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miércoles, 23 de febrero de 2011
Entrevista a Reina Luisa Tamayo por el aniversario de la muerte en prisión de su hijo Orlando Zapata.
Desde la muerte de su hijo, un albañil negro de 42 años, Reina Luisa Tamayo se ha convertido en un símbolo de la disidencia. Tan incómoda para la dictadura que cinco días antes del primer aniversario la detuvo durante doce horas. Tamayo habló con ABC mientras viajaba en autobús casi de una punta a otra de la isla, de La Habana a Banes. «No me importa que me oigan, estoy en Cuba pero soy libre de opinar, antes muerta que claudicar», afirma a sus 62 años.Banes está tomada por las fuerzas de seguridad, según denuncia la oposición, para impedir los actos en su memoria.
—¿Cómo ha sido el año sin Orlando?
—Duro, a esta familia le arrancaron un pedazo de su corazón, a sus amigos, a la oposición. Pero mi hijo decía que morir por la democracia y la libertad era vivir eternamente en ella.
—Su desaparición sirvió para despertar la conciencia internacional.
—Claro que sí, provocó la liberación de presos políticos del «Grupo de los 75». El asesinato premeditado de Orlando va a traer el cambio a Cuba.
—¿Cómo era su hijo?
—De carácter fuerte, pero de muy buen corazón y pacífico, luchaba por la libertad de todos los presos políticos, por el pueblo cubano.
—¿Se ha sentido hostigada por las fuerzas de seguridad todo este año?
—Hostigada, golpeada y amenazada de muerte, la familia y los que nos acompañan, los opositores y las Damas de Blanco.
—¿Qué han organizado para recordar la muerte de su hijo en prisión?
—Esperamos que dejen ir al cementerio a la marcha Zapata Vive, ya que la oposición interna está muy amenazada. Les han dicho que los van a encarcelar durante años. Hay un dispositivo muy fuerte en la entrada de Banes cercana a casa. Ese día será muy triste y violento, pero vamos a salir, muerta antes que no ir al cementerio. El mundo entero debe estar pendiente, va a ser violento por el operativo de la Seguridad del Estado, como lo están haciendo semana tras semana. En los últimos meses no hemos podido ni ir al cementerio ni a la iglesia.
—¿En ningún momento?
—Sí, antes de partir hacia La Habana a hacer gestiones para el viaje a Estados Unidos fuimos cuatro familiares casi de noche a pintar su nombre en la tumba, porque lo tratan de borrar. También roban los ramos de flores. A esa hora no está la seguridad.
—¿Teme que los actos perjudiquen la excarcelación de los opositores que quedan de la Primavera Negra?
—Espero que no, vamos a luchar para que sean liberados antes de que cumplan los ocho años de prisión. Más bien será en beneficio de todos ellos.
—¿Cuándo se marcharán a EE.UU.?
—La Sección de Intereses de Estados Unidos nos acaba de conceder el visado a trece miembros de la familia. Viajaremos a Miami en las próximas semanas, cuando terminemos los trámites. El problema es el coste. Los Castro tienen que hacerse responsables de los gastos de los trámites, somos pobres y no disponemos de dinero. Nosotros no tenemos interés en salir del país, esta es nuestra patria, el interés lo tienen ellos.
—¿Ha conseguido las cenizas de su hijo para llevárselas consigo?
—Todavía no está incinerado, está enterrado en el cementerio de Banes, cerca de mi casa, faltan trámites. Me llevaré sus cenizas porque no permiten que me lleve el cuerpo.
—¿Cómo se siente cuando el régimen lo define como un delincuente común en lugar de preso político?
—Todos los que amamos la libertad nos hemos sentido muy mal porque no era un delincuente común, como dijo Raúl Castro. Es una difamación para que el pueblo no conozca cómo fue asesinado premeditadamente. Pero su muerte no puede quedar impune. Desde donde esté seguiré luchando contra los hermanos Castro.
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