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La CELAC en la Cuba de los Castro 
Desde
 fines de enero de 2013, Cuba quedó al frente de la Comunidad de Estados
 Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un organismo cuya creación fue 
impulsada por Hugo Chávez como alternativa a la Organización de Estados 
Americanos (OEA), este último también integrado por Estados Unidos y 
Canadá. Podría sonar simplista afirmar que la CELAC es la versión 
subdesarrollada de la OEA. ¿Pero cómo tomar en serio a un organismo que 
estableció una cláusula democrática y termina siendo presidido por una 
dictadura? Algo similar resultaría impensable en la Unión Europea (UE) y
 de hecho fueron principalmente los países del Viejo Continente los que 
formularon las recomendaciones más categóricas a Cuba durante su Examen 
Periódico Universal ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU del 
primero de mayo de 2013, en Ginebra. 
Alemania,
 por ejemplo, recomendó a Cuba "abstenerse de todas las formas de 
hostigamiento, intimidación y detención arbitraria de activistas en 
favor de los derechos humanos"; Holanda le pidió "poner fin a la 
represión, investigar actos de repudio y proteger a todas las personas 
que sean víctimas de intimidación o violencia"; Francia le solicitó 
"garantizar la libertad de expresión y de reunión pacífica, así como la 
libre actividad de los defensores de los derechos humanos, los 
periodistas independientes y los opositores políticos"; y España le 
reclamó "respetar la libertad de expresión, asociación y reunión, y 
reconocer personalidad jurídica a las asociaciones de derechos humanos 
mediante un sistema de registro oficial inclusivo". 
En
 esa oportunidad, salvo Chile, ningún país latinoamericano expresó en 
Ginebra una recomendación a Cuba en línea con las formuladas por los 
países de la UE y otras democracias desarrolladas, como Suiza, Australia
 y Canadá. 
Por
 eso no resulta extraño que, en su momento, ningún gobierno 
latinoamericano haya cuestionado en Caracas (2011) la incorporación de 
Cuba a la CELAC y tampoco observado en Santiago de Chile (2013) la 
increíble contradicción de que un país gobernado por un régimen de 
partido único, al quedar a cargo de la presidencia pro tempore del 
organismo, sea el que tenga que intervenir en caso de ruptura del orden 
constitucional en un Estado miembro. 
En
 la Cláusula Democrática de la CELAC, suscripta el 3 de diciembre de 
2011 en Caracas, se dice reafirmar el respeto al Estado de Derecho, la 
defensa de la democracia, los derechos humanos, las libertades 
fundamentales y a las autoridades legítimamente constituidas como 
expresión de la voluntad soberana de los pueblos. Además de todos los 
cuestionamientos en materia de derechos humanos que se le formulan a 
Cuba, si hay algo muy claro es que de un régimen de partido único no 
pueden surgir autoridades legítimas desde la perspectiva democrática. 
Por lo tanto, existe una responsabilidad moral e institucional de los 
Estados miembros de la CELAC en legitimar al régimen militar de los 
hermanos Castro y negarle al pueblo cubano sus aspiraciones 
democráticas. 
Asimismo,
 la igualdad de trato que se le brinda a la dictadura cubana desmerece a
 los gobernantes latinoamericanos surgidos en elecciones libres y 
competitivas. En todos los países que integran la CELAC —menos en Cuba—,
 para convertirse en jefe de Estado, como mínimo hay que ganar una 
elección general ante uno o más candidatos de otros partidos. En algunos
 casos, los aspirantes presidenciales tienen que imponerse primero en 
una votación interna o primaria, luego alcanzar un determinado 
porcentaje de votos en la elección general ante uno o más partidos y 
finalmente triunfar en un ballotage, como sucedió recientemente en Chile con Michelle Bachelet. 
El
 régimen cubano sostiene que es democrático, pero no caben dudas de que 
la forma en la que Raúl Castro llegó a ser jefe de Estado —y antes su 
hermano Fidel— careció de la competencia electoral que caracteriza a una
 genuina democracia. Con independencia de la natural diversidad de 
modelos democráticos, todos tienen en común el respeto a las libertades 
fundamentales de sus ciudadanos, en especial las establecidas en los 
artículos 19, 20 y 21 de la Declaración Universal de los Derechos 
Humanos que el régimen cubano viola expresamente. 
De
 todo esto se pretenderá reflexionar, nada menos que en La Habana, el 
próximo 28 de enero, durante el II Foro Democrático en Relaciones 
Internacionales y Derechos Humanos que organiza el Centro para la 
Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), con base en Buenos 
Aires, con el coauspicio local del Arco Progresista, Nuevo País y el 
Comité Ciudadano por la Integración Racial, con el título "La 
declaración especial de defensa de la democracia de la CELAC y su 
incompatibilidad con el sistema de partido único de Cuba". 
Este
 encuentro se realizará en el contexto de la Cumbre de la CELAC, que 
durante esos días se realizará en La Habana y tendrá a la dictadura como
 anfitriona de los jefes de Estado y gobierno de los países 
latinoamericanos. Tanto la seguridad personal de los asistentes, como la
 garantía al derecho humano universal a la libertad de reunión y 
expresión durante el Foro convocado por CADAL y sus contrapartes 
cubanas, serán también responsabilidad de todos los Estados miembros de 
la CELAC. 
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