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lunes, 12 de agosto de 2013

Carromero: "Fui obligado a firmar un video estilo Al Qaeda"

Imagen  de Angel Carromero en un vídeo de la dictadura cubana (Archivo)

Ángel Carromero reitera que su juicio en Cuba por la muerte de los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero fue una farsa y que en la isla, como en toda dictadura, los asesinatos de Estado son práctica común. “Cuba es una dictadura comunista en la que no existe Estado de Derecho” y “entre otras muchas tropelías, el Poder Judicial depende del Consejo de Estado, presidido por el hermano Castro de turno”, dice este lunes Ángel Carromero en una nota que publica el diario español El Mundo.
La nota responde a un comentario aparecido el viernes pasado en el mismo periódico y firmado por Enrique Gimbernat,  catedrático de Derecho Penal en la Universidad Complutense.
Carromero dice haber leído con asombro el comentario en el que se asume que él fue sometido en Cuba a un juicio justo con todas las garantías procesales, que se suscribió un convenio entre dos países con Estado de Derecho y que se trató de un simple accidente de tráfico en el que perdieron la vida los opositores Oswaldo Payá y Harold Cepero.
“Nada más lejos de la realidad (…) Fui retenido, incomunicado, obligado a grabar un video propio de secuestrados de Al Qaeda. De hecho, no tuve acceso a un abogado hasta 20 días después de ser injustamente encarcelado”, señala.
Carromero, quien ha dicho que fueron los servicios secretos cubanos los que mataron a Payá, recuerda a Gimbernat que “en las dictaduras los asesinatos de Estado son una práctica común. La familia de Oswaldo lo sabe”.
Además le aclara que los encuentros que tuvo durante su encarcelamiento con el cónsul general de España en la isla “nunca fueron a solas. Siempre estaba presente un teniente-coronel de la Seguridad del Estado que supervisaba lo que decíamos”.
También señala que lo mismo sucedía con la poca comunicación que le permitieron tener con su madre y un amigo. “El teléfono estaba pinchado—dice—y no sólo tenía al mismo teniente-coronel vigilando lo que hablaba, sino que también era grabado con una cámara mientras estaba al teléfono”.
Luego pone de manifiesto que “cuando el Estado cubano te señala, ya sabes que estás condenado. Por ello, no tiene lógica recurrir ninguna sentencia. Ellos son juez y parte. No hay posibilidad alguna de contradicción”.
Carromero precisa que en cuanto al traslado a España para que cumpliese allí el resto de la condena que le impuso un tribunal cubano por “homicidio imprudente”, tanto el gobierno español como él aceptaron entonces el fallo como la única forma que había para que pudiese regresar  a su país y “pudiera hacerse justicia”.
Puntualiza que entonces se suscribió un memorando complementario al Convenio de Traslado en el que quedó claro que la parte española asumía “el compromiso de comunicar a la parte cubana la concesión de indulto”, un beneficio que desde el principio estaba previsto, por lo que no corre riesgo, dice, la palabra dada por España.
Aron Modig, respalda a Carromero
Aron Modig, uno de los sobrevivientes del accidente en el que perdieran la vida Osvaldo Payá y Harold Cepero el pasado 22 de julio, rompió este martes su silencio de más de siete meses y aseguró haber enviado el mensaje de texto a sus amigos en Suecia donde refiere que Ángel Carromero le dijo que un carro los sacó de la carretera.
Según explicó, desde que ocurrió el accidente no ha podido pensar en otra cosa ni un solo día, sobre todo por el proceso “traumático de haber vivido en una dictadura que me desapareció por una semana. Ni siquiera me dijeron qué había pasado.”
Preguntado sobre el dinero que llevó a Cuba, expresó que era para los familiares de los presos políticos, y que además no era primera vez que lo hacía, con anterioridad lo había hecho con otras organizaciones, ya que, según apuntó, llevar ayuda a los cubanos es “muy importante”.
Tomado de
 
CubaNet

sábado, 10 de agosto de 2013

Desempolvando archivos. La Cuba donde nací ya no existe




1. Cuando La Habana era una fiesta / Se acabó la diversión...

El 6 de enero de 1959, día de Reyes, el Diario de la Marina publicó el siguiente anuncio: “La Unión Nacional de Empresarios Cinematográficos de Cuba ha acordado [...] abrir las puertas de todas nuestras salas, absolutamente gratis, a todos los miembros de las valerosas tropas que integran el Ejército de la Libertad, para que disfruten de nuestros espectáculos mientras estén acampados en La Habana.”El negocio del cine se unía así al fervor generado por aquella revolución que prometía devolver las libertades políticas perdidas siete años antes, con el golpe del general Fulgencio Batista.
 La Habana era por aquel entonces una de las capitales mundiales del séptimo arte. La ciudad, alardeaban los cubanos, tenía más cines que Nueva York: 135 salas para una población que no llegaba al millón de habitantes. Grandes estudios como Warner, Twenty Century Fox, Columbia o Metro habían abierto centros de distribución y talleres donde se formaban decenas de técnicos.
El cine no era sólo un motor cultural sino una industria de primer orden.Pero resultó que los dirigentes revolucionarios no supieron apreciar el apoyo del gremio. Resultó, incluso, que eran alérgicos a esa forma de entretenimiento burgués. Y aquellas salas, las señoriales y las modestas de barrio, fueron sucumbiendo a la construcción del socialismo. Hoy apenas sobrevive unaveintena, para una población que rebasa los dos millones. Las demás, enmudecidas, están cayéndose a pedazos, como todo en esa ciudad. Y en la isla. 
 La Habana, dicen ahora pesarosos los cubanos, es un cementerio de cines. Como también es un cementerio de librerías, de mercados, de comercios... De esperanzas.Sobrevive algo de humor, cada día más negro, en espera de la muerte del caudillo, ese desenlace biológico que nunca llega. “Lo tienen " apuntalao" –comentan–, como los edificios de La Habana Vieja.”
 Calle Diez de Octubre con Santos Suárez. El imponente cine Apolo se erige frente a la parada de la guagua. ¿Qué dan ahora? La pregunta desencadena una cascada de reacciones.“¡Uyyy, no! –dice un mulato–. ¡Hace años que está cerrado! Se rompieron las máquinas y más nunca lo abrieron. Un cine hermoso era, con fuente de soda y rositas de maíz.” “Y tenía aire acondicionado –interviene una señora canosa–. Lo dejaron morir, como a todos. Sólo han mantenido los de la calle 23 y la Rampa, en el Vedado.” Y las vecinas, entre suspiros, hacen un repaso de las salas que había en la colonia donde nació la inolvidable Celia Cruz: “El Moderno, el Dora, el Atlas, el Fénix, el Santos Suárez...”, mientras señalan a todos los puntos cardinales. “Ya no hay ni cartelera en el periódico.”
 Algunos blogueros cubanos documentan con fotos el triste destino de los cines más emblemáticos: el Cuatro Caminos es un aparcamiento, como el Shanghai. El Majestic, un almacén. El Rex y el Dúplex, prodigios de la tecnología en los cuarenta, se hunden “en aguas albañales”. El Capitolio es un almacén de construcción. El Campoamor, un estacionamiento de bicicletas. El Cerro Garden, un taller mecánico. Cuatro celebradas salas art decó han corrido suertes dispares: el Infanta se incendió. El Manzanares se vino abajo. El Astral es utilizado por la Unión de la Juventud Comunista, y el América ofrecía, cuando pasamos ante él, un espectáculo humorístico titulado La esquina de Mariconchi.
 El cine había llegado a Cuba con la guerra de independencia y el estreno de la república. La primera sala abrió sus puertas en el Paseo del Prado en enero de 1897. Durante cinco décadas los habaneros devoraron filmes estadounidenses, italianos y franceses, en doble sesión. Las estrellas internacionales se paseaban por la ciudad. En el barrio de Colón, el de los grandes estudios, los niños recogían del suelo los descartes de las películas parafabricar petardos. Y los vendedores esperaban con sus cestos de comida a la salida del pase de medianoche. El cine era parte indisoluble de la vida de La Habana.Hasta que “se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”. Tenía razón el cantante Carlos Puebla. Se apagaron los proyectores. Se confiscaron las películas. Las productoras abandonaron la isla. Las salas fueron intervenidas por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (icaic). Casi un tercio cerró los primeros años.
   El nuevo gobierno se encargó de seleccionar las películas en función de criterios ideológicos. Cintas soviéticas, checas y polacas subtituladas se adueñaron de las pantallas, aunque nunca se prohibió deltodo el “decadente” cine capitalista. El público desertó. Sin mantenimiento de ninguna clase, el deterioro de las salas fue imparable.Nada queda del eje cinematográfico por excelencia, Paseo del Prado y Parque Central, jalonado por el Fausto (tan caro a Cabrera Infante), el Galatea, el Capitolio, el Montecarlo, el Niza, el Sevilla o el Royal. Han sobrevivido al cinecidio el Yara, el Payret o la gigantesca sala del Karl Marx, antiguo Teatro Blanquita, todos construidos antes de 1959. El régimen revolucionario los ha convertido en una vitrina internacional donde se celebradesde 1979 el festival anual del Nuevo Cine Latinoamericano. El principal responsable de esa estrategia ha sido Alfredo Guevara, el gran santón de la cultura oficial cubana y censor implacable desde la presidencia del icaic, que ocupó durante más de cuarenta años. Guevara pasará a la posteridad por el demoledor retrato que de él hizo Guillermo Cabrera Infante en su relato Delito por bailar el chachachá.




