Regresando a casa
a San Patricio encontré.
El Santo me saludó
con una tierna sonrisa,
un abrazo me regaló...
y al oido me susurró:
"Estas perdiendo tu tiempo
adorando esa fría piedra."
Asustada lo miré,
sin entender el por qué
de tan mesurado consejo.
Estática me quedé,
Un ojo él me guiñó,
yo seguía sin entender,
hasta que al fin sentenció:
"Ese que adoras no es dios,
es un tonto peregrino
que no sabe a donde va,
nunca te ha sabido querer
ni nunca lo aprenderá,
sus ojos estan en otro lugar,
y sus pies... Mejor ni te digo!"
Al Santisimo le respondí:
En cuestiones de amor,
todos quieren opinar,
nadie quiere comprender
que a veces es mejor querer
que ser piedra en un altar.
Esperanza E Serrano
Nueva Gerona 1997
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