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miércoles, 5 de noviembre de 2014

El New York Times y el castrismo


Sus editoriales, mezcla rara de conmiseración, desprecio y aires de superioridad, solo persiguen un fin: negocios
 

People - Fidel Castro Leaves New York City - 1979


Fidel Castro en New York 

LA HABANA, Cuba -La intensa batalla que se ha desatado en torno al tema del Embargo estadounidense, especialmente desde los editoriales del diario New York Times (NYT), demuestra que el castrismo no solo tiene brazos muy largos, sino que cuenta con fuertes aliados para consumar su transmutación de dictadura comunista a monopolio capitalista de Estado, manteniendo la misma oligarquía militar en el poder.
En el fragor del combate, parece haberse perdido hasta el sentido común. Si realmente el Embargo es una política obsoleta que no ha cumplido su objetivo de asfixiar a la dictadura cubana y que, en cambio, la legitima, ¿por qué esta clama tanto por su derogación, en particular en la última década? En el año 2008 el propio Presidente, Barack Obama, expresó, razonablemente, que la medida podría constituir un instrumento de presión sobre el gobierno cubano. Lo es, sin dudas, a pesar de todas sus limitaciones e implicaciones.

Otro acorde que no suelen tocar los editoriales del NYT es el hecho de que los motivos por los que se estableció el Embargo, esto es, la intervención y expropiación de las propiedades estadounidenses por parte del gobierno de Castro, sin las debidas compensaciones, todavía se mantienen, de manera que una supresión del Embargo deberá pasar antes por numerosas consideraciones, salvo que se quiera legitimar la impunidad de la parte cubana.
Desde luego, sería ingenuo y hasta romántico suponer que el NYT haya traicionado con esto algún tipo de principio ético-democrático. En realidad los grandes medios no son los paladines de la democracia que a veces nos gusta imaginar, sino que responden a intereses particulares de importantes grupos de poder político y económico. Como vocero capaz de mover la opinión pública, y obviamente beneficiario de esos intereses, el NYT está apostando duro junto al régimen castrista y seguramente junto a otros actores invisibles, por el levantamiento unilateral del Embargo, no porque sea un diario “socialista”, como suelen afirmar algunos, sino porque cuando se trata de ganancia$ desaparecen los escrúpulos y rigen las relaciones entre poderes. El capital no tiene ideologías.
New York Times paginaNo menos ingenuo resulta imaginar que los grandes medios reflejen las aspiraciones de los lectores o que éstos dicten las pautas. En realidad es exactamente al revés: la prensa influye sobre las masas actuando sobre la opinión de amplios sectores sociales, con tanta mayor fuerza cuanto mayor y más poderosa sea su capacidad de difusión. Los medios conocen al público lector y la manera de movilizarlo por una causa, incluso en sociedades donde existe libre flujo de información. Es en esa capacidad movilizadora donde estriba su poder, que ahora –justo cuando el Embargo podría verdaderamente constituirse en elemento de presión contra la dictadura cubana– parece tener entre sus prioridades más perentorias exigir su levantamiento.
Un viejo romance
fidel-castro-con-lucius-walker-n-york-25-10-95
Fidel Castro con Lucius Walker, líder religioso estadounidense, gran luchador en contra del embargo

Castro-Herbert-Matthews-Sierra-Maestra_MILIMA20141014_0484_11En febrero de 1957, el periodista Herbert Lionel Matthews, del NYT, (imagen a la izquierda) subió a la Sierra Maestra para entrevistar al joven Fidel Castro, para entonces un guerrillero sin guerrilla que había sobrevivido casi milagrosamente al desembarco –casi naufragio– del yate Granma frente a los manglares surorientales de Cuba, y había logrado reagrupar un puñado de seguidores, núcleo inicial de un “Ejército Rebelde” que apenas un par de años después entraría triunfante en la capital cubana para entronizar en el poder la más larga dictadura que haya conocido este Hemisferio.
Dicha entrevista, y la que realizó clandestinamente por esos días al líder estudiantil José Antonio Echeverría, dieron lugar a tres trabajos publicados por Matthews en el propio NYT, y sirvieron para desmentir las declaraciones oficiales de aquella otra dictadura, la de Fulgencio Batista, que negaban la presencia de rebeldes en la Sierra, y para apuntar el rechazo de los cubanos al régimen, en tiempos en que éstos tenían libre acceso a la información.

