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domingo, 4 de junio de 2023

Un canto a la vida

 Un canto a la vida


Otra vez la impertinente,

sin tocar a mi puerta,

se cuela en mis noches de desvelos,

se enreda en mis sábanas, 

me tira de las orejas y abre mis ojos

invitándome a bailar en el coro

de su macabra danza.


Danza... Danza desordenada

que invade y ocupa 

mi espacio habitual,

 macabra danza de muertos,

 de cuervos y lechuzas

 que huyen al alba.

Me incomoda, la muy perversa,

con su guadaña a cuestas,

y su cara de esperpento.


Su andar descarado

me marea, 

me aturde

me alucina,

me desconcierta.

La muy bandida quiere

robar mis memorias,

congelar mis neuronas,

aniquilar mi espíritu,

atormentar mi existencia..


 A esa implacable recalcitrante,

le molesta mi altivez,

mi decisión de seguir viva.

No me perdona,

la muy condenada,

mi reto a continuar amando

este sublime mundo imperfecto,

donde he nacido y vivo

mi espacio y mi tiempo.

Mundo anacrónico, moderno,

complicado... Humano... Salvaje.

Mundo lleno de horrores,

de espantos, de tristezas

de alegrías, de colores...


Mundo perdido en el infinito,

en la noche y en la luz del universo... 

Pequeño punto,

 concéntrico... 

Gravitacional...

Punto que gira y gira sin parar

enamorado de ese  sol 

que ilumina mis días,

y de esa luna picarona

que muestra sus dos caras,

dicotomía del  astralismo

del que no se puede escapar.


La impertinente dama oscura

sigue molestando con su ruido,

con su conga disparatada

de chancletas claveteadas

con el hierro fundido

que marca el desaliento...


La muy maldita muerte

amenaza con arrastrame consigo,

quiere castigarme y lucha

por arrebatarme los  sentidos, 

quiere humillarme

hasta dejarme sin aliento.

Quiere quitarme mi derecho

a escuchar  la música,

a entender el sortilegio de

las palabras que caminan en las voces,

a disfrutar las notas escondidas 

en las risas de los niños, 

a sentir el murmullo

de las hojas que vuelan en el viento,

a disfrutar el trinar de las aves 

y la melodía suave que envuelve

el recuerdo de las corrientes

de aquel río que pasaba por mi casa...


Me agarro a la vida  con mis dientes...

Echo  a la indeseada de mi casa, 

le quito su guadaña gris, 

borro de un manotazo su risa blanca,

la derribo con un golpe bajo.

No permito que me arrebate,

así, tan de pronto, 

tan inesperadamente,

el aire que aún me pertenece.


Salgo a caminar acompañada

de un coro de palomas, 

respiro profundo y disfruto,

en este hermoso día,

las maravillas de la naturaleza

que cautivan y enamoran.


Me lleno de esperanzas

para seguir andando,

persiguiendo  ese sueño

que aún no alcanzo, 

sueño que nació hace años,

cuando era niña-adolescente,

adulta irreconciliable

A pesar de mis años.


Esperanza E Serrano

Land O´Lakes Fl.

Marzo 17, 2012 


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