Carta abierta a la BBC de Londres
Por Miriam Celaya González
Solo soy una entre los millones de terrícolas que hacen uso de la Internet. De hecho, en mi condición de cubana y blogger alternativa, mi acceso a la red es bastante restringido y esporádico. No obstante, siento un respeto sincero por los profesionales de la información a nivel global y considero a la BBC una agencia seria y competitiva. Es justamente por esto que no alcanzo a explicarme cómo es posible que bajo tanto prestigio y tradición exista la posibilidad de amparo para ciertos “periodistas” tan mendaces e inescrupulosos que, violando todo principio ético de la profesión, se dedican a desinformar al mundo, tergiversando la realidad de una nación y, de paso, ofreciendo un servicio (¿gratuito?) a la dictadura más larga que conoce el mundo occidental.
El periodista uruguayo Fernando Ravsberg, corresponsal en La Habana de la BBC, fue entrevistado recientemente en Madrid por Emiliano Cotelo, a propósito del controvertido diálogo iniciado entre el gobierno cubano y la máxima jerarquía de la Iglesia Católica de la propia Isla. Las respuestas de Ravsberg, muchas veces ambiguas y siempre fuertemente parcializadas, transparentan el desprecio que siente por este país y por los cubanos, así como el profundo desconocimiento de la historia de Cuba y de las aspiraciones de su pueblo. Ravsberg no es en esencia un periodista, sino un propagandista del régimen cubano y como tal, detractor a ultranza de la disidencia y del brote cívico que ha comenzado a cobrar fuerzas en la sociedad, sectores muy perseguidos y duramente acosados dentro de la Isla y que se mantienen pugnando por los derechos económicos, políticos y sociales de todos los cubanos pese al hostigamiento y a la represión de que son víctimas, mientras “informadores” como el corresponsal de referencia, o bien miran a otro lado, o prefieren reforzar el discurso oficial fabricando una realidad imaginada.
¿Cuál es esa “Cuba” que reporta Ravsberg y qué beneficios obtiene de ello? Solo él podría responder a esto. Ya hemos leído en otras ocasiones sus personalísimos análisis del escenario cubano y sus peculiares versiones de las entrevistas que ha realizado, así que no causa mucho asombro que esta vez el flamante corresponsal de BBC nos pinte una Cuba que los propios cubanos no conocemos y, encima, se extralimite en sus funciones agoreras. Con frecuencia ocurre que algunos extranjeros sagaces como él solo parecen necesitar de algún poco de tiempo en la isla y un par de preguntas que dicen hacer por aquí y por allí, para sentar cátedra en temas cubanos. Es como si el trópico les recalentara el cerebro y perdieran la capacidad de discernimiento. Ahora Ravsberg no solo tergiversa la realidad de Cuba, sino que se revela como todo un experto en sociología y psicología social cubana, fundamentalmente en lo tocante a política y religión. Un análisis de tanto dislate sería en extremo extenso, de manera que creo más oportuno hacer solo algunos señalamientos con el fin de corregir un poco la brújula de este reportero desorientado que, como reza un viejo refrán popular, está en medio del bosque y es incapaz de ver los árboles.
El corresponsal de la BBC asegura que en Cuba el gobierno no le da valor a la disidencia “porque esta recibe dinero del exterior”. Desconozco si este gobierno ha puesto en manos de Ravsberg las pruebas de dichos emolumentos recibidos por “la disidencia”, habida cuenta de que al pueblo cubano nunca se le han servido pruebas concretas de ello, salvo que se puedan considerar así las declaraciones unilaterales de los alabarderos oficiales (y de los extraoficiales, como Ravsberg). Por otra parte, ¿quiénes clasifican como “disidencia” para el avispado corresponsal? Generalmente en ese amplio diapasón se han incluido en Cuba tanto los partidos de oposición como los periodistas independientes, los bloggers alternativos y todo aquel que no se pliegue a las directrices gubernamentales. En ese caso me siento autorizada a desmentir tal afirmación: al menos un nutrido grupo de bloggers que me son cercanos y yo, entre otros “disidentes”, no recibimos dinero alguno del exterior. El gobierno cubano, en cambio, no solo ha recibido durante decenios todo tipo de recursos (que aún recibe y dilapida), sino que –además- aplica un abusivo gravamen sobre las remesas familiares y sobre cualquier ingreso que reciban desde el exterior los cubanos. Teniendo esto en cuenta, se deduce que el gobierno también se beneficia con los supuestos fondos destinados desde el exterior a la disidencia interna, como seguramente sabe el señor corresponsal de la BBC.
