Por Lázaro Tirador Blanco, periodista independienteLas promesas realizadas por Fidel Castro antes y al principio de su triunfo sobre el régimen de Fulgencio Batista, las cuales había esbozado en su alegato “La Historia me Absolverá”, escrito en la comodidad del Pabellón No. 1 del Hospital del Presidio Modelo en la entonces Isla de Pinos, se quedaron en eso: promesas y sólo promesas.
Desde los primeros meses de 1959 se pudo apreciar que en realidad los nuevos gobernantes aplicaban un régimen revanchista, totalitario y criminal. Los centenares de asesinatos perpetrados en ese mismo año bajo las órdenes del Ché Guevara en la Fortaleza de La Cabaña, la mayoría de los cuales hoy se encuentran documentados, fueron sólo una muestra de lo que ocurre hasta el día de hoy.
El sistema aplicado posteriormente en Cuba es el de un típico estado comunista, devenido en una copia tropicalizada y trasnochada de los numerosos regímenes totalitarios de esa misma clase que existieron en Europa Central y Oriental y la antigua Unión Soviética, de los cuales aún subsisten algunas especies en países del Asia, como China, Corea del Norte y Viet Nam, con sus respectivas variantes.
Algo común a estos regímenes es su participación, demostrada históricamente, en algunas de las más monstruosas violaciones masivas de los derechos humanos, donde han sido masacrados millones personas incluyendo ancianos y niños, cuyos más representativos ejemplo han sido Kampuchea bajo el dominio del Khmer Rojo, y las decenas de millones de personas muertas de hambre como consecuencia de medidas económicas adoptadas por los regímenes de la antigua Unión Soviética y China, así como también los millones de detenciones y encarcelamientos en forma absolutamente arbitraria, desde el stalinismo hasta el actual sistema político chino, plagado de campos de concentración como nueva forma de cárcel y las más crueles represiones contra cualquier brote de oposición, como ocurrió con los jóvenes de la Plaza Tiananmen en 1989, en China comunista.
Aunque en la Cuba bajo el régimen castrista no existen expresiones tan divulgadas de la represiones masivas, es por su esencia un sistema similar, al que se le han probado miles de fusilamientos, decenas de miles de presos políticos y un número enorme de exiliados, provocados por las malas condiciones de vida para el pueblo y que se estiman en el 20% de la población total.
Supuestamente el triunfo de los rebeldes en Cuba en 1959 se inspiró en los anhelos de restablecer la Constitución de 1940 (una de las más adelantadas y progresistas de América Latina) para restituir los derechos humanos violados por las estructuras represivas del régimen batistiano. Ésto obligaba a los vencedores a restablecer un sistema de gobierno constitucional y con todos los demás derechos democráticos que restituirían a los cubanos el ejercicio de todos sus derechos y obligaciones ciudadanas.
Desde los primeros momentos y pese a la emotividad del triunfo fidelista, se podía notar un elevado sentido caudillista en los mandos, y discrepancias entre los principales líderes, que provocaron rápidamente escisiones como las del Comandante Hubert Matos y otros oficiales y funcionarios, hasta eventos como la oscura y todavía misteriosa desaparición del Comandante Camilo Cienfuegos, líder carismático que contaba con un apoyo popular superior al de Fidel
Castro y que estorbaba a su hermano Raúl para ocupar el segundo lugar en la jerarquía revolucionaria.
Los acontecimientos posteriores, las intervenciones de la propiedad privada nacional y extranjera y la limitación férrea de los más elementales derechos humanos de los ciudadanos cubanos, así como los estrechos lazos establecidos con la Unión Soviética, anunciaron al mundo el establecimiento de un régimen de liderazgo único que devino en un sistema político de partido único y es, por esta concepción castro comunista, que el Partido Comunista es el único que tiene existencia y reconocimiento legal en Cuba.
Pese al enunciado marxista-leninista de que los gobiernos comunistas representan la dictadura del proletariado, en la actual Constitución de Cuba se reconoce sólo al Partido Comunista con el carácter de "fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado".
