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lunes, 9 de septiembre de 2013

Barack Hussein Obama acepta sopesar la propuesta rusa y el Congreso aplaza la votación del ataque

El presidente de EE UU admite una posible solución negociada

El secretario de Estado, John Kerry, responde a la prensa en Londres. / POOL (REUTERS)

En una significativa corrección del tono bélico empleado en los últimos días, Barack Obama declaró este lunes que está dispuesto a “considerar seriamente” una propuesta de Rusia, surgida accidentalmente en una jornada de verdadero caos diplomático, para que Siria ponga bajo control de la comunidad internacional su arsenal químico a cambio de que Estados Unidos renuncie a atacar ese país. Como primera consecuencia de este repentino cambio de posición, el Senado aplazó la votación que tenía previsto celebrar este miércoles sobre la autorización del ataque.
Aunque el presidente norteamericano añadió que, para que esa iniciativa pueda tener éxito, es preciso mantener la actual presión militar, sus palabras parecían ir bastante más lejos del escepticismo con el que la idea había sido inicialmente recibida en Washington.
En declaraciones a seis diferentes canales de la televisión estadounidense, Obama comentó que sigue adelante con su plan de dirigirse hoy martes a la nación y de solicitar al Congreso autorización para una “limitada” intervención militar en Siria. Pero, por primera vez desde el inicio de esta crisis, admitió la posibilidad de una solución negociada. “Si podemos hacerlo sin recurrir al uso de la fuerza, yo lo prefiero”, dijo el presidente a la CNN. Advirtió, no obstante, de que la propuesta rusa no será fácil de concretar y adelantó que uno de los problemas será el de “cómo vamos a estar seguro de que podemos verificar” que Siria, en efecto, ha entregado todo su arsenal militar.
Con esas precauciones, de repente y por casualidad –puesto que todo esto nace de un error cometido por el secretario de Estado, John Kerry en su conferencia de prensa en Londres-, ha surgido una vía de diálogo con Siria que Obama parece dispuesto a explorar, a pesar de sus repetidas declaraciones en días pasados de que el ataque con armas químicas perpetrado por el régimen sirio el 21 de agosto pasado no puede quedar sin respuesta. Obama calificó la propuesta rusa de “potencialmente positiva”. Unas horas antes, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton adelantó, después una conversación con el presidente, que “si Asad renuncia a todas sus armas químicas de forma inmediata, sería un paso importante”.
La decisión del líder demócrata en el Senado, Harry Reid, de posponer la votación en esa cámara refleja la confusión que en este momento se vive en Washington. Al comienzo de una semana crucial para su estrategia en Siria, cuando más convicción debía mostrar la Administración de que sus planes son los correctos, una tremenda pifia del secretario de Estado, John Kerry, provocó la confusión general sobre las verdaderas intenciones de EE UU y obligó a los portavoces del Gobierno a corregir malamente un descalabro que hará aún más difícil la posición de Obama ante la opinión pública y en el Congreso, donde no tiene aún los votos que le den luz verde.
Respondiendo a una pregunta, durante una rueda de prensa en Londres, sobre si hay algo que el régimen de Asad puede hacer todavía para impedir una intervención militar, Kerry contestó: “Por supuesto, podría entregar hasta el último pedazo de sus armas químicas a la comunidad internacional en la próxima semana. Entregarlo todo, sin dilación y permitiendo un recuento completo”.
Aunque inmediatamente añadió que “eso no va a ocurrir, no puede hacerse, obviamente”, ya había sido puesta en circulación la pista a la que, rápidamente, se apuntaron otros. Todo indica que no era esa la intención de Kerry. Todavía en Londres, los asesores de Kerry aclararon a los periodistas que la mención de su jefe había sido “retórica” e improvisada. Posteriormente, en Washington, el Departamento de Estado insistió en que el secretario “estaba aludiendo de forma retórica a algo que creemos muy improbable que ocurra”. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, sostuvo que Kerry había hablado “hipotéticamente”.
En cualquier caso, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, no perdió tiempo en convocar de urgencia una comparencia ante la prensa para anunciar que su país estaba dispuesto a presionar a Siria para que aceptase la idea de poner su arsenal químico en manos de la comunidad internacional. El propio ministro de Exteriores sirio, Walid al-Moallem, tras una reunión con Lavrov, dio por “bienvenida” la propuesta de su aliado, aunque sin ofrecer otros detalles sobre su cumplimiento. El secretario general de la ONU, Ban ki-Moon, se ofreció también de inmediato a respaldar esa idea ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Todo esto dejaba a la Casa Blanca ante la misión imposible de defender su estrategia actual sin desautorizar groseramente al secretario de Estado. La fórmula encontrada fue la de concederle a la propuesta rusa el inevitable tratamiento de que “será estudiada”, pero dejando caer que no es viable ni creíble. “Llevamos más de dos años hablando de este asunto y negociando con los rusos sin ningún resultado”, recordó Carney.
Poner el arsenal químico de Siria –que se supone el mayor del mundo- bajo control de la comunidad internacional requiere la aprobación de la iniciativa en el Consejo de Seguridad, la creación de una comisión de expertos que examine, evalúe, y contabilice las armas que posee el régimen, con garantías de que ha podido acceder al arsenal completo. En un país en guerra por los cuatro costados, eso, de poder hacerse, llevaría muchos meses de trabajo. Como dijo este lunes el viceconsejero de Seguridad Nacional Tony Blinken, “la primera necesidad sería la de crear un entorno bélico completamente diferente”.
Como un testimonio involuntario del gigantesco error cometido por Kerry, mientras éste volaba desde Londres a Washington, su antecesora estaba reunida con Obama y compareció después ante la prensa para tratar de aclarar la situación. Sólo lo consiguió en parte, porque lo cierto es que, en el instante actual, ya es difícil saber si el Gobierno de EE UU quiere atacar o no quiere, y menos aún cómo quiere hacerlo. Basta como ejemplo la promesa de Kerry, en uno de los días menos afortunados de su carrera, de que la intervención será “increíblemente pequeña”.
Esas dos palabras se convirtieron en seguida en motivo de preocupación, cuando no de burla, de un Congreso en el que la Administración ya está bastante carente de credibilidad. “Increíblemente pequeño se convertirá en increíblemente ineficaz”, dijo el senador John McCain.
No es este el mejor escenario para que Obama saque adelante su causa. Todos sus asesores –incluido Kerry, según se bajaba del avión- pasarán por ambas cámaras en 48 horas para aportar nuevos datos y argumentos, una labor muy complicada en un país en el que 59% cree que el Congreso debe decirle no al presidente.
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Rusia convierte la oferta de Kerry en una iniciativa de paz para Siria

