Por Zoé Valdés.
Señor Presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump:
Despedirle sabiendo que debió usted quedarse por cuatro años más no es asunto agradable, pero creo que usted merece estas palabras de afecto, y ojalá las pueda leer. No me extenderé, sólo deseo agradecerle por todo lo que trajo de vuelta a Estados Unidos y al mundo, por encima de todo, esperanzas, visión de que el enfrentamiento contra los totalitarismos de izquierda es posible. Usted se colocó en el sitio correcto de la humanidad, consiguiendo varios tratados de paz entre mandatarios que a muchos interesados les convenía que continuasen desunidos y en conflicto permanente. Usted trabajó por la libertad y por la paz. Usted trajo de vuelta la gran economía a Estados Unidos y el empleo para sus ciudadanos. Y por encima de todo devolvió los valores, el respeto por la vida, homenajeándola con la belleza y la creatividad. Usted consiguió que renacieran los deberes patrióticos sin una sola guerra y sin una sola víctima de soldado joven que muriera por el horror impuesto mediante las armas.
Gracias, Señor Presidente Trump, por haberle plantado cara al comunismo en mi país, Cuba. Gracias por haber tenido la entereza de firmar la tercera cláusula de la Ley Helms-Burton, que ninguno de los anteriores presidentes de USA se atrevió a firmar. Gracias por situar de nuevo a la tiranía castrista en la lista de terroristas mundiales, de donde nunca debió de haber salido. Gracias por su firmeza, junto a los hombres, ancianos ya, cubanos valientes y gloriosos, que combatieron en el pasado por la libertad de Cuba.
Gracias por haber trabajado incansable y honestamente por la vida y por la justicia sin enriquecerse, como sí han hecho otros, al contrario, usted perdiendo probablemente bastante más de sus ganancias habituales como empresario proveedor de empleos. Gracias por donar su salario de presidente a causas emblemáticas. Gracias por haber soportado con entereza las malacrianzas y descortesías de una prensa cobarde, vendida, manipuladora, excluyente y traidora. En fin, gracias por haber demostrado que a la peor de las traiciones, las de los suyos en su propio bando, se responde con inteligencia y elegancia, con maestría y eventual retirada. Lo que nunca ha sido el caso en el bando contrario y, siento decirlo, tampoco en el que creímos que eran los suyos, porque la política es un manojo y manejo constante de traiciones.
Espero que sólo sea un hasta luego, un hasta muy pronto. Mis respetos para usted, para Melania Trump, la más bella y refinada Primera Dama que ha tenido Estados Unidos, y para su familia tan unida y tan amorosa. Gracias por esa gran familia que usted reunió nuevamente con tesón de titán y que se llama Estados Unidos de Norteamérica donde hoy crecen los pequeños retoños de la mía: Sofía e Isla.
De usted queda en la lealtad,
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