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domingo, 20 de mayo de 2012

20 de mayo, día de la Independencia de Cuba


Para hablar de esta fecha hay que tener presente la lucha insurreccional mambisa que en tres ocasiones se alzó en contra de la corona española: 1868 , la guerra de los diez años, 1879, La guerra chiquita y 1895 la guerra necesaria y definitiva.

El 18 de febrero de 1898, se produjo, en la Bahía de La Habana, la voladura del acorazado Maine, buque de la marina de guerra norteamericana anclado en el puerto con el objetivo de proteger a los norteamericanos y sus intereses en la Isla. Con la voladura del Maine, Estados Unidos encontró un motivo para entrar en la guerra contra España.
El 25 de febrero de 1898 el Congreso norteamericano firma la declaración de guerra a España, e interviene en el conflicto armado como aliado de las tropas mambisas, iniciándose así la guerra cubano-americana-española, conocida también como la guerra Hispano Americana.
Según algunos historiadores, los mambises cubanos tenían la guerra casi ganada, pero con la intervención de los Estados Unidos, se acelera la derrota de España.
El 10 de diciembre de 1898, con la firma del Tratado de Paris, España acepta la derrota y le cede los territorios de Cuba, Puerto Rico, Guam, Las Islas Marianas y Filipinas a Estados Unidos. En cambio Estados Unidos debe indemnizar a España con la suma de 20 millones de dólares por la guerra. El 11 de abril de 1899 Washington ratifica el Tratado de Paris, le paga a España la indemnizacion, e inmediatamente ocupa los territorios "ganados" en el conflicto.
El Tratado de Paris fue un acuerdo exclusivamente entre España y Estados Unidos. No hubo ni un solo representante de los territorios cedidos. Fue un acuerdo entre una potencia naciente y otra en su declive total.
Si bien es cierto que el Ejército Mambí fue obviado en ese acuerdo, eso no significó que aceptaran lo acordado en Francia por ambas potencias. Estados Unidos tomó posesión de la Isla de Cuba, ocupándola militarmente. El Ejercito Mambí no aceptó el Pacto, el pueblo cubano protestó, la oligarquía criolla tampoco estuvo de acuerdo de que Cuba fuera un estado asociado. Ante tanta presión, Estados Unidos pactó con los cubanos.
 Se creó una Asamblea Constituyente formada por un grupo de cubanos quienes redactaron la Constitución Democrática de la naciente soberana República de Cuba, conocida como La Constitución de 1901, (reformada y enriquecida en 1940).Se convocaron elecciones libres y en diciembre de 1901, Don Tomás Estrada Palma gana las elecciones como primer presidente electo de la República de Cuba.
El 20 de mayo de 1902 Estados Unidos entrega el poder al Presidente Electo. Nace la República de Cuba.
Por primera vez la bandera de la estrella solitaria hondea sola en el Castillo del Morro de la Habana, y en todos los ayuntamientos de las ciudades y pueblos de Cuba, simbolizando el fin de la colonia y de la ocupación militar norteamericana en la Isla.
Don Tomás Estrada Palma, asume la presidencia y jura fidelidad a la Constitución de la República de Cuba y al pueblo que lo eligió como presidente.
 La Republica de Cuba nace como República mediatizada, ya que  la Enmienda Platt aceptada por el naciente gobierno cubano, le confiere derechos a Estados Unidos  para intervenir militarmente en Cuba ante cualquier conflicto interno  que pusiera en peligro  los intereses de los norteamericanos en la Isla, los cuales desde mucho antes de 1895 tenían grandes inversiones en la Isla, sobre todo en la industria azucarera.
Con la Enmienda Platt Estados Unidos legaliza la creación de tres bases navales carboneras en la Isla en calidad de arrendamiento por tiempo indefinido, una de ellas todavía se mantiene: la Base Naval de Guantánamo.
El territorio de la Isla de Pinos queda en manos de Los Estados Unidos, ya que a la hora de redactar la Constitución no se mencionó a la Isla de Pinos como parte del territorio cubano.
Ni prestos ni perezosos, cuando los cubanos se percataron de ese error, comenzaron a protestar. No se quedaron con los brazos cruzados y tras 25 años de protestas y de enfrentamientos, el 13 de marzo de 1925 el Congreso de Estados Unidos acepta el Tratado Hay Quesada. Tratado en el cual se definió la situación legal de la Isla de Pinos como parte del territorio nacional cubano.
La mayoría de los estadounidenses que se habían asentado en la isla en los primeros años del siglo XX, vendieron sus tierras a los hacendados cubanos con precios preferenciales, en algunos casos, en otros, las tierras fueron entregadas al Estado Cubano. A finales de la década del 20 en la Isla de Pinos solo quedan las familias estadounidenses que, en calidad de emigrados,decidieron quedarse muy a sabiendas de que estaban en territorio cubano.
La naciente república cubana, dueña de su destino, se vio envuelta en conflictos internos que a la larga dieron al traste con la tan soñada libertad y con los principios democraticos por los que tanto lucharon nuestros mambises con la sagrada intención de crear una Cuba con todos, por todos y para todos los cubanos.
