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viernes, 3 de agosto de 2012

Escapar...Escapar...El maleconazo de 1994

      Escapar
Al inicio fue sólo un susurro,
un: "No se lo digas  nadie, pero..
he oído decir que habrá una salida masiva.. 
No lo comentes, pero ojalá  sea cierto".
Corría el mes de mayo
y yo no le creí. Pensé que me provocaba
esperando una respuesta comprometedora,
o que se hacía el interesante,
el informado, para seducirme.

Llegó agosto y aquel susurro se hizo
murmullo, se convirtió en palabra, 
y la palabra se hizo voz ,
 se hizo grito desesperado 
y se regó por  aire...


 Aquella  palabra 
se hizo eco incontenible
 y retumbó a los cuatro vientos
 y todos la escucharon:
¡Escapar, esscapaaarrr
 Esssssssssscaaaaaaaaaapaaaarrrrr!


Muchos volvieron la palabra acción.
Con recorterías y desechos de los muelles, 
de las casuchas "del quita y pon",
de los carros inservibles,
de las recámaras, de los muebles de madera
envejecidos y descoloridos,
de todo cuanto puediera ser útil,
construyeron las balsas
y se lanzaron  a la mar bravía...

Murieron centenares en el intento, 
sesgaron sus vidas antes de tiempo.
Los que tuvieron mejor suerte llegaron
a la otra orilla y se hizo historia.


Historia para contarle a algún biznieto
que no creerá en los viejos
y menos en la palabra escape, 
y nos dirá lleno de rabia:
¡Escapar es cobardía!
¡Yo me quedo!
¡Yo me enfrento!
¡Yo cambio la historia!

      Esperanza E Serrano

Nota: la persona que me habló en mayo de 1994 de la salida masiva era un "seguroso" de la Isla de la Juventud que le gustaba acercarse a mi para decirme cosas como éstas en busca de mi reacción, o tal vez pensando que me convertiría en eco de sus proclamas. Siempre fui cautelosa con este individuo, sabía muy bien  a qué se dedicaba. Ese tipo desde hace años vive en Miami y recoge firmas en contra del embargo y a favor de los cinco...No salió por el maleconazo, salió por el bombo.

Muchas personas piensan que el maleconazo fue algo preparado por el propio gobierno de Fidel Castro y su aparato represivo. Algo de verdad debe haber en ese criterio, pero también es cierto que hubo una respuesta masiva, espontánea que se hizo protesta y hubo tanques y patrullaje del ejército, y hubo golpes y piedras y barricadas... Luego salió el propio Fidel Castro con la "solución"... ¡Que se vayan! Se quitarán las guardias costeras...
Esperanza E serrano

 A 18 años del maleconazo, escapar sigue siendo la solución  
por: Pablo Pascual Méndez Piña
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -
De todas las reformas anunciadas por Raúl Castro la migratoria es la que más expectativa ha causado. A nadie le importa los resultados del  nuevo modelo económico, sus lineamientos políticos y las prohibiciones levantadas. Muchos aseguran que tales engendros están condenados al fracaso –como clásicamente ha sucedido–; con el tiempo continuará el empeoramiento de los niveles de vida y los cubanos mirarán la mar, como la única forma de salvarse de su miseria.
En 1994 tras la caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS y el súbito deterioro de la economía, las tensiones estallaron y se produjo la revuelta espontánea conocida como el Maleconazo, debido a que ocurrió en el Malecón de La Habana.  La lluvia de piedras lanzada por el pueblo ahuyentó a los esbirros del contingente Blas Roca, la respuesta rápida y la seguridad del estado.  Carros policiacos fueron virados panza arriba, los helicópteros patrullaban la zona, la multitud embravecida rompió vidrieras y saqueó tiendas y mercados.
El regimen –ya desmoralizado– acarreó bidones de alcohol para emborrachar a sus secuaces y los incitó para que, sedientos de sangre, salieran a provocar a los habaneros.  Aquellos bárbaros gritaban consignas de apoyo a la dictadura y enarbolaban banderas.
 La sublevación tenía matices peligrosos y, como válvula de escape, los Castro recurrieron de nuevo a la emigración masiva, levantando la prohibición a las salidas ilegales. A solo catorce años del éxodo másivo del Mariel, que permitió escapar a 125 mil cubanos en cinco meses, la dictadura necesitaba nuevamente una via para aliviar el descontento, y permitir que huyeran algunas víctimas fue de nuevo la solución. Las calles se llenaron de camiones cargados con balsas y multitudes invadieron las principales vías de la capital para escoltar amigos y familiares hacia las costas.