El gobierno cubano no tiene en cuenta a la disidencia, no precisamente porque “reciba dinero del exterior”, sino porque las dictaduras no aceptan ninguna manifestación alternativa, tenga color político o no. El gobierno cubano no reconoce a los partidos opositores, pero tampoco a los periodistas independientes, a las diversas asociaciones de la sociedad civil alternativa ni a los blogger, que ni siquiera somos una organización. La debilidad de los regímenes totalitarios estriba, no obstante, en ese monopolio absoluto sobre la sociedad, sobre la información y sobre el temor del individuo, por lo cual todo fenómeno alternativo que pueda suponer una fisura en el sistema deviene “disidencia” y debe ser demonizado. Es así que en el discurso oficial (y curiosamente en el de “periodistas” como este señor uruguayo) todos los disidentes “son mercenarios al servicio de una potencia extranjera que nos agrede, nos bloquea y nos hostiliza”.
Ravsberg pretende subestimar la presión internacional sobre la dictadura de la Isla a raíz de la muerte de Orlando Zapata aduciendo que “con excepción del gobierno de Estados Unidos, ningún otro gobierno condenó al gobierno cubano por la muerte de Zapata”. Las críticas de los parlamentos mexicano y europeo, así como las de grupos de la sociedad civil, artistas e intelectuales de numerosos países, no parecen tener importancia para un sujeto que, paradójicamente, toma a Uruguay como ejemplo de tradición democrática. Ni siquiera las discretas declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas, quien lamentó públicamente la muerte de Orlando Zapata, son mencionadas por Ravsberg. Su propio discurso delata su diferenciado sentido de la democracia: si no son los gobiernos quienes directamente emiten la crítica, no existe presión internacional.
Otro tema se relaciona con las consideraciones en torno a la política cubana. Ravsberg trata de hacer creer a la opinión pública que en Cuba ha habido un cambio de presidente que supone alguna distinción o cambio en el proceso cubano. En un absurdo símil establece una comparación entre el proceso de sucesión dictatorial cubano (todo un “dedazo”) y las elecciones democráticas uruguayas que colocaron –urnas mediante- a Mujica en el poder a continuación de Tabaré Vázquez. Total, nos dice Ravsberg, ambos (Tabaré y Mujica) son representantes del Frente Amplio, eso implica que el cambio de representante de la dictadura en Cuba “es algo similar a lo que acaba de ocurrir en Uruguay”, puesto que hay una persona diferente en el poder en cada caso. En verdad, se precisa ser muy necio o muy irrespetuoso de la inteligencia ajena para sostener semejante criterio.
Por la misma cuerda floja andan las opiniones de Rasberg durante la entrevista de referencia cuando asegura que “ha habido una serie de cambios en el acceso de los cubanos a los hoteles, lo cual los convirtió en el verano del año pasado en el 10% de las personas hospedadas en los hoteles turísticos, lo cual demuestra también que hay ciertos sectores con buenos ingresos”. Y también la insólita burla al pueblo cubano al decir que “ha habido un montón de cambios en el país que la gente parece no seguir: cambios económicos, reconocimiento de derechos de los ciudadanos, por ejemplo el acceso a internet que estuvo prohibido durante años para los cubanos acaba de ser ratificado legalmente por un decreto como derecho, e inmediatamente se abrieron los cibercafés para que cualquier ciudadano pueda consultar desde el Miami Herald hasta BBC Mundo e incluso El Espectador. Son pasos claves, pasos que no se tienen en cuenta pero que significan, por ejemplo, que el gobierno cubano acepta por primera vez terminar con el monopolio informativo y darle acceso al mundo”.
