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sábado, 18 de febrero de 2017

Zoé Valdés sobre Danilo Maldonado, El Sexto, y la fabriquita de disidentes, opositores...etc.


Por Zoé Valdés
17 de febrero de 2017


Sí, lo siento, sé que soy "imperfecta", que molesto. Y a mi incluso también me molesta abandonar mi trabajo por un momento para tocar ciertos temas espinosos. Sin embargo, a estas alturas creo muy necesario que sean tocados y que se esclarezcan lo mejor posible.

En Cuba desde 1959 hasta la fecha muy pocas personas han trabajado, lo que se dice trabajar, de verdad. Porque desde 1959 los vagos (en su gran mayoría lo eran) tomaron el poder y se dieron a la tarea de repartirse cargos y puestos entre sus semejantes, esos vagos revoltosos, hijitos de papá, provenientes de todo lo largo y ancho de la isla que se dijeron ¡ésta es la mía! Esos vagos que tomaron el poder entonces tenían entre veintitantos y treinta y tantos años, o sea, eran jóvenes. Y siendo tan jóvenes tuvieron el chance de apoderarse de una isla, de un país. Desde entonces no han soltado el poder y el país lo manejan a su antojo como su finca personal. Hoy, que los jóvenes estúpidos de ayer, y que siguen siendo los viejos estúpidos de hoy, además de cagalitrosos, empezaron a morirse, sus hijos y nietos aspiran con igual indecencia a apoderarse de esa herencia, lo que ellos consideran que es su herencia, y que les pertenece por derecho de continuidad.

De modo que ese ha sido el ejemplo con el que han contado varias generaciones de cubanos. De ahí, que muy poca gente trabaje a conciencia, y que lo que menos le interese a la gran mayoría de isleños sea trabajar. Creo que mi generación (para hablar como ellos), fue la última que aparte de pintar, escribir, componer (en el caso de los escritores y artistas), teníamos un trabajo fijo junto a nuestras obras creativas. Trabajábamos en una revista, en una imprenta, en una editorial, en un taller de grabados, en lo que fuera... Pero sabíamos que del arte y de la literatura nadie vivía. Yo misma siempre he trabajado, en Cuba y fuera de Cuba. Escribo mis libros hasta las tres o cuatro de la mañana y, si duermo, me levanto a las seis para montarme en un tren e impartir un curso en tal o mascual universidad, en el otro extremo del país, en el Sur de Francia. Lo que me lleva más de cuatro horas en tren. No es nada raro en estos países, como no lo era en Cuba antes de 1959, y hasta una cierta época más tarde. Hay que pagar las cuentas y los impuestos. Trabajar es el primer deber del ciudadano libre.

Lo que afecta a los cubanos en la actualidad es el altísimo nivel de vagancia y de invento que se ha extendido por todo el país, mal hábito que han ido trasladando al exilio. Todo el mundo es vago, todo el mundo inventa, y lo que es peor, todo el mundo es artista o escritor, o ambas cosas. Total, si cualquiera, sin vocación de ningún tipo, se gradúa de médico, de ingeniero informático con miles de faltas de ortografía y desconocimiento e incultura garrafales, etcétera y demás... Pues nada, así es como es, es lo que hay. Lo que trajo el barco.

En ese caldo podrido ha crecido eso que ellos llaman con orgullo sin motivos "nueva generación" o "mi generación". Todo el que ahora sale de Cuba, no pasan ni dos minutos de una conversación, y ya le explota el concepto de "generación" en la bocaza. Bocazas, sí, porque son todos unos bocazas. Pasan de los cuarenta y todavía se consideran artistas y escritores jóvenes con el derecho a ser auspiciados gratuitamente, a ser mantenidos, conducidos mágicamente al éxito, y nombrados y premiados en periódicos y por instituciones sin haber hecho absolutamente nada. Son jóvenes eternos por derecho castrocomunista.

En este país, no sé en Estados Unidos, pero en Francia, no sé en España (en España ha cambiado mucho el panorama), la mayoría de los políticos ejercen una profesión aparte. Abogados, médicos, científicos, deportistas, agricultores. David Douillet, fue campeón de judo y es político, José Bové, agricultor y político, por poner sólo dos ejemplos. Los hay que salen de la escuela de administración o fábrica de políticos más célebre de este país: ENA, donde se construyen presidentes, se dice, pero siempre con una formación muy completa para dirigir un país. Y algunos provienen del campo de la economía, de haber administrado sus fortunas, como es el caso en Estados Unidos de Donald Trump, o del campo de las finanzas, como es el caso ahora en Francia del ex banquero Emmanuel Macron.