Fidel y Herbert Matthews en 1960
Aunque más tarde Matthews reconoció que en aquella memorable entrevista él ignoraba que el flamante ejército de Castro estaba formado por solo 18 hombres con unos pocos rifles, la divulgación resultó esencial para la consagración de lo que años después devendría mito: la revolución cubana, con amplio respaldo popular, y en particular la figura de Fidel Castro.
Vale apuntar que tanto Matthews como sus editores del NYT contaban con las cartas necesarias para el éxito editorial de la noticia: por una parte, se trataba de una innegable primicia; por otra, daba seguimiento a una saga que se había iniciado con el golpe de estado de Fulgencio Batista –sujeto que no contaba con la simpatía del gobierno estadounidense–, y continuaba con el asalto al Cuartel Moncada por parte de un grupo de jóvenes liderados por el propio Fidel Castro, el juicio de los asaltantes, la amnistía que les devolvió la libertad y, por último, el desembarco por Oriente y el establecimiento del foco guerrillero en la Sierra Maestra.

New York Times paginaNada tan afín al público norteamericano, culturalmente arraigado en leyendas de superhéroes justicieros, como la imagen de un ídolo aventurero y valiente capaz de asaltar una fortaleza militar, sobrevivir al castigo y a la prisión, regresar desafiando los embates del mar e internarse en un monte remoto, en medio de sacrificios y privaciones, para arremeter con un ejército de hombres justos contra el villano opresor.

De esta manera el NYT, quizás sin proponérselo, dio inicio a un largo y controvertido romance mediático que a lo largo de cinco décadas, y tal como correspondería a un viejo matrimonio, ha estado marcado por sucesivos períodos de disputas y reconciliaciones.

Ni amor ni odio: negocios
Pagina NYT. con FidelCierto que el NYT apela a la sensiblería más barata cuando finge interés en la mejoría de las condiciones de vida de los cubanos. Es sabido que éstas no dependen directamente del Embargo, sino de la índole represiva y totalitaria del gobierno de la Isla. Tampoco sus editoriales están movidos por el odio, como gritan los más iracundos. Esa rara mezcla de conmiseración, desprecio y aires de superioridad solo persiguen un fin: negocios.
En rigor, se puede o no estar de acuerdo con el levantamiento del Embargo. Lo perverso en este caso son los argumentos que presentan los partidarios de su levantamiento incondicional –y quizás esta palabra, “incondicional”, es la clave esencial del asunto–, porque en los últimos años el Embargo no ha hecho más que flexibilizarse en beneficio no solo de los cubanos de ambas orillas, sino con pingües ganancias para el gobierno.
Huelgan ejemplos de ajustes al espíritu original de la draconiana medida, como el aumento de las remesas, la compra directa de alimentos a productores estadounidenses, las conversaciones entre ambos gobiernos con la firma de acuerdos en temas relacionados con el control y persecución del tráfico de drogas y humano, correos, los intercambios académicos y hasta la visita de turistas estadounidenses a la Isla.

