Dr. Pablo A. de Cuba
A la simple lectura de lo publicado por un
diario miamense de marcado corte justificativo del sistema y
gobierno cubano, y con ello bastante distante de la
imparcialidad que debe caracterizar una publicación
informativa seria y de respeto, salta a la vista algo que
casi queda como un escrito de alto contenido bufón, pero de
muy mal libreto, tanto expositivo como interpretativo,
defendiendo lo que a ultranza es indefendible.
Concretamente y de forma sintetizada
referimos un artículo publicado en dicho libelo que expone
que las “reformas que actualmente lleva a cabo el
gobierno cubano tienen como base evitar desigualdades a lo
comporta su enemigo común, el capitalismo”. Luego hace
un rejuego de citas e incoherencias al símil mismo del
propósito revelador: la incoherencia de una mentira furtiva.
Citando sus letras este articulo expone que
el gobierno cubano está seguro de “apostar por reformas
de actualización de su modelo económico y social,
para favorecer el crecimiento económico y la diversificación
de la propiedad, pero manteniendo la estabilidad social y
política, para lo que apuestan por combinar planificación y
mercado”. Lo marcado es de mi parte.
Sigue esta exposición que, por suerte, y so
pena de quedar tildados de estúpidos exponentes de la
irracionalidad, el encuentro se realizó “a puertas
cerradas con la participación de expertos, periodistas y
políticos que debatieron sobre el modelo cubano actual”.
Continua este artículo, “fuentes
diplomáticas, en la reunión se señaló que Cuba está
realizando una actualización del modelo, no una reforma,
(…). El objetivo principal de las autoridades cubanas es
hacer un modelo próspero y sostenible que garantice mantener
el actual 60 % en gasto social, además de evitar la
concentración de riqueza y propiedad, aunque reconocen que
los resultados no serán inmediatos (…). Para impulsar el
crecimiento económico, el Ejecutivo de Castro busca
incrementar la inversión extranjera (…).
Por la exposición hecha por estos expertos
(¿?), periodistas y políticos (estos últimos legos), los
genios del actual gobierno cubano están creando un “nuevo
sistema socio económico sin desigualdades pero que dependa
de la inversión extranjera”. Además dejan establecido
que en Cuba no hay reforma sino actualización, etc, etc.
Por suerte, esas puertas impidieron que
afluyera lo fétido del magnífico misterio insolente sobre
tan inverosímil. En fin, el resumen de una teoría agotada y
falaz.
Su simple análisis crea angustia. Crea
letargo y a la vez indignación a la tendencia burda de
borrar lo acumulado del ingenio humano. Es un indigno
razonar, so pena de ir contrario al culto del conocimiento.
Un sencillo enfoque es conducente, sin mayor
abundamiento, a la exposición delirante de un grupo humano
cuya denominación profesional o académica no excede la
mínima básica de un recién graduado o, en su defecto, de un
inútil diletante de las esferas populistas.
La naturaleza económica de cualquier Estado
es la ineficiencia. Los Estados gastan las riquezas que
otros producen y de la cual se apropian por la vía
impositiva (los impuestos). Si a esto le sumamos la
soberbia del gobierno cubano ante el desafío de relacionarse
con el justificante de sus supuestas desgracias, ha derivado
en un delirio de ajustes de un sistema inoperante en su
misma esencia. Ya la dama encantadora de sueños de una
noche de verano del embargo dejará el lastre de ser la
culpable de las tragedias humanas y demostrará el verdadero
impotente de ser útil.
Para el actual gobierno cubano ya no le
queda más espacio, y ahora busca tiempo para mantenerse en
la misma dinámica inoperante de su existencia.
Es patético abundar sobre el “modelo cubano”
que es compatible solamente con más de siglo de un constante
fracaso a costa de una nación despojada del sentido básico
de su existencia. El modelo cubano tiene como máxima la
servidumbre de sus súbditos. Solamente se sustenta en ir
contrario a su propia nación.
La especialidad supina del modelo cubano ha
sido la de defraudar a sus propios súbditos y desestabilizar
lo que le rodea.
La simple semántica, el simple concepto de
actualización no escapa de “poner al día” algo, de
“modernizar y ajustar algo” que consecuentemente se ha
estado utilizando por su buen efecto o, en su defecto, por
voluntarismo repetitivo a consciencia de su inutilidad.
El socialismo no es más que un fatalismo
histórico provocado por la inconciencia del capitalismo en
ajustar la concentración y distribución de la riqueza, y que
aún se mantiene a pesar de los ajustes realizados por juego
político de partidos de marcado contenido populista.
El sistema socialista cubano siempre ha
estado armado de una falacia en el contenido de sus promesas
sobre despojo de los pocos para repartir entre todos. Esto
ha conllevado a la inoperancia de los estímulos del
crecimiento humano y económico, llevando implícito en este
acaecer de circunstancias el inmovilismo en el ciclo
histórico de la evolución del homo oeconomicus
(naturaleza del hombre para crear riquezas).
La proyección de creación sistémica del
gobierno cubano se aleja, sin embargo, no solamente del
homo oeconomicus sino, también, del homo sapiens
(hombre pensante).
¿Será posible a estas alturas del desarrollo
humano plantearnos tan absurda idea, y no por insuperable lo
actual, sino de tratar de actualizar el resultado del
fracaso? La respuesta es directa y de forma afirmativa
siempre y cuando salga de la mente de aquellos que
fundamentaron, implementaron y desarrollaron el fracaso: los
economistas del fundamentalismo socialista y, en especial,
aquellos monitores soviéticos con aprendices del desquiciado
modelo cubano a lo fidelista.
