Parece que el gobierno de Barack Hussein Obama le ha cogidon el gusto a espiar periodistas
FILTRACIONES QUE CIEGAN INTELIGENCIA. /CASO AP. No está claro si la sustracción misma ya hacía difícil que el topo pudiera seguir infiltrado en AQAP, o si la propia Casa Blanca iba a anunciar que se acababa de desbaratar un atentado. En cualquier caso, el Departamento de Justicia estadounidense considera que la publicación de la información por AP quemó una valiosa fuente con aparente acceso a Ibrahim al Asiri, el inventor de esos y otros explosivos. A pesar de los numerosos ataques con drones en Yemen, Al Asiri aún sigue vivo.
/SEGUNDO CASO: PERIODISTA DE FOX. También un riesgo de cegar las fuentes de inteligencia podría haber supuesto una noticia de Fox News de 2009, en el que se detallaban los planes nucleares y misilísticos de Corea del Norte, lo que alertaba a Pyongyang sobre una penetración de espías conseguida con mucho esfuerzo. Esta misma semana se ha sabido que el FBI accedió a los correos electrónicos privados del autor del artículo, James Rosen, corresponsal jefe de Fox News en Washington. A raíz de esa investigación, la Administración ha acusado formalmente a Stephen Jin-Woo Kim, un asesor del Departamento de Estado. De la filtración a AP aún no se ha encontrado la “garganta profunda”, a pesar de que los investigadores obtuvieron los registros de una veintena de teléfonos de oficinas y reporteros de la agencia.
PERO EL PROBLEMA ES DEL GOBIERNO. Parece que el Departamento de Justicia de Estados Unidos le ha cogido el gusto a espiar periodistas. En la investigación sobre Rosen, el FBI llegó a tratarle de ‘co-conspirador’, lo cual indica un espiral ciertamente peligroso para la libertad de información. Las filtraciones y sus consecuencias –salvo en casos de claro daño inmediato, objetivo y desproporcionado– son un problema del Gobierno, no de la prensa. Lógicamente Obama hace bien en buscar dónde está la fuga de información secreta o confidencial, pero debería pedir registros de llamadas y controlar los correos privados de buena parte de posibles soplones de la Administración antes de requerir autorización del juez para buscar pistas entre las anotaciones o conversaciones privadas de periodistas. Los dos casos conocidos en las dos últimas semanas hablan de un exceso con la prensa.
Tomado de:
capital-america/
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