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sábado, 1 de octubre de 2022

Cuba: Confesiones de un anciano

 


CONFESIONES DE UN ANCIANO

Otro día que se va, que se escapa en esta inercia cotidiana; otro día esperando la bolita de pan duro a ver si el apagón no ha impedido que la hornearan; otra vez en la espera de que llegue el litro de leche descremada de a dos veces por semana con la esperanza de que no se corte; otro día al acecho del segundo jueves de cada mes, por si las medicinas que necesito se venden en la farmacia; otro día interminable en la rutina del "no pasa nada, todo es lo mismo" y cuya única salida es sentarme en la puerta de la casa a ver pasar el tiempo.


Y me percato de que cada segundo de existencia tiene un precio, que cada instante de vacío es un tesoro con que pago la renta de estar vivo, cuyo rédito ya está finalizando. Así me han robado lo más precioso de todo, que es el tiempo. El tiempo para los proyectos más sencillos de una vejez digna, soñada desde mi juventud: disfrutar la compañía de mis seres queridos, pero la mayoría viven allende la frontera, o quieren hacerlo; la tranquilidad de economía y de salud estables, pero el valor de mi pensión no alcanza para vivir ni cinco días con dignidad al mes, y nuestros hospitales no tienen lo inmediato ni para una operación de urgencia.


Soñé contemplar con deleite que mi existencia no había sido inútil y hoy me regalaría los frutos del trabajo; pero todo es miseria, deterioro, frustración y miedo, porque nada es honesto posible o fácil en estas circunstancias en que vivo. La supervivencia solo se consigue mediante las ilegalidades y el atraco: nos depredamos unos a otros, y los que se niegan urgan en los tanques de basura o escapan del país en desbandada.


Nada de lo bueno que necesitamos con urgencia es legal en Cuba. Vivimos bajo la mentira total, herencia del régimen y su espada de Damocles. Solo ellos se reservan el derecho de ser corruptos.


Si esta no es la verdad, dime la tuya


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