La corrupción, los problemas internos, y los malos manejos de los gobiernos republicanos originaron conflictos serios, los cuales favorecieron el golpe de estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo en 1952. Con ese golpe a la Constitución de 1940 y a la democracia, se empeora la situación dentro de la isla. Este hecho fue ampliamente aprovechado por la extinta URSS que vio la posibilidad, servida en bandejas, de introducirse en Cuba, territorio a 90 millas de su gigante enemigo durante la guerra fría: Estados Unidos de América
La URSS, para lograr sus objetivos utilizó   al partido Socialista Cubano y a los ambiciosos hermanos Raúl y Fidel  Castro quienes, ayudados y secundados por  un selecto  grupo de mafiosos, asaltaron el cuartel Moncada con la demagógica justificación y manipulación de los ideales martianos en el año del centenario de su naticilio.
Con el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, comienza un período de más de cinco años de inseguridad, hostilidades, enfrentamientos entre cubanos, terrorismo en las ciudades y campos, muertes sospechosas, desapariciones, persecuciónes, ajusticiamientos a supuestos esbirros batistianos,derramamientos de sangre y una fuerte campaña publicitaria en contra de Fulgencio Batista a quien culpan de todo lo que estaba sucediendo en la isla. Situación que se agudizó  a partir de noviembre de 1956 con la guerra de guerrillas en las sierras y el incremento del  terrorismo dentro de las ciudades. Estados Unidos al ver que Batista no puede controlar la situación, le retire el apoyo y comienza a poner su atención en el Movimiento 26 de Julio, en los barbudos de la Sierra y muy en especial en Fidel Castro Ruz.
Fidel líder del Movimiento 26 de Julio y del Ejército Rebelde, es apoyado por el Partido Socialista, (PSC) ,un sector de la prensa importante, como la revista Bohemia,y por la mayoría del pueblo que ingenuamente creyó en él por sus promesas de cumplir con los ideales martianos plasmados en su  Programa del Moncada ( más conocido como su alegato de defensa en el juicio por el asalto y que circuló dentro de Cuba clandestinamente por esos años con  el titulo de  La historia me absolverá)
Fulgencio Batista sale huyendo de Cuba el 31 de diciembre de 1958. Los rebeldes decretan la Huelga general paralizando a todo el país. El día 8 de enero de 1959, Fidel y su comitiva entran a La Habana y toman el Palacio de gobierno adueñándose de Cuba, gracias, entre otras cosas, a los pactos secretos con la URSS , con algunos oficiales del ejercito cubano bajo las ordenes de Fulgencio Batista y sobre todo con la ayuda subrepticia del PSC.
 Enero de 1959 marca el comienzo de una nueva etapa en la historia de nuestro país, muy distinta a lo que soñaron y por lo que dieron sus vidas nuestros próceres y tantos  patriotas cubanos.
En enero de 1959 se inicia la peor etapa de la historia de Cuba, la cual quedará marcada como una larga pesadilla de más de medio siglo, que ha reducido al pueblo cubano a un estado de miseria material y espiritual tan grande que no tiene precedentes en la historia de nuestro país ni en la de otra nación en el mundo contemporáneo.
El 20 de mayo desde 1959, no se celebra en Cuba porque hasta la verdadera historia de nuestro país la tiranía castrista ha tratado de borrarla creando la falsa imagen de que la historia de Cuba, como país soberano comienza en 1959. Otra de las grandes mentiras de esa tiranía militarista, dinástica, mafiosa,castrocomunista.
Nos toca a nosotros, los cubanos que amamos a Cuba y conocemos nuestras raíces históricas, luchar por mantener vivas nuestras verdaderas tradiciones, nuestra historia tal y como ocurrieron los acontecimientos.
El 20 de mayo es día de celebración para los cubanos, porque el 20 de mayo de 1902 marcó una nueva era en la historia de Cuba:es el día del nacimiento de la República de Cuba, el dia que comenzó la independencia de Cuba. A partir de esa fecha hasta nuestros días la única bandera que ha ondeado en el horizonte cubano, es la bandera de la estrella solitaria diseñada por Narciso López en 1949. La primera y unica bandera cubana que ondeó en los campos de batalla  en 1850 en Cárdenas y en 1851 en Playitas. Bandera que fue aceptada por la mayoría como nuestra bandera nacional por  la República Cubana en Armas constituida en 1868, con el padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes, como su presidente.
Por ese 20 de mayo y por el juramento de Don Tomás Estrada Palma como vocero del pueblo cubano de defender nuestra soberanía, el pueblo cubano derramó mucha sangre y eso nunca lo podremos olvidar.
Algún día Cuba será libre de la tiranía castrista que hoy la esclaviza y esta fecha se volverá a celebrar con dignidad, decoro y mucha alegría en nuestro país.
¡Viva el 20 de mayo, Día de la Independencia de Cuba.
Esperanza E. Serrano
(Publicado por primera vez en este mismo blog el 20 de mayo del 2009)

