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sábado, 24 de octubre de 2009

El destino de un hombre

Por:Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) –

Después de cumplir más de 6 años en prisión, Nelson Aguiar Ramírez ha regresado a su casa. Su semblante engaña. A simple vista parece un hombre saludable, pero los estragos del encierro son marcas indelebles que tendrá que llevar por mucho tiempo.Padece la típica desorientación del preso que regresa a la realidad, después de cumplir la mitad de su condena de 13 años.El martes 20 de octubre le concedieron una licencia extrapenal por motivos de salud. La ecuación se repite en cuanto al uso de este atajo legal para que la liberación tenga visos humanitarios. No hay amnistía, solo excarcelaciones a cuentagotas en función de obtener ganancias políticas. Nelson muestra una fotografía realizada días antes de ser arrestado en el mes de marzo de 2003, cuando tenía 58 años. La diferencia es notable. Una breve comparación es suficiente para comprobar las huellas de su peregrinaje por el mundo de las rejas y los candados.Sentado en la sala de su casa junto a su esposa, Dolia Leal Francisco, Nelson accede a contestar algunas preguntas con una disposición que no deja dudas sobre su franqueza, su humildad y la inquebrantable fe en las mismas ideas que lo llevaron a la cárcel.
Jorge Olivera: ¿Estuviste todo el tiempo encerrado en una prisión?
Nelson Aguiar: No. Primero estuve en el centro penitenciario conocido por Boniatico, en la provincia Santiago de Cuba. Después, tras una huelga de hambre que realizamos varios presos de conciencia, todos de la causa de los 75, me trasladaron al Combinado de Guantánamo. Posteriormente fui a dar a la prisión Las Mangas, en la ciudad de Bayamo, provincia Granma. Por último fui recluido en el hospital del Combinado del Este, en Ciudad de La Habana, la prisión más grande de Cuba.
JO: ¿Cuál fue la peor?
NA: En Guantánamo se ven cosas horribles. Allí, el jefe de orden interior me amenazó con darme una paliza a causa de mis continuas protestas por el maltrato y las condiciones inhumanas. Hay un sótano donde amarran por las manos a los presos, a un tubo de hierro en forma de travesaño, y los golpean salvajemente hasta dejarlos inconscientes.
JO: ¿Eras un hombre saludable antes de la prisión?
NA: Tenía algunos problemas que se agravaron a causa de la constante hostilidad de los hombres que dirigen esos centros de exterminio. Donde único me dieron un trato aceptable fue en el hospital del Combinado. Pero ya el daño estaba hecho. No hay motivos que justifiquen nuestras condenas. Fue una actitud propia de un gobierno totalitario. La historia recogerá esto cómo uno de los peores abusos cometidos durante el mandato del Partido Comunista. Han destruido familias, hombres que sólo se atrevieron a hablar sin tapujos, a decir la verdad.
JO: ¿Tu libertad se la debes a las gestiones del canciller español Miguel Ángel Moratinos?
NA: Por supuesto que no. Él fue una pieza del engranaje. Obviamente, debo reconocer su gestión, pero no puedo olvidar a muchas personas de diferentes partes del mundo que desde el momento de la detención se mostraron solidarias y nunca decayó su compromiso para lograr nuestra libertad. Las Damas de Blanco han sido un pilar fundamental para mantener el asunto sobre el tapete. A ellas también les debo estar libre.
JO: ¿Soltarán más presos del Grupo de los 75?
NA: Dios tiene la mano puesta sobre nosotros. Y confío en que poco a poco los vayan liberando. El régimen necesita mejorar su imagen ante el mundo. Eso sería un gran paso.
JO: ¿Qué piensas hacer de ahora en adelante?
NA: La prioridad es recuperar la salud. Pienso realizar gestiones para recibir asistencia médica en España. Padezco de hiperplasia prostática, tengo dos hernias discales, quizás deba volver al salón de operaciones, por tercera vez, debido a la hernia epigástrica. Además, sufro de artrosis degenerativa avanzada. Como ves, no estoy nada bien.
JO: ¿Y cómo está el ánimo? ¿Se mantienen los mismos ideales?
NA: El ánimo está más alto que el busto de José Martí que está en el Pico Turquino, en la Sierra Maestra. Los ideales se conservan intactos. El régimen ha destruido mi cuerpo, pero no las convicciones. Seguiré abogando por la democratización del país. Es hora de cambiar las doctrinas obsoletas. La nación lo demanda.

