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miércoles, 28 de julio de 2010

El próximo capítulo

El próximo capítulo



Por Lázaro Tirador Blanco


Periodista Independiente y Escritor


El deterioro de la imagen de Raúl Castro al frente de la dinastía castrista ha provocado que tuviera que hacer la “jugada de los presos políticos” la que, usando de soporte a la iglesia católica y a la desprestigiada imagen del Cardenal Jaime Ortega y la del bufón español Miguel Ángel Moratinos, le ha permitido que se levanten nuevas expectativas sobre las posibilidades de un cambio de la situación cubana, lo que podría ablandar la posición común de la Unión Europea y aliviar las duras críticas que ha recibido el régimen cubano por la situación de los derechos humanos en el país.

Toda esta pantomima que sólo tiene como resultado positivo el alivio de las penalidades de los disidentes prisioneros -que aunque sigan siendo manipulados aún después de liberados y extraditados-, van a tener el amparo para sus vidas que no tenían en las mazmorras castristas.

Por lo demás, una vez más en estos más de 50 años de dictadura se manipula la expectativa del pueblo cubano con respecto a cambios profundos y definitivos, aún bajo el liderazgo totalitario. En buen cubano la gente esperaba “que ahora sí van a aflojar la mano”.

La más cercana expectativa se esfumó el pasado 26 de Julio cuando ni siquiera Raúl Castro asumió el rol habitual de orador principal, cediéndolo a una de sus principales vedettes políticas quien no dijo nada de nada, más que la consabida alabanza a los supremos Fidel y Raúl Castro. Se esperaba al Padrino en Jefe y al Discípulo Amado y ninguno de los dos acudió al escenario en la esperada función.

En tanto, el restaurado caudillo Fidel posa ante las cámaras y trata de articular -en una verborrea a veces incoherente y fuera de contexto-, sus nuevos discursos entre los que mezcla profecías de un holocausto mundial en el Medio Oriente con otros temas que en realidad pudieran ser parábolas del viejo zorro que aún goza de una buena parte de su popularidad legendaria. Detrás de este resurgir del líder cubano está su restauración como líder patriarcal del nuevo imperialismo bolivariano que organiza con su ahijado Hugo Chávez y el resto de la pandilla bolivariana y que se va delineando ante los mismos ojos de los miopes lideres del continente.

El romance renacido de Rusia y Cuba vuelve a ser plataforma ideal para una eventual variante de la Crisis de los Misiles y los oscuros pactos de Chávez con Irán y Corea del Norte están preparando un protagonismo sin igual a Latinoamérica en un eventual conflicto global que, incluso podría comenzar ante nuestras propias narices.

El olfato de Castro ante la posible cosecha de los frutos de su propia siembra política, lo han hecho resurgir como la vieja vedette planetaria que fue y que anhela seguir siendo al final de sus días.

Por ello le ha dado a su hermano Raúl la misión de enviar señales -pero sólo señales-, de cambio tanto a la Unión Europea como a los Estados Unidos y el resto del mundo con la esperanza de que muerdan una vez el anzuelo con similar carnada que en los últimos 50 años, de manera que los ambiciosos sueños que engendró en una agradable celda en el antiguo Presidio Modelo de la también antigua Isla de Pinos se cumplan, aunque sea al final de su vida.

Dejémonos de cuentos, de valoraciones políticas, de posiciones comunes o de antagonismos entre los mismos cubanos; muchos de nosotros fuimos seducidos durante años por la mayor mentira política después del fascismo alemán; por un líder y su programa que emulan con ventajas con Hitler y cuya realidad a costado miles de vida en Cuba y otras regiones del mundo -bajo el disfraz del internacionalismo- y bajo la égida de un malvado al que nunca le han importado sus compatriotas sino sus sueños de liderazgo mundial, que ha sumido a su propia nación en la pobreza, el abandono y a su pueblo en el más vil servilismo conocido desde la Edad Media y que hoy sueña con un final épico para su vida, cueste lo que cueste a su sufrida Patria o al Mundo que lo alabó un día y que aún coquetea con él.

Cuba ha vivido más 50 años de historia surrealista –no fue casual que con mucho olfato Jean Paul Sartre la visito en sus primeros años-; pero hoy es tiempo de que unidos en una verdadera concertación cubana sacudamos el yugo que trata de sostenerse a pesar de que la Historia sí lo condenó.

Veremos en la próxima sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular el capítulo que sigue. ¿Seguiremos los cubanos esperando que los Castro escriban el final?

sábado, 6 de junio de 2009

Hablemos Claro


HABLEMOS CLARO
Por Lázaro Tirador Blanco

Hablemos claro, la actual crisis de Cuba, que en realidad no es nada actual sino un síndrome progresivo que padece nuestro país como consecuencia de las incongruencias, abusos e imprevisiones del propio sistema, demuestra que en realidad la Cuba socialista practica un capitalismo de Estado nada ajeno a los vaivenes de la economía mundial. Hay razones económicas objetivas que llevan al régimen a considerar la opción de volver a caer en la llamada etapa del “período especial”, lo que tiene en vilo a toda la población cubana. La parte objetiva de esta situación que ya se avizora como inminente tiene que ver claro está, con factores objetivos entre los que están la pérdida de 1,000 millones de USD en la industria del níquel por la caída de precios del mineral en el mercado mundial, ya que este representa alrededor del 50% de las exportaciones cubanas; así como por la disminución estimada de los ingresos del turismo, que fue el primer trimestre de alrededor del 13,7% y la debacle de la industria azucarera y la de la producción de alimentos.

