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domingo, 19 de febrero de 2023

Sobre la retractación de Heberto Padilla

 Reinaldo Arenas sobre la retractación de Padilla:

"Fui uno de los cien escritores "invitados" a presenciar la confesión de Padilla aquella noche del 27 de abril, en los salones de la UNEAC. Allí estaban también Virgilio Piñera, Antón Arrufat, Miguel Barnet, José Yánez, Roberto Fernández Retamar y muchos más. Milicianos armados cuidaban afanosos la puerta de la entrada de la antigua mansión del Vedado, ocupados en constatar que todo el que llegase estuviese en la lista de "invitados". Hombres vestidos de civiles, pero de ademanes y rostros ostensiblemente policiales, preparaban diligentes la función. Allí estaba también Edmundo Desnoes. Se encendieron las luces, las cámaras cinematográficas del Ministerio del Interior comenzaron a funcionar. Padilla representó su Galileo. Sabía que no le quedaba otra alternativa, como en otro tiempo lo supo el Galileo original, como en otro tiempo lo supieron tantos hombres, quienes, mientras las llamas los devoraban, tenían que dar gracias al cielo por ese "bondadoso" acto de purificación... Pero esta vez el espectáculo era además filmado; lo cual de paso nos enseña que el avance de la técnica no tiene por qué disminuir el de la infamia.

     Fue entonces cuando Padilla, en medio de aquella aparatosa confesión filmada y ante numeroso público oficialmente invitado, puso a funcionar su ironía, su hábil sentido del humor, su burla. Entre lágrimas y golpes de pecho dijo "que las numerosas sesiones que había mantenido por espacio de más de un mes con los oficiales del Ministerio del Interior, había aprendido finalmente a admirarlos y a amarlos".

     Para cualquiera someramente versado en literatura y represión, era evidente que Padilla estaba aludiendo aquí a los numerosos interrogatorios y torturas que había padecido a manos de esos oficiales de la Seguridad del Estado. Y en cuanto a la expresión "admirar y amar", no por azar Padilla la empleaba, sino por tétrica coincidencia. Dicha expresión traía a la memoria el terrible momento final de la obra 1984 de George Orwell, donde el protagonista, luego de haber sido sometido a todo tipo de torturas, luego de haber sido "vaporizado" al igual que lo estaba siendo Heberto Padilla en ese momento, terminaba diciendo que "amaba al Gran Hermano".

     Durante diez años, Padilla, al igual que el Winston de Orwell, vivió vaporizado en Cuba, hasta que en 1980 logra trasladarse a Estados Unidos. Recuerdo sus palabras en el discurso pronunciado en la Universidad Internacional de la Florida en 1980. Allí Padilla dijo, aludiendo a su obligada retractación, que tuvo que hacerla; "porque cuando a un hombre le ponen cuatro ametralladoras y lo amenazan con cortarle las manos si no se retracta, generalmente accede; ya que esas manos son más necesarias para seguir escribiendo".

     Los que hemos padecido los eficaces métodos implantados, para lograr sus propósitos, por los que en Cuba manejan las ametralladoras, no tenemos nada que objetar a Heberto Padilla; quien debe avergonzarse es el inquisidor, no el confeso; el amo, no el esclavo.

     Lo que resulta realmente inconcebible es que Edmundo Desnoes, para neutralizar la efectividad del mensaje en la poesía de Padilla contra el castrismo anteponga, como introducción a esos poemas [en la antología "Los dispositivos en la flor"], fragmentos de la obligada detractación obtenida por la Seguridad del Estado. Esta "coincidencia" entre el aparato inquisitorial de la Seguridad del Estado cubana y Edmundo Desnoes, no se puede pasar por alto.

     "Hay clichés del desencanto" -- dijo Padilla durante su autocrítica dictada por la policía cubana y vuelta a utilizar por Desnoes --, "y esos clichés yo los he dominado siempre. Aquí hay muchos amigos míos que yo estoy mirando ahora, que lo saben. César Leante lo sabe. César sabe que yo he sido un tipo escéptico toda mi vida, que yo siempre me he inspirado en el desencanto".

     La visión desgarrada y real que nos da Heberto Padilla en sus poemas sobre la represión, los crímenes, y el fracaso del castrismo y del comunismo en general. Desnoes (y naturalmente las autoridades cubanas) quieren neutralizarla, presentándonos al poeta como un ente pesimista y escéptico... Al parecer, ante los campos de trabajos forzados, las prisiones repletas, el hambre crónica y los jóvenes ametrallados en el mar, el poeta debe entonar loas optimistas y agradecidas al Estado, que impone tal situación. En este caso, al propio Fidel Castro.

     Si quisiéramos establecer una comparación entre la represión padecida bajo la lamentable tiranía batistiana y la actual, bastaría trazar un paralelo entre la forma burda e ilegal en que fue arrestado y tratado Padilla hasta obtener su retractación, en la cual se llamaba a sí mismo un criminal por el simple hecho de haber escrito un libro de poemas, y la manera en que se llevó a cabo el juicio contral el propio Fidel Castro por haber atacado, minuciosamente armado, al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, donde murieron decenas de hombres. Para demostrar esas diferencias vamos a citar textualmente a un testigo excepcional y jefe del asalto armado, a quien ni siquiera Desnoes ni Fidel Castro podrían poner en tela de juicio. Se trata del mismo Fidel Castro: "A los señores magistrados mi sincera gratitud por haberme permitido expresarme libremente, sin mezquinas coacciones, no os guardo rencor, reconozco que en ciertos aspectos habéis sido humanos, y sé que el presidente del tribunal, hombre de limpia vida, no puede disimular su repugnancia por el estado de cosas reinante, que lo obliga a dictar un fallo injusto".