2. El Carmelo de Cabrera Infante




 Guevara vino a interrumpir una tarde las ensoñaciones de Cabrera Infante, que imaginaba entre el humo de su tabaco casamientos inmediatos con cuanta hembra jacarandosa entraba en El Carmelo. En aquella cafetería, toda una institución habanera, el escritor barruntaba lo que se avecinaba en Cuba, mientras observaba las idas y venidas de egregios miembros de la nueva casta política, que acababan de salir de un concierto en el Auditórium, rebautizado Amadeo Roldán tras la Revolución.Entre ellos estaba ese comisario de las artes y las letras, que se abrió paso hasta él “como Bette Davis en Now Voyager”, con su traje de seda y su corbata francesa, con su sonrisa gelatinosa, derramando efluvios de L’Air du Temps. La Dalia, le había apodado Néstor Almendros. De cara a la galería, Guevara ejercía de comunista virtuoso, al que disgustaba sobremanera un Cabrera Infante fuera de su control. Quería, le dijo, unirlo a su causa.Necesitaba su inteligencia. Y que dejara esa revista cultural, Lunes de Revolución, que difundía contenidos inapropiados como el arte “akstrakto”, la literatura “biknik” o el jazz, productos todos del imperialismo. 
 La escéptica respuesta del escritor fue su sentencia: seis meses después, el aparatchik cerraba la revista.Cabrera murió en el exilio y es hoy uno de los muchos autores proscritos en Cuba. Guevara es un anciano (ya murió) al que pasean bajo palio y que se lamenta de que “La Habana está sumergida en la chusmería y en la vacuidad”. Y El Carmelo languidece en la misma esquina de Calzada con la calle D, víctima del perverso sistema de la doble moneda.
Aquí se impone una pequeña digresión técnica para explicar la insólita política del Banco Central. Los cubanos reciben sus salarios en pesos (veinte dólares mensuales en promedio), pero la moneda nacional sólo sirve en las bodegas de alimentos básicos subsidiados por el Estado, en algunos restaurantes baratos, en lo que queda de los cines, en el transporte público o en las tiendas de ropa reciclada. En cambio, la carne de res, la mayoría de las medicinas, la ropa decente, los televisores, los teléfonos celulares y un sinfín de productos se pagan en cuc o peso convertible, también llamado dólar cubano o chavito, en alusión a los billetes del juego del Monopoly. El caso del pollo es de lo más ilustrativo. El gobierno lo trae congelado de Estados Unidos y lo descuartiza con criterios clasistas: manda los muslos a las bodegas en pesos, y destina las pechugas a las tiendas encuc (oficialmente, “tiendas de recuperación de divisas”; popularmente, chopin). Y sólo los cubanos que reciben remesas de sus familiares exiliados, los empleados de empresas mixtas o los que tienen contactos, formales o informales, con el turismo tienen acceso al cuc, que fue creado en 2004 y equivale a 24 pesos nacionales. El resto de la población, incluidos médicos y maestros, sólo dispone de moneda nacional y pasa verdaderas carencias. La brecha social es cada vez más evidente: hay una nueva clase de cubanos, vinculados al establishment, que gastan en un solo almuerzo en restaurantes de lujo lo que otros ganan en varios meses.
 Regresemos ahora a El Carmelo, donde una camarera nos conduce a una sala lúgubre y destartalada, con neones escasos y tan vacía como las bandejas del autoservicio:–¿No tienen nada?–Sí, bueno, antes era bufé, pero ahora servimos en las mesas.–Nos vamos a sentar afuera, en la terraza.–Sí, pero tiene que ser en este lado, que es pago en divisa. Aquel lado es para moneda nacional.–¿Y qué diferencia hay?–Que en moneda nacional se da comida y bebidas nacionales.Su tono no deja lugar a discusión. Nos sentamos en el lugar asignado, también vacío, lejos de los cubanos que ocupan algunas mesas en el otro lado de la terraza. En el área de pagos en pesos cubanos supuestamente tienen para comer arroz, pollo,sopas...–¿No nos había dicho que de este lado se pagaba en divisa?–En divisa no hay comida, sólo emparedados.–¿Hay pollo en moneda nacional y no hay en divisa?–Así es.–¿Y por qué?–No pregunte. No hay respuesta. No funciona, le digo tal cual nos han dicho.–Bueno, pues tomaremos una cerveza.–¿Cristal o Bucanero?–¿Pero no decía que la cerveza nacional era en el otro lado?–Allí no servimos Cristal ni Bucanero sino otra peor, la que tomamos los cubanos.–¿Pero no es la misma fábrica?–Ese ya es un tema que yo no domino.–¿Y si queremos tomar una Cristal, pero estar sentados con los cubanos?–No se puede porque... las sillas son distintas. Oiga, usted no ha venido pa comel, sino pa hacel preguntas, y aquí no se puede preguntar.Finalmente nos informan que podemos pedir comida en pesos y pagarla en divisas. Nos ofrecen arroz con verdura.Sea. Cuesta imaginarse que aquella terraza desolada, cubierta con plástico verde y amueblada con un puñadode mesas metálicas hubiera sido escenario luminoso de la vida social habanera de los cincuenta y refugio de animadas tertulias. No hay agua en el baño, y los manteles rojos lucen manchas de grasa. La comida es un rancho cuartelero. Ni en el peor de sus presagios hubiera imaginado Cabrera Infante la suerte de su santuario. Y Lezama Lima, visitante ocasional de El Carmelo y connotado glotón, penaría sin consuelo.




3. Réquiem por las librerías“




La Habana era la voz de Lezama”, dice Cintio Vitier, el viejo poeta que se convirtió en un triste paladín del poder hace tres décadas. Mucho antes de dedicarse a la propaganda oficialista, Vitier formó parte de la redacción de la revista Orígenes, fundada en 1944 por Lezama y otros intelectuales. Ese grupo tenía sus tertulias en la cafetería La Lluvia de Oro y la librería La Victoria, ambas en la calle Obispo, en el corazón de La Habana Vieja.“En la diminuta trastienda de La Victoria podía uno asistir a las tertulias del autor de Paradiso. Con su enorme tabaco entre los dedos, se solía imponer con su maravillosa conversación”, cuenta el poeta y sacerdote Ángel Gaztelu, otro de los fundadores de la revista. Y cuando un joven escritor le pedía consejos para sus lecturas, Lezama le contestaba: “Muchacho, lee a Proust.”Hoy nadie pide consejo en las pocas librerías que han sobrevivido al vendaval revolucionario. 
La Victoria, ese “punto de reunión de la intelligentzia cubana”, como la describió el dramaturgo Virgilio Piñera, sigue en el nº 366 de Obispo. Tras muchos avatares, el local, en estado ruinoso, ha retomado su antigua función y vende libros usados, cubiertos de polvo. No hay textos de Lezama, pero sí las Obras completas del Che. Una pareja de nórdicos despistados, conducida por el inevitable jinetero que trabaja a comisión, mira unos carteles del guerrillero y se va sin comprar nada.
La Lluvia de Oro también pervive, un poco más adelante, pero el camarero no sabe quién es Lezama. Una orquesta toca son y salsa para los turistas. Es uno más de esos lugares sin gracia que han proliferado en los últimos años para hacerse con las divisas de los visitantes extranjeros.Sólo en Obispo había ocho librerías-editoriales cuando Fidel Castro entró en La Habana en enero de 1959. Todas habían sido fundadas por españoles, entre ellos un exiliado republicano, y todas fueron “intervenidas” por las autoridades y clausuradas en su mayoría.
 El monumental edificio art decó en la esquina de Obispo y Bernaza, construido en 1935, sigue albergando La Moderna Poesía, pero el buque insignia del mundo editorial cubano se ha convertido en un cascarón vacío. Los escaparates son el reflejo fiel de la política cultural del gobierno. En uno dominan los libros de cocina, astrología, autoayuda o decoración. La presencia de la literatura cubana se limita a los dos tomos de las Obras poéticas de Nicolás Guillén y una novela de la joven escritora Ena Lucía Portela. El otro está dedicado a la chemanía: doce títulos sobre el “guerrillero heroico”, en español, francés e inglés.La Moderna Poesía, como el puñado de librerías de La Habana, es más bien un depósito arbitrario de libros donde los dependientes, todos funcionarios del Estado, se aburren soberanamente a la espera del improbable comprador. La presencia de un manual sobre “estrategias de supervivencia empresarial” desconcierta casi tanto como la indigencia de los estantes de literatura cubana, donde faltan la mayoría de los grandes escritores.Con todo, el establecimiento mantiene la noble función para la que fue creado en 1890. De su socia, la librería Cervantes, con la que llegó a abrir sucursales en Sudamérica, no queda rastro.Y el local de su vecina, Ediciones Montero, creada en 1937 y especializada en temas de derecho, lo ocupa hoy el Comité Militar Municipal. El escaparate está tapado con tela verde, y en el cristal hay una foto del Che. En la acera de enfrente, la Librería Internacional ofrece al Che en todos los formatos posibles y la Ateneo Cervantes está invadida por manuales revolucionarios en desuso de los cinco continentes.
Para los aficionados a la lectura, los libreros de ocasión de la Plaza de Armas constituyen el último recurso. Son una veintena e instalan sus puestos cuatro días a la semana en ese hermoso parque.Un primer vistazo puede ser decepcionante: Fidel, el Che y la Revolución copan las estanterías, por obligado protocolo, pero también por negocio. “A los jóvenes europeos lo que más les interesa son las obras del Che”, comenta uno de ellos. Pero las miles de bibliotecas privadas desmanteladas y vendidas en Cuba dan para mucho, y todavía hoy puede encontrarse alguna pequeña joya. Nada de Cabrera Infante, Reinaldo Arenas o Virgilio Piñera, ni de los autores de la nueva generación, como Leonardo Padura y Pedro Juan Gutiérrez, que viven enLa Habana pero publican en el extranjero. Parapetados en sus puestos, los libreros, que además suelen ser lectores, saben sin embargo dónde conseguir la mercancía prohibida.




