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martes, 21 de junio de 2011

Ya no sé por qué

Ya no sé por qué
se ha vuelto tan familiar
el calor de tus manos,
jugueteando en los balcones
de mi cansada memoria...
Ya no sé por qué
el trinar de las aves
en las tardes de agosto,
se ha quedado conmigo,
ni por qué las jaulas
permanecen llenas
de recuerdos idos...

Ya no sé por qué me asusta
esa luna escondida
en las bambolinas de las noches
borrachas de ensueños...

               II
Hoy, que el sol atrevido
se ha colado en mi almohada,
te confieso  que tengo miedo...
Miedo a la oscuridad,
miedo a los ruidos del silencio final,
miedo al después del mañana;
miedo a que se escapen
los aromas dulces,
las mariposas...
los traviesos tomeguines,
las rosas...

Tengo miedo de perder
tus besos en mi pelo rebelde...
Tengo miedo de que el temporal
borre nuestros pasos por la arena,
frente a ese  mar,
transparente y azul,
que se enreda en mi cuerpo
desafiando tu silencio,
acariciando  mis pies descalzos,
abrazando mis piernas desnudas...

Te digo que hoy,
siento miedo a que ese inmenso mar
se torne negro y se lleve
mis risas, mis llantos, mis sueños,
dejandome huérfana, otra vez,
de tu presencia en mi lecho.
      
               III
Ya no sé por qué siento
este  intenso dolor
disputándose el alba
en mis entrañas,
en mis pupilas asustadas
de soledades y miedos.

Siento miedo
de ese monstruo que,
sobrio...
Altanero...
Desafiante,
se burla de mi,
marinera errante,
atada  a un barco ebrio,
perdido en el horizonte
de la noche sin fin.
Hoy, que estoy triste,
te repito qu, no sé por qué,
tus pasos en mi ventana
me anuncian desvelos,
y otra vez te digo
que siento miedo,
de esta angustia,
sin ti, sin mi,
sin nosotros
perdidos en la nada.
Esperanza E. Serrano

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