Pero a lo que iba, a nadie en Francia lo elevan a la categoría de presidenciable por escribir un blog, y mucho menos nadie dirige un periódico por haber mantenido una página virtual durante unos meses. Ningún artista es invitado a ningún parlamento que exista en el mundo por haber pintado dos puercos y por haber estado preso un par de meses. Aquí, además, los artistas, tienen muy bien estructurado su pensamiento, sus conceptos, sus ideas, y se fumen lo que se fumen y esnifen lo que esnifen, en sus casas, en privado, y no en la calle ni en una escalera -porque aquí consumir drogas en la calle está penado por la ley- saben armar un concepto y conocen del respeto a lo esencial: el lenguaje, y las libertades que ofrece manejarlo coherente y correctamente en coordinación directa con el cerebro. A nadie se le ocurre, no ya en Francia, mucho menos en Irán, o en Arabia Saudita, donde se violan absolutamente todos los derechos humanos, que sus blogueros encarcelados y torturados, azotados públicamente, puedan llegar alguna vez a ser presidentes o líderes de esos países. Hay una trayectoria que se debe considerar y respetar.

Por otra parte, en este país se admira y se respetan primero a las generaciones mayores, aquellas personas que por su edad poseen una experiencia de vida, de padecimientos, en guerras, en conflictos, en enfrentamientos políticos. De ahí que las más extraordinarias ventas de libros que se han producido en los últimos años hayan sido las de dos autores que casi rozan los cien años: Stéphane Hessel (uno puede o no estar de acuerdo con su panfleto '¡Indígnense!', pero se vendió como pan caliente y los jóvenes eran los primeros en comprarlo y leerlo) y Jean D'Ormesson, cuya obra es vasta y muy conocida, fue quien además invitó a que Marguerite Yourcenar entrara en la Academia Francesa, convirtiéndose en la primera mujer a la que se le reservó ese honor.

Para no confundir a nadie, o para que nadie se confunda: aquí hubo y hay jóvenes artistas malditos, auténticos "enfants terribles", en el pasado el más conocido de todos quizás sea Arthur Rimbaud, drogadicto y alcohólico, pero con una "tronca" de obra ya a los veintinueve años que daba pavor y pudor y que hoy es inmortal. Antes de los treinta años Rimbaud se largó a vivir del tráfico de armas y de lo que fuera en los desiertos y territorios más improbables de Aden y Harar, en Yemen, Etiopía, etc. Jean Genet fue otro diablillo delicioso, su inmensa obra resulta inspiradora para jóvenes autores también malditos, y hasta Marcel Proust, y Colette, tuvieron pasados mundanos, más que ligeros, pero al mismo tiempo trabajaron en periódicos o en imprentas, se cultivaron profundamente, ¡y cómo!, construyeron meticulosamente una obra, que en el caso de Proust selló el mismo día de su muerte. Y qué decir de Françoise Sagan, alcohólica y drogadicta (nadie la retrató en público en esos menesteres), y con una tremenda obra que puede gustar o no. En fin, la lista de escritores y artistas es larga. Eso sí, lo que aquí no se le ocurre a nadie completamente fumado y empericado, sin una obra que lo avale, es postularse para la presidencia de la República, y ni siquiera dirigirse a una galería con dos puercos pintados, para que lo tomen por un gran artista "revolucionario" en el mejor sentido de la mala palabra Y claro, tampoco a nadie se le ocurriría invitar a una persona con esas características a representar el
dolor de todo un pueblo en una de las tribunas más importantes del mundo, en Ginebra.

(Fotos añadidas por el bloguista de Baracutey Cubano)

La primera vez que Danilo Maldonado Machado, El Sexto, fue llevado preso, fui solidaria con él. La segunda y última vez también, como se puede comprobar en mis artículos publicados. En aquella primera ocasión, Orlando Luis Pardo Lazo me pidió unas palabras para apoyarlo y las escribí. Mis palabras fueron: " La obra de El Sexto es imprescindible para la libertad y la democracia en Cuba". Lo sigo creyendo. Creo que la obra de cualquier artista, sea quien sea, fume lo que fume, esnife lo que esnife, es importante para la libertad de un país. Pero de ahí a nombrarlo parlamentario de las libertades es otra cosa.

Empecemos porque en la historia de este largo exilio, y dentro del exilio, e incluso dentro de Cuba misma, existen opositores y artistas opositores y disidentes con una historia y un aval, de obra y de años de cárcel, padecido en sus carnes, que supera con creces a cualquiera de estas personas o personajes que no están imponiendo sólo porque son supuestamente "rebeldes, jóvenes, y pudieran llegar a ser grandes artistas". Esto último lo dudo, porque muy pocos llegan a grandes artistas si les entregan el premio antes de que exista una obra que pueda ser premiada, y si le dan un sueldo antes de que ellos se hayan molestado siquiera en buscarse un estudio o atelier para poder pintar, o sea trabajar. No sospecho del talento de Danilo Maldonado, he visto algunos de sus dibujos, y no son malos, sus ideas son festivas y contestatarias, pero de ahí a convertirlo en un adalid (en el sentido de la raíz árabe de la palabra) de la libertad de Cuba hay un trecho muy grande. No es su culpa, la culpa la tienen esos fabricantes de disidentes que viven a costa del dolor de Cuba, y que cobran por ello.