4. Los vestigios de Galiano




La calle Obispo, arteria cultural y comercial, hervidero de estudiantes y empleados de banca, de funcionarios y gacetilleros a la carrera, cedió protagonismo en los años cuarenta al distrito de Centro Habana, a espaldas del Capitolio. Las calles Galiano, Neptuno y San Rafael, sedes de los primeros grandes almacenes, se convirtieron en el corazón vibrante de la capital moderna. No hay habanero que no evoque la elegancia de sus tiendas, el brillode los escaparates o las meriendas en las amplias cafeterías.Hoy Centro Habana parece una ciudad bombardeada, con pestilentes contenedores de basura y edificios ruinosos donde se hacinan las familias en cuartos oscuros. En este barrio, en la calle Trocadero, tenía Lezama Lima su casa, convertida en museo hace una década. De haberle tocado vivir en esta época, el escritor, después de haberse quedado con hambre en El Carmelo y sin tertulia en Obispo, habría regresado a su vivienda esquivando las montañas de escombros de los inmuebles vecinos.Pero si hay un lugar que representa la destrucción impenitente de la ciudad, ese es la calle Galiano, otrora “torbellino de curvas, de miradas, de piropos ásperos”, como la describiera Jorge Mañach en sus entrañables Estampas de San Cristóbal. 
 Hacia el Malecón, Galiano está salpicada de desperdicios en charcos lodosos. Viejas farolas, hoy decapitadas, jalonan el recorrido. El antiguo Casino Regina, con su portentosa fachada de azulejos,amenaza con derrumbarse, como el bloque de diez pisos del número 310, que ya ha sido desalojado. Justo al lado estaban los grandes almacenes La Ópera, que se vinieron abajo. En la antigua joyería Montané se ha instalado el Comité de Defensa de la Revolución del barrio, cuyo cometido es delatar a los “enemigos” del régimen.
  Galiano llegó a concentrar catorce establecimientos de alhajas. Del espectacular edificio de EL Trianon sólo queda la fachada, que ampara un solar donde se estacionan los bicicarros. Ribas tiene los portones sellados. De la joyería El Cairo se adivina la ubicación por el rótulo incrustado en el suelo de piedra, bajo los soportales: “El templo de los enamorados”.La otra atracción de Galiano eran los grandes almacenes. El Ten Cents, que la cadena estadounidense Woolworth había abierto en 1924, ofrecía mercancías importadas a módicos precios. “Vendían todo lo que puedas imaginar, cinco plantas con mostradores de vidrio y madera. Era precioso –recuerda Martha, que trabajó como administradora cuando fue intervenido tras la Revolución–. Todo lo desbarataron. Fue tristísimo.” Woolworth explicaba con orgullo en sus folletos la filosofía del comercio a gran escala, que les permitía bajar costes. “Nuestra orientación es beneficiosa para las clases populares, que pueden obtener artículos que antes les eran inaccesibles.” En su lugar, la Revolución ha abierto una gran ferretería en divisas y precios fuera del alcance del cubano. La tienda Trasval ocupa dos plantas y vende artículos de plástico, juguetes, herramientas y pequeños electrodomésticos, en su mayoría made in China. Desde martillos –el más barato, de pésima calidad, a 9.60 cuc (11.50 dólares)– hasta un pequeño y vulgar estante de mimbre, a 55 cuc (66 dólares). La gente acude de visita, como a un planeta de fantasía al que se ingresa después de dejar los bolsos y la identificación en una consigna. Para evitar cualquier descuido, su recorrido es seguido por “cámaras de alta tecnología”, según advierten los carteles. Y a la salida un ejército de fornidos vigilantes registra al cliente.Para evitar tan incómodo marcaje, nada como acudir a una tienda en moneda nacional, que no se llaman tiendas sino “unidades de ventas”. 
 Impagable resulta la que hoy ocupa el local del antiguo Bazar Inglés, puerta con puerta con el Trasval. “Cadena exclusiva. Ropa reciclada de primera calidad”, reza la pintura de la pared azul. Todo es siniestro: desde el maniquí del escaparate a las dependientas, pasando por los desechos que cuelgan de cinco percheros: camisas, pantalones y faldas desgastados, posiblemente restos de las pacas de ropa de segunda mano, procedente de Estados Unidos, que se vende en Centroamérica.Tampoco exigen el bolso ni la identificación en la antigua Berens Moda, en la calle Neptuno, cuyo escaparate merece el paso a la posteridad. Veamos: un “blúmer” (braga), tres tarjetas del Che, dos botellas de desinfectante, una junta de cafetera, un peine sucio, una junta de olla, dos cascos de moto, un sobre de “polvo facial”, una cazuela, dos budas chinos de colores y un cartel que reza “Se arreglan pies y manos. Uñas postizas”. Estos son los reductos de los cubanos sin divisas.




5. Lucha de clases en El Encanto




La joya de la corona de la calle Galiano era, sin duda, los almacenes El Encanto, “más que una tienda, una institución nacional”, como decían los anuncios de entonces. Abierta en 1888 por tres inmigrantes asturianos como una modesta sedería, para 1950 ocupaba ya una manzana entera, en la esquina con San Rafael. Las fotos de la época muestran un edificio moderno de siete plantas, con relucientes escaleras mecánicas, amplios vestíbulos con ascensores y “artísticas vitrinas”. La publicidad no exageraba: la fama de El Encanto, templo del refinamiento y el buen gusto, había cruzado fronteras. Christian Dior visitó en 1956 el establecimiento y le dio en exclusiva la representación de sus productos. 
 El Encanto tenía oficinas de compras en todo el mundo, además de sus propios diseñadores de moda. María Félix y John Wayne encargaban ropa a medida y Tyrone Powerrodó un anuncio del almacén.Todo en El Encanto era moderno: el aire acondicionado perfumado, el sistema de control y reposición de mercancía, la venta a crédito, su mecenazgo cultural y, sobre todo, su política de personal. La filosofía del negocio era implicar al millar de empleados, que recibían los mejores salarios del gremio, contaban con servicio médico y club social y podían seguir cursos de ortografía, contabilidad e inglés.Pepe Solís, Aquilino Entrialgo y Bernardo Solís, los fundadores, “bajaron a la tumba seguros de que El Encanto, proyectado al futuro, enlazaría sus nombres perpetuamente a la obra que ellos iniciaron y engrandecieron”, aseguraba un texto de los cincuenta. 
 Sin embargo, el 13 de octubre de 1960, el nuevo gobierno publicó la ley 890 de “expropiación forzosa de todas la empresas industriales y comerciales”. Las huestes milicianas tomaron control de El Encanto, que se convirtió en escenario “de la lucha de clases que en esos años se apreciaba en toda la sociedad”, según la prensa oficial.El 13 de abril de 1961, exactamente seis meses después de la expropiación, cerrado ya el establecimiento, un humo denso y unas llamaradas empezaron a brotar del segundo piso. El fuego se expandió a toda velocidad. Al amanecer, El Encanto había quedado reducido a escombros. Entre las cenizas, los bomberos recuperaron los restos de Fe del Valle, que esa noche hacía su guardia miliciana. Tres días más tarde, fue detenido Carlos González Vidal, un joven empleado católico que había apoyado la Revolución, pero que repudiaba el rumbo comunista que estaba tomando. Interrogado por la G-2, confesó haber provocado el fuego con dos petacas incendiarias, pero sin intención de causar víctimas.Fidel Castro atribuyó el atentado a la cia. En realidad, el cerebro de ese y otros sabotajes no era otro que un ex colaborador suyo, Manuel Ray Rivero, ministro de la Construcción del primer gobierno revolucionario. Opuesto a la orientación totalitaria del régimen, Ray Rivero había fundado el Movimiento Revolucionario del Pueblo (mrp), en cuya “sección obrera” se integró González Vidal.El joven, héroe para algunos, terrorista y mercenario para otros, fue fusilado el 20 de septiembre de 1961 en la Fortaleza de la Cabaña, donde cientos de cubanos cayeron ejecutados por el régimen castrista. Sus últimas palabras, dicen las crónicas, fueron: “¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cristo Rey!” Y Fe del Valle, heroína para unos, “comunista rabiosa” para otros, engrosó el panteón de los Mártires de la Revolución y tiene una estatua en el parque que hoy ocupa el solar de El Encanto.




