economía del mundo, por vigorosa que sea, es capaz de asimilar
una avalancha indiscriminada de inmigrantes sin que colapse su orden
social interno. La crisis que se está produciendo actualmente en Europa a
partir del arribo de millones de refugiados que huyen de la pobreza y
de las guerras en sus respectivos países, es prueba palmaria de ello.
Sin embargo, las razones de las autoridades cubanas para explicar la
estampida de los nacionales sí resultan muy cuestionables. Cierto que la
Ley de Ajuste constituye una parte del acicate de los cubanos para
emigrar a ese país. Sin embargo, la existencia de numerosas comunidades
de cubanos en los más diversos puntos del planeta, demuestran que dicha
Ley no es la causa esencial de la fuga desde la Isla, sino la calamitosa
situación a la que ha conducido más de medio siglo de políticas
absurdas, restrictivas y antinacionales, de autoritarismo y de
incapacidad gubernamental para administrar eficazmente el país.
La Ley de Ajuste podrá ser eventualmente derogada o reformada, pero
en tanto exista el sistema socioeconómico actual en la Isla y se
mantenga el poder en manos de los Castro y su claque, el éxodo de
cubanos continuará imparable. Aun cuando los nativos de esta ínsula
misérrima tuviesen que asumir, también en Estados Unidos, los
sobresaltos de vivir bajo el estigma de “ilegales”.
Es así que si el gobierno cubano espera salvar su responsabilidad en
la actual crisis fronteriza de los cubanos en Costa Rica
responsabilizando a los Estados Unidos y posando de buen samaritano, más
le valdría repensárselo. Lo más probable es que Barack Obama se niegue a
asimilar los golpes bajos que recibieron en su momento sus antecesores
James Carter, con el Éxodo de Mariel, y Bill Clinton, con la Crisis de
los Balseros. Es de suponer que haya aprendido bien de aquella lección.
Mientras, miles de cubanos siguen el camino del éxodo por aire, mar y
tierra. Ese problema para Castro II no ha hecho más que comenzar.
Acerca del Autor
Miriam Celaya (La Habana, Cuba 9 de octubre de
1959). Graduada de Historia del Arte, trabajó durante casi dos décadas
en el Departamento de Arqueología de la Academia de Ciencias de Cuba.
Además, ha sido profesora de literatura y español.
Miriam Celaya, seudónimo: Eva, es una habanera de la Isla, perteneciente
a una generación que ha vivido debatiéndose entre la desilusión y la
esperanza y cuyos miembros alcanzaron la mayoría de edad en el
controvertido año 1980.
Ha publicado colaboraciones en el espacio Encuentro en la Red, para el
cual creó el seudónimo. En julio de 2008, Eva asumió públicamente su
verdadera identidad. Es autora del Blog Sin Evasión