http://elpais.com 


miércoles, 4 de septiembre de 2013

Obama: "Mi deseo es no repetir los errores de Irak"

Obama afirma que "En el ataque a Siria está en juego la credibilidad del mundo"
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó ayer que no es la credibilidad de Estados Unidos sino la de «toda la comunidad internacional» la que está en juego si no se castiga al régimen sirio por el supuesto ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto.
Obama se mostró «seguro» de que Bashar al Assad está detrás de aquel ataque, y dijo que EE.UU. ha reunido pruebas a través de comunicaciones interceptadas y otras «evidencias».
«No estoy interesado en repetir los errores cometidos en Irak por culpa de malas informaciones (en referencia a las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam). Pero puedo decir con total seguridad: se han usado armas químicas», afirmó Obama en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, en su primera visita oficial a Estocolmo y antes de su viaje de hoy a San Petersburgo para participar en la cumbre del G20.
El presidente restó importancia a los trabajos de investigación de la ONU en el terreno. Para el primer mandatario norteamericano, esa investigación, cuyo resultado se sabrá en unas semanas, no permitirá conocer qué parte está detrás del ataque, porque esa cuestión está fuera de sus parámetros. Por esa razón, Obama dijo estar convencido de la necesidad de un ataque «limitado», pero ya.

Batería de argumentos

Para el presidente de la superpotencia, el mundo no puede permanecer «en silencio» después del ataque con armas químicas en Bagdad, pues se cuestionarían las normas internacionales y se podrían repetir ataques similares, lo que a la larga haría que el planeta fuera «menos seguro».
Ese argumento fue el que usó para mostrarse confiado en que el Congreso estadounidense aprobará su plan de ataque a Siria, cuando se reúna el próximo lunes. El actual consenso apunta a ello. Los líderes republicanos de la Cámara baja apoyan el ataque, y el comité de Exteriores del Senado aprobó ayer un borrador, en el que se concede a la Casa Blanca la posibilidad de atacar Siria durante 90 días «sin tropas sobre el terreno».
En Estocolmo, la la cuestión de Siria volvió a ser tratada por la noche en una cena con Reinfeldt y otros cuatro mandatarios nórdicos, que, con la excepción de Dinamarca, defienden junto con Suecia la vía de la aprobación del ataque por parte del Consejo de Seguridad de la ONU.
Antes de la cena en el palacio de Sager, residencia oficial del jefe de Gobierno sueco, Obama y Reinfeldt visitaron la sinagoga de Estocolmo y el Real Instituto de Tecnología. Obama honró en la sinagoga la memoria del diplomático sueco Raoul Wallenberg, que salvó a miles de judíos del holocausto.
Mientras Obama desarrollaba su apretado programa, miles de personas participaban en distintas concentraciones convocadas en Estocolmo contra la presencia en Suecia del presidente de EE.UU. y que debían confluir en una zona céntrica de la capital.
La visita de Obama a Suecia fue anunciada hace un mes, después de cancelar la reunión que tenía prevista mantener con su homólogo ruso, Vladimir Putin, al conocer que Moscú había concedido asilo al extécnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden.
Tras abandonar Suecia, Obama continuará hoy viaje a San Petersburgo para participar hoy y mañana en la cumbre del G20, donde está previsto que mantenga varias reuniones bilaterales para intentar sumar más socios a la coalición internacional a favor de un ataque militar contra Siria