Fue tan grotesco el espectáculo que, Carlos Betancourt  un militante del partido de  75 años –recordó– haber comentado al secretario general de su núcleo partidista: “Yo soy revolucionario, pero esto es un desprestigio”.
El presidente Clinton respondió a la estrategia del dictador, ordenándole a su guardia costera que transfiriera a los balseros a la Base Naval de Guantánamo. Desde allí –según expresó– serían reubicados en terceros países.  Una vez más Estados Unidos se convertía en la válvula aliviadora del régimen y hacia sus fronteras escaparían más de 33 000 cubanos descontentos.
Dieciocho años después, La Habana sigue siendo una ciudad oscura, sucia, apestosa, colmada de derrumbes, salideros,  aguas albañales, baches; y poblada por un considerable número de ciudadanos irritables, prosaicos, consumistas, corruptos y desesperanzados. “A nadie le importa ya que Cuba cambie, ni que vuelva el capitalismo”  –dice Landy Torres, un joven de 28 años– “la gente lo que quiere es irse p´al carajo”.
Muchos miran con optimismo las reformas migratorias anunciadas por el régimen, porque en las mentes de los cubanos la solución sigue siendo la expatriación.  “Cuando apliquen la reforma migratoria” –dice Rodolfo Cárdenas, un cuentapropista de 45 años–  “la gente dejará de cuestionar la dictadura que nos ha precisado a comernos este cable”.
Al recordar el 5 de agosto de 1994, las opiniones están encontradas, algunos de los que vivieron aquellos momentos coinciden en que el levantamiento sólo  quería provocar un éxodo masivo como el de 1980, y no  derrocar al régimen. En realidad, no creo que hubiera objetivo alguno. El levantamiento popular del Malecón fue totalmente espontáneo, no planeado, sin líderes, ni objetivo predeterminado. Fue solo la expresión de la frustración del pueblo desesperado que ya no aguantaba más abusos y miseria. Fue el gobierno el que decidió canalizar esa peligrosa frustración permitiendo la huida de los más desesperados.
Algunos opinan que el presidente Clinton es el culpable de la supervivencia del castrismo, por su “mano floja” y por dejarse engatusar por el sentimentalismo y las presiones de la comunidad cubana en el exterior. José Antonio Pérez, un desocupado de 54 años, dice: “Los americanos no debieron haber permitido el éxodo, debieron responder con firmeza para que se generalizaran las revueltas por todo el país”.
Ricardo López,  un médico de 58 años, me dice: “Si la dictadura no tuviera siempre una válvula de escape, si el destino de Cuba no estuviera tan supeditado a decisiones foráneas, quizás hoy La Habana  estuviera poblada de rascacielos, con transporte público,  lumínicos por dondequiera, tiendas, victrolas, personas bien vestidas, automóviles, bulevares, escuelas, hospitales, tendríamos derecho a viajar libremente y acceso a canales satelitales, y a la internet,  a la prensa mundial, hubiéramos votado para elegir democráticament a varios presidentes , y yo celebraría el 5 de agosto, “el Día del Maleconazo”, tomándome un verdadero Cuba libre, con Bacardi y Coca Cola, sin que el nombre del trago resultara una ironía”.
.....
Otras imagenes del maleconazo de 1994