Lo que no dijo Ravsberg es que ciertas páginas web no se pueden consultar desde los cibercafés porque el gobierno ha puesto “presillas” que impiden el acceso y que curiosamente entre las páginas así prohibidas se encuentran las de los bloggers alternativos, lo cual demuestra que las autoridades temen más la divulgación de las noticias y opiniones de los que estamos dentro de la Isla que a toda la prensa extranjera, incluyendo la acreditada en la Isla. Tampoco el corresponsal de la BBC aclaró que tales “derechos” generosamente otorgados por el gobierno no se llegan a generalizar porque ningún salario en Cuba aporta ingresos suficientes para cubrir los precios de hospedaje en los hoteles o para darse el lujo de navegar por Internet en busca de informaciones, salvo que se tenga una fuente alternativa (no legal) de ingresos, familiares o amigos en el extranjero que cubran tales gastos, o se trate de cubanos con permiso de residencia en el exterior o con contratos de trabajo fuera de Cuba. Solo así un cubano se puede permitir semejantes excesos, a contrapelo de la penosa lentitud de las conexiones a la red o del dudoso servicio hotelero que se le brinda. No obstante, cada nacional independiente que se hospeda en hoteles resulta tan sospechoso que su estancia es cuidadosamente controlada por el Ministerio del Interior, con un estricto seguimiento de sus gastos y la cantidad de veces que disfruta de esos hospedajes.
Quizás una buena demostración de la voluntad gubernamental para terminar con el monopolio informativo sería desbloquear las páginas web que acogen a la blogósfera alternativa (http://www.desdecuba.com/ y http://www.vocescubanas.com/, por ejemplo), o permitir el derecho a réplica de todos aquellos que la prensa oficial ofende y desacredita desde los medios de difusión masiva, para que los cubanos comunes conozcan todos los argumentos sometidos a debate y formen su propio criterio. Ravsberg no puede ignorar que la prensa cubana jamás ha publicado ni uno solo de los documentos de condena al gobierno dimanados de la opinión nacional o internacional, aunque sí se ha permitido escarnecerlos, de manera que el pueblo solo ha tenido una versión distorsionada y parcial de éstos.
En cuanto a la represión interna y el acoso que se ha mantenido a lo largo de siete largos años contra las Damas de Blanco, esposas de los presos políticos de la Primavera Negra, y que el corresponsal de la BBC atribuye a la indignación del pueblo contra la traición, ¿acaso Ravsberg pretende ignorar que las hordas de furia que han atacado a estas cubanas indefensas durante sus marchas pacíficas de cada domingo son agentes del gobierno cubano, expresamente entrenados por éste para golpear y reprimir cualquier manifestación alternativa de la sociedad civil, sea opositora o no? El señor Ravsberg es, cuando menos, grosero y vulgar, cuando dice tan cándidamente, en relación con las conversaciones entre las autoridades de la Isla y la Iglesia Católica, que “Hay un antecedente, hace unas semanas cuando el gobierno de Raúl Castro convocó a la Iglesia católica para decirle que autorizaba a las Damas de Blanco, a marchar otra vez libremente por las calles”. En realidad, las Damas nunca pidieron ni necesitaron autorización del gobierno para marchar por la liberación de sus familiares, quienes guardan prisión por ejercer la libertad de expresión para divulgar verdades que finge ignorar el señor Ravsberg; las calles son un espacio que ellas han ganado con su prestigio y su valor, así como han ganado el respeto y la admiración de todos los cubanos decentes. Ellas conquistaron esas calles por sí mismas.
En cuanto a la Iglesia Católica, a la cual se refiere el señor periodista como si se tratase de una secta de parias fugitivos y a la que considera “una institución débil”, le aclaro que es la institución religiosa más fuerte de Cuba, solo que el catolicismo a la cubana no se parece al que se practica en Uruguay o, digamos, en España. En Cuba, los cultos sincréticos de origen africano no han dominado sobre el catolicismo, sino que han dado lugar a una amalgama religiosa particular en la cual es difícil discernir dónde terminan y comienzan los aportes de una y otra creencia; se trata de límites imprecisos porque, por ejemplo, en la práctica cotidiana, los fieles de los cultos de ascendencia africana bautizan a sus hijos en las iglesias católicas siguiendo el ritual cristiano tradicional, colocan ofrendas en esas propias iglesias y muestran respeto tanto a Dios como a Oloffi. Por otra parte, no son pocos los que se declaran católicos y ponen ofrendas a los orishas o consultan al babalawo. Nunca los estudiosos de las ciencias sociales en Cuba se han arriesgado a decir que “la mayor parte de los cubanos profesa una fe afrocubana conocida como santería”, como se atreve a asegurar el audaz Ravsberg, que-a juzgar por sus planteamientos- parece haber pasado mucho tiempo en Cuba haciendo alguna encuesta de alto valor estadístico para asegurar esto (¡lo que se ha perdido el Instituto Nacional de Antropología por no tenerlo en su plantilla!), así como para sostener que la Iglesia Católica cubana “No es una institución fuerte en el sentido de tener muchos adeptos, muchos seguidores. Es una religión minoritaria” y que, a pesar de ello “tiene una alta influencia social” (entonces, ¿en qué se basa esa influencia?).