Nadie ignora cómo se mueven los esbirros castristas en el extranjero, y razones suficientes tendrán en Ginebra para desacreditar al "politólogo" Danilo Maldonado en cuanto se pare a balbucear sus incoherencias, porque una cosa es el artista y otra es el "politólogo". La plaza de Danilo Maldonado, si quiere perdurar como artista, y no que lo usen y lo tiren como un estropajo cuando ya no les sirva como "politólogo", está ahora mismo en las galerías de Nueva York, ahí es donde debiera buscarse un espacio, ahí es donde él debiera medir su estatur
a.
En Miami, en el exilio, sobran las personas que pudieran dar su testimonio como víctimas del castrismo, allá en Ginebra. Las conozco, son artistas, escritores, periodistas, tienen sus trabajos, viven de sus trabajos, y lo principal: el exilio les ha enseñado lo que significa convivir en el mundo con otras víctimas, el exilio les ha instruido en humildad, y no se creen merecedores de algo más, excepcional, sólo por ser cubanos. Pienso ahora en Lorenzo García Vega, poeta del Grupo Orígenes, que trabajó toda su vida halando carritos de compra en un supermercado en su "playa albina", y en Gina Pellón, una pintora que durante años pintó pañuelitos en París para venderlos en las calles y vivía pobremente, y después trabajó como activista en Amnistía Internacional. Y consiguió vivir de su obra, por supuesto, mucho después. La experiencia de Gina para hablar en esas tribunas era increíble, su hermano había pasado 19 años en una celda de castigo, la vi y oí en disímiles oportunidades, pero sobre todo me maravilló su sencillez y su elegancia cuando la invité a hablar en el homenaje que organicé a las Damas de Blanco en París. Ambos, Lorenzo y Gina, están muertos, ya no pueden hacer nada más me dirán ustedes. Pero hay otros, muy vivos. Víctimas reales del presidio político ya no sobran, se han ido muriendo, y personas con una obra útil ya no son muchas. El tiempo pasa, la dictadura ha sido demasiado larga para varias generaciones de cubanos, y eso tienen que entenderlo los que ahora llegan; y esas experiencias podrían desaparecer con sus muertes.

Paréntesis: El objetivo urgente es liberar a Cuba, y no seguir esperando durante 50 años más que nos aparezca otro José Martí, o cualquier timbero al que echar mano que nos represente. Liberarla todos, urge con lo mejor y lo más coherente de nosotros.

En los documentales sobre el Holocausto judío observamos una gran cantidad de ancianos entrevistados, ellos padecieron el horror, no lo expresan ahí sencillamente por el mero hecho de haber pertenecido a una generación o porque fueron o son privilegiados de tal o mas cual momento histórico, nada más lejos de eso. Ahí aparecen brindando sus conocimientos como simples seres humanos, que a pesar del Holocausto continuaron comportándose como seres humanos. Ninguna "excepcionalidad" hubo para ellos, nadie los premió con nada, ni les entregaron becas, ni viajes. Nada.

Recuerden una de las tristemente célebres escenas de 'Shoah', el documental de Claude Lanzmann, que dura seis horas, en el capítulo de Treblinka, aquella máquina de matar, donde un hombre, un barbero, cuenta su historia mientras le corta el pelo a un cliente en una modesta barbería de Tel Aviv. El barbero sólo interrumpe en dos ocasiones sus cortes de tijera, sus ojos se nublan, y entonces narra con una firmeza y una congruencia extraordinarias el momento en que su hija y su esposa entraron en la cámara de gas. Él mismo les cortó el pelo a rape, él mismo le tuvo que mentir a su pequeña hija diciéndole que iría, así más bonita, con su nuevo corte de pelo, a hacer un viaje muy largo. Él debió de rapar a miles de niños y niñas, a mujeres, entre ellas su mujer y su hija, y eso porque él sólo había sido arrestado por ser un judío, un barbero judío. Que es lo que siguió siendo toda su vida, y lo que sigue siendo si todavía vive.
Es sólo mi opinión, espero nadie se incomode. La verdad es molesta, lo sé. Pero tenemos que acabar con la fabriquita que inventaron los Castro y que se ha "repandido" en el exilio: que si los jóvenes de mi generación, que si los contestatarios de la juventud, que si la juventud que ayer fue militante y hoy es contestataria, y que si más acá y más allá... Y mientras tanto, a la gente que de verdad hizo algo en contra de Aquella Basureta la olvidan o la tachan por viejos. No me parece justo y mucho menos me parece útil para la causa y la historia de Cuba.

Zoé Valdés.

De la Serie Cuba Esclava Inc.

3 comentarios:

  1. para mi toda los desidentes cubano son unos vividoeres

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  2. https://youtu.be/UlVMTusvBgA





    los cubano de miami

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  3. Hola, Rene. Yo realmente no sé quien es quien.

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