Llama la atención que este órgano rector de la sociedad, la política y la economía cubana, es una organización política selectiva y a ella pertenece sólo una minoría neta de la población adulta cubana. En español sencillo eso significa que la dirección de la sociedad y el Estado cubano están en manos de una élite de líderes que tienen que estar políticamente identificados y comprometidos "hasta la muerte" con el Partido Comunista, sin opción alguna.
En 1976 el dictador Castro ejecutó una jugada maestra para dar a su régimen apariencia institucional y a la dirección de su finca cubana un baño de democracia participativa, creando la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El nuevo sistema de "gobierno" en Cuba fue aprobado, según las cifras oficiales del régimen por el 97,7% de los electores en referendo efectuado el 24 de febrero de 1976, y el 2 de diciembre de ese mismo año se instaló la primera legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Con este paso bien preparado y ejecutado bajo el más férreo control del Partido Comunista, se justificaba el concepto marxista-leninista de un poder único representado ahora por esta versión criolla de Parlamento. Esta maniobra colocó a Fidel Castro, además de ser el Primer Secretario del Partido Comunista, como el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. ¿Quién podría decir a partir de entonces que en Cuba los Poderes del Estado no funcionaban con una estructura democrática y participativa?
La Asamblea Nacional del Poder Popular sesiona dos o tres días al año y el resto de los 360 y algo los dirige el Consejo de Estado, es decir Fidel Castro y ahora su hermano Raúl, con plenos poderes. Para cerrar la jugada, en virtud de una disposición constitucional, los tribunales están "jerárquicamente subordinados" a la Asamblea Nacional y al Consejo de Estado y así se completa el control de los poderes del Estado por parte del liderazgo de turno del régimen.
Como en todos los eventos nacionales que el régimen organiza en Cuba, en las elecciones el pueblo "vota y aprueba" o se convierte en contrarrevolucionario o gusano, con las consabidas represalias para la persona en cuestión y sus familias. Estas jugadas fueron perfectas y han permitido que Cuba sea considerada por muchos en el mundo —lógicamente, desconocedores de la verdad interna en que vive el pueblo cubano; o cómplices de la tiranía—, como un Estado con estructuras democráticas y participativas.
Sobre el sistema electoral se ha hablado bastante y no vale la pena insistir en ello. Baste saber que el mecanismo de propuesta de un candidato a ocupar cualquier puesto en el sistema público cubano debe ser analizado y propuesto por una Comisión de Candidatura, que está integrada por representantes de las organizaciones de masas que responden directamente al Partido Comunista, ellas son: Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Comités de Defensa de la Revolución (CDR), Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM). Según el régimen, este proceso garantiza que en la cantera para elegir, estén los mejores hijos del pueblo (léase en el argot popular inventado por el "Cabo Pantera" como Los Sumitrachis —sumisos, tracatanes y chivatos—) que merecen ocupar los cargos en la vanguardia de la sociedad y de la patria socialista.
Pese a que una inmensa mayoría de la población cubana aborrece estas medidas impuestas y enunciadas como constitucionales en el sistema político del régimen, los ideólogos castristas inventaron una figura en el código penal que deja paralizados a la inmensa mayoría de los que tienen intenciones de protestar. Se trata de la condición aplicada a cualquier ciudadano que sea considerado en "estado peligroso". La aplicación de esta categoría jurídica permite a las autoridades enviar a prisión a personas que por definición jurídica no hayan cometido delito alguno, pero que —según la arbitraria opinión de las autoridades policiales o políticas—, son proclives a cometerlos.
No debe extrañar a nadie que este mecanismo diabólico y arbitrario es aplicado constantemente contra los disidentes políticos. Con esta base, contra los que son considerados en "estado peligroso" se pueden aplicar "medidas de seguridad" que incluyen la prisión, en la que sufren a menudo vejaciones, maltratos y hasta torturas e incluso la muerte. Las cárceles cubanas están llenas de personas que han sido consideradas "de alta peligrosidad" por reclamar pacíficamente derechos y libertades que son violados diariamente por el régimen.