El juego de Rusia

En el mundo hubo este miércoles políticos, como el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que creyeron percibir en la última entrevista del presidente Vladimir Putin, ofrecida a dos medios de comunicación y difundida ayer, un cambio de postura con respecto a Siria. Putin dijo que, si se demuestra que Bashar Al Assad empleó armas químicas contra su población, «no descarto» aceptar una intervención militar en Siria.
Tal posicionamiento no es nuevo para Rusia. El problema es que, hasta ahora, nunca ha considerado concluyentes las pruebas presentadas contra el régimen sirio. El jefe del Kremlin sabe, y lo dijo hace unos días el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que el dictamen de los observadores que recogieron indicios de sustancias tóxicas en las afueras de Damasco la semana pasada, no podrá establecer con claridad la autoría del ataque. Al menos quedará abierta la posibilidad de cuestionarlo. Como ha hecho siempre Moscú cuando se han atribuido terribles crímenes a Al Assad.
Las pruebas, dijo Putin «deben ser convincentes. No deben basarse en rumores o informaciones obtenidas de escuchas por los servicios secretos». Pero, según su opinión, «surgen otras preguntas. Si se demuestra que fueron los insurgentes quienes utilizaron armas químicas, ¿qué hará EE.UU. con ellos? ¿Qué harán sus patrocinadores? ¿Dejarán de suministrarles armas? ¿Lanzarán operaciones militares contra ellos?».
En otra andanada de declaraciones a pocas horas del comienzo de la cumbre del G20, el presidente ruso advirtió que el Congreso estadounidense «no tiene potestad para autorizar ningún tipo de ataque contra Siria, ya que sería una agresión al no contar con la autorización de la ONU. Y no se puede alegar que sea en defensa propia porque Siria no está atacando a EE.UU.».
«Ahora mismo, el Congreso y el Senado de EE.UU. se dedican a legitimar la agresión y, mientras, todos nosotros nos pegamos al televisor y esperamos si habrá decisión o no. Cuando lo que tendríamos que hacer es hablar de otra cosa, de que eso no es más que un disparate», afirmó Putin.
En San Petersburgo estarán a partir de hoy los principales defensores de un ataque contra Siria, Obama y los primeros ministros de Francia, Reino Unido y Turquía, François Hollande, David Cameron y Tayyip Erdogan. Pero estarán también otros muchos líderes contrarios a tal medida, empezando por el propio Putin, continuando con el máximo dirigente chino Xi Jinping y terminando con las presidentas de Argentina y Brasil, Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff.

martes, 3 de septiembre de 2013

Obama: "Siria no es Irak ni Afganistán"

El presidente estadounidense, Barack Obama, en la reunión con miembros del Congreso. | Afp

El presidente estadounidense, Barack Obama, en la reunión con miembros del Congreso. | Afp

El presidente Barack Obama sigue con su ofensiva para intentar conquistar a su peor enemigo durante años, el Congreso. Este martes recibió a los líderes de ambos partidos en las Cámaras y a los presidentes de las comisiones de las fuerzas armadas, Exteriores e Inteligencia para intentar convencerles de que el ataque contra Siria no empantanará a Estados Unidos en una larga guerra.
"Esto no es Irak. Esto no es Afganistán. Es un paso limitado y proporcional que mandará un mensaje claro no sólo al régimen de Asad, sino a otros países que podrían estar interesados en poner a prueba las normas internacionales", dijo el presidente al principio de la reunión. Una vez más subrayó que el uso de gas sarín contra civiles, como las que mataron a más de 1.400 personas el 21 de agosto a las afueras de Damasco, debe tener "consecuencias".
Para contentar a quienes se quejan de que el lanzamiento de unos pocos misiles cambiará poco la situación en Siria, Obama aseguró que la intervención dará la oportunidad de "rebajar" la capacidad de Asad para utilizar su arsenal químico y ayudará a "reforzar" a los opositores con la esperanza de que el conflicto se resuelva un día con una negociación política.