     Esas "mezquinas coacciones" que no padeció Fidel Castro en la prisión y que por lo tanto no le impidieron hablar libremente en su defensa, se convirtieron en "el caso Padilla" (dirigido por el mismo Fidel Castro8) no sólo en mezquinas, sino en sórdidas, ineludibles e inhumanas, a tal extremo que Padilla tuvo que aprender a "admirar y amar" a sus carceleros y torturadores."

P.D. Tomado del dossier de "La Habana Elegante" sobre Heberto Padilla publicación que a su vez toma el texto de Arenas del libro "Necesidad del libertad".

martes, 7 de febrero de 2023

El amor ajeno



Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo

como queda un perfume donde había una flor.

Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;

y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.


La vida nos acerca y la vez nos separa,

como el día y la noche en el amanecer.

Mi corazón sediento ansía tu agua clara,

pero es un agua ajena que no debo beber.


Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,

nunca te vas del todo, como una cicatriz;

y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,

pues al perder la espiga retiene la raíz.


Tu amor es como un río, que parece más hondo,

inexplicablemente, cuando el agua se va.

Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,

pues tu amor y la muerte tienen un más allá.


Para un deseo así, toda la vida es poca;

toda la vida es poca para un ensueño así.

Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;

y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!

Benditos Poetas 

#JoséAngelBuesa


✔José Ángel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, Cienfuegos, Cúba. Siendo niño aún, Buesa comenzó a escribir versos que lo llevaron con el paso de los años, a convertirse en un notable exponente del neo-romanticismo.

Al poco tiempo de haber completado sus estudios secundarios, se mudó a La Habana y compartió vivencias con agrupaciones poéticas del momento, comenzando a dar a conocer sus creaciones.

Sensibilidad exquisita y dominio fino del lenguaje cimentaron su carrera de poeta romántico de tono melancólico y lo llevaron a lograr una gran popularidad en su país natal.

Su obra fue musicalizada. También recitada y grabada en varios idiomas.

La segunda parte de su vida, lo vio peregrinar en un exilio que lo llevó primero a Europa para concluir sus días en Santo Domingo (República Dominicana), donde falleció el 14 de agosto de 1982.

Los poemas de José Ángel – Casi dos decenas de poemarios

«La fuga de las horas» (1932), «Babel» y «Canto final» (1936),  «La vejez de Don Juan» (1943), Oasis (1943, se reeditó en más de 26 ocasiones), «Lamentaciones de Proteo» (1947), «Poemas en la arena» (1948), Poeta enamorado (1949) y Poemas prohibidos (1959).  figuran entre los títulos más destacados.

viernes, 3 de febrero de 2023

Los platos de Miami Beach




 LOS PLATOS DE MIAMI BEACH.

 Por Esteban Fernandez.

1962: Yo tenía 17 años. En Güines los fidelistas se burlaban  de mi madre gritándole: “¡Allá en el Norte está tu hijo Estebita lavando platos y pasando  más trabajo que un forro de catre!”

Era cierto, al recién llegar un güinero que le decían Armandito “El Teto” me llamó a la casa de Milton  Sorí  para ofrecerme un decoroso trabajo en Miami Beach  lavando platos. 

Y nada simboliza mejor mi llegada al exilio  que esas dos semanas de trabajo pesado, pero enaltecerdor, de lavar platos en los hoteles de Miami Beach. 

Desde luego, a mí personalmente me cayó como una patada en el estómago esa labor. Sin embargo, me sonreía pensando: “Esto es un  millón de veces mejor que vivir bajo el azote castrista”. 

Recuerdo que nada me daba mas aliento que cada vez que lavaba un plato me defecaba mil veces en Fidel y Raúl Castro y lanzaba una andanada de maldiciones a Lina por haberlos parido...    

Pero, tengo que admitir que le puse mala cara a unas ollas llenas de grasa y un viejo me las quitó de mis manos y riéndose me dijo: “Déjame eso a mí, muchachito” y después me enteré que ese señor había sido un acaudalado hacendado en Las Villas. 

Por lo tanto, al otro día me “fajé” con las cazuelas sin problema alguno. Recordé que los castristas nos decían “niños bitongos” y quise demostrar todo lo contrario. 

Después cuando venía de vacaciones a Miami y me quedaba en un hotel de la Playa siempre traté que mis hijas les dieran un vistazo a las cocinas y a los empleados que trabajan en ellas, para que se dieran cuenta que “el maná no cayó del cielo” y el haber preferido el destierro tuvo su precio en sudor y esfuerzos. 

Las dos se han sonreído y me han dicho: “Bueno, papi, pero ¿eso era mejor que Fidel, no?" Y yo les he contestado: “¡Todo  en el mundo es preferible que la tiranía castrista!”