New York Times Castro renunciaEn lo tocante al turismo, el flujo de clientes estadounidenses ha ido aumentando desde aproximadamente cuatro o cinco años atrás a través de vuelos chárter de compañías cuyas oficinas operan tanto en EE.UU como en Cuba. De la afluencia de turistas norteños soy testigo puesto que un paquete de ellos utilizó el mismo vuelo que yo –K8 426, Atlantic Airlines, correspondiente a las 10:00 am del domingo 26 de octubre de 2014– para arribar desde Miami hasta La Habana. La compañía se denomina Xael, y se especializa en esos vuelos directos que, dicho sea de paso, aplican a los viajeros cubanos un excesivo impuesto arancelario al más puro estilo castrista.
Por su parte, el régimen cubano que siempre ha fomentado una relación tirante con las autoridades estadounidenses, en particular con el NYT y con todos los grandes medios de prensa de ese país, continúa comportándose como la amante despechada que en público –léase en escenarios como la ONU, la OEA, y otros de la política internacional– mantiene un discurso ácido y acusatorio contra el gobierno de EE.UU; mientras en privado busca canales secretos para comunicarse con aquel y coquetea con “el enemigo” a espaldas de los gobernados.
Y esta es la jugada más pérfida, porque tanto la oligarquía Castro como el lobby anti-embargo pretenden hablar en nombre de los cubanos, quienes jamás han sido convocados para debatir abierta y libremente sobre sus puntos de vista acerca del tema, pese a que han soportado por más de medio siglo el peso del bloqueo impuesto hacia dentro de Cuba por la satrapía verde olivo y que no guarda relación alguna con el Embargo estadounidense.
Ahora el NYT considera oportuno “ponerle fin a la era de enemistad con Cuba” y declara que esto “representa la mejor oportunidad para fomentar un futuro más próspero en la isla”. Y no es que los señores editorialistas ignoren la vileza que supone proponer una “prosperidad” en ausencia de libertad; sino que sencillamente no les importa. Lo verdaderamente importante para ellos son “las oportunidades que una expansión del comercio, comunicación y relaciones interpersonales representaría para empresas norteamericanas y cubanos en la isla”.
Como “cubanos en la isla” debemos asumir al privilegiado grupo empresarial de Miami que ha manifestado sus intenciones de invertir capital en Cuba, aun a despecho de la exclusión que sufren sus compatriotas de acá, y de las leoninas condiciones de contratación sancionadas en el nuevo Código Laboral, que violan de manera flagrante no solo los derechos laborales de los trabajadores cubanos, sino las propias leyes estadounidenses que condenan el trabajo en condiciones de esclavitud o semi-esclavitud, y que los aspirantes a empresarios estarían violando. Un pequeño detalle que el NYT omite conveniente y discretamente.

Pero quizás lo más lamentable de todo este circo Embargo vs Anti-embargo es que una vez más los temas más raigales que pudieran definir en gran medida el futuro de Cuba y de los cubanos se debate, no en la Isla –pese a que actualmente vive su fiesta “democrática” en otro inservible proceso de Rendición de Cuentas a nivel de vecindario, lejos de los devaneos amorosos del NYT y de Palacio de la Revolución– sino en la lejana redacción de un diario extranjero y en los círculos politiqueros que han comenzado a frotarse las manos, prestas a estrechar las de los Castro.
Ahora ya no hay en Cuba héroes barbudos que el NYT pueda entrevistar en las montañas. De hecho, aquí los héroes suelen ser encerrados en lo profundo de las cárceles y la prensa no tiene acceso a ellos. Quizás a ciertos periodistas del NYT les gusta la adrenalina, pero no en exceso, así que es tiempo de buscar ganancias palpables en el mito de la revolución y en sus hacedores. Nada que deba sorprendernos. A fin de cuentas, nada guarda tantas semejanzas entre sí como dos viejos adversarios.
http://www.cubanet.org/destacados/el-new-york-times-y-el-castrismo/

domingo, 12 de octubre de 2014

Editorial del New York Times sobre el Embargo a Cuba


 


 "Tiempo de acabar el Embargo de Cuba"
                                

 



