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lunes, 19 de diciembre de 2011

La Cuba revindicada por los hermanos Castro y su mafia moncadista.

Las pandillas de Mantilla.
Lo normal es salir de movida un sábado por la noche con punzones, navajas, tijeras, machetines recortados y alguna pistola de confección casera, armada con un percutor de un viejo revólver y unas ligas gruesas.

Foto: Reuters
Por:Iván García/ Especial para martinoticias.com  
Entre flashes intermitentes de neón, ron y música reguetonera del Micha, Osmany García y Los Cuatro, bailan como solo saben hacerlo los 'reparteros'.
Hoy Joan, 19 años, quiere una noche movida. Pasada las 7 de la noche, luego de comer  arroz, frijoles y un par de croquetas de pescado, se viste a la usanza de un joven cubano del tercer milenio.
Jean Diesel entallado, camisa arrugada ceñida y una chaqueta negra de cuero que le da esa pinta de pandillero juvenil que Joan adora. Zapatillas de punta fina, reloj Swatch de colores subidos, gargantilla de fantasía y un celular pirata chino, un remedo del iPhone 3G.
Antes de salir de casa -si podemos llamar casa a una chabola de madera y techo de fibrocemento, con muebles espartanos de principios del siglo 20- recoge su navaja afilada de barbero que guarda debajo de la colchoneta de un catre paticojo.
Es la norma de muchos adolescentes citadinos. Sobre todo si se vive en Mantilla, un reparto al sur de la ciudad, ubicado en el municipio Arroyo Naranjo, el más pobre y violento de La Habana y con el mayor número de hombres presos en la capital.
Lo más parecido al Oeste salvaje que hemos visto en filmes estadounidenses, son algunos bailables populares habaneros. Entre reguetón y ron de cuarta categoría, una generación de adolescentes que por regla crecieron, sin un padre conocido o con sus progenitores en una cárcel de la Cuba profunda, suelen ver las fiestas juveniles o discotecas de baja estofa como un campo de batalla.
La diversión pasa por fumar un par de porros de marihuana. Criolla o 'yuma' (extranjera), si se anda bien de plata, y darse un ‘cantazo’ de melca. O comprar un 'magazín' de Parkisionil y ponerse en las nubes.
Joan se une a sus socios del barrio. Entre todos compran media docena de unas cajitas de ron blanco conocidas como “Planchao”, y recogen a sus ‘jevitas’ (muchachas), jineteras unas, marginales otras, que no pocas veces portan armas blancas y en sus bolsos de piel sintética guardan el arsenal de la banda.
Lo normal es salir de movida un sábado por la noche con punzones, navajas, tijeras, machetines recortados y alguna pistola de confección casera, armada con un percutor de un viejo revólver y unas ligas gruesas.
Su efectividad es dudosa. La bala perdida puede dirigirse hacia cualquier sitio. Pero es un arma de fuego y siempre intimida. La pandilla que lidera Joan esa noche tiene prendidas las alarmas.
El fin de semana anterior, un malandro de otra zona, le cortó el rostro con dos 'swings' de navajas a un amigo de Joan. Y el grupo va por el desquite. En la ley del bajo mundo capitalino, la sangre se paga con sangre.
En un sitio derruido fuera de la discoteca ‘clavan’ el arsenal bélico. Entre flashes intermitentes de neón, ron y música reguetonera del Micha, Osmany García y Los Cuatro, bailan como solo saben hacerlo los 'reparteros', argot utilizado para los residentes en barrios alejados del centro de la ciudad.
Un miembro de la pandilla ya identificó a uno de los jóvenes de la banda rival que desfiguró el rostro de su socio. Cuando termina el reguetón comienza la guerra.
La de los contenedores de basura virados en la calle y el intercambio de palabras gruesas. Cada pandilla desenfunda sus armas. Al compás del lanzamiento de piedras y pomos y algún que otro tiro errado de las peligrosas pistolas caseras, donde cualquier transeúnte despistado puede recibir una herida de bala.
Detrás de las ventanas los vecinos observan la gresca. A ratos es más ruido que otra cosa. No pocas veces terminan con un adolescente desangrándose en el asfalto, después de un baño implacable de navaja. La policía casi siempre suele llegar tarde. O no llega.