6. Y Coppelia desplazó a La Gran Vía




Si El Encanto era “la joya” de La Habana, la dulcería La Gran Vía era el “legítimo orgullo para la industria cubana”, según reza el Libro de Cuba, una gigantesca enciclopedia ilustrada sobre la vida republicana publicada en 1953. Sus fundadores eran también españoles, tres hermanos toledanos que habían aterrizado con lo puesto en Güines, allá por los años veinte. Pero quien mejor puede contar la historia es Bartolo Roque, un anciano enjuto y vivaracho de 78 años cuya vida está unida a La Gran Vía;
 “Allí entré chamaquito, con 16, como ayudante de caja. Ellos eran pichones gallegos. El mayor era José García Moyano. Pedro era el más chico. Y Valentín, el mediano. Empezaron haciendo dulces de bodega para los comercios del área campesina. Tenían gran aceptación, porque trabajaban sabroso. Yo fui a verles. Me recibió Pepe. Dígole: quiero aprender un oficio. Díceme: Ven pa ca. Empecé fregando latas, y luego me pusieron con el maestro repostero. Me formé como dulcero en poco tiempo, porque me gustaba y aprendí rápido.”La fama de los dulces se expande por la isla y en los años cuarenta deciden dar el salto a La Habana. Allá se instalan en la calle Santos Suárez. “El negocio marchaba muy bien, así que compraron el solar de enfrente, toda una manzana, e hicieron un parqueo y una tienda, que inauguraron en 1952. Éramos 120 trabajadores.”Bartolo saca una carpeta de viejas fotos. Una pastelería reluciente y luminosa. Las cocinas con los hornos. Cinco elegantes señoritas muy atareadas recogiendo encargos por teléfono. Flota de camionetas de reparto, con sus choferes uniformados. Bartolo haciendo un pastel. Y en otra, 37 operarios y ayudantes, todos con largos delantales y gorros blancos, posan frente a incontables pasteles de nata. “Hacíamos de todo: tartaletas de guayaba y queso, pasteles de carne, pero los cakes eran la gran especialidad. Traían la leche en cántaros, para hacer la nata. La Habana entera compraba allá.” Debe de ser cierto, porque no hay habanero de cierta edad que no suspire y mire al cielo cuando se menciona La Gran Vía.En la siguiente foto, unos dirigentes sindicales hablan a los empleados desde una tarima. “La pastelería fue intervenida muy pronto –recuerda Bartolo–. Los hermanos se marcharon en 1959 a Puerto Rico. Muchos maestros dulceros también se fueron.” Bartolo no. Él apoyó la Revolución y siguió trabajando hasta1984, cuando se alistó en la zafra y un accidente lo dejó con una mano paralizada y una magra pensión de invalidez. “Después del accidente, seguí trabajando como voluntario. No era fácil.” Tesonero como es, dio clases en la escuela de dulcería. Y hoy, ya viudo, acude cada día a la tienda a ayudar en lo que puede.La Gran Vía conserva su local, a unas cuadras de la casa de Bartolo, con el mismo rótulo y el cartelito de madera del año de la fundación. Ahí terminan las similitudes. La otrora rutilante calle Santos Suárez es un estercolero, con la basura apilada alrededor de contenedores a rebosar. En el interior, lleno de humo, unos clientes beben cerveza. Los vecinos compran chucherías, cigarrillos y latas de refrescos. Todo en divisas.El “Mural de Emulación” destaca a los mejores trabajadores, agrupados por “brigadas”. Las vitrinas refrigeradas han dejado paso a cuatro mostradores con cakes de intensos colores amontonados en cajas y cuatro bandejas de pastelillos. “No se hace lo que se debe hacer porque carecemos de materia prima”, dice Bartolo, que culpa de inmediato “al bloqueo”. La animadversión hacia Estados Unidos no se ve matizada por el hecho de que tres de sus seis hijos se hayan marchado allá, y que le ayuden a completar su pensión de 240 pesos mensuales (12 dólares). “Mi mujer fue alguna vez a visitarlos, pero yo no. Yo, como decía el Che, no quiero ni tantito así con ellos.”Como maestro repostero, en los años cincuenta, Bartolo ganaba 81 pesos al mes. “¡Y entonces el peso valía más que el dólar, era una moneda fuerte y reconocida en todo el mundo! –dice sin poder disimular el orgullo–. Entonces, claro, comprábamos más cosas y vivíamos mejor. Mi padre era agricultor, ganaba 40 céntimos la jornada y con eso le daba pa comprar comida pa dos días. Hoy, como todo viene desde China, tiene que salir más caro. A ver si Obama arregla el bloqueo.” El anciano combina su profesión de fe revolucionaria con destellos de nostalgia. “Los dueños eran buena gente. Eran los que mejor pagaban de las dulcerías y se portaban bien con los empleados: te resolvían problemas, te hacían préstamos.” 
 En el Libro de Cuba, los propietarios de La Gran Vía, quizá por sus propios orígenes, dejan patente su rechazo a cualquier connotación elitista: “En esta casa no hay preferencias clasistas. Igual se hace un cake por valor de 1.50 pesos que otro de 500. Todos ellos de la mejor calidad. Lo mismo acuden a la casa los ricos y gentes de la alta sociedad que personas modestas y de condición humilde.”Pero como, en la nueva Cuba, sólo el Estado revolucionario podía contribuir a la felicidad del pueblo, las autoridades se apoderaron de La Gran Vía y decidieron crear su propio símbolo: la heladería Coppelia.
 Al poco tiempo de abrir sus puertas, en junio de 1966, el lugar había adquirido tal fama que cualquier extranjero de visita en La Habana no podía obviar una parada para saborear alguno de los veintiséis sabores en oferta. “Fidel me manda helados Coppelia”, alardeaba Hugo Chávez hace un año. Había hecho lo propio con Ho Chi Minh en los años sesenta, en aras de la solidaridad con Vietnam. 
 Con su forma de platillo volador, rodeado de jardines, Coppelia ocupa dos mil metros cuadrados en pleno corazón de La Habana y tiene capacidad para atender a mil personas a la vez. Fue un encargo de Fidel Castro y se construyó en apenas seis meses. 
La “Catedral del Helado”, que inspiró el título de la más famosa película cubana, Fresa y chocolate, es apenas la sombra de lo que fue. Desde fuera, todo parece igual. Día tras día, de diez de la mañana a diez de la noche, miles de personas, jóvenes en su mayoría, esperan su turno durante horas bajo el sol o la lluvia. “Es que no hay otro lugar en moneda nacional donde sentarse con los amigos o la novia –dice Miguel–. El helado es pura escarcha (agua congelada), pero se pasa el tiempo.” Nadie se queja cuando los guardias de seguridad dan la prioridad a los extranjeros. Nos derivan a una parte más tranquila, un espacio recoleto con una pancarta del Che y media docena de mesas, casi todas libres. Aquí se paga en divisas. ¿Son los mismos helados? “Nooo, este es mucho mejor que el helado nacional y hay más variedad”, nos asegura el dependiente.Ese día sirven chocolate, avellana, naranja-piña y vainilla. Bastante mediocres. Y a precios altos: 3 cuc (3.60 dólares) por dos bolas. En el sector en pesos sólo hay naranja-piña. Cinco bolas cuestan cinco pesos (0.25 dólares), o sea, veinte veces menos. ¿Cuál es la diferencia entre los dos productos? “Los helados de moneda nacional –nos explican– vienen de otra fábrica que se llama Varadero y están hechos con leche en polvo y saborizantes. Los de divisas son de crema de leche y fruta.”Colas y escarcha insípida para los cubanos; prioridad y helado cremoso para la “élite” con divisas. ¿Dónde quedó la “igualdad” que justificó la construcción de Coppelia? . Joseluisito lo explica mejor que nadie en un blog en que los jóvenes manifiestan su solidaridad con Gorki Águila, el roquero encarcelado en dos ocasiones por ridiculizar al hasta ahora intocable “Coma Andante”. “Coppelia –escribe Joseluisito– es el símbolo perfecto de la dictadura socialista. La colectivización, la rebañización, todos al mismo lugar para comer los helados, pobres, mal hechos,con cucharas socialistas, con silencio castrista, todos obligados a sentarse en las mesas que no puedes escoger, todos haciendo colas, todos discriminados, cubanos de un lado, extranjeros del otro. Yo quería sentarme donde me daba la gana, harto de esas colas interminables, quería poder sentarme en cualquier cafésin que nadie me dijera dónde, libre. Esa enorme heladería colectivista me da asco.”




