4 años sin Raúl Rivero, el gigante que el régimen no pudo encerrar.
Hace 4 años como hoy no murió un hombre, se apagó un faro que alumbraba desde la oscuridad más honda.
Raúl Rivero fue más que un poeta, fue la voz que le dio nombre al miedo ajeno, la pluma que rompió
cadenas con tinta, el cubano que llevó a Cuba entera en el pecho cuando la isla se le quedó pequeña.
Nació en Morón, 1945, y partió en Miami, 2021.
Entre esas fechas caben una vida entera de valentía y una patria que nunca dejó de dolerle.
En la Primavera Negra del 2003 lo metieron en una celda sin ventanas.
20 años de condena por el delito de decir la verdad.
Pero ni las rejas, ni el cáncer, ni el exilio pudieron con él:
Raúl salió de la cárcel con la espalda recta y el verso afilado.
Fundó Cuba Press cuando nadie se atrevía.
Ganó el Premio UNESCO de Libertad de Prensa mientras estaba preso.
Escribió Sin pan y sin palabras desde el hambre y la dignidad.
Y en cada libro —Heresías elegidas, Poesía en la tierra— dejó un mapa para los que vendríamos después.
Como resistir sin odio, cómo amar sin rendirse.
Su hija aún lo busca en el humo del cigarro que se escapa por la ventana,
en el café que se enfría como se enfrían los días sin él,
en la página en blanco que solo él sabía llenar de luz.
“La dignidad no se negocia.
La palabra es trinchera.
Y Cuba, aunque duela, cabe en un verso.”
— Raúl Rivero
Hoy lo gritamos.
Cada vez que alguien lee sus crónicas,
cada vez que un joven cubano dice “no” con su misma elegancia,
Raúl vuelve a nacer.
Fue grande, Raúl.
Tan grande que no cupo en una cárcel,
ni en un exilio,
ni en el silencio que intentaron imponerle.
Abrazo inmenso hasta el cielo, maestro.
Tu voz sigue retumbando en los patios de Cuba,
en las madrugadas de los que no se rinden,
en el corazón de mi generación que aprendió contigo
que ser libre es un acto de poesía diaria.
(Tomado de Facebook)

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