No sólo son consideradas punibles las violaciones de leyes, reglamentos y disposiciones gubernamentales, sino que tampoco ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines del Estado Socialista, ni contra la "decisión" del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. En realidad, las violaciones consideradas más graves son las que van, aún con el pensamiento —si lo descubren—, en contra de "la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo" (construcción a la fuerza), o contra algunos de los Castro o sus cercanos seguidores.
Con independencia de las imperfecciones, vicios y aún malas intenciones de la mayoría de las leyes castristas, que debían ser el basamento legal para cualquier reclamación de parte de los afectados, lo que es realmente más denigrante es el desprecio al derecho a la libertad y a la inviolabilidad de las personas, que es vulnerado abierta y sistemáticamente, sobre todo por expresar directamente criticas al regimen, o simplemente si se infere, o se recibe algunas denuncias de chivatos contra personas que disienten pacíficamente del régimen o expresan críticas al mismo. Por estas razones, las detenciones arbitrarias se han convertido en algo cotidiano hasta en el último rincón del país y las cárceles cubanas están abarrotadas de presos, sobre todo bajo la denominación de "presos políticos", aunque los informes del régimen no los menciona como tales, sino como delincuenres comunes.
En medio de este pandemónium de represión a los más elementales derechos humanos, en las cárceles se han dado casos de presos políticos en que los acusados han permanecido en prisión por más de un año sin que se les presentara una acusación formal y sin juicio; después de permanecer en la prisión por año y medio o más, han sido puestos en libertad sin explicaciones y sin derecho a establecer reclamación alguna.
Los intentos cotidianos de muchos cubanos por abandonar el país de la única manera posible —clandestinamente—, se pueden contar en Cuba realmente por cientos de miles.
A principios del año 2000 se produjeron algunos que incluyeron, como otras veces, intentos de secuestros de aviones y embarcaciones. En los círculos represivos del régimen se hablaba de la necesidad de dar un escarmiento para detener esa ola que estaba afectando la tranquilidad del país y creando muy mala propaganda, sobre todo para el turismo internacional, que es una de las principales entradas de divisas al régimen.
La oportunidad para recordar a los cubanos la brutalidad y la feroz política del régimen contra "los gusanos" llegó en abril de 2003, cuando un grupo de ciudadanos que pretendieron secuestrar una embarcación, fueron capturados después de 24 horas de intentar cumplir sus propósitos. En el intento no hubo desgracias personales que lamentar; pese a ello, tres
personas de tez negra fueron procesadas, condenadas a muerte y fusiladas de inmediato. Los propios voceros del régimen insinuaron que esas ejecuciones tenían además, el propósito de disuadir y desalentar a otros para que no se repitieran acciones similares. De la manera en que se produjo la captura y el apresurado proceso y ejecución de la sentencia, la mayoría de los cubanos intuyeron, en silencio por supuesto, que no hubo ni garantías procesales ni una adecuada sentencia. Este caso pasó a la memoria de los cubanos como una "ejecución extralegal", como tantas otras, la mayoría sin conocerse aún, pero que un día saldrán a la luz.
Otra de las políticas del sistema castrista ha sido cerrar la boca de todos los cubanos sin distinción alguna. Sólo están permitidos los medios de comunicación estatales, los que están bajo el férreo control gubernamental y las únicas expresiones de libertad de opinión y de prensa que se permiten son para alabar al régimen, comenzando por el omnipresente Comandante en Jefe y sus ideotas. No obstante, aún los que se dedican a esto, tienen una supervisión y control constantes de estructuras especializadas del Partido Comunista y la Seguridad del Estado, para evitar cualquier atrevimiento o desliz en estos medios los que, cuando se han producido, han costado bastante caro a los atrevidos o los descuidados.