7. Pantomima revolucionaria




30 de diciembre de 1958. Vísperas de la toma de La Habana por los revolucionarios. El Diario de la Marina anuncia: “Aumentan las exportaciones de frutas y vegetales a Estados Unidos. [...] También se han reportado grandes embarques de dulces y confituras [...], de carnes y pescados.”31 de mayo de 2007, año 49 de la Revolución. El órgano oficial Granma informa: “Empresarios estadounidenses concertaron la venta a Cuba de 318,000 toneladas de alimentos y otros productos agrícolas [...]. El 95% de esas importaciones tiene como destino la canasta básica de la población.”Noviembre de 2008, año 50 de la Revolución. Lisette, militante revolucionaria de toda la vida, se lamenta: “Boniato,boniato y boniato. No hay más que boniato. No hay yuca, la fruta bomba (papaya) está amarilla; la piña, ácida. Los tomates, verdes. Las zanahorias, negras. No hay lechuga. Hoy sólo he encontrado acelga.”Lisette está avinagrada porque no encuentra lo que quiere en el mercado de la calle 14. El desabastecimiento es generalizado y, para “resolver” la comida de cada día, hay que recurrir a la “bolsa negra”, a precios mucho más altos. El mercado de la calle 19, el mejor, ofrece un poco más de variedad: un puesto de berenjenas de aspecto muy cansado, otro de berros y otro con tres manojitos de espinacas. La culpa, esta vez, la tienen loshuracanes. En el agromercado de la calle 17 con K, en la parte más noble del antiguo barrio burgués del Vedado, el espectáculo es desolador. Boniatos, otra vez. Minúsculas cabezas de ajo a un peso cada una. Pepinos marchitos.El único mercado bien surtido lo hemos encontrado en la calle Cuba, delante de la iglesia de Belén. Tiene puestos de jamones y salchichones, lomos de res, quesos, estupendos tomates rojos que no se ven en ningún otro lado, plátanos, cocos...Es un atrezo, todo de plástico. Estamos en pleno rodaje de una coproducción hispanocubana sobre la juventud de José Martí. “Se va a llamar El ojo del canario”, explica un extra vestido con harapos, acodado en una esquina.El gran país agrícola que siempre fue Cuba producía en 1958 casi el 80% de los alimentos que consumía la población y era el principal proveedor de hortalizas y tubérculos para Estados Unidos. Hoy es al revés: la isla importa más del 80% de la canasta básica de sus habitantes, sometidos además a una dieta austera y desabrida. La Revolución ha destruido el campo y no ha desarrollado la industria. Cuba vive –muy mal– delturismo, de las exportaciones de níquel, de las remesas de los exiliados y de los subsidios, soviéticos hasta 1991 y venezolanos desde 1999, que compensan el enorme déficit de la balanza comercial.Ante las pruebas fehacientes de su fracaso en todos los sectores, el régimen se ha dedicado a crear una Cuba virtual, de presente heroico y pasado miserable. Los medios de comunicación, el cine, los libros, las escuelas y las universidades, los centros de investigación científica y los museos son instrumentos de propaganda de la llamada “batalla de ideas”, que consiste en fabricar “los logros” de la Revolución. Las “dificultades”, el eufemismo para hablar del hundimiento de la economía, las achacan todas al “bloqueo criminal y genocida impuesto por Estados Unidos a Cuba”. ¿Cómo justificar entonces que “el imperio” sea desde 2003 el principal proveedor de productos alimenticios de la isla, con ventas de 600 millones de dólares al año? A los cubanos de a pie no hay que explicarles nada. Saben que el embargo comercial, decretado por Washington en 1962en el contexto de la Guerra Fría, ha perdido gran parte de su vigencia y que La Habana lo utiliza como cortina de humo para desviar hacia otros la responsabilidad del naufragio.Los subterfugios estadísticos y el valor ficticio de la moneda nacional han ocultado la realidad durante décadas, pero ya nadie se cree los datos oficiales, cuando los hay. El desastre es demasiado obvio. Los indicadores socioeconómicos que ilustran el hundimiento del país están a mano en las páginas web de las organizaciones internacionales y de los centros especializados.Baste señalar que en los años cincuenta, con seis millones de habitantes, Cuba era la tercera potencia económica de América Latina, después de Venezuela y Uruguay, y la trigésima en el mundo. Hoy, la economía cubana es la penúltima del continente, sólo por delante de Haití, y la número 140 en la clasificación internacional.Un repaso de la prensa de antes de la Revolución –había cerca de cien publicaciones en el país, incluyendo unos veinte diarios en La Habana, en español, chino e inglés– da una idea de la prosperidad económica en esa época, más allá de los tradicionales clichés sobre la mafia y la prostitución. La sección de “clasificados” del Diario de la Marina –unas diez páginas cada día–, es particularmente ilustrativa, tanto en “Alquiler de casas”, como en “Venta de automóviles” o “Empleos”.“Se ofrece matrimonio español sin hijos, juntos o separados, ella para cuartos, sabe lavar y planchar, ropa fina, y él para el comedor. Buenas referencias.” Anuncios como este, publicado el 12 de diciembre de 1958, aparecían todos los días en “el periódico más antiguo de habla castellana”, fundado en 1832 y expropiado en 1960 (no le sirvió de mucho ponerse “a la orden de la Revolución y de su líder máximo”). Los inmigrantes españoles competían por los empleos domésticos con la población negra. Coincidían en la misma página las ofertas de trabajo para una “cocinera color”, una “muchacha parda” o una “manejadora española experiencia cuidar bebitos”. En la primera mitad del siglo xx Cuba fue un imán de trabajadores españoles. En 1958 el ingreso por habitante en la isla duplicaba al de la antigua metrópoli. Había desigualdad y mucha miseria en el campo, es cierto, pero también “una gran movilidad social, y el país progresaba económicamente a pesar de los políticos y de la dictadura”, recuerda el editor Pío Serrano, que apoyó la Revolución antes de exiliarse a Madrid en 1974. A partir de 1959 el nuevo régimen decreta la igualdad y acaba con la economía. Cuba se derrumba, mientras España entra en el círculo virtuoso del progreso: el ingreso por habitante alcanza rápidamente al de la antigua colonia y actualmente lo supera siete veces (27,000 dólares frente a 4,000).Si el 25 de marzo de 1952 los diarios cubanos informaban que España había “suprimido el racionamiento de pan”, en Cuba el racionamiento es hoy la regla. No hay prensa que no sea oficialista, no hay anuncios clasificados, no hay ofertas de trabajo. En cambio, hay más de 60 mil médicos, la mitad de ellos en “misiones internacionalistas”.Cuba “vende” sus médicos a cambio de petróleo venezolano y no tiene medicinas ni ambulancias para su propia población, pese a lo cual mantiene vivo el mito de la superioridad de la Revolución en materiade salud. Desde que Carlos Finlay descubriera, a finales del siglo xix, el modo de transmisión de la fiebre amarilla, Cuba siempre ha sido una potencia médica en América Latina. En 1952 la isla ya tenía la tasa de mortalidad infantil más baja de todo el continente y también la esperanza de vida más alta.Había 37 hospitales generales en todo el territorio, y en 1954 fue inaugurado en Topes de Collantes (sierra del Escambray) un centro ultramoderno para tuberculosis que ayudó a acabar con la enfermedad y que, como tantas otras cosas en Cuba, está hoy abandonado.“Esta revolución ha llevado al país cincuenta años atrás –comentaba una vecina de Santos Suárez–. Han logrado tres cosas: destruir todo lo que había construido el capitalismo, romper las familias y acabar. Todas las revoluciones destruyen para construir un orden nuevo. Los dirigentes cubanos, escribió el arquitecto comunista italiano Roberto Segre, se propusieron “borrar las imágenes formales de la sociedad anterior, [...] destruir los símbolos existentes de la estratificación social” y “manifestar visiblemente la capacidad creadora implícita en el pueblo en acción”. El problema es que olvidaron la segunda parte. Si el éxito de una revolución se determina por lo que construye sobre las cenizas del anterior régimen, la cubana es un fracaso lamentable. Su “capacidad creadora” se ha circunscrito a los bloques prefabricados soviéticos o las viviendas chapuceras de las “microbrigadas” de voluntarios, los hoteles de lujo para turistas, ungigantesco mausoleo para el Che, “el primer monumento a Lenin en América” y muchas cárceles. Donde antes había centrales azucareras, fábricas, empresas, tiendas o cines, hoy sólo quedan vestigios, testigos mudos de la pujanza creativa del pasado y del empeño destructivo de un caudillo megalómanoque ha dedicado su vida a “la construcción de ruinas”, según el luminoso oxímoron acuñado por el escritor cubano Antonio José Ponte en su libro La fiesta vigilada (2007).La Habana se llevó la peor parte. La Revolución se ensañó con ella porque representaba todo lo que odiaba. La Habana efervescente de las mil tertulias literarias, abierta a la cultura y a la inteligencia, que recibía a Einstein, a la Pavlova o a María Guerrero; la capital mundial del ajedrez de la mano de Capablanca,la capital de la arquitectura que atrajo a Mies van der Rohe, Franco Albini o Walter Gropius... Aquella ciudad innovadora es hoy un fantasma gris.La Revolución intenta ahora devolverle un poco del esplendor de antaño convirtiendo a La Habana Vieja en un decorado de cartón piedra para el turista. “Esto no tiene arreglo”, se lamentan los cubanos. La xpectaciónpor las reformas anunciadas por Raúl Castro al sustituir a su hermano se ha diluido ante la evidencia. “Fidel sigue mandando y todo está paralizado”, reconoce Gustavo, cuyas simpatías por el régimen no le han borrado el pragmatismo. Todos, castristas y anticastristas, confían en que ocurra algo, pero medio siglo de represión y castración política han hecho del cubano un pueblo apático. “Lo mejor –dicen– es no coger lucha, porque esto se va a caer por su propio peso.” Y expresan su hartazgo a través de una permanente huelga de brazos caídos, escribiendo un blog o huyendo en una balsa. Mientras, siguen esperando el regresode los Reyes Magos, tal y como lo había anunciado en la prensa cubana la juguetería de los Almacenes Ultra: “Imposibilitados de llegar a todos los hogares en su fecha tradicional, con motivo de la situación nacional que ha devuelto la libertad a Cuba, los Reyes Magos prometen su visita el sábado 10 por la noche.” Fue el 8 de enero de 1959, y aún no han vuelto. ~
Bertrand de la Grange y
Maite Rico
Letras Libres.
tomado de