martes, 19 de mayo de 2009

Un día como hoy




Hoy día como hoy, 19 de mayo, del año 1895 cae en combate el prócer de nuestra independencia, organizador de la guerra necesaria, apóstol nacional de Cuba y uno de los más grandes pensadores y escritores cubanos de todas las épocas: José Julián Martí Pérez.

Cuba nos une...

Cuba nos une en extranjero suelo,
Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
Cuba en tu libro mi palabra sea.

1871
José Martí


Dos patrias

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...


José Martí


Mis versos van revueltos y encendidos

Mis versos van revueltos y encendidos
Como mi corazón: bien es que corra
Manso el arroyo que en fácil llano
Entre céspedes frescos se desliza:
¡Ay! ; pero el agua que del monte viene
Arrebatada; que por hondas breñas
Baja, que la destrozan; que en sedientos
Pedregales tropieza, y entre rudos
Troncos salta en quebrados borbotones,
¿Cómo, despedazada, podrá luego
Cual lebrel de salón, jugar sumisa
En el jardín podado con las flores,
O en pecera de oro ondear alegre
Para querer de damas olorosas? —

Inundará el palacio perfumado,
Como profanación: se entrará fiera
Por los joyantes gabinetes, donde
Los bardos, lindos como abates, hilan
Tiernas quintillas y rimas dulces
Con aguja de plata en blanca seda.
Y sobre sus divanes espantadas
Las señoras, los pies de media suave
Recogerán,— en tanto el agua rota,—
Falsa, como todo lo que expira,
Besa humilde el chapín abandonado,
Y en bruscos saltos destemplada muere!


José Martí
XLVI

Vierte, corazón, tu pena
Donde no se llegue a ver,
Por soberbia, y por no ser
Motivo de pena ajena.

Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho,
Parto la carga contigo.

Tú me sufres, tú aposentas
En tu regazo amoroso,
Todo mi amor doloroso,
Todas mis ansias y afrentas.

Tú, porque yo pueda en calma
Amar y hacer bien, consientes
En enturbiar tus corrientes
Con cuanto me agobia el alma.

Tú, porque yo cruce fiero
La tierra, y sin odio, y puro,
Te arrastras, pálido y duro,
Mi amoroso compañero.

Mi vida así se encamina
Al cielo limpia y serena,
Y tú me cargas mi pena
Con tu paciencia divina.

Y porque mi cruel costumbre
De echarme en ti se desvía
De tu dichosa armonía
Y natural mansedumbre;

Porque mis penas arrojo
Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,

Blanco allá como la muerte,
Ora arremetes y ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte,

¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?

¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!


José Martí

Carta de José Martí a Manuel Mercado
Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895
Señor. Manuel Mercado.
Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, —como ese de Vd. , y mío,— más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia, —les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas;— y mi honda es la de David. Ahora mismo; pocos días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, q. me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de su oficio de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante, —la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,— la masa inteligente y creadora de blancos y negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald; Eugenio Bryson: —de un sindicato yankee,— que no será, —con garantía de las Aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles pª q. quede asidero a los del Norte,— incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra del gobierno. Y de más me habló Bryson, —aunque la certeza de la conversación que me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la revolución,— el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español, —y la incapacidad de España pª allegar, en Cuba o afuera, los recursos contra la guerra q. en la vez anterior sólo sacó de Cuba:— Bryson me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender este q. sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los E. Unidos a rendir la Isla a los cubanos: —Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro, y de lo q. en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, pª cdo. el actual presidente desaparezca, a la presidencia de México. Por acá, yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana. —Y México—¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará, —o yo se lo hallaré. Esto es muerte o vida, y no cabe errar. El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya yo lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quien la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pº estas cosas son siempre obra de la relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle, —alzamos gente a nuestro paso; siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas q. antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana, —la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres con quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. —Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.
Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto q. le dimos, de toda nuestra alma, y callado él! ¡Qué engaño es este y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día¡[…]
Hay efectos de tan delicada honestidad.

Nota: esta carta quedó inconclusa por la muerte de José Martí en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895