La visita de los revendedores de medicamentos resulta común para quienes necesitan fármacos habitualmente. "Esto se ha convertido en una manera más de subsistir,” asegura Roberto Valdivia, un avileño entrevistado.
Foto: REUTERS/Enrique De La Osa
Los médicos de las familias, previo acuerdo con las farmacias, tienen un plan restringido de los medicamentos que pueden recetar. Ante la carencia, la opción muchas veces es recomendar jarabes o fomentos de plantas medicinales.
Entre los medicamentos más escasos se encuentra el alcohol, algodón, Duralgina, Prednisona, Meprobamato, suplementos vitamínicos y digestivos, como las sales biliares y el carbón y pepsina, entre otros. En el caso de los asmáticos, en dependencia del grado de su condición, les venden un frasco de Salbutamol en spray (atomizador o pulverizador) mensual o trimestralmente, cuando un paciente crónico puede llegar a usar tres frascos al mes.
El doctor Darsi Ferrer , residente en la capital, destaca que “nunca se ha regularizado la venta de algo tan usado como la Dipirona y ni siquiera hay termómetros.”
El pastor villaclareño Mario Félix Lleonart, quien acostumbra a ayudar a sus feligreses solicitando el envío de medicamentos a iglesias hermanas en el extranjero, explica que a veces el mercado negro se suple de medicamentos enviados desde el exterior.
En ocasiones son medicinas prescindibles, pero en otras, de su adquisición depende la vida del paciente.
La visita de los revendedores de medicamentos resulta entonces común para quienes necesitan fármacos habitualmente.
Varios de los entrevistados aseguran que estas personas se van haciendo conocidas en la comunidad y los enfermos ya acostumbran a comprarles a ellos. “Por una parte son repudiados por la población, pero por otra se les agradece que existan, porque es la manera de resolver lo que les es imposible por la vía legal,” acota el doctor.
“Personas mayormente de la tercera edad, unos que se han quedado sin trabajo, otros que se han quedado sin chequera, piden medicamentos como el Meprobamato, hipotensores o antibióticos. Consiguen recetas con un médico o con una amistad y van casa por casa a riesgo de lo que sea, comentando el tipo de medicamentos que tienen en venta,” explica Roberto Valdivia, residente en Ciego de Ávila.
“Cuando usted va a la farmacia casi siempre son las mismas personas las que se encuentran ahí. Las farmacias son abastecidas una vez a la semana y cuando usted llega ahí, casi siempre son las mismas caras que van con 3 y 4 recetas. Si usted no va por la mañana a primera hora, ya por la tarde se acabaron otra vez,” agrega Valdivia.
Lleonart conoce de casos en los que los mismos pacientes, necesitados de estos fármacos habitualmente, “venden el medicamento para poder comer, y me dicen: yo no hago nada con tanto medicamento, si no puedo comer.”
El doctor Darsi Ferrer asegura que esta es una cadena larga de ilegalidades, que incluye a trabajadores de los grandes almacenes, choferes que transportan estos medicamentos, expendedores de las farmacias, vecinos de las comunidades y pacientes. “Hay incluso médicos involucrados, que le dan recetas a determinadas personas con tal de que los vendan y compartan las ganancias.”
“Se ha podido comprobar que muchos empleados acaparan estos medicamentos y tienen después a sus vendedores que salen por la calle a venderlos a precios excesivamente altos,” señala Valdivia en referencia a estas sociedades ilícitas.
Los precios pueden aumentar hasta en 4 veces su valor original, todo queda a merced de la decisión del revendedor y las posibilidades económicas de los compradores. Valdivia indica que “por un pomo de atenolol que cuesta 5 pesos y pico en la farmacia, puede pedir de 20 a 30 pesos en moneda nacional.”
Otra de las alternativas son las farmacias en moneda convertible, presentes sobre todo en zonas turísticas del país. Muchos de los medicamentos en déficit pueden encontrarse allí, además de esos pequeños “lujos” como curitas (venditas o tira adhesiva sanitaria) o pastillas de sustancias naturales.
“El gobierno mantiene que estas farmacias son para el turismo. No es así. Hay medicamentos, incluso para niños, que hay que comprarlos ahí, porque no existen en otra farmacia, por ejemplo, cuando los niños están con las defensas caídas. Hay complementos dietéticos que se venden de 6 o 9 CUC,” asegura Valdivia.
Generalmente los casos que llaman la atención de la policía –asegura Darsi Ferrer- son los que están relacionados con medicamentos considerados drogas fuertes, que son vendidos como estupefacientes recreativos. Sin embargo los revendedores de pueblo, con su proposición solapada, pasan casi inadvertidos para las autoridades quizás porque –como concluye el avileño Roberto Valdivia- “esto se ha convertido en una manera más de subsistir.”
Fuente:
http://www.martinoticias.com/noticias/Deficit-de-medicamentos-en-Cuba-alienta-al-mercado-negro-135096288.html