La razón de mantener algo desde el punto de
vista económico es, sencillamente, su utilidad y con ello,
su alcance efectivo en todos aquellos conceptos típicos de
empresa, lucro, productividad, riesgo, mercado, etc., que
son, en definitiva, los que gobiernan relaciones propias y
espontáneas enfocadas a obtener riquezas.
Tratar de justificar el crecimiento
económico desde y con el propio inmovilismo del socialismo
cubano es superar lo imposible. La política económica a “lo
cubano” ha conducido al deterioro, la inactividad y la
apatía de esas fuerzas productivas necesarias para crear
riquezas. Para el colmo de la insensatez, ahora pretenden
diversificar los tipos de propiedades.
No hay otro más consciente que el propio
gobierno cubano (incluyendo toda su dirigencia pasada y
actual) que derrumbar su propio resultado es un cuento tan
inverosímil de creer como lo es su sustentación como
gobierno dictatorial.
Es demasiado notorio que el modelo cubano,
impuesto y dirigido por su actual gobierno, ha sido todo lo
contrario al éxito. Es tratar de burlar un adolescente
lector.
Lo más antidialéctico que ha existido como
sistema socioeconómico ha sido, per se, el
socialismo, a pesar de que alega ser la nueva cuna de la
evolución de la existencia humana.
Es absurdo, y no soporta el más mínimo
ritual de análisis, pretender diversificar una sistémica de
conceptualización de la propiedad después de haberla
aniquilado. La esencia de la propiedad radica en su
disponibilidad erga omnes (contra todo), y es
precisamente esa disponibilidad la que le otorga a su
legítimo detentador la facultad exclusiva de poseer algo y
explotarlo a favor de quienes se arriesgan y se le suman;
pero eso, a exprofeso y con toda intención ladina, el actual
gobierno cubano lo borró de la tierra más hermosa que ojos
humanos han visto.
Malicioso, furtivo y embaucador es el fin de
este invento trasnochado a lo castrista y que no es otro que
regular al máximo para mantener el control político y dejar
hacer el mínimo. Buscan crear una perspectiva alucinante de
la nada. De un cambio irreal. De un espejismo. En fin, crear
algo contrario a la naturaleza económica.
Es un conocimiento agotado doctrinalmente
que la economía política no abarca la totalidad de la
naturaleza del hombre respecto a su conducta modificada por
el estado social en que se desarrolla, pero sí se refiere a
la naturaleza del hombre como un ser que a pesar de ser
social busca y desea poseer riqueza, bienestar y seguridad,
y de ahí parte su condición de ser libremente pensante
para comparar el o los medios para la obtención de dicho
fin.
Esa aspiración el socialismo la quebranta y
hace del ser humano un ser dependiente de su mandato
político y, con ello, temeroso del poder que de este emana.
Estos creadores de nuevos sistemas del Siglo
XXI ignoran, o en su defecto esconden, la verdad de lo
simple, que es dejar hacer y solo controlar los excesos.
Cuánta literatura existe en sobre
abundamiento de lo insuperable del hombre libre para cubrir
sus necesidades. Ningún Estado ha podido superar, hasta este
preciso día de la existencia humana, el dinamismo del hombre
para actuar en la creación de riqueza y, de ahí, la busca
incesable de un bienestar más amplio.
Los políticos saben que si los dejan, dictan
leyes hasta para controlar a su capricho el vacío de su
propia ineficiencia, pero nunca lo dejan al descubierto.
Lamentablemente, la servidumbre política
hace y conlleva la inutilidad de la creatividad humana, y
eso, precisamente, lo vemos en esa Cuba cada vez más sentida
por el dolor que le infringen sus gobernantes.
El gobierno cubano sabe que esta
“inventando” sobre lo falso. Crear falsas expectativas es
ahora su juego para con su propio pueblo.
Antes, Fidel Castro hablaba de “sacrificios
y caminos difíciles” a sabiendas que era imposible mantener
la misma mentira tan repetidamente. Ahora, Raúl Castro a “su
propio tiempo, pero sin apenas espacio de maniobra”, y a
plena consciencia y sabiendas que es su persona el otro
obstáculo supremo al levantamiento de las restricciones de
comercio con el país más poderoso del mundo y antiguo
enemigo, y plantea, a falta de otra justificación, que no es
un camino corto llegar a esa meta que es la expectativa de
un pueblo.
Al parecer, el propio jefe del gobierno
actual pronostica una larga vida para ambos depredadores de
generaciones completas. Que penoso y lamentable pronóstico.
Se sabe que no se va a eliminar el mandato
del acta del comercio con el enemigo respecto a Cuba, salvo
que desaparezcan estos actuales generadores de delirios y se
abra definitivamente una nación para sus nacionales y no
para sus gobernantes. Lo demás es analizar al vacío.
Abrir Embajadas es jugar con el gasto
público. No excede más que eso dentro de las actuales
condiciones para establecer relaciones entre los gobiernos
de Cuba y los Estados Unidos de América.
Sería bueno considerar mandarle una simple
nota a esos expertos y demás asistentes a esas reuniones a
puertas cerradas (no admiten nada en contrario), que dejen
de ser creadores de aventuras burlescas a la condición e
inteligencia humana. Que entiendan que la creación no está
de su parte por el mero hecho de ser testaferros del
antihumanismo que el socialismo cubano ha elevado casi a su
máxima exponencial: el fundamentalismo político y la
servidumbre humana.
Más que ignorancia, esto es inanidad mental
de sus creadores. Si de verdad poseen fundamento racional a
lo que exponen, abran esas puertas y busquemos, con todo y
absoluto respeto, un debate a favor del más perjudicado en
estos 56 años de dolencia política: el pueblo cubano.
En fin, seguimos en presencia de la
continuidad y esencia hipócrita de un mal gobierno, a pesar
de las puertas cerradas.