Fuente:A-golpe-de-navaja-

4 comentarios:

  1. Espe , es triste ver como para darle golpes a las damas la dictadura tiene recursos , pero para salvar a la juventud de los exesos no hay ni hombres ni programas comunitarios encaminados a terminar con las borracheras y los demas problemas que leemos en los blogs desde Cuba. Ranulfo .

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  2. Es una muestra de la degeneración social que sufre Cuba.

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  3. Amigos, esa es la Cuba que los turistas no ven, esa es la Cuba que el mundo piensa que no existe.
    La propaganda castro comunista ha vendido la imagen de que Cuba es el paraíso terrenal, sin embargo allí los problemas sociales cada día aumentan por el deterioro físico y moral que sufre toda la sociedad.
    Esos muchachos pandilleros son el fruto de esa mal llamda revolución donde la desigualdad es abismal. Ellos son los hijos y nietos de los que se han mantenido al margen de la politica, son los marginados, los que, por no ser oportunistas ni repetidores de consignas, les ha tocado lo peor: Vivir en la marginalidad, actuando como fieras para sobrevivir en medio del caos.
    No creo que formen parte de las turbas castristas que asedian a las Damas de Blanco y a los opositores en general, más bien creo que son los que viven al margen de todo eso porque si se manifestaran a favor de la tiranía sus vidas serían diferentes, estarían estudiando carreras universitarias, o trabajando en las empresas mixtas. Cuba está llena de esos marginados, no por el color de su piel, ni por el lugar donde viven sino por mantenerse alejados de la política cochina que allí impera. Dudo que alguno de ellos haya sido, o sea, militante de la jueventud. Como dice Ivan, crecieron en familias rotas, o bien por ser hijos no deseados, embarazos no buscados producto de relaciones furtivas, no serias, o simplemente hijos de personas que por una u otra razón están presos.
    Me pregunto ¿Cómo es posible que existan tantos jóvenes con esas características en un país que dice tener la mejor educación del mundo y se vanogloria de sus conquistas sociales y humanitarias? Hay que estar ciegos para no ver la gran estafa, la gran mentira que representa el castrocomunismo como sistema político,económico y sociocultural.
    Qué pena me da esa juventud perdida e inmersa en ese mundo de la criminalidad y de la violencia.
    Espe

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  4. Ranulfo, releyendo tu comentario te diré, desde mi punto de vista, creo que a la dictadura no le interesa para nada esa juventud perdida. Políticamente esos jóvenes viven al margen de lo que sucede en el país, les da lo mismo que sea Raúl o sea cualquier otro el que esté en el poder. El mundo que ellos han conocido es el que heredaron de sus padres, el mundo de la marginalidad socio política. Ellos no representan un peligro para el poder establecido por los mafiosos comunistas. El gobierno está convencido de que ellos se autoeliminan por el uso de la violencia y los que queden vivos van a parar a la cárcel donde los utilizan para asediar a los prisioneros de conciencia o prisioneros politicos. También los utilizan para que realicen los trabajos sucios que la policía no puede hacer por si misma.
    Hace un par de años torturaron y asesinaron a dos sacerdotes españoles en La Habana, la culpa la cargaron los delincuentes del hampa habanera. Las conclusiones que dio la oficialidad y que aceptaron tranquilamente el Cardenal Ortega, la Iglesia Católica y la propia España, estaban basadas en que el móvil o causa de ambos asesinatos fue el robo. (Sobre este tema yo publiqué un post en este blog y en el otro.)
    En cuanto a programas comunitarios solo se realizan para dar la imagen de que el pueblo cubano es muy feliz, ya que los mismos están basados en la realizacion de espectaculos artisticos musicales, con venta de ron y cerveza, juegos de participación colectiva, etc., la gente acude a esas actividades para divertirse, para bailar y tomar, enamorar y otras cosas que mejor ni escribo.
    Espe

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