La tierra de mis
abuelos
se ha despertado
llorando:
el marabú africano
se ha tragado las
lagunas,
los zorzales están
en huelga
por el grito de
las cigarras en las plazas,
y porque las
cenizas de los algarrobos
se pasean por los
llanos,
escondidas en las
suelas de los transeúntes
que caminan sin
prisa por las calles.
En las ciudades
los niños pasean
sus ojitos tristes
por las escaleras,
-viejas escaleras
carcomidas y olvidadas
por el tiempo
detenido en el espacio-
sueñan con los
juguetes caros que exhiben
las vidrieras
repletas de baratijas foráneas;
huérfanos de
ilusiones
no quieren ser
testigos de las reyertas
en los mercados de
la esquina.
Los alcatraces han
devorado
el último pan que
quedaba en el puerto.
Se han soltado las
lenguas
y los dedos
señalan el punto equivocado.
La momia se ha
quitado su antiguo ropaje
para anunciar que
ha avanzado el precipicio.
Mis abuelos se
revuelcan en sus tumbas,
quieren descargar
contra las piedras
la furia que los
agobia por tanta ignominia,
pero la tierra no
tiembla;
¡la tierra llora!
Llora con el
silencio de la doncella
ultrajada por las
botas de sus amos.
Hasta acá me
llegan los rumores
de lirios y
claveles deshojados,
de desfiles de
gladiolos amarillos
y de ventanas
cerradas por los gritos
que se esconden
tras los muros.
Desde mi impotencia
blasfemo
De mi cuota de
café mezclado,
De mi inocencia
violada
Sin llegar a los sueños,
en mi
futuro-presente en el destierro,
en mis años
perdidos.
La tierra llora y
las viudas
ya no visten de
negro...
-¡Hasta el
campanario del barrio
se ha pintado de
rojo!-
Los pitirres en
los ministerios
andan muy
ocupados,
ensayando la
comparsa
que ha de
acompañar al muerto,
aunque nadie sabe con certeza
dónde, cómo y
cuándo será el entierro.
Cuentan que en las
escuelas,
debajo de los
pupitres,
ya se esconde un
nuevo calendario,
calendario que
marcará en negritas,
el antes y el después de los difuntos.
Esperanza E. Serrano
Espery,
ResponderEliminarlindo poema, gracias por compartirlo.
Un beso
jacob