Recuerdos de la Isla
Lo que duele
no es que te hayas ido,
lo que duele es
que hayas olvidado
que hayas olvidado
todo lo que aquí dejaste:
un kilogramo de desengaños,
una copa repleta de desventuras,
una paloma herida,
una noche sin luna,
una mañana sin sol,
una tarde de tormentas,
una balada muerta,
una canción monocorde,
un piano desvencijado,
un muro descolorido
y un rosario de malarias.
No te hablo de los muebles
ni de esos cacharros viejos
que dejaste en la trastienda.
No te hablo de tus sueños,
tus prioridades y destrezas,
tampoco te hablo de esos trajes
que vestiste algún día,
en este carnaval de la miseria...
Duelen muchas cosas que no digo,
por pudor o por la pena
que generan las mismas palabras,
las mismas palabras
repetidas una y otra vez
hasta el cansancio.
Duele, eso si te digo y te repito,
esta maltrecha herencia que dejaste
carcomida por los años de infortunios,
mejor sería que te hubieras ido
dentro de diez años,
dentro de diez años,
cuando hubieras consumido
este kilogramo de desengaños,
cuando te hubieras bebido,
hasta el final, tu copa de desventuras,
cuando la luna asomara su cara
sobre este monte de espumas
y el sol, otra vez,
alumbrara los caminos.
alumbrara los caminos.
Quizás para ese entonces
ya recitarías de memoria
esta balada triste,
mientras le curaras las alas
esta balada triste,
mientras le curaras las alas
a esta paloma herida
y un piano reluciente como ninguno,
y un piano reluciente como ninguno,
acompañara una canción policorde,
una canción nacida de todas los anhelos
que hoy vuelan por estos vientos.
Duele, te digo, no tu partida,
sino todo lo que nos dejaste.
sino todo lo que nos dejaste.
Esperanza E Serrano
Nueva Gerona,
1995
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