Angel Rios Avalos-Cabrera
Amanece. Ciento veintisiete muertos y más de un centenar de heridos, noventa de ellos en estado crítico. Podían haber sido mis hijos, mis hermanos y me enerva, no puedo evitar la ira, porque yo también soy su enemigo, a sus ojos soy un infiel. No tengo derecho a la vida, ni siquiera las obras de arte de nuestros antepasados.Los gobiernos responden al unísono, el líder de una potencia mundial curiosamente de nombre muy similar al de los asesinos, ofrece toda la ayuda de su gobierno, que también curiosamente ha financiado una buena parte del llamado nuevo califato, Estado Islámico o los guerreros que no comen cerdo y curiosamente, se parecen a los cerdos en sus procedimientos.
En nombre de un dios al que no conocen, matan a su vecino que les acogió en su tierra, el que les dio ropa a sus hijos cuando llegaron, el que compartió sus puestos de trabajo, el que les abrió las puertas a una esperanza que en sus tierras, no tuvieron ni tendrán nunca.
Todos gritan: ¡Todos somos París! y no he visto jamás tanta hipocresía. El conflicto de Siria, es puramente estratégico, todas las transnacionales sueñan con el enclave sirio, vital para el paso de petróleo y gas a Europa. Todo esto lo mueve el dinero y si no ha ido a más, es por el oso ruso, al que todos critican, pero con el antecedente de haber pateado por el trasero a quienes lo atacaron desde Napoleón a Hitler, se llaman a capítulo. La gente ve un ruso y se olvida de contienda, a todos curiosamente les sale del alma la diplomacia y saben bien por qué.
Pero que unos descerebrados vengan a Europa a matar, requiere una respuesta contundente y aleccionadora. Terrorismo es incompatible con democracia. Es como sentar a un oso polar frente a un alto tribunal de letrados. Estamos en guerra y quieren que no lo veamos. O responden los gobiernos o es hora de que los ciudadanos tomemos cartas en el asunto, en nombre de nuestros hijos y nietos.