Es interesante, por su contrasentido, la manera en que se expresa en la Constitución cubana lo referido a la libertad de opinión, de expresión y de prensa. Un fragmento de su artículo 53 deja sentado que "…Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista." Mejor bozal, ni mandado a hacer.
A pesar de esto, a lo largo de los 50 años de férreo sistema de control sobre los medios de comunicación, siempre se han levantado algunas voces que han logrado colocar sus críticas en algunas opiniones, obras literarias, etc., lo que les ha costado caro o han tenido que pagar el precio de arrepentirse públicamente y alabar al régimen como condición del perdón. No menciono nombres para no olvidar a algunos y no abochornar a otros.
La advertencia que Fidel Castro hizo a los intelectuales cubanos —y que se aplicaría a todos los cubanos—, en susfamosas Palabras a los Intelectuales (Junio de 1961), ha sido una espada de Damocles permanente sobre las cabezas de los que se han atrevido a pensar y a decir algo crítico en Cuba:"Con la Revolución todo, contra la Revolución nada." vociferó el Comandante.
Pese a todo ello, se han levantado grupos de cubanos dignos, que han enfrentado la represión, las amenazas, las persecuciones, las prisiones, las torturas y hasta la muerte por expresar pacíficamente sus ideas contrarias al sistema y reclamar la oportunidad de ejercer sus derechos ciudadanos arrebatados, por pensar de manera diferente y por querer la oportunidad de optar por un mejor sistema social y político para la Patria.
Contra ellos se han tomados medidas de represión stalinistas, que van desde campos de concentración como la UMAP, encarcelamientos masivos a opositores pacíficos como los ocurridos en la llamada Primavera Negra de 2003, hasta las injustas condenas como las del Dr. Oscar Elías Biscet y otros opositores pacíficos.
Mención especial merecen los blogueros que dentro y fuera de Cuba se encargan de informar de la realidad y de las represiones del régimen, que es escamoteada a la opinión pública por la controlada propaganda de los medios oficialistas y sus admiradores comprados por compromisos políticos o por "ayudas humanitarias", que no dejan de ser negocios a espaldas del pueblo cubano o compromisos políticos que hay que pagar.
De igual manera los Periodistas Independientes son una pléyade de mensajeros que divulgan la realidad de los acontecimientos cubanos sin temor a las censuras gubernamentales y, en la mayoría de los casos, esclarecen las mentiras y patrañas con las que el régimen cubano nutre a los que les gusta escuchar de los logros de la Revolución cubana.
El minucioso sistema de control de lo que piensa y habla la población cubana ha incluido una fuerte represión política contra activistas de derechos humanos y prisioneros políticos; así como medidas cada vez más coercitivas contra la población en general en cuanto al derecho al desarrollo, autogestión económica, acceso a medios de información independientes y el derecho a desplazarse libremente, aspectos que son imprescindibles para que las personas ejerzan opiniones o adopten posturas para defender y ejercitar los supuestos derechos que como ciudadanos tienen.
En Cuba y en muchos países del mundo se especuló que, cuando Fidel Castro entregó — primero temporalmente y después definitivamente—, el poder a su hermano Raúl en una especie de transferencia del cetro real, se producirían verdaderos cambios que darían un ambiente diferente, de mayor tolerancia y apertura a la sociedad cubana, incluyendo a los "disidentes", que en verdad ya constituyen la mayoría del pueblo cubano que, aunque temeroso aún, va despertando de su letargo.
Cierto es que, tanto en el tiempo alrededor del traspaso temporal como después de la entrega oficial y el nombramiento de Raúl Castro como Presidente definitivo, se levantaron expectativas e ilusiones de cambios. Ello se debió a que el régimen de la isla ha desplegado y despliega en estos momentos una fuerte campaña propagandística para que el mundo crea que en Cuba se ha iniciado un proceso de cambio y que la represión ha disminuido, dando paso a un nuevo gobierno más abierto, más moderno y pluralista. Lo que sucede es que la coletilla que siempre acompaña esta propaganda dice "sin poner en peligro los logros alcanzados por el socialismo" y esta expresión significa realmente "sin que cambie nada de nada para el pueblo".
