La dramática y reveladora caída de Miguel, "El mulo".
Miguel "El Mulo".
Por Wichy García Fuentes
SONORA, México, 16 de octubre de 2013, www.cubanet.org.-
Una carta escrita en Cuba, y firmada por más de cincuenta actores y
trabajadores de la televisión – entre los que sobresalen figuras como
Rosita Fornés, Aurora Basnuevo y Ulises Aquino -, que según el post de
uno de los firmantes en Facebook ya “fue enviada a las máximas
autoridades del país”, da cuenta de la defenestración total de uno de
los pilares fundamentales para la producción televisiva – básicamente
dramatizada – y cinematográfica, dentro de la isla. Miguel Ginarte, el
patriarca del Centro Fílmico de Cubanacán, de la finca multi
abastecedora de los programas y las películas, ha sido despojado de todo
aquello que poseía (o estaba bajo su jurisdicción), y las muchas
personalidades que signan el documento increpan, sin llamar por sus
nombres de pila, a “ciertos dirigentes de la propia institución a la
cual pertenece hace más de cuarenta años”, que usaron su poder, mediante
auditoría fiscal, para despojarlo de todo, desde vacas y caballos
presuntamente ilegales hasta enseres y tarecos que no sirven a nadie más
sino a quienes los usan en producciones televisivas o fílmicas.
Para quienes trabajan o trabajaron en la televisión las últimas
décadas, no era secreto alguno que Miguel “El Mulo” Ginarte vivía en un
emporio único en su género, una especie de hacienda enclavada en tierra
de nadie desde tiempos inmemoriales, con una rara gestión independiente
que no encajaba en el modelo convencional del agricultor de la ANAP o
las cooperativas socialistas. Se decía que los terrenos pertenecían al
ejército, que Miguel Ginarte los había recibido baldíos hasta que, con
el pasar de los años, ya nadie podía, ni quería, sacarlo de allí. A
nadie le molestaba su éxito, por el contrario, los realizadores
audiovisuales agradecían poder contar con este “proyecto”, y los
servicios de la finca no paraban de ser contratados, desde el
entrenamiento de equitación para actores, hasta el carruaje del siglo
XIX o el arma rara de época.
Se sabía que Miguel “El Mulo” manejaba buen dinero, pero también que
en su finca daba colocación a muchachos con problemas de conducta y que
allí los enderezaba, los convertía en gente de bien. De cualquier
manera, su proyección no tardaría en interpretarse como la de un magnate
corrupto, un “maceta” que, usando mecanismos al borde de la legalidad,
consiguió hacerse de una hacienda al estilo de aquellas mismas
telenovelas que retrataban el pasado capitalista, como Tierra brava,
con un Lucio Contreras villano y ricachón, o quizás su contraparte,
Nacho Capitán, quien levantó una finca de la nada hasta ponerla a
competir con la poderosa Hato Viejo.
Licencia no escrita para criar vacas y disponer de leche en abundancia
Pasar el pórtico de la finca de Miguel era como revivir aquellas
clásicas escenas, porque de hecho allí estaban las tan conocidas
locaciones. Su negro y elegante caballo Tigre (el mismo Lucero de
Lucio Contreras), sobrevivió a decenas de series de aventuras y
películas, como cada teléfono antiguo, lámpara o cuadro enmarcado. El
problema estaba, obviamente, en que Miguel “El Mulo” llevaba demasiado
tiempo saliéndose de los estrechos márgenes que la legalidad
“socialista” le deja a las personas emprendedoras.
Su negocio no podía tener papeles de propiedad privada de aquellos
terrenos, ni autorización oficial impresa en blanco y negro para
desarrollar la economía de la finca, mucho menos contratar empleados y
crecer, prosperar. La licencia no escrita para criar vacas y disponer de
leche en abundancia consiguió pasar sin repudio gubernamental mientras
las autoridades se hicieron de la vista gorda con el hombre que mantenía
al más socorrido mecanismo de abastecimiento de la industria
audiovisual. Miguel Ginarte, además, siempre tuvo fama de ser buena
persona, hombre y amigo a prueba de balas, con lo que se ganó el aprecio
y respeto de actores, directores y productores reconocidos, esos que
ahora le tienden la mano al firmar una carta redactada con palabras muy
duras hacia las autoridades.
Somos testigos del desmoronamiento de los valores éticos que en
otros tiempos fueron orgullo del ciudadano cubano. Hoy,
desgraciadamente, se imponen, gobiernan, dominan: el odio, la envidia,
la maldad, la cobardía, el miedo… Personas que ostentan el poder deciden
“qué hacer con la vida ajena”. “Es la era de las ratas”. No se explica
ciertamente cómo ese flagelo ha ido invadiendo las Instituciones,
logrando, en la mayoría de los casos, que incultos e ignorantes con “el
bruto reflejado en el rostro” sean los que ocupen sillas de mando y
poder.
Las rudas aseveraciones parecen ir más allá de la defensa al amigo,
al sostén de tanto trabajo creador, y se instalan en una especie de
manifiesto de inconformidad acumulada, de repudio a la histórica
ineficacia institucional que obstaculiza la iniciativa con sus
laberintos burocráticos, y que ahora también termina bloqueando a los
espontáneos esfuerzos personales que alguna vez demostraron su buen
funcionamiento.
El brillo de un pobre rico, que vive para decir ¡SI!, cuando
ellos dicen ¡NO!, que ante el ¡NO SE PUEDE!, (palabra de orden de todos
los directivos), él dice ¡SÏ SE PUEDE!, que es el
duende de la maravilla, haciendo el arte con “la basura” y“ los
desperdicios” que ha ido acopiando durante años, y al que hasta ahora no
se le ha podido probar nada, ninguna ilegalidad.
Pedimos justicia para Miguel Ginarte. ¡Justicia! ¡Justicia! (…)
El despojo por parte de la fiscalía, que pudiera colocarse como un
engendro de la nueva moda de lucha anticorrupción, según las reformas
raulistas, pero también como el oportunismo de algún funcionario “con el
bruto reflejado en el rostro”, y en cualquier caso un movimiento penoso
y cobarde en contra de alguien que, lejos de afectar a la sociedad, ha
facilitado y abastecido una parte de su desarrollo, de su esparcimiento y
enriquecimiento cultural, parece confirmar la pobre mentalidad estatal,
pacata y disfuncional, en lo relativo al desarrollo económico.
El pecado de Miguel “El Mulo” fue tratar de vivir de manera
emprendedora en un sistema que aplasta de manera obsesiva cualquier
intento de gestión privada sobresaliente, y que no deja más opción que
la de sortear las reglas jugándose el todo por el todo.
La reposición de sus privilegios, con todo y la presión de sus amigos
y compañeros, y un eventual crecimiento de las firmas en su favor, no
parece tener muchas opciones de triunfo, a menos que alguna mano
todopoderosa descienda de las alturas y comprenda que las concesiones
económicas, a favor de un solo hombre que reta mecanismos con camisa de
fuerza, pudieran ser menos incómodas que el costo ideológico. A ningún
gobierno, por totalitario que sea, le puede agradar tener en su contra,
públicamente, a tantas figuras de renombre.
(publicado el 15 de octubre del 2013 en http://www.cubanet.org/opiniones)
Circula carta de artistas en apoyo a Miguel Ginarte. Léala en un blog desde Cuba
Vea una entrevista con Miguel Ginarte
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