carmen muñozcmunozcamos / madrid
El escritor Armando de Armas insta a EE.UU. a «aislar al país políticamente de todos los organismos internacionales y ayudar más a la oposición»
La suerte, en medio de la desgracia que
persigue a quien disiente en una dictadura, estuvo casi siempre de su
lado. El escritor cubano Armando de Armas
(Las Villas, 1958) pudo terminar la carrera de Filología pese a su
activismo por los derechos humanos, se fugó de prisión en 1989 con la
ayuda de un carcelero y el yate que le robaron a un preboste del Partido
Comunista en 1994 para huir de la isla logró esquivar a guardacostas y
helicópteros cubanos, y llegar a Quintana Roo (México). En ese barco
robado, De Armas llevaba el manuscrito de «Caballeros en el Tiempo» (Atmósfera Literaria), que este martes se presentó en la Fundación Hispano Cubana (FHC).
Casi dos décadas le ha llevado a este
escritor afincado en Miami vencer la censura «dura» del régimen cubano y
la censura «light» de los «medios del mundo libre». Los personajes
centrales de esta novela que mezcla historia y ficción son Jorge (inspirado en el desaparecido líder de la Fundación Nacional Cubano Americana Mas Canosa), integrante de un comando durante la invasión de Bahía de Cochinos, y Amadís, un proxeneta cubano que acude a la Guerra Civil española «para actuar como un caballero y pacificar la península».
-¿Qué esperanzas tiene en las reformas de Raúl Castro?
-Ninguna.
El régimen de Raúl Castro ha hecho algunas reformas, pero son solo
cosméticas. Continúan en prisión el rapero Ángel Yunier Remón Arzuaga,
conocido como «El Crítico»; Sonia Garro, de las Damas de Blanco, y
decenas de presos políticos. Ante eso, el Gobierno, la única opción que
deja para un cambio en Cuba es el levantamiento popular. No hay ninguna
voluntad de cambio por su parte, apuestan por el continuismo, a que Cuba
sea una suerte de «monarquía» marxista en la que el poder pasa de Fidel
a Raúl Castro y a sus hijos. El régimen es una «monarquía» militar
marxista de la familia Castro.
-No
creo. En esta «monarquía» marxista lo importante no son los cargos, no
es el grado militar, sino la cercanía a la familia «monárquica». Mariela Castro Espín (directora del Centro Nacional de Educación Sexual) tiene más poder en el país que un general. Antonio Castro Soto del Valle, hijo de Fidel Castro, puede tratar a un general como si fuera un soldado.
-¿Cree que la salida a los casi 55 años de dictadura debe contar con la disidencia interna y el exilio?
-Lo
ideal sería que se estableciera una mesa de negociaciones entre
Gobierno, oposición y exilio. De esos tres pilares que pudieran llevar a
Cuba a la democracia, a uno no le interesa que eso ocurra, el Gobierno,
que lleva más de medio siglo sin dejar salida alguna a esa posibilidad
pacífica.
-¿Suscribe la afirmación del disidente Antonio G. Rodiles de que la oposición debe concebirse como fuerza política y dejar de ser solo fuente de denuncia?
-Es correcto, pero yo doy un paso más. Los opositores deben dejar de ser transmisores de noticias y pasar a ser actores de las noticias.
-¿Qué figuras despuntan, a su juicio, entre la disidencia como alternativa?
-Las Damas de Blanco; José Daniel
Ferrer, de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu); Jorge Luis García Pérez
«Antúnez»... tienen capacidad de hacer una oposición de masas, no es
que lo hayan logrado.
-Sí
lo creo, debe hacer cumplir el embargo económico y aplicar totalmente
la Ley Helms Burton. Debe aislar a Cuba políticamente de todos los
organismos internacionales y ayudar más a la oposición, que no es lo que
hace. En tiempos de George W. Bush no había un mes en que no recibieran
a un opositor cubano en la Casa Blanca.
-¿Muchos jóvenes cubanos, como aborda en «Mala Jugada», se siguen viendo abocados a la marginalidad?
-La juventud cubana es muy rebelde,
pero no encuentra cómo canalizar esa rebeldía, que se va por senderos de
supervivencia marginal. No respalda al Gobierno, pero tampoco se suma a
la oposición y trata de sobrevivir a toda costa. Si esa juventud se
volcara en masa hacia la oposición, sería el fin del régimen. Esa es la
tarea de la oposición, sumar a sus filas a la juventud de forma masiva.
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