La realidad es que en los dos últimos años y en lo transcurrido del 2009, lo que ha primado dentro de Cuba ha sido una fuerte represión política contra activistas de derechos humanos y prisioneros políticos, así como medidas cada vez más coercitivas contra la población en general en cuanto al ejercicio de sus derechos ciudadanos y el aumento de la carencia de los más elementales abastecimientos para la alimentación y la vida normal de cada familia.
Las últimas destituciones realizadas por el Presidente Raúl Castro, en el más clásico estilo represivo, impune y prepotente que ha caracterizado siempre al régimen y, sobre todo las de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque —en quienes muchos en Cuba veían la continuidad de una revolución mucho más consecuente con los cambios—, han demostrado que la heredad de los Castro no será entregada aún y que el pueblo cubano deberá seguir avasallado por una férrea dictadura que, poco a poco va dejando caer el maquillaje temporal para mostrar, tan incólume como siempre, la verdadera máscara del castrocomunismo, ahora sostenido por el imperialismo chavista y de nuevo cortejado por una Rusia que ansía regresar a controlar a los cachorros de un nuevo "Socialismo del siglo XXI".
Este es el trágico y real panorama para el sufrido pueblo cubano, que ahora mira al norte, a las promesas del Presidente Barack Obama, esperando de donde supuestamente pueden venir algunas medidas —como las ya anunciadas sobre los viajes a Cuba—, que den un respiro para poder soportar el segundo capítulo de los Castro, como si fuera una interminable novela brasileña (con el respeto debido a los noveleros cariocas).
¿No hay solución entonces? Sí, el despertar de un pueblo que ni siquiera se ha dado cuenta de que está despertando. En Cuba hay sembrada una semilla de libertad que germina pese a las condiciones actuales y las apariencias de indestructibilidad que tiene el régimen.
Ya hay un camino comenzado por un grupo de organizaciones opositoras pacíficas, de diversos sindicatos independientes que, pese a las persecuciones del régimen y a la negación de sus solicitudes de inscripción en el Registro de Asociaciones, se van convirtiendo cada día en grupos que ganan prestigio por su valor y la aceptación —la mayoría de las veces silenciosa—, de los cubanos. El sacrificio de muchos que han enfrentado las más crueles violaciones de sus derechos y llenan las cárceles cubanas, está siendo un testimonio que va trayendo cada día más claridad al pueblo sobre la necesidad del cambio, no de un Castro por otro, si no de un cambio total y real, que traiga la verdadera independencia y libertad a Cuba.
Pero aun faltan algunas cosas que son la clave: unidad, liderazgo, concertación nacional y un espíritu de reconciliación con todos los factores que realmente aspiran a una Cuba mejor —no sólo a un cambio de gobierno—, sino también a un cambio en los espacios nacionales para que los cubanos podamos resolver nuestros problemas y trabajar por nuestras aspiraciones.
En el régimen no se puede creer, la historia lo ha demostrado y sería iluso seguir confiando en que podrán realizarse verdaderos cambios bajo el nuevo gobierno castrista. Las famosas medidas de acceso a los hoteles para el turismo aprobadas a los cubanos que apenas ganan para comer; la autorización de la telefonía celular "controlada" con las más altas tarifas
del mundo y la venta de computadores a altísimos precios sin el acceso a internet, han venido a ser meras burlas con que se logró crear una expectativa de cambios no sólo en Cuba, sino también en el resto del mundo. La realidad ha demostrado que, una vez tomado el control completo del país y después de las purgas necesarias para poner a sus seguidores confiables en los liderazgos claves del control nacional, Raúl Castro se apresta a seguir los lineamientos generales que le enseñó su hermano, pero con el extremismo que siempre le caracterizó desde los días de la Sierra Maestra.