viernes, 9 de agosto de 2013

Cuba duele, duele y seguirá doliendo

Generación del Picadillo de Soya hace memoria

| Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Tal vez en el momento que  el lector lea estas  líneas,  se  está conmemorando  los veinte años exactos del inicio del período especial, la marca mayor  infligida a la historia de Cuba en la última centuria.
Comenzó  en agosto del 1993, cuando el ex secretario del Consejo de Ministros Carlos Lage  anunció que la economía cubana tocaba  fondo,  y con ella los preceptos y las actitudes. Los estantes empezaron a vaciarse. El valor del  peso cubano se volvió una broma cuando  salió  el dólar a  la luz,  para convertirse  en el sueño y la pesadilla a la vez.
La tenencia del dólar fue perseguida como  un virus. Se decomisaban todos los dólares  ocupados a los individuos. A algunos les impusieron  condenas largas. Fue despenalizado en  1994  por la presión popular del “maleconazo”  y   paradójicamente   algunos de los sancionados aún siguen  presos, porque durante la condena se  complicaron con  delitos inherentes a la cárcel.
La verde cara de Washington,  viajó  de mano en mano con suma premura por esos días,  con  sigilo, con susto, escondida en las medias o los zapatos, detrás del tanque del retrete o aprisionada dentro del calzoncillo. Había que encontrar  un extranjero,  que se dignara a  comprarnos en las tiendas los productos prohibidos.
Utilizando el argot popular,  podemos decir que muchos cubanos se transformaron en ratas. Comían desperdicios, hurgaban en los latones de basura,  engullían pizzas que en vez de queso llevaban condones derretidos y también “bistecs” empanizados de colcha de trapear, según leyendas urbanas de la época. La capacidad de  depredación  llegó a niveles límites. Perros,  gatos,  auras,  totíes,  morena de mar. Hasta el pez león,  una extraña especie del océano Índico  que  osó acercarse  a la orilla de un  país  donde se libraba una batallaba campal por la supervivencia. Fue extinguido.
Los vagabundos pulularon, igual que dementes y suicidas. En la sociedad comenzó a crecer y desarrollarse la enfermedad  del alcoholismo, como vía de escape contra  los caminos sin salidas. El  alto costo de la vida obligó  al  padre de familia que no podía comprar  ron bueno para olvidar sus penas,  a beber alcohol de farmacia. Apareció  una maquinaria  clandestina de producción de barbaridades  como  chispa de tren,  gualfarina,  calambuco. Aquellos  borrachos  frustrados,  sin  fuerzas  ni carácter,  ni  incentivos para educar a sus hijos, no los atendieron  y  ellos,  desde temprana edad perdieron cualquier esperanza de futuro y siguieron a sus padres por el camino del alcohol,  acabando con sus destinos.
Algunos la llaman la Generación del Picadillo de Soya, que  disparó a cifras incalculables la estafa y el robo de carteras. El trapicheo, la venta ilícita.  Impusieron dos monedas, una débil con la que  pagaba el estado  los  salarios  y una insultante con la que se compraban las cosas. De repente todo tuvo   un precio  altísimo en el mercado negro. Una pecera  sin uso en un rincón llegó a costar ochocientos pesos y una libra de arroz cincuenta y cinco. La inflación.
En el campo se cambiaba una tonga de ropa usada por un carnero, así como un par de botas por un puerco. Muchos individuos caminaban en caravana  por  los campos de Pinar del Río como zombis, cambiando jabón y  detergente por arroz viandas. El trueque.
Antes que se liberara el mercado agropecuario en el 94,  en Marianao había que hacer una cola desde la noche anterior  para comprar carne cuando alguien mataba un puerco en el barrio.
Para  subir a un  ómnibus se escenificaron verdaderas  tramas de películas trágicas.  El  aceite destinado a la producción de pan y dulces se vendía en el mercado negro, también  la sal, el azúcar, y cualquier cosa que reportara dinero. Los trabajos más buscados fueron  aquellos  donde se pudiera robar, o cargar  comida. El jineterismo instauró una verdadera revolución en la concepción de la familia.  Viajar al extranjero se convirtió en una condición de vida.
Los puestos de trabajo en  los centros laborales donde se operara con turismo, adquirieron  precios.   Operador de una gasolinera:  trescientos dólares;  dependiente en una tienda de divisas: doscientos; cocinero: cien. La diferencia en las posibilidades para enfrentar  la crisis, entre de los que podían acceder al dólar, ahora  cuc, y los que debían inventar para conseguirlos se  abrió como una brecha  en la identidad cubana.
En 1997,  el ex secretario  Lage  dijo, en una aparición en público, que la economía cubana había terminado de tocar fondo y  comenzaba a subir. Luego Machado Ventura y Marino Murillo lo han ido repitiendo muchas veces,  pero  la realidad  aún espera por el milagro a la alza.  Hoy la mitad de los hombres en edad laboral, que son los llamados a propiciar la  emersión,   “trabajan”   sentados  en un taburete en  las puertas  de sus casas, vendiendo barajitas confeccionadas por cuentapropistas con materiales robados  al estado, o traídas del extranjero por mulas.
Una medalla merecemos, por empeñarnos en sobrevivir durante estos absurdos veinte años “especiales”.
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¿Cómo ven su futuro los cubanos?