Si a esto agregamos las consecuencias de los intensos huracanes del 2008, que devastaron al país, así como los vaticinios para este año 2009, podremos suponer lo que nos espera a los cubanos otra vez.

Como colofón de la actual crisis, se suman otros factores como el incumplimiento de Raúl Castro de las promesas de supuestos cambios en el país y el incremento de la persecución y represión a los opositores pacíficos dentro de Cuba. A esto debe sumarse la incertidumbre y el temor generado por las recientes purgas en la cúpula del gobierno que dan el toque magistral a un totalitarismo tan férreo como el de su hermano, que faltaba al período regente de Raúl Castro.

Hoy el régimen se debate en medio de circunstancias disímiles a las cuales quiere sacar ventajas para mantener su imagen de país oprimido por todas las circunstancias. La apertura de algunas restricciones por parte del gobierno norteamericano con respecto a viajes, remesas, etc., no han cumplido las expectativas ya que la entrada de dólares producto de las remesas ha disminuido en vez de aumentar. La posibilidad del levantamiento del embargo en un futuro no muy lejano nada tienen que ver objetivamente con la solución de la actual crisis cubana y mucho menos si se tiene en cuenta el matiz político que el régimen ha tratado de dar a esa expectativa, dándole un significado político, proyectándola como una victoria de la Revolución y no en su posible valor para el desarrollo económico de Cuba.

El acuerdo de la una OEA reblandecida por las opiniones y amenazas de extinción por parte del llamado bloque bolivariano con Chávez a la cabeza, así como el liderazgo insulso de un inconsistente y blandengue Insulza al frente, han provocado todo un romance sobre el regreso de Cuba, que le ha permitido al viejo y deteriorado régimen de Castro hacerse la dama joven y codiciada y rechazar las pretensiones maritales de una América Latina cada vez más polarizada al comunismo chavista, salvo algunas dignas excepciones. Lo más indigno de este capítulo reciente es que el presidente de Honduras Manuel Zelaya haya calificado de decisión democráticamente libre la entrega hecha por Castro de nuestra Cuba al comunismo soviético que provocó la expulsión del régimen –no del pueblo cubano- de la OEA en 1962. Y otra vez la mayoría de los líderes latinoamericanos hablan de victoria del pueblo de Cuba, cuando es un regalo que le hace el organismo regional al régimen opresor.

El liderazgo castrista destruyó toda la infraestructura productiva que heredó en 1959 y nunca la pudo sustituir siquiera por algún otro modelo, de manera que Cuba depende en más del 85% de las importaciones y ahora, en medio de la situación actual no tiene otro elemento que el de acudir a pedirle al pueblo que se ajuste un a vez más, y un poco más los cinturones para enfrentar otro “período especial”, primero en el ahorro de energía y paulatinamente en los demás renglones de subsistencia, bajo la actualizada consigan de ¡Ahorro o Muerte!

Hablemos claro, el régimen no va a claudicar en su estructura de represión política ni en sus mecanismos de permanencia eternizada como pretenden. Pese a que la ayuda económica venezolana ha menguado y puede menguar más a consecuencia de la fluctuación del los precio del petróleo, que es la base del poder de Chávez, la extensión del movimiento chavista por Latinoamérica y el Caribe constituyen el asidero para que el castrismo suponga su permanencia pese a todo, en una Cuba que se revuelve pero que todavía adormece y sufre la falta de unión de la disidencia y en la inconsistencia de los movimientos opositores dentro y fuera del país, así como la falta de una plataforma de reconciliación nacional y de un liderazgo convocador para que todos nos unamos en un empuje que arrastre al régimen a su inevitable destrucción, más temprana que tardía.

Está claro que la batalla no será fácil, pero tenemos el testimonio histórico de que el experimento comunista fue depuesto por los propios soviéticos, que tuvieron que aceptar que llevó a Rusia al fracaso después de más de 70 años de praxis, incluyendo el desastre de los países de Europa del Este. El mayor obstáculo ha sido el férreo encierro y la falta de información en que el régimen ha mantenido a los cubanos y la ceguera política en el que se han educado varias generaciones de cubanos que hoy, poco a poco, despiertan a la luz de la verdad. La mayor diferencia ha sido que nuestro pueblo ha sido y es aún víctima, tanto del comunismo imperialista como de un liderazgo trasnochado que pretende maquillarse de democracia socialista para eternizarse en el poder, pero que pronto tendrá que rendir cuentas al pueblo que despierta de su letargo y que está presto a levantarse.

Hablemos claro, ni las ofertas de cambios por parte del gobierno del Presidente Barack Obama en la política de los EE.UU. hacia Cuba, ni el noviazgo renaciente que la OEA ha propuesto al régimen castrista –no al pueblo de Cuba-, ni las propias contradicciones entre los movimientos disidentes dentro y fuera de del país podrán impedir que Cuba sea verdaderamente libre dentro de poco.

El “período especial” que vaticina el régimen en este año no será el último que tendremos los cubanos: ya viene llegando un “período especial de reconstrucción de la patria”, en el que devolveremos la libertad a la nación secuestrada por 50 años, en el que aprenderemos a ejercer derechos que muchos ni siquiera saben que existen, en el que reconstruiremos un país destruido por el totalitarismo, en el que se unirá una nación con ansias de libertad, de desarrollo y de oportunidades para todos.

Hablemos claro: la Cuba nueva, libre y soberana, ya viene llegando.