Cuando mira un mapa del mundo, el Presidente Obama debe sentir angustia al contemplar el lamentable estado de las relaciones bilaterales que su administración ha intentado reparar. Sería sensato que el líder estadounidense reflexione seriamente sobre Cuba, donde un giro de política podría representar un gran triunfo para su gobierno.
Por primera vez en más de medio siglo, cambios en la opinión pública estadounidense y una serie de reformas en Cuba, han hecho que sea políticamente viable reanudar relaciones diplomáticas y acabar con un embargo insensato. El régimen de los Castro ha usado dicho embargo para excusar sus fallas y ha mantenido a su pueblo bastante aislado del resto del mundo. Obama debe aprovechar la oportunidad para darle fin a una larga era de enemistad, y ayudar a un pueblo que ha sufrido enormemente desde que Washington cortó relaciones diplomáticas en 1961, dos años después de que Fidel Castro llegó al poder.
En años recientes, el deplorable estado de su economía ha obligado a Cuba a implementar reformas. El proceso se ha vuelto más urgente a raíz de la crisis financiera en Venezuela, dado que Caracas le proporciona petróleo subsidiado. Con el temor de que Venezuela tenga que recortar su ayuda, líderes en la isla han tomado pasos importantes para liberalizar y diversificar una economía que históricamente ha tenido controles rígidos.
Al mismo tiempo, el gobierno cubano ha comenzado a permitir que sus ciudadanos se empleen en el sector privado y que vendan propiedades como automóviles y casas. En marzo, la Asamblea Nacional de Cuba pasó una ley con el fin de atraer inversión extranjera. Con capital brasileño, Cuba está construyendo un puerto marítimo, un enorme proyecto que solo será económicamente viable si se suspenden las sanciones estadounidenses. En abril, diplomáticos cubanos comenzaron a negociar los términos de un tratado de cooperación que esperan firmar con la Unión Europea. Han asistido a las primeras reuniones preparados, ansiosos y conscientes de que los europeos van a pedir mayores reformas y libertades ciudadanas.
El gobierno autoritario sigue acosando disidentes, quienes frecuentemente son detenidos por períodos cortos. La Habana no ha explicado la sospechosa muerte del activista político Oswaldo Payá. Pero en años recientes el gobierno ha liberado a la mayoría de los presos políticos que llevaban años tras las rejas.
El año pasado se flexibilizaron las restricciones de viaje para los cubanos, lo cual permitió que disidentes prominentes viajaran al exterior. En la actualidad, existe un ambiente de mayor tolerancia para aquellos que critican a sus líderes en la isla, pero muchos aún temen las repercusiones de hablar francamente y exigir mayores derechos.
El proceso de las reformas ha sido lento y ha habido reveses. Pero en conjunto, estos cambios demuestran que Cuba se está preparando para una era post-embargo. El gobierno afirma que reanudaría con gusto las relaciones diplomáticas con Estados Unidos sin condiciones previas.
Como primer paso, la Casa Blanca debe retirar a Cuba de la lista que mantiene el Departamento de Estado para penalizar países que respaldan grupos terroristas. Actualmente, las únicas otras naciones en la lista son Sudán, Irán y Siria. Cuba fue incluida en 1982 por su apoyo a movimientos rebeldes en América Latina, aunque ese tipo de vínculos ya no existen. Actualmente, el gobierno estadounidense reconoce que La Habana está jugando un papel constructivo en el proceso de paz de Colombia, sirviendo de anfitrión para los diálogos entre el gobierno colombiano y líderes de la guerrilla.
