Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba
Nos
decía un profesor de periodismo cuando nos impartía uno de los cursos
a distancia desde la Universidad Internacional de la Florida (FIU)
que los cubanos hablábamos del estado, como si se tratara de una
persona.
Esa
reflexión es verdadera y la sentimos los cubanos en carne propia. El
estado es como un ente que nos avasalla y nos convierte en sus
esclavos. Los gobernantes de Cuba prefieren una definición de esa
naturaleza, que reconocer que en Cuba rige una dictadura personal y
familiar. No aceptan aquel enunciado emitido por Luis XIV de Francia,
el nombrado Rey Sol, de que; “El estado, soy Yo”. Este enunciado, ha
sido una realidad para los cubanos, tanto con la regencia de Fidel
Castro, como con la de Raúl. Ellos son verdaderamente los
propietarios del estado cubano.
Así
pasamos del estado paternalista y compasivo de Fidel Castro, el de
las subvenciones y las gratuidades inútiles, hasta el estado
despiadado e inmisericorde, usurero y estafador de Raúl Castro Ruz,
que no perdona ni un centavo de nuestra deuda y que además nos
esquilma, a pesar de habernos robado hasta la última moneda del
bolsillo y lo poco que quedaba de nuestras propiedades y de nuestros
derechos, entre ellos, el derecho de disfrutar de una vida digna.
En
estos días el documento que más demanda mantiene, dentro de la
población cubana, es la Gaceta Oficial de la República. Prácticamente
no hay mes en que no salga publicada en gaceta, una nueva
disposición del Consejo de Estado, del Consejo de Ministros o de algún
ministerio en particular u organismo, con un nuevo Decreto-Ley, una
nueva Resolución o disposición de algún tipo.
La
gente escudriña las nuevas leyes y resoluciones, pero siempre
descubre algo pernicioso para el ciudadano y si no resulta del todo
malo, es porque tal vez sea peor. Todas son amenazas, coacciones y
coerciones. Multas, decomisos y desmantelamientos. Siempre medidas
represivas contra la población, que cada día más desesperada intenta
sacar la nariz para poder respirar. Ya hay quien expresa; “Me importa
un bledo lo que diga la ley, yo no me voy a morir de hambre”.
En
mi barrio de Centro y Habana Vieja, reina el caos cotidiano;
camiones atestados de policías, otros con perros. Patrulleros,
caballitos y otras motos policiales, autos de la gendarmería y
policías de a pie persiguiendo a la gente, constantemente. Inspectores
corruptos y extorsivos. Cohecho, soborno, corre -corre de
trabajadores por cuenta Propia, vendedores ambulantes e indocumentados
o inmigrantes sin “papeles” y prostitutas por decenas. Discusiones,
debates, protestas y aprehensiones. Inefectividad del gobierno y de sus
absurdas y repulsivas leyes.
Los
corruptos están hasta en los CDR de cada cuadra. Por ejemplo en mi
cuadra donde la presidenta tiene un negocio por la izquierda, de venta
de confituras al por mayor. Sobornan al Jefe de Sector con cuarenta
CUC mensuales, para que le brinde protección e impunidad, mientras
hace su trabajo de chivatería militante, junto a su marido. Verdadera
fuente de ilegalidades, pero con credenciales e investidura
“revolucionaria”.
Con
los trabajadores cuentapropistas, la represión es constante. Llegan
los inspectores y la gente se escabulle como los ratones en sus
cuevas. Cuando los bandidos se marchan, vuelven a salir. La gente no
cree, ni en las leyes, ni las respeta, es como jugar a los escondidos.
Se escucha la voz de “Agua”, que quiere decir que vienen los
indeseables policías, con los aborrecidos inspectores. Los vendedores
mejoran las técnicas para el enmascaramiento o la retirada.
Nadie
respeta a la dictadura ni a sus sicarios y cada vez el conflicto se
torna más violento. El miércoles pasado ante una protesta tumultuaria
en la calle Monte, debido a la represión contra un bici taxista, un
policía azuzaba a su perro para hacer retroceder a los manifestantes.
El perro estuvo a punto de morder a varias personas y el
enfrentamiento estuvo a punto de terminar, con el apaleamiento del
perro y de los policías.
Como
el dicho; “Tanto da el cántaro a la fuente, hasta que se rompe”. El
conflicto con los trabajadores por cuenta propia, alcanza ahora a los
taxistas. Les están llegando cuentas milenarias, por deudas con el
fisco, en muchos casos excesivas o muy exageradas. Dieciocho,
veinticinco y hasta treinta y cinco mil pesos y más. Conozco a un
taxista que deberá vender uno de sus automóviles, para poder pagar la
deuda, en un país donde no hay hábito de pagar las cuentas públicas.
Claro,
fraudes se cometen por montones, pero también se impone la más
obscena arbitrariedad por parte del estado omnipotente, nada
conveniente para este sector de la economía ciudadana, que se espera
pueda generar miles de puestos de trabajo. Se incluye la represión de
actividades no autorizadas, como salas de juegos cibernéticos y los
cines en 3D. Aunque nunca fueron autorizados formalmente, se conoce
que en Cuba, todas las actividades comienzan con la informalidad hasta
que por fin se “legalizan”.
Aquí
los gobernantes no cederán ni un ápice, porque esto tiene que ver con
la información a la población y la independencia del adoctrinamiento
gubernamental, que ellos tratan de controlar contra viento y marea. Se
de alguien que realizó una millonaria inversión, reparó un inmueble
estatal de dos plantas e incluso, importó equipos muy modernos para
realizar su proyecto cinematográfico, pero fracasó con esta última
medida gubernamental.
Con
los vendedores de ropa importada no hay arreglo tampoco, porque las
tiendas que son propiedad de los estamentos militares (la nueva
oligarquía de la República Castrista), no pueden competir con los
particulares, con sus productos de pésima calidad y de escasa
variedad. Eso es sencillamente intolerable para la gendarmería, de
una tiranía militar, tan avara. Solo habrá un plazo hasta el 31 de
diciembre de 2013 y a partir de entonces, las ventas deberán continuar
en la más absoluta clandestinidad, como lo fueron en sus inicios.
Todos los días espero que se produzca un conflicto tremebundo, pero no acaba de producirse.
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