Por Lázaro Tirador Blanco
Para cualquier cubano que anhela la libertad de sus hermanos y para aquellos que en cualquier lugar del mundo comparten las ansias de libertad de un pueblo esclavo, la noticia de que el régimen castrista acaba de autorizar la salida de la isla a la doctora Hilda Molina para ver a su familia en Argentina, nos llena de regocijo.
La concesión del permiso de salida, que es la autorización del régimen para que un ciudadano cubano pueda viajar al exterior, fue anunciada en la Argentina por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, antes que se divulgara en Cuba.
La doctora Hilda Molina pedía desde hace una década el permiso al gobierno cubano para viajar a Argentina, donde viven su hijo y nietos.
Pese a que la noticia nos alegra a todos, no deja de ser una desvergüenza más de las que acontecen cada día a los cubanos desde hace 50 años. El permiso de salida de Cuba –lo que debería ser un ejercicio libre de un derecho como es en cualquier lugar del mundo-, es algo prácticamente vedado a la casi totalidad de los cubanos. Este es uno de los derechos humanos contantemente violados por el régimen. Los pretextos son múltiples: es “disidente”, “portador de secreto estatal o militar”, “posible desertor”, etc.
Lo más indignante de este caso específico es que para que una ciudadana pudiera ejercer un derecho elemental, ha tenido que armarse todo un andamiaje publicitario en el que han intervenido, aún ante de omnipotente Fidel Castro, el ex presidente Néstor Kirchner, la actual presidenta argentina e innumerables personalidades y organizaciones dentro y fuera de Cuba, de manera que hoy se presenta la autorización de salida de la doctora Molina como un gesto positivo que hay que agradecerle al régimen por su condescendencia y humanitarismo.
El régimen que violó los derechos de una ciudadana, hoy es aplaudido por acceder a que ella ejerza de manera excepcional ese derecho que había sido contantemente violado por una década. El caso es indignante, inmoral y absurdo. Detrás de todo esto estaba en verdad la venganza del régimen ante las críticas de la doctora Molina y su renuncia a hacerle el juego a las inmoralidades que en el sector de la salud se cometen en la isla con la anuencia y bajo la dirección del gobierno.
El canciller argentino Jorge Taiana ha declarado sobre el caso: "Este es el resultado de una tarea paciente, discreta y perseverante que ha buscado lograr el objetivo con un único propósito humanitario... reunir a la familia en nuestro país". El señor canciller también declaró que "Argentina también quiere expresar su reconocimiento a la comprensión demostrada por el gobierno cubano".
Nos congratulamos del esfuerzo argentino para resolver este caso pero, debían sentir la gran vergüenza que significa reconocer que fueron necesarios 10 años y la intervención de dos presidentes más un canciller para que el régimen otorgara permiso de salida a una mujer disidente y todavía reconocerles por ello.
Si esta fuera la norma que se siguiera por el régimen castrista deberíamos sacar la cuenta de cuántos presidentes, cancilleres y años harían falta para que pudieran salir de Cuba los ciudadanos que quieren hacerlo y no se les otorga el famoso permiso de salida.
Mucho se ha hablado en este año de las medidas de Raúl en beneficio de los cubanos, del levantamiento de algunas restricciones por parte del gobierno norteamericano, de los debates en la hoya de grillos de la OEA para permitirle al régimen regresar sin costo alguno y ganando como recompensa, el desprecio del castrismo. Mucho se habla en el mundo de los beneficios del sistema comunista cubano, del ejemplo que significa para los pueblos oprimidos, etc., etc., etc. Pero este es un caso que pone al descubierto y con crudeza que de los castrista no se podrá esperar nada bueno si no les beneficia en su política o les ayuda en levantar cantos de sirena como lo hacen los líderes del bloque chavista, o algunos cisnes cautivados como la presidenta y el canciller argentinos en este caso.
Ya es tiempo que los que verdaderamente quieren libertad para los cubanos, los que desean el acceso y el ejercicio de todos los derechos ciudadanos más elementales para un pueblo que sufre por más de 50 años la más férrea y brutal dictadura de la era moderna, dejen de aplaudir las vernáculas payasadas del régimen para mejorar su imagen, paren de brindar cobertura mediática a supuestos logros a expensas del sufrimiento de todo un pueblo y hablen la verdad que conocen y que por contubernio, por miedo o por espurios intereses esconden en halagos, adulaciones y mentiras envueltas en frases patrióticas y grandilocuentes.
Es tiempo que los hombre y mujeres dignos del mundo dejen de ser engañados y repitan bondades del régimen comunista, del sistema totalitario cubano que ni conocen a derechas ni saben la represión, la perversión, la corrupción y el terror que se esconden tras las consignas, las ayudas internacionalistas y la mordaza social, política y cultural impuesta a todo un pueblo mediante el más diabólico y férreo proyecto represivo que se pueda concebir.
Esta concesión del gobierno cubano en el caso de la doctora Molina no es más que un gesto para dar motivo a los que exaltan el régimen, para levantar alabanzas y elogios en aras de seguir engañando a los ilusos que creen en las bondades del sistema totalitario cubano.
No dudo que quizás Chávez se embulle y le dedique una par de horas en algún “Aló Presidente” o que el señor Insulza convoque a los embajadores de la OEA a una sesión extraordinaria para agradecer el gesto democrático del régimen castrista. En estos días puede soplar cualquier viento para empinar cualquier papalote.