Las sanciones por parte de Estados Unidos a la isla comenzaron en 1961 con el objetivo de expulsar a Fidel Castro del poder. A través de los años, varios líderes estadounidenses han concluido que el embargo ha sido un fracaso. A pesar de eso, cualquier iniciativa para eliminarlo ha traído consigo el riesgo de enfurecer a miembros del exilio cubano, un grupo electoral que ha sido decisivo en los comicios nacionales. Sin embargo la generación de cubanos que defienden el embargo está desapareciendo. Miembros de las nuevas generaciones tienen distintos puntos de vista, y muchos sienten que el embargo ha sido contraproducente para fomentar un cambio político. Según una reciente encuesta, el 52 porciento de norteamericanos de origen cubano en Miami piensan que se debe terminar el embargo. Una amplia mayoría quiere que los países vuelvan a tener relaciones diplomáticas, una posición que comparte el electorado norteamericano en general.
Cuba y Estados Unidos tienen sedes diplomáticas en sus capitales, conocidas como secciones de interés, que desempeñan las funciones de una embajada. Sin embargo, los diplomáticos estadounidenses tienen pocas oportunidades de salir de la capital para interactuar con el pueblo cubano y su acceso a los dirigentes de la isla es muy limitado.
En 2009, la administración Obama tomó una serie de pasos importantes para flexibilizar el embargo, facilitando el envío de remesas a la isla y autorizando a un mayor número de cubanos radicados en Estados Unidos a viajar a la isla. También creó planes que permitirían ampliar el acceso a telefonía celular e internet en la isla. Aún así, sería posible hacer más. Por ejemplo, se podría eliminar los límites a las remesas, autorizar mecanismos de inversión en las nuevas microempresas cubanas y expandir las oportunidades para norteamericanos que deseen viajar a la isla.
Washington podría hacer más para respaldar a las empresas norteamericanas que tienen interés en desarrollar el sector de telecomunicaciones en Cuba. Pocas se han atrevido por temor a las posibles repercusiones legales y políticas.
De no hacerlo, Estados Unidos estaría cediendo el mercado cubano a sus rivales. Los presidentes de China y Rusia viajaron a Cuba en julio con miras a ampliar vínculos.
Reanudar relaciones diplomáticas, para lo cual la Casa Blanca no necesita respaldo del Congreso, le permitiría a Estados Unidos ampliar áreas de cooperación en las cuales las dos naciones ya trabajan conjuntamente. Estas incluyen la regulación de flujos migratorios, operaciones marítimas e iniciativas de seguridad de infraestructura petrolera en el Caribe. El nivel y envergadura de la relación podría crecer significativamente, dándole a Washington más herramientas para respaldar reformas democráticas. Es factible que ayude a frenar una nueva ola migratoria de cubanos desesperanzados que están viajando a Estados Unidos en balsas.
Una relación más saludable podría ayudar a resolver el caso de Alan Gross, un experto en desarrollo que lleva casi cinco años detenido en la isla. Más aún, crearía nuevas oportunidades para fortalecer la sociedad civil, con lo cual gradualmente se disminuiría el control que ejerce el estado sobre la vida de los cubanos. Si bien la Casa Blanca puede tomar ciertos pasos unilateralmente, desmantelar el embargo requeriría una acción legislativa en Washington.
En abril, varios líderes del hemisferio se reunirán en Ciudad de Panamá con motivo de la séptima Cumbre de las Américas. Varios gobiernos de América Latina insistieron en invitar a Cuba, rompiendo así con la tradición de excluir a la isla por exigencia de Washington.
Dada la cantidad de crisis a nivel mundial, es posible que la Casa Blanca considere que darle un giro sustancial a su política respecto a Cuba no es una prioridad. Sin embargo, un acercamiento con la isla más poblada del Caribe que incentive el desbloqueo del potencial de los ciudadanos de una de las sociedades más educadas del hemisferio, podría representar un importante legado para la administración. También ayudaría a mejorar las relaciones de Estados Unidos con varios países de América Latina y a impulsar iniciativas regionales que han sufrido como consecuencia del antagonismo entre Washington y La Habana.
Aún así, a raíz de la invitación a Cuba a la cumbre, la Casa Blanca no ha confirmado si Obama asistirá.
Tiene que hacerlo. Sería importante que hiciera presencia y lo considerara como una oportunidad para desencadenar un logro histórico.