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sábado, 25 de mayo de 2013

Cuba: Conciencia de timbiriche

 

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org 
Adictos a movernos entre los extremos, los cubanos estamos expuestos a un nuevo peligro, otro más, condicionado precisamente por nuestra vocación de péndulos que es innata, pero que ha sido exacerbada -hasta sobrepasar todos los colmos-, por las dramáticas circunstancias históricas de las últimas décadas.
Entre los rezagos de la entumecedora Emulación Socialista y la agresividad de la competencia que ahora aplicamos, sin conocer sus mecanismos ni respetar sus reglas, tal parece que hemos perdido por entero el sentido común y el auténtico espíritu de progreso. Y no sólo eso. También estamos perdiendo la vergüenza.
Antes, únicamente le temíamos al régimen, el cual, al mismo tiempo que nos asustaba, se encargaba de neutralizar nuestros temores ante el futuro, mediante una especie de hipnosis colectiva que nos hacía sentir relajados y hasta, a veces, felices con lo mínimo indispensable, materialmente hablando, y con mucho menos de lo mínimo en otros aspectos, incluidos el espiritual y el moral.
Hoy, aún más que el régimen, parece asustarnos lo que vendrá después. Y podría decirse que ese susto nos hace inmunes ante todos los demás sentimientos.
El afán por convertirnos masivamente en pequeños comerciantes, como vía para ganar el sustento sin tener que trabajar bajo las miserables y cada vez más inseguras normas del empleo estatal, es una exteriorización de ese pavor que nos mantiene en vilo ante el mañana, si acaso dispuestos a luchar por la sobrevivencia, pero combinando el menor esfuerzo posible con la más absoluta irresponsabilidad ciudadana, a la vez que competimos todos contra todos, sin pizca de ética y sin escrúpulos, fieles nada más que a nuestra conciencia de timbiricheros.
Cada día son menos los paisanos que producen y más los que quieren vender, no importa el valor de lo que vendan, ni que todos vendan lo mismo y a iguales precios, apilados unos encima de los otros, mientras el régimen se muestra conforme, pues cada timbirichero en acción es otro ciudadano que no tiene tiempo ni disposición para asustarse, no ante el mañana, sino de cara a un presente que lo mantiene económicamente contra la pared y que lo está aniquilando moralmente, al mediatizarle el espíritu emprendedor y la capacidad productiva.
Es el nuevo círculo vicioso escogido por nuestros caciques para embobecer al personal. Ya que no les resulta posible ni rentable seguir dominándonos bajo la condición de hijos bobos, dependientes a tiempo completo de sus migajas, fingen que nos están abriendo la talanquera del corral. Pero realmente, más allá no hay sino otro corral, y en éste nos estamos encerrando nosotros mismos.
Luego, para rematar, escucharemos los comentarios de los nostálgicos del fidelismo, que muy pronto van a echarle la culpa de nuestros problemas económicos y limitaciones cívicas a eso que gustan hablar del capitalismo salvaje.

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