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domingo, 10 de mayo de 2015

Un cínico y vulgar fetiche al miedo del cambio

 

 Dr. Pablo A. de Cuba
A la simple lectura de lo publicado por un diario miamense de marcado corte justificativo del sistema y gobierno cubano, y con ello bastante distante de la imparcialidad que debe caracterizar una publicación informativa seria y de respeto, salta a la vista algo que casi queda como un escrito de alto contenido bufón, pero de muy mal libreto, tanto expositivo como interpretativo, defendiendo lo que a ultranza es indefendible.
Concretamente y de forma sintetizada referimos un artículo publicado en dicho libelo que expone que las “reformas que actualmente lleva a cabo el gobierno cubano tienen como base evitar desigualdades a lo comporta su enemigo común, el capitalismo”. Luego hace un rejuego de citas e incoherencias al símil mismo del propósito revelador: la incoherencia de una mentira furtiva.
Citando sus letras este articulo expone que el gobierno cubano está seguro de “apostar por reformas de actualización de su modelo económico y social, para favorecer el crecimiento económico y la diversificación de la propiedad, pero manteniendo la estabilidad social y política, para lo que apuestan por combinar planificación y mercado”. Lo marcado es de mi parte.
Sigue esta exposición que, por suerte, y so pena de quedar tildados de estúpidos exponentes de la irracionalidad, el encuentro se realizó “a puertas cerradas con la participación de expertos, periodistas y políticos que debatieron sobre el modelo cubano actual”.
Continua este artículo, “fuentes diplomáticas, en la reunión se señaló que Cuba está realizando una actualización del modelo, no una reforma, (…). El objetivo principal de las autoridades cubanas es hacer un modelo próspero y sostenible que garantice mantener el actual 60 % en gasto social, además de evitar la concentración de riqueza y propiedad, aunque reconocen que los resultados no serán inmediatos (…). Para impulsar el crecimiento económico, el Ejecutivo de Castro busca incrementar la inversión extranjera (…).
Por la exposición hecha por estos expertos (¿?), periodistas y políticos (estos últimos legos), los genios del actual gobierno cubano están creando un “nuevo sistema socio económico sin desigualdades pero que dependa de la inversión extranjera”. Además dejan establecido que en Cuba no hay reforma sino actualización, etc, etc.
Por suerte, esas puertas impidieron que afluyera lo fétido del magnífico misterio insolente sobre tan inverosímil. En fin, el resumen de una teoría agotada y  falaz.
Su simple análisis crea angustia. Crea letargo y a la vez indignación a la tendencia burda de borrar lo acumulado del ingenio humano. Es un indigno razonar, so pena de ir contrario al culto  del conocimiento.
Un sencillo enfoque es conducente, sin mayor abundamiento, a la exposición delirante de un grupo humano cuya denominación profesional o académica no excede la mínima básica de un recién graduado o, en su defecto, de un inútil diletante de las esferas populistas.
La naturaleza económica de cualquier Estado es la ineficiencia. Los Estados gastan las riquezas que otros producen y de la cual se apropian por la vía impositiva (los impuestos). Si a esto le sumamos la  soberbia del gobierno cubano ante el desafío de relacionarse con el justificante de sus supuestas desgracias, ha derivado en un delirio de ajustes de un sistema inoperante en su misma esencia. Ya la dama encantadora de sueños de una noche  de verano del embargo dejará el lastre de ser la culpable de las tragedias humanas y demostrará el verdadero impotente de ser útil.
Para el actual gobierno cubano ya no le queda más espacio, y ahora busca tiempo para mantenerse en la misma dinámica inoperante de su existencia.
Es patético abundar sobre el “modelo cubano” que es compatible solamente con más de siglo de un constante fracaso a costa de una nación despojada del sentido básico de su existencia. El modelo cubano tiene como máxima la servidumbre de sus súbditos. Solamente se sustenta en ir contrario a su propia nación.
La especialidad supina del modelo cubano ha sido la de defraudar a sus propios súbditos y desestabilizar lo que le rodea.
La simple semántica, el simple concepto de actualización no escapa de “poner al día” algo, de “modernizar y ajustar algo” que consecuentemente se ha estado utilizando por su buen efecto o, en su defecto, por voluntarismo repetitivo a consciencia de su inutilidad.
El socialismo no es más que un fatalismo histórico provocado por la inconciencia del capitalismo en ajustar la concentración y distribución de la riqueza, y que aún se mantiene a pesar de los ajustes realizados por juego político de partidos de marcado contenido populista.
El sistema socialista cubano siempre ha estado armado de una falacia en el contenido de sus promesas sobre despojo de los pocos para repartir entre todos. Esto ha conllevado a la inoperancia de los estímulos del crecimiento humano y económico, llevando implícito en este acaecer de circunstancias el inmovilismo en el ciclo histórico de la evolución del homo oeconomicus  (naturaleza del hombre para crear riquezas).
La proyección de creación sistémica del gobierno cubano se aleja, sin embargo, no solamente del homo oeconomicus sino, también,  del homo sapiens (hombre pensante).
¿Será posible a estas alturas del desarrollo humano plantearnos tan absurda idea, y no por insuperable lo actual, sino de tratar de actualizar el resultado del fracaso? La respuesta es directa y de forma afirmativa siempre y cuando salga de la mente de aquellos que fundamentaron, implementaron y desarrollaron el fracaso: los economistas del fundamentalismo socialista y, en especial, aquellos monitores soviéticos con aprendices del desquiciado modelo cubano a lo fidelista.
