Señor presidente de la gran nación de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama. Hace unas horas pude escuchar su voz declarando al mundo los motivos de la intervención en Libia. En ella expresaba la falta de derechos y libertades sufridas por el pueblo libio, sometido a la servidumbre y esclavizado a la egolatría hegemónica de un tirano por más de 40 años. Entonces sentí una gran opresión en el pecho, el dolor interno ahogado por la impotencia se contrajo detrás de los ojos, convirtiéndolos en piedras, ardientes las lágrimas por mi desdichado pueblo, privado aún más perversamente de esos inalienables derechos y libertades, desposeído de todo medio lógico, pacífico y respetable para obtenerlo.
No apruebo la violencia como método de implantar justicia, reclamar derechos y establecer libertades, tampoco están justificados los pueblos incapaces de quitarse el yugo de los tiranos. Los Estados Unidos, sobre todo en estos últimos tiempos en que el abuso y la crueldad se han duplicado sobre la Tierra, se han visto en la necesidad de prestar ayuda e intervenir para establecer regímenes de derecho después de haber agotado toda la diplomacia política tendiente a la paz y la comprensión, han arriesgado y pagado tal altruismo con la vida de sus mejores y más valientes hijos. Así lo hicieron en Panamá cuando Noriega, en Granada cuando Bishop intentó hacer una base aérea rusa y desestabilizar las Antillas menores, en Afganistán para frenar el terrorismo, en Iraq con el criminal Sadam Hussein y ahora en Libia con Kadaffi. Los dictadores y los tiranos, endiosados, no entienden el lenguaje de la razón, se adueñan del poder y también se creen amos de los pueblos.
Quién sabe si los Estados Unidos dejaran de intervenir, hasta dónde llegaría el desorden social, la injusticia y la deshumanización bajo el caos de indolencia de estos regímenes sobre los desvalidos, predominando solo la razón de su dictadura, olvidados de que su obligación es servir a los pueblos. Son apoyados por sus iguales, el primero es el Comandante Fidel Castro, fanatizado en su guerra personal contra Estados Unidos, hoy le siguen Hugo Chávez, Manuel Ortega y Evo Morales, acusando de genocidio la defensa de los desposeídos. Mi pueblo, mi país, mi nación, mi patria que es la patria de todos los cubanos y de todo aquel que por amor desee acatarla, se ha visto privada de sus derechos y libertades innatas e inherentes según su condición, porque el estado no los confiere ni los otorga inalienables y universales con toda la razón de la igualdad y exentas de discriminación.
La condición humana no permite que se prive al ser humano de sus derechos, ni tampoco renunciar, porque estaría privándose y renunciando también a su humanidad. A solo 90 millas de los Estados Unidos hemos sufrido todo tipo de vejámenes, exclusión y discriminación social, conceptuándolas en sexual, racial, ideológica, religiosa y hasta física y esto, desde los primeros años escolares, servidumbre, expulsión, destierro, presidio y, en algunos casos, la muerte. La práctica, ejercicio o reclamo de los derechos y las libertades, en franca violación de los decretos y resoluciones de las Naciones Unidas, el estado los ha convertido en delitos punibles, hechos delictivos de alta peligrosidad, afianzados como tales en una constitución cuyo primer artículo es violador, por efecto de arrastre, como una reacción en cadena, de los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto ha ocurrido a la vista de todos los presidentes de los Estados Unidos desde 1950 hasta la fecha y aún ocurre y los Estados Unidos lo permiten, para ser más exacto, lo permite usted, señor Barack Obama.
Consciente estoy que no merecemos, sino por gracia, el apoyo para la liberación. Nuestra actitud, cobarde y ruin, prefiriendo huir hacia Estados Unidos, o cualquier otro país, antes del reclamo del derecho, o el enfrentamiento por la libertad, en unos casos, en otros nos denigramos, con una existencia indigna, carente de honor y honra, sobrevivimos, concibiendo la degradación humana generalizada como consecuencia necesaria, aceptándola con estoicismo de débiles mentales, elegimos la mentira como panacea porque el enfrentamiento a la verdad requiere el valor y el coraje que no poseemos, aceptamos la hipocresía y el fraude como forma de cultivar la paz, permitimos la corrupción y nos corrompemos, como medio de alcanzar estabilidad y prosperidad económica que por nuestro trabajo y por nuestro derecho nos corresponde. El miedo inculcado por el estado y el dictador, aceptado por nosotros ante la falta de coraje y pudor, nos ha calado hasta lo más profundo, como para antes del reclamo, realizar la más abominable y despreciable acción, sin importar a quién, ni contra quienes y la mayor parte de las veces, contra otro cubano.