| Por Martha Beatriz Roque Cabello
LA HABANA, Cuba,  agosto, www.cubanet.org. La Red Cubana de Comunicadores Comunitarios llevó a cabo un sondeo, el 30 de julio, en tres municipios de La Habana (San Miguel del Padrón, Centro Habana y 10 de Octubre) y en Güira de Melena en la provincia de Artemisa.
La muestra tomada fue de 105 personas, aleatoriamente entrevistadas en la calle. A los que llevaron a cabo la tarea fueron preparados con antelación. El margen de error se calculó del 5 por ciento.
Para la pesquisa se dividió a los encuestados en 4 grupos de edades, entre 18 y 30 años, 31 y 45, 46 a 60 y más de 60 años; también se determinó el sexo. La única pregunta a responder: ¿Cómo ve su futuro?
El número de personas contactadas por edades y sexo, resultó de la siguiente forma:
Entre 18 y 30: 48
Entre 31 y 45: 30
Entre 46 y 60: 21
Más de 60 años: 6
Mujeres: 51
Hombres: 54
A continuación se muestran algunas de las respuestas, por sexo y grupos de edades, que tipificaron el estado de opinión:
Hombres entre 18 y 30 años
- A 90 millas para ejercer mi profesión de ingeniero.
- En el norte junto a mi familia de Miami.
- No pienso en el futuro, vivo al día.
- Si siguen apretando, en prisión.
- Depende de las amistades y lo que pueda conseguir.
- Con la guataca en el campo para poder sobrevivir.
- Cuando me gradúe pienso que mejorará algo.
- No lo sé.
- Eso depende de mí.
Mujeres entre 18 y 30 años
- No tengo futuro, soy hija de pobres.
- Los únicos que tienen futuro son los hijos de Fidel y Raúl.
- Ser cantante e irme para la Yuma.
- Luchar en la Yuma para fiestar.
- Lo que me depare la vida.
- Mi futuro es empatarme con un Yuma.
- Si las cosas salen bien, prospero.


Hombres entre 31 y 45 años
- En este país no hay porvenir ni futuro.
- Aquí no existe futuro.
- Es incierto.
- Mi futuro en este sistema es negro, negrísimo.
- Mi futuro aquí es malo.
- Mi único futuro es estar en los Estados Unidos.
Mujeres entre 31 y 45 años
- En Cuba no hay futuro.
- En Cuba no veo mi futuro.
- Rezo todos los días para que dé un vuelco mi vida y todo lo que me rodea, todo.
- Mi futuro es impredecible.
Hombres entre 46 y 60 años
- Donde me encuentre, aquí no tengo ninguno.
- Nuestro futuro está en manos yanquis.
- En Cuba no hay futuro para mí.
Mujeres entre 46 y 60
- Pasar mi vejez con tranquilidad.
- Donde no hay libertad no hay futuro.
- En constantes cambios.
- Mi futuro está en Miami.
Mujeres más de 60 años
- Es incierto, no existe.
- Se quedó en el pasado.

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jueves, 8 de agosto de 2013

Declaraciones de Jorge Luis García Pérez, Antunez, en Miami

  "El cambio debe venir del pueblo, y no vamos a esperar que el régimen que tanto ha matado, oprimido y asesinado venga a dictarnos las pautas del cambio que queremos", exclamó.
     Antunez llama a paro Nacional en Cuba
"Va a ser un proceso gradual, paciente y arduo. No pensamos en paralizar al país mañana".
El líder opositor cubano Jorge Luis García Pérez "Antúnez".
El líder opositor cubano Jorge Luis García Pérez "Antúnez".

El líder opositor cubano Jorge Luis García Pérez "Antúnez" llamó hoy en Miami (Florida) a un "gradual" Paro Nacional en Cuba que paralice las "estructuras del régimen castrista" y le "prive" de su capacidad de represión del pueblo.
    
Como continuación de la campaña de resistencia y de no cooperación con el régimen comunista cubano, esta iniciativa del Paro Nacional ha tenido ya su reflejo, según dijo "Antúnez", en el "abstencionismo" que se registró en 2012 en las votaciones para las Asambleas municipales del Poder Popular.
    
"Va a ser un proceso gradual, paciente y arduo. No pensamos en paralizar al país mañana", pero se trata de una iniciativa que ha sido clave para la resistencia cubana de dentro y fuera de la isla, señaló "Antúnez" en una conferencia celebrada en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos.
    
El exprisionero político y líder del Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo llegó a Miami el domingo pasado junto con su mujer, Yris Pérez Aguilera, en su primera salida fuera de la isla.
    
Resaltó con optimismo que el denominado Paro Nacional está logrando "movilizar al pueblo" cubano para que se adhiera a los movimientos opositores que exigen un cambio democrático en la isla, para lo que es de vital importancia el respaldo del exilio.

"El incremento de las protestas y la simpatía del pueblo por la oposición" se ha ido haciendo más visible. "Nunca como antes ha estado tan cerca la libertad de Cuba", afirmó el disidente cubano de 49 años.
    
La salida del líder opositor se produce en el marco de la nueva reforma migratoria que ha flexibilizado los movimientos de los cubanos fuera de la isla y que ha permitido salir ya a disidentes como la líder del movimiento opositor cubano Damas de Blanco, Berta Soler, Guillermo Fariñas o Yoani Sánchez.
    
Pero, para "Antúnez", se trata sólo de una "maniobra y estrategia del régimen" para "confundir" a la comunidad internacional y la opinión pública con un mecanismo "maquiavélico" de mera apariencia reformista.
    
"Esto que les estoy diciendo ahora a ustedes, si lo digo en Cuba me cuesta golpizas", aseguró este disidente que estuvo preso 17 años.
    
"Sólo quieren legitimar y dar continuidad a la dictadura", hizo hincapié el disidente, quien criticó el periodismo domesticado que desarrollan a menudo los medios extranjeros en la isla.
    
Así, por ejemplo, "hay un evento oficial y los medios son los que lo promueven, como si al pueblo de Cuba le importara. Al pueblo cubano le importa un bledo", porque sólo es para "la represión y el continuismo" del sistema, dejó claro.

La resistencia cubana está convencida de que el "cambio debe venir del pueblo, y no vamos a esperar que el régimen que tanto ha matado, oprimido y asesinado venga a dictarnos las pautas del cambio que queremos", exclamó.
    
De igual manera, calificó de "trampa" para retener el poder la llamada "actualización" del modelo económico socialista, una serie de reformas emprendidas bajo el Gobierno del general Raúl Castro.
    
"Son trampas. No hay ninguna actualización ni la queremos. Al cubano sólo le interesa la libertad", apostilló el opositor, quien aseguró que la pretendida división de la oposición interna que circula fuera de la isla es una afirmación falsa.
   
Sobre los comentarios de Ángel Carromero, el dirigente español de Nuevas Generaciones del gubernamental Partido Popular (PP) que afirmó recientemente en una entrevista con el diario El Mundo que "los servicios secretos cubanos asesinaron a disidente Oswaldo Payá", aseguró: "Todos los opositores en Cuba estamos en peligro de muerte".
    
"Lo que le hicieron a Payá y (Harold) Cepero es poco para lo que es capaz de hacer el régimen. El asesinato de Payá es una manifestación más del sistema perverso que impera en Cuba y no será nada extraño que al regresar a Cuba nos pudiera suceder algo", alertó.

¿Es Guillermo Fariñas protagonista y / o parte del cambio fraude que se está gestando en Cuba?

La verdad no sé, pero sus palabras como portavoz de la UNPACU me hacen dudar de sus verdaderas intenciones y de sus compromisos con la causa de la libertad de Cuba.

Jaime Bayly entrevista a Guillermo Fariñas, a quien considera "el Nelson Mandela de Cuba".
Al final de la entrevista, parte 4/4,  minuto 8: 23
Bayly, a modo de cierre pregunta:
- ¿Cuál es tu sueño en Cuba  y cual es el sueño de la UNPACU.
Fariñas, responde (textualmente)
La UNPACU, la organización de la cual es vocero " es una alianza, organización que está aspirando a aglutinar a la mayor cantidad de opositores pacíficos dentro y fuera de Cuba, para que, en el momento en que Fidel y Raúl Castro desaparezcan , por vías naturales, del escenario político cubano, de pronto, nosotros estemos unidos y seamos tenidos en  cuenta, porque sino, tanto a los exiliados como a los disidentes nos van a ignorar sino estamos unidos, como ocurrió en Rusia y en Bielorusia..."   (corte brusco  del programa. Posiblemente al entrevistador no le gustó del todo esa respuesta de cascarita de piña podrida).

