Abuso en territorio enemigo
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org
-Nunca la Policía Nacional Revolucionaria ha tenido tanto trabajo. Pero
cada vez lo hace peor. Será porque se siente rechazada o porque está
tan podrida como el sistema. Su disciplina de multas, tonfa y spray
pimienta no logra garantizar la tranquilidad ciudadana, sino todo lo
contrario. Y no es sólo que la delincuencia crezca en proporción directa
a las carencias, sino que los agentes del orden están forzados a hacer
cumplir prohibiciones absurdas e impopulares y leyes injustas que son de
estricto cumplimiento solo para los de abajo.
Prestos a reprimir sin ton ni son y a poner, en vez de orden, todo
bien malo, está la Policía Nacional Revolucionaria, cuyo accionar, por
abusivo y arbitrario, parece cada día más desatinado.
Hace años que la PNR se comporta como un ejército de ocupación.
Parece moverse en territorio enemigo. Paranoica, a la defensiva. Como
si no reconocieran las calles, los barrios y sus pobladores.
La policía no es respetada, sino temida. Y lo que es peor: cada vez
más odiada. Uno se asombra cuando da con un policía correcto y decente,
que se comporte como una persona. Por suerte todavía quedan. Pero son
los menos. No debemos asombrarnos. En definitiva, en esta sociedad, los
canallas ya casi son la norma y la mayoría.
En las calles de La Habana se ve muchos tipos con mala facha, pero
inspiran menos aprensión que una pareja de policías cuando viene para
encima de uno. Nadie sabe como puede terminar el incidente. En el mejor
de los casos, siempre te sientes impotente y humillado. Intentar, no
digamos discutir, razonar con un policía, que se cree la mismísima ley, y
no un simple agente de ella, puede acarrear que te acusen de agresión,
atentado, desacato o de lo que se les ocurra acusarte.
Continuamente uno escucha de los abusos policiales. Sus víctimas son
los más humildes y desprotegidos: ancianos vendedores callejeros,
pordioseros, bici-taxistas, carretilleros de viandas, mujeres que
ocuparon casas deshabitadas porque no tenían donde vivir con sus hijos,
pobladores de los llega y pon, gente de las provincias orientales que
emigra a la capital buscando mejorar su vida, muchachos, preferentemente
negros, provenientes de familias disfuncionales…Y ni hablar de los
disidentes. Para todos ellos siempre están listos las tonfas, el spray
urticante rociado en los ojos, las esposas bien apretadas en las
muñecas, los calabozos, la ley de peligrosidad social pre-delictiva…
Recientemente, la policía detuvo violentamente a un loco en San
Miguel del Padrón. Cuando su familia fue a buscarlo y se quejaron de los
maltratos que sufrió el enfermo, el oficial, al descubrir por su acento
cantarín que los parientes eran orientales, igual que él mismo, amenazó
con deportarlos inmediatamente para su provincia si no se callaban.
Ya no sorprende de ver a policías por la Habana Vieja o El Vedado, en
actitud de chulos, como extorsionan a las jineteras, muchas veces
adolescentes. Y qué decir de los registros en plena calle, o en las
guaguas y trenes que viajan del interior del país hacia la capital, de
la comida que decomisan sin orden de decomiso y que va a parar a sus
casas. Para colmo, se supone que entiendas que “los nagüitos también
tienen que vivir” y que saliste bien, que debes agradecerles que no te
multaran o te llevaran detenido para la unidad.
¿Por qué la policía se presta con tanto entusiasmo a apoyar los
desalojos ordenados por los burócratas de la Dirección de Vivienda y el
Instituto de Planificación Física? ¿Los viejos, los niños, los
enfermos, que tiran a la calle o en el mejor de los casos, amontonan en
los almacenes de náufragos que son los albergues y las llamadas
comunidades de tránsito, no conmueven sus conciencias? ¿Acaso
investigan antes de actuar los intereses turbios y la corrupción que hay
detrás de muchos de estos desalojos? ¿O es que la policía está al
servicio, no del pueblo que con su sudor paga sus salarios,
supuestamente para que garantice el orden, sino de un puñado de
privilegiados egoístas y de la burocracia corrupta que paga sobornos
para que la dejen campear por sus fueros?
Allá quien se consuele con los cuentos de que hay otras policías más
corruptas y abusivas en otros países. A nosotros, la que nos duele, y
mucho, es la PNR.