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domingo, 10 de enero de 2010

El fin de la dictadura, ¿postergado por tiempo indeterminado?

Una opinión de Lázaro Tirador Blanco
Para algunos analistas, las perspectivas del futuro de Cuba son tenebrosas. Ellos, incluso, esperan que el mundo pronto se olvide de la Isla y el sufrimiento de los cubanos. En su opinión, en tiempos difíciles como los que se viven y los que se avecinan, los Estados tienen la tendencia de proteger sus propios intereses nacionales y resolver sus propios problemas, que son cada día mayor. Aún EE.UU., tan cercano por razones estratégicas e internas, al problema cubano, ha desestimado sus planteamientos hacia la solución cubana para entenderse con sus propios retos y los desafíos globales. Por esas mismas razones, las organizaciones e instituciones internacionales y multilaterales se volverán a vivir a los supuestos retos que imponen el cambio climático, la proliferación de armas nucleares en nuevas zonas geográficas y el surgimiento de economías alternativas que irán absorbiendo gran parte del mercado mundial, como es el caso de la China. Eso sería el principio de la economía global, de la seguridad global y de las soluciones globales, que reduciría el interés por problemas nacionales específicos, dentro de los que está la situación dictatorial que vive Cuba.

Si nos atuviéramos a los elementos que aporta la Biblia sobre la preparación del mundo para los tiempos finales, llegaríamos a la conclusión de que la actual crisis financiera mundial es el inicio de una nueva era de ajustes necesarios para que se cumplan las profecías apocalípticas. Es evidente que pese a lo que aparentemente ocurre, el mundo está viendo –aún sin quererlo ver ni entender-, el fin de la hegemonía ejercida por Wall Street –como símbolo de la hegemonía norteamericana-, y está siendo testigo del surgimiento de un mundo multipolar.

El establecimiento de bloques político-económicos renovados como el de China, de nuevas potencias nucleares como Corea del Norte e Irán y de posiciones de un tipo de comunismo más popularizado y mejor manipulado que el que impuso la dictadura castrista en Cuba –cuyo mejor ejemplo es el llamado Socialismo del Siglo XXI impulsado por la alianza chavista-, son evidencias de que un cambio global se aproxima y ello sería el cumplimiento del nuevo orden mundial que es condición para el comienzo del fin de los tiempos que ha sido profetizado por la Biblia.

Es indudable que la actual crisis financiera abarca a todo el mundo y ello hace que el clamor de una colaboración global más extensa se haga también cada día mayor. Este espíritu ha llevado a levantar incluso, expectativas de una coexistencia menos violenta entre las naciones y el levantamiento de voces que proclaman una paz más duradera y una mayor comprensión entre las diferentes posiciones políticas, en aras de una coexistencia pacífica que permita enfrentar la crisis financiera universal, el cambio climático y otros problemas globales. El esbozo de los planteamientos programáticos iníciales del actual Presidente norteamericano Barack Obama, lo catapultaron a una expectativa de liderazgo tal que fue la plataforma base para el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz, al Comandante en Jefe de las tropas de un país que participa en dos guerras fuera de sus fronteras.

La valoración que al principio esbozó el actual gobierno norteamericano sobre la posibilidad de hacer cambiar para mejor la actuación del gobierno castrista en temas como el respeto a los derechos humanos, la liberación de los disidentes presos y un grupo de aperturas como permitir los viajes fuera de Cuba a los cubanos, el libre acceso a internet y otras, quedaron en meras intenciones y expectativas que ilusionaron a muchos dentro y fuera de Cuba, pero que han devenido una ilusión más de que el régimen totalitario se vista de algunos trapos de democracia.

Es probable que la participación del liderazgo norteamericano en las situaciones que antes expuse, le hayan quitado atención a las buenas intensiones del Presidente Obama de presionar al gobierno de La Habana para que dé muestras de que algunos cambios son posibles aún con su régimen totalitarista y opresor, algo que yo personalmente estimo como infantilismo político y desconocimiento total de las malas entrañas de la dictadura castrista.

No obstante, esta coyuntura ha sido aprovechada por los ideólogos del régimen cubano para comenzar sus agresiones verbales contra la figura y la política del líder norteamericano, iniciadas por el caduco pero omnipresente Fidel Castro y ahora continuadas por el heredero del trono comunista antillano, su hermano Raúl. Ni tardo ni perezoso, el dictador del nuevo imperio bolivariano Hugo Chávez ha aprovechado estas circunstancias para cerrar pactos políticos militares con una Rusia resurgida que realiza intensas jugadas donde apuesta al aparente desarme global de la mano de EE.UU., mientras hace pactos ingentes con los regímenes bolivariano y cubano para recuperar su presencia militar y estratégica en el propio patio norteamericano, como ocurrió en la década de los 60 del pasado siglo con la antigua URSS. Esta estrategia chavista se ha extendido a las dos nacientes potencias nucleares más agresivas: Corea del Norte e Irán.

Estos acontecimientos, además del fortalecimiento del llamado bloque bolivariano con las reelecciones de Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, así como los nuevos gobiernos de izquierda en El Salvador y Uruguay y el coqueteo de otros que encubiertamente se asocian por intereses espurios a los regímenes prochavistas, han permitido al régimen de Cuba un respiro en la presión internacional, con lo que ha intensificado su represión a la oposición interna, a la creciente disidencia y al cada vez mayor descontento de los cubanos, cansados de los engaños, las represiones y las penurias a las que por más de 50 años ha sometido el régimen al país.

El 2009 fue un año en que el régimen totalitario de La Habana experimentó algunas ideas nuevas salidas de la también trasnochada mente del empresario-militar-político Raúl Castro, principalmente en el sector agrícola y el reordenamiento empresarial, que permitiera un maquillaje más fresco al caduco sistema. El balance hecho por el propio régimen demuestra la ineficacia de los métodos socialistas que cada vez son menos respaldados por el pueblo cubano.

Todo ello, resumido en el alivio de no sentir la presión de los EE.UU. para realizar cambios reales en la Isla; bajo la abulia de organizaciones internacionales como la ONU y la OEA que en nada han ayudado al pueblo cubano que sufre, a los presos políticos y disidentes que son maltratados y reprimidos y a las mujeres que son golpeadas en las calles por defender a sus familias, así como por el protagonismo que el nuevo Padrino Hugo Chávez otorga al régimen de Cuba en su naciente Imperialismo Bolivariano del Siglo XXI, han dado a Raúl Castro un respiro que le permite de nuevo al régimen “guapear” y ofender, retar y calificar con los adjetivos consuetudinarios para los presidentes norteamericanos a un Barack Obama al que habían criticado y elogiado simultáneamente, pero al que ahora también retan y atacan. Y en tanto, el pueblo cubano sigue sufriendo, penando y muriendo sin gozar –al menos-, con alguna solidaridad internacional real y solidaria. Pareciera que, fuera los destellos agresivos hacia el Norte y los halagos bien pagados hacia el Sur, Cuba hubiera alcanzado una nueva condición, convirtiéndose en la Cuba invisible y el fin de la dictadura, ¿postergado por tiempo indeterminado? Una vez más las circunstancias demuestran que la solución cubana, el derrocamiento del régimen y el restablecimiento de la democracia en Cuba, es algo que tenemos que resolver los cubanos, los de adentro y los de afuera.

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