martes, 4 de agosto de 2009

El maleconazo del 5 de agosto de 1994


Quince años han pasado de aquel histórico día en que el pueblo habanero se lanzó a las calles a protestar. Protesta que fue ahogada por la intervención de la policía, de las brigadas de acción rápida del Ministerio del Interior, los tanques y los comuñangas oportunistas, que siempre aparecen a corear la represión con el fin de ganar puntos ante los jefes.
En esa fecha yo estaba en Cuba, en la Isla de la Juventud. Me enteré de lo que estaba sucediendo porque una sobrina me llamó muy asustada contándome que a su novio se lo habían llevado detenido porque lo cogieron junto con otros, tirándole piedras a las vidrieras de una shopping del malecón.
Tan pronto ella colgó el teléfono, encendí la radio, busqué la noticia en varias emisoras cubanas, empezando por radio reloj, pero fue en vano. La prensa oficialista, la radio y la televisión hablaban de otras cosas.
Recuerdo que salí a la calle a indagar si alguien más sabía lo que estaba pasando en La Habana. Unas horas después un grupo de amigos nos reunimos en mi casa a conversar sobre los rumores que corrían por las calles de Nueva Gerona. Hicimos varias llamadas a la Habana, hablamos con familiares y amigos y todos nos daban una versión muy distinta a lo que ya empezaba a esbozar la prensa oficialista. Con muchas dificultades logramos sintonizar Radio Martí, la señal a penas se escuchaba, aunque se hablaba del maleconazo.
Hubo que esperar a que el entonces comandante en jefe diera la orden para que comenzaran a emitirse los breves comunicados de prensa a partir del escueto editorial publicado por el Granma con la versión oficialista de los hechos. El oficialismo describió y condenó a la primera gran protesta cubana, conocida como El maleconazo, como un " desorden público provocado por un grupo de indeseables traidores a la patria, al servicio del imperialismo yanqui"
Una vez más, el maquiavélico líder de la anti revolución cubana, Fidel Castro, usó la mentira para exacerbar el falso patriotismo y con ello desvirtuar la esencia del problema. Una vez más el habilidoso ganster se valió de su carisma para virar la bola en contra de los cubanos que protestaron, condenándolos con los mismos adjetivos que usó en 1980 cuando los sucesos de la embajada del Perú. Los acusó ante el mundo entero de traidores, gusanos, vende patria, al servicio de un país enemigo y con ello pretendió justificar el uso de la fuerza contra los que se amotinaron valientemente en las calles del malecón aquel 5 de agosto de 1994.
Esa vil versión que dieron de los hechos, es parte de la manipulación de la información que caracteriza a la dictadura. Aquel 5 de agosto los cubanos no entraron en una sede diplomática buscando refugio político, sino que se lanzaron a las calles desesperados por el hambre, la miseria, la falta de recursos, la indignación por los altos precios en el mercado de recaudación de divisas donde se vendía y se vende de todo, incluyendo productos norteamericanos, mientras que en los mercados normales, donde se paga con pesos cubanos, en aquella época estaban vacíos, no se conseguía nada (ahora tampoco). Habían despenalizado el dolar, pero muy pocos cubanos tenían acceso al mismo.
En aquel entonces el llamado periodo especial en tiempo de paz iba por su cuarto o quinto año, las enfermedades por falta de vitaminas y por la desnutrición estaban haciendo serios estragos en la población. En esa época un dolar costaba 150 pesos cubanos. El salario de un profesional de la salud, de la educación o de cualquier otra esfera, no rebasaba los 4 dólares mensuales. Un jabón de baño solo se conseguía en la shopping y costaba $0.80. El cubano medio, con un salario de 150 pesos mensuales, tenía que inventar para conseguir un pedazo de pan para sus hijos Miles de familias cubanas se acostaban y se acuestan sin comer.
"El maleconazo" fue politicamente desvirtuado, tergiversado y tratado por la oficialidad castrista, como un problema de la oficina de intereses de los Estados Unidos, la cual al final cargó con la culpa del amotinamiento. El demócrata Bill Clintón estaba en la Casa Blanca.
Según Fidel, y ahora su élite militarista moncadista, los cubanos solo actúan y protestan en contra del despotismo del gobierno cuando son guiados por el imperialismo. Ese ardid le ha servido a la tiranía dinástica castrista , por más de medio siglo, para desinformar al mundo, e impunemente aplastar por la fuerza cualquier intento de rebelión en Cuba. Hasta el derecho a la protesta organizada o espontánea nos han quitado, no solo al reprimirla usando los tanques, sino también presentándonos ante el mundo como incapaces de actuar por nosotros mismos.
Hoy se cumplen quince años del maleconazo, sus promotores y actores en su mayoría, fueron los mismos protagonistas del éxodo de los balseros en agosto de 1994. Hoy andan regados por el mundo, pero la memoria colectiva no ha borrado los sucesos de aquel día.
Quién sabe si se producirán más maleconazos en nuestra patria, sobre todo ahora que las cosas han empeorado, el régimen está dando "patadas de ahogado" y las nuevas generaciones de cubanos están hartos del "más de lo mismo... del "más peor" de lo mismo de medio siglo..."
Esperanza E Serrano