Valorando todo nuestro indecoroso comportamiento, no creo que los Estados Unidos hayan actuado y actúen con todo el rigor y el respeto correspondiente a su convicción y posición con respecto al cumplimiento y la exigencia hacia el estado cubano por el cumplimiento de la DUDH. Por gracia y misericordia, el pueblo de Cuba se merece la justicia ya. El primero de enero de 1959 se instauró, por medio de las armas, una de las dictaduras más satánicas de América, no caracterizada por, aunque sí se emplea, el exterminio físico de la oposición, pero concibiendo cualquier otro método para su desaparición: la tortura sicológica, la discriminación social, con peligro del sustento, la amenaza y la represión, una imposición del terror de estado para someter las voluntades y obtener la servidumbre, una esclavitud moderna, donde la miseria espiritual generalizada, con la consecuente ausencia de valores y cauterizadas las conciencias, sublima cualquier razón ética de convicción humana a la egolatría del poder. Ausente de todos los derechos y libertades, nos hemos convertido en un pueblo mendigo de nuestras propias necesidades, que ha vivido, no solo de las sobras del estado gobernante, sino también del resto que compone la humanidad.
Concibiendo todo esto, como cubano que soy, indigno para pedir, no tengo el derecho de reclamar absolutamente nada a los Estados Unidos, solo que apelo a la misericordia. El estado cubano, dirigido por Fidel y Raúl Castro se ha valido, durante estos 52 años, de burdos y perversos métodos para impedir la correcta actuación de los Estados Unidos en cuanto a la normalización de las relaciones y el establecimiento de un régimen de derecho democrático en Cuba, cosa que ha logrado enardeciendo un falso patriotismo, manipulando los sentimientos del pueblo y volcando el odio a los Estados Unidos como nación, pueblo y estado.
Hoy la historia parece repetirse, pero la comunicación por satélite, los sitios de Internet, descubren las verdades de nuestra realidad, desenmascaran los apátridas y delatan los traidores y sus traiciones, se dan a conocer los rostros de los sátrapas y esbirros, salen a la luz la represión a que son sometidos los pacifistas y todo el proceder del corrupto y mal gobierno. El pueblo y la humanidad, están conociendo a los verdaderos patriotas, que venciendo el miedo y a todo riesgo, desafían con la pluma, la cámara, el móvil y los blogs a las pistolas, las AKs los tanques del régimen, reclamando nuestros derechos como pueblo. Acusados de mercenarios, el régimen repite la consecución de la Guerra Fría, utilizando todos los métodos y medios a su alcance, que son muchos y variados, desde el vulgar chivato hasta toda una red de periodistas, equipados con los más sofisticados medios, vendidos como miserables al poder.
A las pocas organizaciones dispuestas a brindar alguna ayuda, ya que somos excluidos sociales, se le atribuye inmiscuirse en los asuntos internos del país, como si por dignidad, la violación de los derechos no fuera responsabilidad de la humanidad. “Apenas ves insistir en sus propios derechos a quien se niega a luchar por el derecho ajeno” dijo José Martí. La obnubilación con que los Estados Unidos ha mirado a Cuba ha hecho que el grito de libertad del pueblo no se haya escuchado bien, por ello ha peligrado la nación norteamericana y le ha causado considerables pérdidas. Hoy a ese peligro se han agregado otras naciones como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, conservando una carrera armamentista desde centro y Sudamérica en contra de América del Norte. Desde Eurasia y África se desplaza una guerra silenciosa a América, mientras en sentido contrario viaja el capital y las riquezas de América. Si los Estados Unidos no detienen esa fase del castrismo, no tardarán en lamentarlo, junto a todos los países Americanos.
Señor presidente, con gran dolor y bochorno le expreso que la dictadura de Cuba es el perro rabioso que muerde a América. Martí fue un hombre de grandeza y dignidad insuperables, dijo alguna vez, refiriéndose a los Estados Unidos: “Viví en el monstro y le conozco las entrañas”, pero en este monstro no puede vivir un hombre con dignidad. Hace algunos días fue condenado, con argumentos, evidencias y pruebas absurdas, en un juicio ridículo y anacrónico, el ciudadano norteamericano Allan Gross, violando no solo sus derechos, sino los del pueblo y burlándose de todos los organismos internacionales que responden por los derechos humanos.
Cobardemente se ha ocultado en la falsa de asuntos internos de Cuba, pobre hombre, su altruismo y la obligación moral de cumplir con la condición humana, lo condujo a recibir una condena de 15 años. Ayudar a descubrir la verdad sobre la dictadura, para que el mundo valore, cuesta en muchos casos la vida, pero lo más terrible no es eso, sino que esto se realiza a solo 90 millas de los Estados Unidos y de usted como presidente, señor Barack Obama. No tengo derecho a tal franqueza, ni a preguntar hasta cuándo, pero la historia sí y a ella habrá que responderle, por suerte o por desgracia y más para suerte, le tocará a usted responder, como a los Castro, por este desastre de nación. Su Libia, aunque después de cientos de infelices muertos, está justificada. ¿Y Cuba?
Agustín López el blogger menos instruido de todos los bloggers. Tomado de http://dekaisone.wordpress.com/