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sábado, 4 de febrero de 2012

Jóvenes cubanos: El Sexto

 

El sexto:La evolución es  imparable.

LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -Inscribir símbolos, imágenes o palabras sobre paredes e incluso sobre la simple roca, es una tradición tan antigua como la vida social. Los romanos llamaban graffiti a esas expresiones que pretendían dejar un testimonio duradero y casi siempre anónimo.
“Devuelvan mis cinco euros”, dice el Sexto.
A finales de los sesenta, en medio de la explosión “contracultural”, los grafitis asaltaron el metro de New York y la cultura underground trepó muros para lanzar mensajes libres de toda manipulación, como una guerrilla urbana sin mayor violencia que su arte de ruptura en lucha contra el arte establecido y más allá de las vanguardias. Algunos, como Basquiat, partieron desde los márgenes y conquistaron el espacio de las galerías y el favor de la crítica.
“Me considero un ser humano que necesita expresarse ante todo, y de lo único que puedo hablar es de lo que me rodea. Me pueden considerar un opositor o la palabra que ellos quieran inventar. Ya eso es por parte de ellos. Yo sí voy a seguir haciendo lo que hago, aunque me cueste la vida”, dice el Sexto.
Extendiéndose por Europa y por el mundo, el grafiti, además de convertirse en un vehículo de libre expresión, alcanzó un importante significado en la oposición al sistema establecido, como si quisiera tatuar su testimonio en la piel viva de la sociedad, a la vista de todos.
“Quítenme los sprays, quítenme las manos. Habrá otros jóvenes como yo que griten fuerte y levanten sus puños, tatuándote la ciudad”, dice el Sexto.
Como es sabido, o al menos muy visible, la propaganda del gobierno cubano ha tratado minuciosamente de apoderarse de toda posible pantalla pública, de todo espacio donde quepa un lema, una parrafada de Fidel Castro, un alarido ideológico, un trozo del discurso en jefe. Y no había grietas en esa pantalla pública que es la superficie de la ciudad, pero las abrieron aquellos primeros aventureros anónimos que, con sus simples pintadas, daban testimonio de que la unanimidad fue siempre una falacia enmascarada con los grafitis oficiales.
“Tachan mis grafitis con pintura rosada”, dice el Sexto, divertido.
A lo largo de los ochenta, los noventa (sin hablar de letreros llanamente antigubernamentales), y de casi toda la primera década del nuevo siglo, no aparecían, o no resultaron tan notables, más que algunas inscripciones certeras, como reVés. Pero eran como botellas lanzadas a un mar muerto y, por supuesto, con un mensaje anónimo, porque se daba por supuesto que no valía la pena otra cosa.
Pero en 2009, al veinteañero Danilo Maldonado se le ocurrió poner por todo el reparto habanero de San Agustín un simple mensaje que reproducía uno de los controles de teclas de una grabadora (Rev, rebobinar), con dos flechas debajo apuntando hacia atrás. Cuando, poco después, un amigo suyo fue detenido por haber puesto ese grafiti en una pared de su casa, los agentes le preguntaban lo mismo todo el tiempo: “¿Quién te dio dinero para hacer eso? ¿De dónde sacaste el spray?”
Fue así como Danilo descubrió que con sus humildes recursos, podía llamar a las puertas del poder. Los que no querían escuchar ninguna palabra que no fuera de aceptación, encontraban ahora un mensaje visual y no podían cerrar los ojos ni siquiera por cansancio, porque se trataba de un mensaje para abrir los ojos. Y ellos lo sabían muy bien.
El segundo grafiti de Danilo era una cara, su cara, con una inquisitiva expresión, una estrella de cinco puntas, partida, y dos palabras: ¿Qué pasa? Esa inscripción apareció por toda La Habana. Pero en ese mismo año 2009 se le ocurrió la idea de crear un personaje imposible pero probable, casi en broma: un superhéroe que nos salvara de “esto” a todos, y tomó como plataforma de despegue la machacante campaña mediática del gobierno en torno al caso de los “Cinco Héroes”.
Así surgió el “Sexto Héroe”, sátira sobre farsa: el Sexto, en fin. Y a Danilo le sorprendió cómo mucha gente comprendió de inmediato la idea y se identificó con el personaje, lo que le dio mucho ánimo para seguir adelante, aunque también descubrió que ya no tenía el control sobre el significado del Sexto, porque había muchos matices de interpretación y hasta connotaciones que nunca se propuso.
Para él, ese personaje representaba simplemente a cualquier persona, porque lo que un determinado individuo haga, puede ser hecho también por otro. El gobierno puede apoderarse de muchos héroes para su interés exclusivo, pero cualquiera puede ser un “héroe” libre porque, aunque tantas personas crean que no se puede hacer nada porque nadie hace nada, resulta que siempre hay alguien que se atreve a expresar abiertamente lo que siente, lo que piensa, lo que quiere.
Danilo había encontrado el sentido de su vida, así de sencillo: solo quería expresarse honesta y libremente. Si había grafitis de propaganda gubernamental por todas partes, ¿por qué él no podía hacer grafitis que fueran su más genuina y legítima expresión personal: su arte, en fin?
Su arte, en fin, lo llevó a lanzar flyers (volantes) por toda la ciudad. Y sucedió que a la policía política se le ocurrió la brillante idea de poner un falso flyer, firmado supuestamente por el Sexto, en la puerta de Antonio Rodiles, uno de los organizadores de Estado de SATS, en el que se acusaba a este proyecto de “Socialista, Antiimperialista, Totalitario y Seguroso” (SATS!), citando además, oportunistamente, un fragmento de un artículo de la destacada opositora Marta Beatriz Roque, donde ella exponía su particular interpretación y sus dudas con respecto a ese proyecto.