La razón de mantener algo desde el punto de vista económico es, sencillamente, su utilidad y con ello, su alcance efectivo en todos aquellos conceptos típicos de empresa, lucro, productividad, riesgo, mercado, etc., que son, en definitiva, los que gobiernan relaciones propias y espontáneas enfocadas a obtener riquezas.
Tratar de justificar el crecimiento económico desde y con el propio inmovilismo del socialismo cubano es superar lo imposible. La política económica a “lo cubano” ha conducido al deterioro, la inactividad y la apatía de esas fuerzas productivas  necesarias para crear riquezas. Para el colmo de la insensatez,  ahora pretenden diversificar los tipos de propiedades.
No hay otro más consciente que el propio gobierno cubano (incluyendo toda su dirigencia pasada y actual) que derrumbar su propio resultado es un cuento tan inverosímil de creer como lo es su sustentación como gobierno dictatorial.
Es demasiado notorio que el modelo cubano, impuesto y dirigido por su actual gobierno, ha sido todo lo contrario al éxito. Es tratar de  burlar un adolescente lector.
Lo más antidialéctico que ha existido como sistema socioeconómico ha sido, per se, el socialismo, a pesar de que alega ser la nueva cuna de la evolución de la existencia humana.
Es absurdo, y no soporta el más mínimo ritual de análisis, pretender diversificar una sistémica de conceptualización de la propiedad después de haberla aniquilado. La esencia de la propiedad radica en su disponibilidad erga omnes (contra todo), y es precisamente esa disponibilidad la que le otorga a su legítimo detentador la facultad exclusiva de poseer algo y explotarlo a favor de quienes se arriesgan y se le suman; pero eso, a exprofeso y con toda intención ladina, el actual gobierno cubano lo borró de la tierra más hermosa que ojos humanos han visto.
Malicioso, furtivo y embaucador es el fin de este invento trasnochado a lo castrista y que no es otro que regular al máximo para mantener el control político y dejar hacer el mínimo. Buscan crear una perspectiva alucinante de la nada. De un cambio irreal. De un espejismo. En fin, crear algo contrario a la naturaleza económica.
Es un conocimiento agotado doctrinalmente que la economía política no abarca la totalidad de la naturaleza del hombre respecto a su conducta modificada por el estado social en que se desarrolla, pero sí se refiere a la naturaleza del hombre como un ser que a pesar de ser social busca y desea poseer riqueza, bienestar y seguridad, y de ahí parte su condición de ser libremente pensante  para  comparar el o los medios para la obtención de dicho fin.
Esa aspiración el socialismo la quebranta y hace del ser humano un ser dependiente de su mandato político y, con ello, temeroso del poder que de este emana.
Estos creadores de nuevos sistemas del Siglo XXI ignoran, o en su defecto esconden, la verdad de lo simple, que es dejar hacer y solo controlar los excesos.
Cuánta literatura existe en sobre abundamiento de lo insuperable del hombre libre para cubrir sus necesidades. Ningún Estado ha podido superar, hasta este preciso día de la existencia humana, el dinamismo del hombre para actuar en la creación de riqueza y, de ahí, la  busca incesable de un bienestar más amplio.
Los políticos saben que si los dejan, dictan leyes hasta para controlar a su capricho el vacío de su propia ineficiencia, pero nunca lo dejan al descubierto.
Lamentablemente, la servidumbre política hace y conlleva la inutilidad de la creatividad humana, y eso, precisamente, lo vemos en esa Cuba cada vez más sentida por el dolor que le infringen  sus gobernantes.
El gobierno cubano sabe que esta “inventando” sobre lo falso. Crear falsas expectativas es ahora su juego para con su propio pueblo.
Antes, Fidel Castro hablaba de “sacrificios y caminos difíciles” a sabiendas que era imposible mantener la misma mentira tan repetidamente. Ahora, Raúl Castro a “su propio tiempo, pero sin apenas espacio de maniobra”, y a plena consciencia y sabiendas que es su persona el otro obstáculo supremo al levantamiento de las restricciones de comercio con el país más poderoso del mundo y antiguo enemigo, y plantea, a falta de otra justificación, que no es un camino corto llegar a esa meta que es la expectativa de un pueblo.
Al parecer, el propio jefe del gobierno actual pronostica una larga vida para ambos depredadores de generaciones completas. Que penoso y lamentable pronóstico.
Se sabe que no se va a eliminar el mandato del acta del comercio con el enemigo respecto a Cuba, salvo que desaparezcan estos actuales generadores de delirios y se abra definitivamente una nación para sus nacionales y no para sus gobernantes. Lo demás es analizar al vacío.
Abrir Embajadas es jugar con el gasto público. No excede más que eso dentro de las actuales condiciones para establecer relaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos de América.
Sería bueno considerar mandarle una simple nota a esos expertos y demás asistentes a esas reuniones a puertas cerradas (no admiten nada en contrario), que dejen de ser creadores de aventuras burlescas a la condición e inteligencia humana. Que entiendan que la creación no está de su parte por el mero hecho de ser testaferros del antihumanismo que el socialismo cubano ha elevado casi a su máxima exponencial: el fundamentalismo político y la servidumbre humana.
Más que ignorancia, esto es inanidad mental de sus creadores. Si de verdad poseen fundamento racional a lo que exponen, abran esas puertas y busquemos, con todo y absoluto respeto, un debate a favor del más perjudicado en estos 56 años de dolencia política: el pueblo cubano.
En fin, seguimos en presencia de la continuidad y esencia hipócrita de un mal gobierno, a pesar de las puertas cerradas.