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domingo, 16 de enero de 2011

"Dile a Mubarak que tiene un avión esperando"


Imagen:Hosni Mubarak

«Dile a Mubarak que tiene un avión esperando» La chispa del cambio que ha prendido en Túnez pone en alerta a otros dirigentes árabes

No habrán sido pocos los líderes del Magreb y Oriente Próximo que pasaron la noche del viernes con un ojo abierto y otro cerrado. Inquietos por el murmullo popular. Pendientes de si el azúcar ha subido o de si han conseguido transmitir el mensaje de que la economía marcha bien y se van a crear nuevos empleos. Los dirigentes de los países árabes han visto cortar las barbas de un vecino demasiado cercano y han podido comprobar que las revoluciones no necesitan de una oposición política fuerte, ni de líderes carismáticos.
Cientos de egipcios lo tenían muy claro: «¡Escuchad a los tunecinos. Egipto, es tu turno!», gritaban jóvenes y mayores a las puertas de la Embajada de Túnez en El Cairo. El mensaje, repleto de picardía egipcia, no podía ser otro: «¡Ben Ali, dile a Mubarak que tiene un avión esperándole también!». En Casablanca, Rabat, Amán o Argel, muchos jóvenes brindaron ayer por el fin de la era Ben Ali, y soñaron, felices y esperanzados, con que la chispa de la revolución democrática prenda en el mundo árabe.
Las manifestaciones también se sucedieron en otras capitales árabes con diversa intensidad, pero siempre vigiladas muy de cerca por las fuerzas de seguridad. «Creo que la mecha puede prender en muchos otros países, empezando por Egipto, que está preparado para recibir el espíritu de la revolución tunecina», aseguraba por teléfono Emad Gad, del cairota centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al-Ahram.
Las circunstancias que han hecho estallar la olla a presión de Túnez no son ajenas al resto de países de la región. Empezando por la población, jovencísima, cada vez está más formada y cultivada. Si hasta hace pocos años solo las élites árabes podían acceder a una educación superior, cada vez más son las clases medias quienes envían a sus hijos a la universidad, muchos de ellos para descubrir, como le ocurrió a Mohamed Buazizi, el mártir de la revolución tunecina, que la formación no les garantiza el trabajo. La crisis ha cerrado además las puertas de la emigración a Europa, antes válvula de escape.
Lo mismo ocurre con la corrupción, una de las peores lacras de Marruecos a Siria, desde la élite del poder al último funcionario. Comunes son también la omnipresencia de las fuerzas de seguridad, la censura de los medios de comunicación, la represión de la oposición. Por no hablar de los líderes, aferrados al poder durante tantos años que la mayor parte de sus ciudadanos no han conocido a ningún otro gobernante. Cada país tiene sus particularidades, pero ninguna de estas lacras son ajenas a los vecinos del Mediterráneo sur.
«Muchos en Oriente Próximo, sobre todos los líderes de los países árabes, van a reflexionar muy seriamente sobre los eventos de Túnez, ya que muchos países comparten las condiciones sociales que han ocasionado las revueltas», opinaba, desde El Cairo, Mustafa Kamel, director del Instituto de Oriente Medio para los Estudios de Desarrollo.
Los líderes toman nota
Las pistas están ahí. El viernes, unas 5.000 personas se manifestaron en Jordania para protestar por la subida de los productos básicos, lo mismo que hicieron en 2008 y 2009 miles de egipcios en las revueltas de Mahalla Al Kubra, las peores que ha vivido el país del Nilo en los últimos años. En Argelia, las protestas por el aumento del coste de la vida han causado en las últimas semanas al menos dos muertos. En Rabat, un colectivo conocido como Los diplomados en paro se manifiesta cada miércoles ante el Parlamento marroquí.
Los líderes árabes han tomado nota del caso tunecino, señala el politólogo marroquí Mohamed Darif. Muchos países se han adelantado a los acontecimientos y han anunciado, como Marruecos, que los precios del azúcar y otros productos básicos no van a subir. Los titulares del diario egipcio 'Ajbar el Yun' recordaban ayer en portada que se ha reducido la deuda externa, así como que han engordado las arcas de la seguridad social y las pensiones. En Jordania, el rey Abdalá ha pedido una bajada de los precios y de los impuestos.
«Hay similitudes en los diferentes países árabes, pero Túnez siempre fue una excepción», manifestaba a este diario Darif. «Mientras que las demandas de los tunecinos han sido muy políticas, en Marruecos o Argelia las protestas casi siempre son socioeconómicas», advierte el analista, para quien los dos países con más papeletas de vivir un caso parecido al de Túnez son Egipto y Yemen.
Que la primera revuelta popular que derroca a un dictador árabe haya tenido lugar en Túnez ha sorprendido a muchos, ya que Ben Ali, aliado de Occidente por su mano dura con el islamismo y sus medidas liberales, parecía intocable. Hoy, sin embargo, algunos se han dado cuenta de que «no tiene por qué suceder con una invasión como en Irak. Es una gran lección para los regímenes autocráticos de la región», afirmaba a la agencia AFP Amr Hamzawy, del Centro Carnegie de Oriente Próximo, con sede en Beirut.
tomado de:
http://www.elcomerciodigital.com

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