oliverajorge75@yahoo.com

miércoles, 10 de junio de 2009

Malas noticias



Malas noticias


Jorge Olivera Castillo, Sindical Press


LA HABANA, Cuba, junio (http://www.cubanet.org/) - Walter Kendalls Myers y su esposa Gwedolyn Steingraber Myers, redondean el círculo de una estrategia de largo aliento. En ellos queda evidenciada la profunda cobertura de los servicios de espionaje cubanos en los Estados Unidos.


Esto certifica que la guerra fría entre ambas naciones no está cerca del fin. La exposición pública del caso inclina la balanza a favor de quienes siempre dudaron de una gradual mejoría en las relaciones bilaterales.


Esto pudiera ser el comienzo de una nueva escalada de tensiones a corto plazo, que podría derivar en conflictivos escenarios, más allá de los instrumentos retóricos de la diplomacia que regularmente tienen lugar.


El apresamiento de los espías de nacionalidad estadounidense no es cualquier cosa. Al menos el señor Walter ocupaba una destacada posición en el Departamento de Estado durante sus contribuciones a los servicios de Inteligencia de Cuba. Es decir, que podría inferirse la entrega de expedientes con información sensible durante los 30 años en que desarrolló sus funciones.


La revelación de la identidad de los espías y el sumario de algunas de sus contribuciones al gobierno de La Habana, se inscribe en un fenómeno que comenzó en 1998 con el arresto y condena de una docena de cubanos, dedicados a husmear en organizaciones del exilio y en instituciones del gobierno norteamericano, para su posterior procesamiento en los centros de mando de la Isla.


Algunos contribuyeron con las pesquisas judiciales para ser eximidos de sanciones más drásticas. Los principales artífices de la red de espionaje decidieron enfrentar a los tribunales sin ceder en sus posturas. Por ello, hoy cumplen largas condenas en cárceles federales norteamericanas y su futuro se debate en un dilatado proceso de apelaciones.


Poco después de los atentados al World Trade Center, ocurridos el 11 de Septiembre de 2001, fue detenida la analista principal del Pentágono, Ana Belén Montes, de origen puertorriqueño. Por su falta fue condenada a 25 años de privación de libertad.


Las investigaciones arrojaron pruebas irrefutables de su colaboración con entidades de inteligencia cubanas. El asunto fue borrado por la censura. En Cuba no hubo ninguna alusión oficial sobre la captura de la espía.


Una vez, el ex canciller Felipe Pérez Roque eludió la pregunta de un periodista extranjero con un subterfugio que tenía preparado de antemano: “La única Ana Belén que conozco es la cantante española”, dijo tajantemente.


Ahora salen a la palestra Walter Myers y su esposa como trofeos de una guerra ideológica que parece no acabar nunca.


Es muy probable que las autoridades cubanas abandonen a su suerte a sus antiguos servidores. Tal vez prefieran no enfrascarse en un asunto que, sin dudas, genera tan mala propaganda.


De acuerdo a un reciente comentario escrito por Fidel Castro, admite con cierto grado de ambigüedad la colaboración de la pareja norteamericana en asuntos de inteligencia. El destape de los Myers podría ser el comienzo de otras sorprendentes revelaciones de la misma naturaleza.


Recuerdo haber leído en un libro, que el régimen cubano tenía muy bien estructuradas las células de espionajes dentro de los Estados Unidos. Según el autor, los “topos” sembrados en esta nación superaban los trescientos.


Myers y su esposa enfrentarán los tribunales. Podrían ser condenados a 35 años de cárcel.


oliverajorge75@yahoo.com