Me pregunto:

¿Sabe Guillermo Fariñas cómo se está preparando la cúpula del poder para ese desenlace natural? ¿Conoce los planes, proyectos, programas, etc, de las fuerzas gobernantes,  influyentes y determinantes que se están atrincherando para la etapa del post castrismo, del socialismo cubano sin los hermanos Castro Ruz?
 ¿A quién o a quienes se refiere Fariñas cuando dice: "nos van a ignorar sino estamos unidos, como pasó en Rusia y en Bielorusia "

Esperanza E Serrano

Guillermo Fariñas en el programa de Bayly 4/4



miércoles, 7 de agosto de 2013

Así andan las cosas por Venecuba o Cubazuela



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ELECCIONES 2013 | El excandidato deberá pagar Bs. 10.700

TSJ multa a Capriles y le pide a la Fiscalía que lo procese por ofenderlo

A la Sala Constitucional no le agradó que el excandidato presidencial la acusase de favorecer al presidente Nicolás Maduro con los fallos que dictó en enero y marzo, en los cuales le permitió asumir la Presidencia y ser candidato al mismo tiempo.

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La Sala Constitucional del TSJ multó con 100 U.T. a Henrique Capriles por ofenderlo (AVN)
JUAN FRANCISCO ALONSO |  EL UNIVERSAL
miércoles 7 de agosto de 2013  04:26 PM
Caracas.- El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) no sólo rechazó los recursos contencioso electorales que el excandidato presidencial opositor, Henrique Capriles Radonski, interpuso contra los comicios presidenciales del 14 de abril, sino que además le impuso una multa de 100 unidades tributarias (10.700 bolívares) y le solicitó al Ministerio Público que lo procese por ofenderlo.

La sanción y las petición figuran en la sentencia 1.115, en la cual la Sala Constitucional desechó el recurso contencioso electoral con el cual el Gobernador de Miranda esperaba que se dejara sin efecto totalmente el proceso comicial que oficialmente perdió contra el aspirante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro, precisamente "por contener conceptos ofensivos e irrespetuosos en contra de esta Sala y otros órganos del Poder Público".

En su escrito Capriles señalaba que el proceso comicial estuvo viciado por cuanto el Consejo Nacional Electoral (CNE) no atendió ninguna de sus denuncias sobre abusos cometidos por el oficialismo durante la campaña o porque la misma intérprete de la Carta Magna con las decisiones que adoptó en enero y marzo pasado terminaron favoreciendo a su contrincante, al permitirle ejercer la Presidencia y ser candidato al mismo tiempo una vez ocurrido el fallecimiento del presidente Hugo Chávez.

"En vista de la gravedad de las ofensas y términos irrespetuosos que el demandante vertió en su escrito, esta Sala Constitucional estima necesario remitir al Ministerio Público, como titular de la acción penal, copia certificada del presente fallo y del escrito presentado por la parte actora, con el objeto de que realice un análisis detallado de dichos documentos e inicie las investigaciones que estime necesarias a fin de determinar la responsabilidad penal a que haya lugar", se lee en el documento.
.....

La MUD acudirá a instancias internacionales por ilegitimidad de sentencia

Aseguró Ramón José Medina que el TSJ dijo que "no había argumentos suficientes, pero 49 de las 59 páginas de la sentencia se dedican a hacer un resumen de todas y cada una de los argumentos que dimos. Es una contradicción".

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Medina señaló que el Gobierno pretende judicializar la política (TV)
VÍCTOR LA CRUZ |  EL UNIVERSAL
miércoles 7 de agosto de 2013  07:50 PM
Caracas.- El secretario ejecutivo adjunto de la Mesa de la Unidad (MUD), Ramón José Medina, anunció que una vez agotadas las instancias internas que rechazaron la impugnación asistirán a la Organización de Estados Americanos, Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Justicia  al Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Medina señaló que "a pesar del detalle de las argumentaciones avalados por organismos como el Centro Carter, (el TSJ) dijo que no había argumentos suficientes para entrar a conocer de los recursos planteados".

"Dijeron (el TSJ) que no había argumentos suficientes, pero 49 de las 59 páginas de la sentencia se dedican a hacer un resumen de todas y cada una de los argumentos que dimos. Es una contradicción", aseguró.

La política no debe ser judicializada
"Cualquier venezolano es libre de criticar las decisiones de cualquier tribunal, entre ellos el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sin que ello constituya consecuencias de tipo lega o penal", dijo con relación a la petición que hicieran los magistrados para procesar a Henrique Capriles por supuestamente emitir conceptos ofensivos e irrespetuosos en contra de la Sala Constitucional y otros órganos del Poder Público.

Medina señaló que "pretenden judicializar la política". Asimismo, aseguró que no hay nada que pueda constituirse en delito en el caso de las declaraciones de Capriles.

A propósito del caso de la inhabilitación de David Uzcátegui, pidió tranquilidad a los vecinos y afirmó que "le garantizamos a la gente de Baruta que vamos a tener candidato en ese municipio".

Durante la rueda de prensa estuvo acompañado por Liliana Hernández, miembro de la MUD y Gerardo Blyde, alcalde de Baruta.

lunes, 5 de agosto de 2013

¿Ahora? ¿Por qué no lo dijo antes?




 
Angel Carromero: "Los servicios secretos cubanos asesinaron a Oswaldo Payá y a Harold Cepero"
Ángel Carromero, condenado en Cuba a prisión por la muerte en accidente de dos disidentes de esa nacionalidad, afirma, en una entrevista que publicó este domingo el diario El Mundo, que “los servicios secretos cubanos asesinaron a Oswaldo Payá”.
Asimismo, expresa su convencimiento de que Payá y el otro dirigente de la disidencia que le acompañaba, Harold Cepedo, salieron vivos del accidente. “Las enfermeras y un párroco”, afirma, “me aseguran que en el hospital hemos ingresado los cuatro”.
Carromero relata que el 22 de julio de 2012, día del accidente, se dirigía con Payá y Cepero, en unión del ciudadano sueco Jens Aron Moding, a Santiago, cuando advirtió que era seguido por un vehículo azul.
“Nos dirigíamos a Santiago y ya nos habían seguido tres veces durante el trayecto. En Bayamo, un vehículo azul comienza a perseguirnos. Viene hostigándonos muy cerca. Tanto que pude ver los ojos del conductor por el retrovisor. Al ver el coche, Oswaldo me dice: ‘Son de la comunista por el color de la placa. Ángel, sigue como si nada’”.
En su relato, Carromero detalla que seguidamente, el coche les embistió por detrás y los sacó de la calzada y que entonces perdió el conocimiento. “Lo siguiente que recuerdo”, prosigue, “es cómo unos hombres me meten en una furgoneta con puertas correderas, como las que usa la seguridad del Estado cubano y les grito ‘Joder, quiénes sois y qué cojones nos habéis hecho’. Luego vuelvo a perder el conocimiento. Creo que me dieron con una culata porque tengo una brecha en la cabeza”.
Para el vicesecretario de Nuevas Generaciones del PP, “decir que fue un accidente e inculparme fue una coartada perfecta para ocultar la muerte del único opositor que podía liderar la transición en Cuba”.
Carromero considera también que no tuvo un juicio justo. “La Fiscalía cubana”, afirma, “fue fabricando las pruebas conforme avanzaba el proceso y la defensa no tuvo acceso ni al coche ni a ningún testigo. Fue una pantomima, los testigos llevaban las declaraciones escritas en la palma de la mano”.
El 15 de octubre de 2012 fue condenado a 4 años de prisión y el 14 de diciembre del mismo año el Gobierno español anunció que había alcanzado un acuerdo con el cubano para que Carromero regresara y cumpliera la condena en España, en aplicación del convenio bilateral al efecto de 1998.
En la entrevista valora la gestión del Gobierno: “Consiguieron traerme de vuelta y por eso les estoy agradecido”, dice.
 http://www.elnuevoherald.com/2013/08/05/1537413/carromero-los-servicios-secretos.html#storylink=cpy
Nota:
Otra vez el asesinato de Oswaldo Payá y Harold Cepero acapara la atención de la prensa internacional. Me pregunto:¿Por qué ahora, un año después del accidente, y no durante el "juicio"?
Intereses políticos se esconden detrás de todo esto. El PP español está en crisis. El gobierno de Rajoy no es mejor ni peor que el de Zapatero, es idéntico, solo ha cambiado el color del vestuario.
Los crímenes y asesinatos de la mafia castro comunista siguen impunes. Las muertes  de  Oswaldo y de Harold en circunstancias tan sospechosas, forman parte de la larga lista que a lo largo de más de siete décadas (contando desde el 26 de julio de 1953) ha ido acumulando el grupo de mafiosos capitaneado por los hermanos Castro y sus secuaces.
¿Cuando terminará esa impunidad?
Terminará cuando los cubanos de a pie nos neguemos a continuar con el rol de "víctimas" del castro comunismo; terminará cuando no aceptemos más mentiras, cuando decidamos,  de una vez y por todas, ponerle fin  a tantos atropellos, vejámenes  e injusticias.
Esperanza E Serrano