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jueves, 12 de junio de 2014

Un testamento instituido en Ley. "Nueva" Ley de Inversion Extranjera en Cuba



Reformas en Cuba no buscan respeto ni protección a derechos humanos

La vieja escuela dejándole el negocio familiar bien atado a la camada

Menos de dos meses faltan para que entre en vigor la Ley 118 de la Inversión Extranjera, por lo que quisiera, fuera de todo tecnicismo jurídico, ofrecerles un pequeño comentario de "bienvenida."

Por Nelson Luís Rodríguez Chartrand
La Habana, 11 de junio
Diecinueve años han transcurrido desde que se promulgó la Ley No. 77 de Inversión Extranjera, exactamente aprobada el día 5 de septiembre de 1995.
En su primer POR CUANTO, dicha ley expresaba:

“En el mundo actual, sin la existencia del campo socialista, con una economía mundial que se globaliza y fuertes tendencias hegemónicas en el campo económico, político y militar, Cuba, en aras de preservar sus conquistas y sometida además a un feroz bloqueo, careciendo de capital, de determinadas tecnologías, muchas veces de mercado y necesitada de reestructurar su industria, puede obtener a través de la inversión extranjera, sobre la base del más estricto respeto a la independencia y soberanía nacional, beneficios con la introducción de tecnologías novedosas y de avanzada, la modernización de sus industrias, mayor eficiencia productiva, la creación de nuevos puestos de trabajo, mejoramiento en la calidad de los productos y los servicios que se ofrecen, y en una reducción en los costos, mayor competitividad en el exterior, el acceso a determinados mercados, lo que en su conjunto apoyarían los esfuerzos que debe realizar el país en su desarrollo económico y social”.

Como vemos, el espíritu de esta ley se justifica con una serie de circunstancias que atentaban contra el desarrollo económico y social del país, tales como la inexistencia del campo socialista, una economía mundial globalizada con tendencias hegemónicas, el sometimiento de Cuba a un feroz bloqueo, etc.
Y es en este contexto en que el gobierno cubano apuesta por esta ley de inversiones, con el fin de preservar las conquistas del socialismo con la introducción de tecnologías novedosas y de avanzada para la modernización de sus industrias, la creación de nuevos puestos de trabajo y en fin, lograr el tan esperado desarrollo económico y el mejoramiento del nivel de vida de los cubanos, que había sido prometido treinta y seis años antes.

Una nueva luz de esperanza alumbró los hogares de las familias cubanas. Sin embargo, todo fue una falacia. El pueblo sigue sufriendo miserias, necesidades y penurias de todo tipo, mientras que una minoría privilegiada alimenta sus arcas a escondidas para garantizarse así el futuro.

Recientemente el gobierno cubano, con gran urgencia, aprobó una nueva Ley de Inversiones. Una vez más utiliza a sus incondicionales diputados para que participen en su nueva comedia. El final ya nadie lo espera: Aplausos y aprobación unánime.

Y así las cosas, después de diecinueve años de vigencia de la ley 77, es aprobada otra ley de Inversiones, la cual en su primer y segundo POR CUANTOS nos dice:

“Nuestro país ante los desafíos que enfrenta para alcanzar un desarrollo sostenible puede, por medio de la inversión extranjera, acceder a financiamiento externo, tecnologías y nuevos mercados, así como insertar productos y servicios cubanos en cadenas internacionales de valor y generar otros efectos positivos hacia su industria doméstica, contribuyendo de esta manera al crecimiento de la nación.

“Los cambios que tienen lugar en la economía nacional como consecuencia de la actualización del modelo económico cubano regido por los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aconsejan revisar y adecuar el marco legal de la inversión extranjera que establece la Ley No. 77 (‘Ley de la Inversión Extranjera’), de 5 de septiembre de 1995, para ofrecer mayores incentivos a esta y asegurar que la atracción del capital extranjero contribuya eficazmente a los objetivos del desarrollo económico sostenible del país y a la recuperación de la economía nacional, sobre la base de la protección y el uso racional de los recursos humanos y naturales y del respeto a la soberanía e independencia nacionales”.

Los fundamentos que justifican esta nueva ley, en su esencia son los mismos que los de su predecesora, o sea, acceder a financiamientos externos e industrializar el país en medio de una situación adversa, para lograr, definitivamente, el desarrollo económico y el mejoramiento del nivel de vida de los cubanos.
¡Cuánto irrespeto a los sentimientos y a la inteligencia de un pueblo! ¡Señores! El pueblo de Cuba ya nada espera. Sabe que sus “protectores” están cansados y quieren dejar todo en orden antes de su partida, y esta fue su última estocada:Un Testamento nombrado Ley de Inversiones, donde el mayoritario pueblo de Cuba no consta.