El resultado de esa torpe escaramuza contrainteligente: el Sexto fue invitado por Estado de SATS y, más aún: Danilo se siente gratificado luego de esta falsificación provocadora a costa de su firma, porque lejos de crear divergencias, tuvo como efecto la coincidencia de dos caminos. Tratando de dividir, unieron.
Como Danilo lo ha hecho todo por sí mismo y como nadie puede acusarlo (sucio truco perenne) de seguir instrucciones de otros, su argumento para los que lo acosan, lo persiguen, lo arrestan y le hacen oposición violenta, es que él se gobierna a sí mismo, pero que a ellos les ordenan ir a donde está él, y necesitan carros patrulleros, policías, segurosos, armas y calabozos para intentar controlarlo a él, que, sin embargo, para su lucha, no necesita nada más que unas latas de pintura, la verdad de su arte y unos “papelitos”.
Al final de la entrevista en Estado de SATS, Rodiles le pregunta si tiene algún mensaje para el gobierno y el Sexto dice: “La evolución es imparable. Como viene el día tras la noche o el invierno tras el verano. El tiempo de ellos ya pasó y no podemos quedarnos esperando a que ellos determinen cuál sea o no el tiempo de nosotros. El tiempo de nosotros vamos a cogerlo como mismo ellos cogieron el suyo”.
Pero no es nada fácil. Un día, a unas cuadras de su casa, se le acercó un carro con chapa particular chillando gomas y se bajaron, dice él —que mide casi dos metros—, “cuatro tipos grandísimos”, que le fueron encima como si estuviera armado o fuera un terrorista. Pero en ningún momento lo encapucharon, como informaron algunos medios pretendiendo dramatizar el hecho. Su madre y su abuelo lo buscaron en la estación de policía más cercana y no recibieron ninguna información.
El hecho es que lo llevaron para la estación de policía, de Zapata y C, en el Vedado, y, sin dejarle hacer ninguna llamada telefónica, lo metieron en una celda. Pero después lo sacaban a cada rato para interrogarlo. “¿Viste que para nosotros tú no eres nada? ¿Viste cómo te cogimos?”
“En todo el tiempo que estuve arrestado vi más de diez caras diferentes”, dice el Sexto.
Esas caras querían saber quién te da dinero y qué relación tienes tú con Yoani Sánchez, y hasta el tercer día no dejaron que su madre hablara con él. “¿Tú crees que es justo que les hagas eso a tu mamá y a tu hermana?” Cuando por fin lo llevaron para su casa al cuarto día, en el mismo auto en el que lo trajeron, le preguntaron si lo habían tratado bien, casi pidiéndole disculpas. Luego sabría Danilo de la campaña que se desató en internet a favor de su liberación.
“Estaré haciendo grafitis hasta que sepa por qué lo hago”, dice el Sexto. “Creo que es por necesidad: como caminar, como soñar”.
Alexis Jardines, también entrevistado por Estado de SATS, cuenta un chiste de la época soviética: “No pienses. Si piensas, no hables. Si piensas y hablas, no escribas. Si piensas, hablas y escribes, no firmes”. Pero Danilo, al dar la cara, está expuesto al último acápite: “Si piensas, hablas, escribes y firmas, no te sorprendas”. Genial apólogo: eso es lo que hay.
Recuerdo haber leído hace muchos años un texto del poeta ruso Evtushenko donde confesaba su vergüenza porque, en un futuro, nuestros hijos se asombrarían de que haber dicho ahora lo que a uno le parece la verdad parezca un acto valiente.
Ellos tachan sus grafitis con pintura rosada y le dicen que se quite un pulóver que dice Laura Pollán vive. Danilo no se lo quita. Ellos se lo desgarran (Laura Pollán no tiene derecho a existir ni siquiera cuando ya no existe). Danilo cree que ellos están conscientes de lo que hacen. Es posible. También es posible que no sepan lo que hacen porque no les importa saber, porque para los esbirros, y para tantos otros, lo más fácil es no saber.
Nosotros vamos a derrumbar la pared, vamos a mostrar nuestros propósitos para un porvenir, para nuestros hijos, para nuestra familia. Vamos a acabar con ese miedo”, dice el Sexto.

Sobre el autor:
Ernesto Santana ZaldívarErnesto Santana Zaldívar Puerto Padre, Las Tunas, 1958. Graduado del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona en Español y Literatura. Ha sido escritor radial en Radio Progreso, Radio Metropolitana y Radio Arte. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Distinciones obtenidas: Menciones en el género de cuento de los concursos David, de 1977, y Trece de Marzo, de 1979; premios en los concursos Pinos Nuevos, de 1995, Sed de Belleza, de 1996 (ambos en el género de cuento), Dador, de 1998, (proyecto de novela) y Alejo Carpentier, de 2002 (novela), Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, de 2010, por su novela El Carnaval y los Muertos

1 comentario:

  1. La juventud se re-inventa con el pasar de los años .
    Los criminales que ocupan el poder y tratan de crear hombres carneros que sean dociles a sus mandos esclavista , suelen ser exterminados por la segunda o tercera generacion que ellos crean , y esos son los de mas suerte , otros caen antes , y por lo regular sus caidas son ruidosas , la juventud es cruel con los caidos , y no facil de combencer de que el perdon se deve de considerar para los matones al servicio de los amos que los explotaron para benéficio propio. Ranulfo Ramirez.

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