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domingo, 17 de mayo de 2009

Que nadie vaya a olvidar



QUE NADIE VAYA A OLVIDAR…

Por Lázaro Tirador Blanco

Quienes pensaron que con Raúl Castro iban a producirse ciertas mejoras en materia de derechos humanos se equivocaron. Lo cierto es que después del traspaso de poder, lo único que el régimen hizo fue desplegar una fuerte campaña propagandística para que el mundo creyera que en Cuba se iba a iniciar un proceso de cambio y que la represión iba a disminuir, dando paso a un nuevo gobierno más abierto, más moderno y pluralista, capaz de enfrentar las negociaciones pertinentes con EE.UU. para la normalización de las relaciones y el levantamiento del embargo, sobre todo ante las posibilidades de que Barack Obama fuera electo Presidente.

La realidad de los hechos demuestran lo contrario, ya que en lo transcurrido del período de gobierno de Raúl lo que ha primado dentro de Cuba ha sido una más fuerte represión política contra los activistas de derechos humanos y prisioneros políticos, así como la aplicación de medidas cada vez más coercitivas contra la población en general en cuanto al derecho al desarrollo, autogestión económica, acceso a medios de información independientes, el derecho a expresarse y a desplazarse libremente, además de las recientes purgas políticas en sus propias filas para cortar las posibles aspiraciones de los considerados “potenciales herederos”.

En la realidad, el aparato represivo cubano no ha cesado de cumplir sus funciones y se siguen aplicando las mismas normas de represión, persecución y medidas penales sin apego a los más elementales derechos de defensa, que han cateterizado las violaciones de los derechos fundamentales de las personas en Cuba durante el régimen.

Uno de los elementos a los que Raúl ha prestado mayor atención ha sido el reforzamiento de la militarización en los puestos de dirección claves del país, así como el control militar de las calles, la reactivación de las llamadas “organizaciones de masas”, sobre todo reforzando su compromiso como organizaciones oficialistas y los grupos paramilitares –como las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida-, todos disfrazados de integrantes de la sociedad civil, pero diseñados realmente para repudiar, agredir, discriminar y amenazar a los que se atreven a levantar la voz para exigir sus derechos ciudadanos o protestar contra el régimen. Hay suficientes testimonios de activistas de derechos humanos, periodistas independientes, familiares de presos políticos y aún de prisioneros políticos que han logrado hacer denuncias sobre estos desmanes.

Es imprescindible volver sobre estas cosas porque en los últimos tiempos ha habido una propensión en numerosos países, sobre todo latinoamericanos, de aupar al régimen y de solicitar su reincorporación a los diferentes organismos regionales como la OEA, para darle un más amplio reconocimiento no a Cuba sino al régimen. Como algo significativo se ha considerado, además de la visita funcionarios de la Unión Europea, las de un numeroso grupo presidentes de la región, lo que ha sido esgrimido como un reconocimiento y apoyo a Raúl Castro y a su hermano Fidel.

Estas personas recibirán un día sobre sus conciencias –los que la tengan-, el peso de la responsabilidad por reconocer al régimen y desconocer y no criticar el tratamiento cruel e inhumano, degradante y miserable con el ese propio régimen trata sobre todo a los presos políticos, a los que someten a régimen de detención inhumanos, en celdas donde no llega el sol, donde no hay pisos sino de tierra, azotados por las ratas, las pulgas y los piojos, con falta de alimentos, de tratamiento médico aunque estén enfermos y la mayor parte de la veces sin comunicación alguna con sus familias y, esto sólo por disentir.

Ya hay pocos hoy que levantan sus voces para condenar al régimen por la sumisión a que ha sido obligado el pueblo cubano por tantos años, por un sistema que se sostiene por el funcionamiento de una diabólica maquinaria de mentiras, temor, amenazas, comprometimiento, adoctrinamiento y represión, unidas al principal pensamiento que ocupa la mente de los cubanos aún hoy: qué vamos a comer. Por eso hay que recordar estas cosas cada día, para abrir el entendimiento de nuestros propios compatriotas, que desgraciadamente a veces se conforman con algunas mejoras económicas, con algunos productos más en la libreta de racionamiento. Es muy triste oír a muchos que sólo atinan a decir: “lo más importante es la jama para los chamacos, mi hermano.”

Muchos esperan que cuando muera Fidel y deje de ser el tutor y la sombra de su hermano Raúl, éste no dure mucho en el poder. Sólo Dios sabe. Lo que sí creo es que cada día más el sistema político se irá cayendo por sus propias contradicciones y si podemos ayudar a abrir los ojos de nuestros compatriotas este proceso será más rápido. Podrá haber ambiciones y pugnas por heredar el poder, pero sin dudas habrá un cambio paulatino del sistema cuando logremos que el pueblo tenga una visión más nítida como ciudadanos que pueden llegar a ejercer sus derechos, a hacer sus elecciones y a construir un mejor país “con todos y para el bien de todos”.

Hoy Cuba está bajo el poder de una clase gobernante que se convirtió en uno de los regímenes más despreciables del mundo, que se acerca al fin de su tiempo y al final de su existencia. Este fin estará más cerca cada día si no olvidamos los sufrimientos, los crímenes, el hambre, la explotación y la sumisión de estos 50 años…

¡Que nadie vaya a olvidar…

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