Uno de los aspectos a los que Raúl Castro ha prestado mayor atención ha sido el reforzamiento de la militarización en los puestos de dirección claves del país, así como el control militar de las calles, la reactivación de las llamadas "organizaciones de masas", sobre todo reforzando su compromiso como organizaciones oficialistas y los grupos paramilitares —como las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida—, todos disfrazados de integrantes de la sociedad civil, pero diseñados realmente para repudiar, agredir, discriminar y amenazar a los que se atreven a levantar la voz para exigir sus derechos ciudadanos, o protestar contra el régimen. Hay suficientes testimonios de activistas de derechos humanos, periodistas independientes, familiares de presos políticos y aún de prisioneros políticos que han logrado hacer denuncias sobre todos estos desmanes.
Es imprescindible volver sobre estas cosas porque en los últimos tiempos ha habido una propensión en numerosos países, sobre todo latinoamericanos, de aupar al régimen y de solicitar su reincorporación a los diferentes organismos regionales como la OEA, que acaba de anular la expulsión del régimen en 1962 del organismo regional, que deja libre el camino a la reincorporación de Cuba, con algunas tibias solicitudes, lo que le ha dado un más amplio reconocimiento no a Cuba, sino al régimen.
Como algo significativo se ha considerado, además de la visita de funcionarios de la Unión Europea, las de un numeroso grupo de presidentes de la región, lo que ha sido esgrimido como un reconocimiento y un espaldarazo de apoyo a Raúl Castro y a su hermano Fidel.
Estas personas recibirán un día sobre sus conciencias —los que la tengan—, el peso de la responsabilidad por reconocer al régimen y desconocer y no criticar el tratamiento cruel e inhumano, degradante y miserable con el que ese propio régimen maltrata, sobre todo a los presos políticos, a los que someten a régimen de detención inhumanos, en celdas donde no llega el sol, donde no hay pisos sino de tierra, azotados por las ratas, las pulgas y los piojos; con falta de alimentos, de tratamiento médico aunque estén enfermos y la mayor parte de las veces sin comunicación alguna con sus familias y esto, sólo por disentir del sistema.
Hay pocos gobiernos y líderes que levantan hoy sus voces para condenar al régimen por la sumisión a que ha sido obligado el pueblo cubano por tantos años; por un sistema que se sostiene por el funcionamiento de una diabólica maquinaria de mentiras, temor, amenazas, comprometimiento, adoctrinamiento y represión, unidas al principal pensamiento que ocupa la mente de los cubanos desde hace 50 años: ¿qué vamos a comer hoy?
Por eso hay que recordar estas cosas cada día, para abrir el entendimiento de nuestros propios compatriotas, que desgraciadamente a veces se conforman con algunas mejoras económicas, con algunos productos más en la libreta de racionamiento. Es muy triste oír a muchos que sólo atinan a decir en el lenguaje más popular: "lo más importante es la jama para los chamacos, mi hermano", lo demás ya veremos.
Muchos esperan que cuando muera Fidel y deje de ser el tutor y la sombra de su hermano Raúl, éste no dure mucho más en el poder. Sólo Dios sabe. Lo que sí creo es que cada día más, el sistema político se irá debilitando por sus propias contradicciones y, si podemos ayudar a abrir los ojos de nuestros compatriotas, este proceso será más rápido. Podrá haber ambiciones y pugnas por heredar el poder, pero sin dudas habrá un cambio paulatino del sistema cuando logremos que el pueblo tenga una visión más nítida como ciudadanos, que pueden llegar a ejercer sus derechos, a hacer sus elecciones y a construir un mejor país "con todos y para el bien de todos" como pidió Martí.
Hoy Cuba está bajo el poder de una clase gobernante que se convirtió en uno de los regímenes más despreciables del mundo, que se acerca al fin de su tiempo y al final de su existencia.
Este fin estará más cerca cada día si no olvidamos los sufrimientos, los crímenes, el hambre, la explotación y la sumisión de estos 50 años…
(Capitulo 3 del libro Hablemos Claro)