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lunes, 3 de noviembre de 2025

Maravillas de la naturaleza humana

 

Maravillas de la naturaleza humana


El milagro de la miel

Cuentan que en una ciudad lejana existía una colmena de abejas muy laboriosas y además muy observadoras.

En sus viajes mañaneros por la ciudad notaron que los niños no tomaban la leche que sus madres les servían en el desayuno. Ellos la rechazaban, lloraban, rogaban a sus madres para que les dieran jugo de naranja o de cualquier otra fruta.

Las madres insistían en que debían tomarla porque la leche contiene calcio, un mineral muy necesario para el crecimiento y desarrollo de los huesos de los niños.

Los niños no lo creían y sin que ellas lo notaran se la daban a los gatos, la tiraban por el tragante del fregadero o en el peor de los casos se la derramaban encima.

Dolía ver cuánta blancura se perdía cada mañana. Lo peor es que los niños iban en ayuna para la escuela y más de uno ya se había desmayado a la hora del receso o en alguna clase

Las abejas sintieron que debían hacer algo por los niños. Celebraron una reunión urgente para analizar la situación con la leche. Al unísono opinaron que el problema estaba en su sabor y que éste se resolvería si le agregaban un poco de miel para endulzarla y a la vez fortificarla. En las colmenas sobraba la miel.

La miel desbordaba los panales y los vecinos no se percataban de eso.

Los jardines estaban recién paridos. Abundaba el néctar de las flores. Hasta los cocoteros estaban de fiesta, pero los mayores ignoraban esa maravilla de la naturaleza.

Sin que nadie lo notara, por voluntad propia de todas las colmenas, día a día, bien temprano en la mañana cuando las madres servían la leche, llegaban las abejas y depositaban deliciosas gotas de miel en cada taza de leche.

Ellas llegaban sin anunciarse. Entraban por las rendijas de las puertas, por las celosías de los patios, por las ventanas abiertas, por los agujeros del entretecho… Nadie las veía. No había oídos para los zumbidos ni ojos para las alas.

La leche enriquecida por la miel era deliciosa, los niños la bebían con placer y para sorpresa de las madres, pedían más. Satisfechos se levantaban de sus sillas y muy alegres corrían para la escuela.

Se acabaron los desmayos en las aulas y en el patio. Los maestros y hasta la directora de la escuela, estaban muy felices al ver la alegría en las caritas de los niños.

Las personas mayores, los padres, ajenos al encanto de la leche, carentes de ojos para ver las cosas aparentemente pequeñas, desconocedoras de las maravillas del universo, comenzaron a creer que el cambio del sabor de la leche se debía a que las vacas habían encontrado nuevos pastizales.

El gobierno local no demoró en publicar elogios para los ganaderos. Las autoridades creían que el cambio del sabor de la leche se debía al desarrollo de la biotecnología del país, ya que esa leche era producida por una nueva raza de vacas lecheras introducidas en el país, las vacas F-5.  Una raza superior.

Se produjo una gran polémica porque los habitantes de la ciudad creían más en lo que decían los ganaderos. Estos afirmaban que el cambio en la calidad y en el sabor de la leche se debían a las bonanzas del clima propio de la primavera y en las riquezas minerales de la tierra donde se originaban los pastizales; lo cual contribuía a que el ganado estuviera bien alimentado, además hablaban de la eficacia de los obreros encargados de las labores del ordeño de las vacas. 

Para los padres y para muchos otros ciudadanos, el mérito era de los ganaderos de la localidad, no del gobierno.

Se produjo un gran ajetreo en la ciudad. Se repartían premios a los ganaderos. Se tomaban fotos de las vaquerías, se hacían esculturas de las hermosas vacas F-5. Reporteros de todo el mundo venían a ver las maravillas de la ciencia…

Pasaron varios meses, se acabó la primavera, regresaron las lluvias torrenciales alternando con el calor abrazador del verano, las rosas y las flores en los jardines perdieron su encanto.

Nadie pensó en las abejas.

Con el ir y venir todos los días se fueron gastando las alitas. Encontrar y libar el néctar de las flores para convertirlo en miel se hacía cada día más difícil. Las colmenas empobrecieron, ya los panales no estaban repletos de miel y las obreras estaban cansadas, enfermas algunas morían. Llegar hasta las tazas y derramar las gotas de miel era casi imposible, aunque muchas seguían intentándolo.

Llegó el nefasto día en el que todas las abejas decidieron descansar, se quedaron dormidas en pleno verano. Nadie lo notó. Muchas murieron por falta de agua y por el cansancio de los últimos meses

Cuentan que otra vez los niños volvieron a rechazar la leche. Estaban de vacaciones y se negaban a desayunar. Las madres trataban de obligarlos a tomársela, pero ellos insistían en que no la necesitaban y salían corriendo, derramándola sobre la mesa.

Los mayores comenzaron a inquietarse. Otra vez el sabor de la leche había cambiado. Otra vez se armó la gran polémica.

Unos decían que se las vacas se habían contaminado con virus extraños introducidos en el país por agentes enemigos. Se rumoraba que había brotes de bacterias en los campos. Otros afirmaban que se habían encontrado hongos venenosos mezclados con las hierbas.

Muchas discusiones, investigaciones científicas, muchas inquietudes sin respuestas acertadas, mucho alboroto para nada, el sabor de la leche cada día era peor.

Las esculturas de las vacas se quedaron olvidadas en muchos talleres, otras servían como tiro al blanco de los tirapiedras de los muchachos del vecindario.

Más de un vaquero temió que le retiraran su medalla de Vanguardia Nacional.

El gobierno local poco a poco se fue desentendiendo del problema hablando de otras cosas y hasta la prensa se olvidó de este tema.

Las abejas dormían y todo volvió a la normalidad, incluyendo el desmayo de los niños en los patios, en la playa, en los ríos y en toda la comunidad.

Esperanza E Serrano,

3 de noviembre 2025

Lutz, Fl

 


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