'Más fuertes juntos'

El presidente cree que el Congreso aprobará su resolución para atacar Siria pese a que las primeras declaraciones de congresistas anuncian un proceso difícil. "Seremos más fuertes si tomamos la acción juntos, como una nación", dijo.
El Congreso vuelve en pleno después de su descanso vacacional el próximo lunes 9 de septiembre. Desde el domingo, la Casa Blanca ha invitado en las últimas horas a sus miembros a varias sesiones informativas para mostrar las pruebas y explicar los argumentos a favor del ataque. Y este martes ya empiezan los debates en el Senado.
Si bien no estaba obligado a hacerlo, el presidente ha querido poner la intervención en Siria en manos de uno de los congresos más fracturados y que menos legislación ha producido en la historia del país. Entre el Senado, de mayoría demócrata, y la Cámara de Representantes, con más escaños para los republicanos, ambos partidos no logran acuerdos sobre el presupuesto, el control de armas o la inmigración.
Antes de que el Congreso empiece a debatir oficialmente, la Casa Blanca está haciendo un esfuerzo por encontrarse personalmente con el mayor número posible de miembros de los dos partidos.

Las pruebas o planes del ataque

El domingo, unos 80 congresistas acudieron al 'briefing' convocado para todo el que quisiera ver pruebas o planes de ataque. Este lunes, que era festivo en Estados Unidos, el presidente recibió en la Casa Blanca a dos senadores republicanos clave, John McCain y Lindsey Graham, favorables a la intervención, pero quejosos de que será demasiado limitada si sólo se trata de un par de días de misiles contra pocos objetivos militares. En la reunión, Obama les prometió armar a los opositores y la pareja salió casi convencida de que respaldará la intervención.
Los senadores podrían arrastrar el voto de otros republicanos, pero aun así parte de su grupo ya ha dicho que votará en contra igual que algunos demócratas. El demócrata de Vermont Patrick Leahy, decano del Senado, ya está reescribiendo la resolución para el ataque presentada por la Casa Blanca para que sea menos "amplia" y excluya explícitamente el uso de tropas sobre el terreno.
Pero por mucho que la Administración consiga convencer a los suyos en el Senado, lo tendrá más difícil en la Cámara, donde demócratas y republicanos están muy divididos incluso dentro de su propio partido. Los líderes de ambos grupos, el republicano John Boehner y la demócrata Nancy Pelosi, ya han indicado que no presionarán a sus miembros en ninguna dirección porque los congresistas deben votar según su "conciencia", si bien ambos probablemente apoyarán la intervención.

Gran número de indecisos

La mayoría de momento está indecisa. La evolución de las posiciones se puede seguir en un gráfico del 'Washington Post'.
La justificación más poderosa que intenta subrayar la Casa Blanca, y que puede conseguir apoyos de los dos partidos, es la defensa de Israel, cuyo primer ministro ha dado órdenes a su gabinete de no opinar sobre el último movimiento titubeante de Obama. El presidente de Estados Unidos subrayó este martes que el ataque es importante para "los amigos y aliados" Israel, Jordania y Turquía.

Más respaldo exterior

Para conseguir más apoyos internos, la Casa Blanca necesita más respaldo exterior, una de las lagunas de la operación tal y como estaba preparada para el pasado fin de semana.
El secretario de Estado, John Kerry, llamó el domingo a diplomáticos de la Liga Árabe, aunque de momento sólo ha logrado el respaldo militar claro de Arabia Saudí. El sábado también viajará a Vilna para participar en la reunión informal de los ministros de Exteriores de la UE, un gesto inusual. En los últimos años, el único ministro estadounidense que se ha colado en estos cónclaves ha sido el secretario del Tesoro por la crisis del euro.
Este martes también explican los motivos y detalles del ataque el secretario de Estado, John Kerry, y el de Defensa, Chuck Hagel, ante la comisión de exteriores del Senado. Kerry está entre los miembros de la Administración que más han presionado al presidente a favor de intervenir mientras que Hagel pertenece al frente de los más cautos.
En abril, en otra audiencia en el Senado, al ser interrogado sobre Siria, Hagel subrayó los peligros de cualquier acción militar: "Más te vale estar condenadamente seguro, todo lo que puedas, antes de meterte en algo, porque una vez que te metes no hay marcha atrás".

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