No quiero concluir sin proponer al corresponsal Ravsberg que quizás sería recomendable que pasee un poco menos por La Habana y se sumerja en textos sobre la historia de Cuba a fin de evitarse emitir criterios disparatados; la ignorancia voluntaria no es un adorno, así que no es bonito que la exhiba tan impúdicamente. Cuando este señor asegura que “Cuba es un país que prácticamente nunca fue independiente, al final de la colonia española entraron tropas de otro país, el primer presidente lo puso Estados Unidos, y después prácticamente no tuvo una historia democrática…”, está omitiendo una rica historia republicana en la que se consolidaron fuertes valores democráticos y una institucionalidad civil que permitió el nacimiento de una Constitución en 1940 que fue de las más avanzadas de su tiempo. Ravsberg ignora que los gérmenes de la vocación democrática cubana nacieron fundidos con los albores de la nacionalidad, cuando todavía éramos una colonia (como lo fueron todas las naciones de Hispanoamérica, incluyendo Uruguay), y que se acrisolaron en el siglo XIX en el pensamiento de José Martí, el más democrático de todos los cubanos. Medio siglo de dictadura y de temor latente impiden que este pueblo se manifieste; por eso los cubanos no siempre se atreven a expresarse, por eso cuando se expresan con libertad son encarcelados, por eso cualquier falso corresponsal divulga lo que se le antoja sobre Cuba, siempre que lo que diga esté a tono con la línea del gobierno, so pena de perder su acreditación. El día que Cuba sea libre, quizás el propio Ravsberg se sorprenda de la vocación democrática de los cubanos. Solo que ese día tendrá que esforzarse por ser un periodista de verdad.
Lamento, por último, haberme extendido demasiado en comentar lo que muchos quizás considerarían un exceso de atención que el corresponsal de la BBC no merece, pero no se trata de él: los cubanos ya hemos sufrido suficiente daño por más de 50 años para, encima, tener que enmudecer ante las ofensas y el desprecio de un parásito de la prensa. No hablo en nombre de los cubanos en general, que nadie me ha autorizado ni tengo mérito para tanto, sino en nombre propio, porque –al igual que los bloggers y periodistas independientes a quienes llamo mis compañeros de ruta- cada día corro el riesgo de sufrir la represión por divulgar las verdades de mi país mientras la orgullosa insolencia de Ravsber se contonea impune en medio de mi pueblo. Hablo, también, porque como el propio señor Ravsberg conoce, la inmensa mayoría de los cubanos ignora la cantidad de desatinos que sobre ellos se está divulgando por parte de este “periodista”, al cual, con toda seguridad, han acogido con la hospitalidad y el afecto de los que no es digno. No tengo tampoco autoridad ni cualidades para dictar pautas a la BBC, pero soy del criterio de que una agencia que nació en fecha tan remota como 1923 y que ha prestado invaluables servicios a la humanidad como fuente fidedigna de información, incluso durante las cruentas circunstancias de la última conflagración mundial del pasado siglo, debería ser cuidadosa a la hora de seleccionar a sus corresponsales: en el caso de La Habana, la BBC está pagando en metálico por la perpetuación de la mentira. Es algo indigno.
Perdonen por su tiempo, espero que, después de todo, Fernando Ravsberg sea solo un pequeño y lamentable error.
Miriam Celaya González
Blog Sin EVAsión.
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