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martes, 22 de noviembre de 2011

El nuevo gobierno español no cambiará la política hacia Cuba.

El nuevo gobierno de Mariano Rajoy no cambiará la política tradicional de España con el neocastrismo. Solo será menos obsequioso y más cauteloso

EL NEOCASTRISMO Y ESPAÑA DESPUÉS DEL 20 N ( I I
Por:Antonio Arencibia, La Coruña, España
En la primera parte de este trabajo sostuve que “tras las elecciones del 20 de Noviembre no van a cambiar “de forma substancial” las relaciones del PP con el régimen de La Habana”.
Ahora me propongo demostrarlo. Para comenzar hay que hacer un balance de poder político en España en estos momentos.

Primero, la información básica. Las elecciones en España son de dos tipos: elecciones generales a Cortes, donde se eligen los senadores y los diputados al Parlamento -como será este “20 N”- y elecciones autonómicas en las diecisiete CCAA (comunidades autónomas) en que se divide el país y que, según la Constitución, están dotadas de autonomía legislativa, competencia ejecutiva, y facultad de administrarse mediante sus propios representantes.

En mayo de este año, trece de las diecisiete CCAA españolas celebraron elecciones autonómicas, y solo Andalucía, Cataluña, Galicia y el País Vasco no las celebraron, porque no habían agotado los cuatro años de sus respectivas legislaturas.

El resultado de las autonómicas fue arrolladoramente favorable al Partido Popular, que
retuvo la presidencia autonómica en las de Castilla y León, la Comunidad Valenciana, La Rioja, Madrid y Murcia, derrotó al PSOE en Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura, y ganó al candidato regional en Cantabria. Si sumamos Galicia, gobernada desde antes por el PP, son once de diecisiete comunidades las gobernadas por los Populares.

Solo quedan en manos de los socialistas Andalucía y el País Vasco. Además, los partidos regionales gobiernan en Cataluña, Canarias, Navarra y Asturias, aunque es importante señalar que en las dos últimas comunidades los triunfadores son de similar tendencia política que el PP. Por eso, las elecciones autonómicas de mayo convencieron a Rodríguez Zapatero de que no podía seguir gobernando España, y no tuvo más remedio que convocar a estas elecciones generales anticipadas.

A inicios de noviembre un sondeo de la intención de voto el 20 N, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), arrojó el cálculo de que el PP obtendría entre 190 y 195 diputados, es decir 74 escaños más que el PSOE, que solo alcanzaría entre 116 y 121 representantes. A mediados de noviembre, el diario El País -afín a los socialistas-, publicaba los resultados de otra encuesta, que ratificaba el pronóstico del CIS y vaticinaba que los populares iban a superar con creces el total de 183 diputados obtenido por José María Aznar en las elecciones del 2000.

En la noche del domingo, día de la votación, se constataba la contundente mayoría alcanzada por los Populares y el retroceso del PSOE en todas las comunidades de España. Para un congreso de 350 diputados, donde la mayoría absoluta se alcanza con 176 escaños, el Partido Popular (PP) logró 186 (34 más que en las elecciones del 2008), mientras los socialistas (PSOE) quedaron con 110 (59 menos que en 2008). Otras nueve organizaciones políticas se repartieron los 54 asientos restantes:
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....Los socialistas españoles y los Castro
A pesar de la lluvia de opiniones que apuntan a lo contrario, las relaciones de los socialistas españoles con los Castro no han tenido nada de armoniosas. Quizá prima en muchos exiliados cubanos un rechazo visceral al término socialismo, que se asocia a comunismo. No hago la apología a la social democracia, pero si revisamos su trayectoria en muchos países europeos, podemos constatar que siempre ha actuado en el marco del Estado de derecho y la economía de mercado.

Para medir sus profundas diferencias con el castrismo solo hay que recordar la cumbre Iberoamericana de La Habana de 1999, en la que Fidel Castro se burló públicamente de las recomendaciones del socialista Felipe González para que emprendiera reformas a favor de la democracia y los derechos humanos. El déspota barbudo ironizó que había escuchado las sugerencias con la paciencia de Job y la sonrisa de la Mona Lisa.

Otro choque ocurrió durante el segundo gobierno del PSOE, aunque Rodríguez Zapatero se había comprometido a luchar por eliminar la Posición Común acordada por la Unión Europea en 1996, cuando Aznar era presidente del gobierno. En un discurso en la ciudad de Cárdenas, Fidel Castro se lanzó contra Trinidad Jiménez, entonces Secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista Obrero Español, por pedir el cese de los “actos de repudio” contra el disidente socialdemócrata Manuel Cuesta Morúa.

Castro no la nombró pero dijo, -con su consabida arrogancia-, que era “una que se autotitula funcionaria de un partido que dice que es socialista o socialdemócrata” y continuó de forma amenazante: “no quiero mencionar nombres de partido, pero que sepan muy bien que estamos con ojo avizor y con una buena colección de datos en la mochila”.

Ya “retirado” Fidel Castro, en una de sus Reflexiones de marzo del 2009 lanzaba otro ataque al gobierno de Zapatero, cuando definió a España como “viejo imperio en muletas” al servicio de EE UU. El motivo de su ira fue que la agencia española de noticias había hablado de destitución cuando Raúl Castro orquestó la defenestración de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque. Para el “Enfermo en Jefe”, con ese despacho la EFE le hacía el juego al imperialismo. No se puede olvidar tampoco que el entonces canciller español Miguel Ángel Moratinos, le quiso quitar punta a los insultos de Castro, diciendo -ridículamente-, que el viejo dictador ya no ostentaba cargos en “el gobierno de Cuba”.

Pero la muerte en huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo produjo un viraje que desencadenó el repudio de los demócratas europeos y de todo el mundo, y condujo al aislamiento internacional del castrismo. Los socialistas españoles no podían dejar de pronunciarse, y hasta Rodríguez Zapatero aludió al crimen, aunque lo hizo de forma velada, cuando afirmó que “nadie tiene derecho a arrebatar la vida a otro ser humano”. También lamentó la muerte de Zapata, Manuel Chaves, entonces vicepresidente del Gobierno socialista, y criticó el “déficit de derechos humanos en Cuba”, tema que según dijo era preocupación permanente del Ejecutivo español.
Aquella muerte también repercutió en el Parlamento Europeo, donde se aprobó una condena a la dictadura castrista por 509 votos a favor, 30 en contra y 14 abstenciones, y que contó con el apoyo de los eurodiputados de casi todas las tendencias: socialistas, populares, liberales y parte de los verdes.

Ante aquella situación, el régimen quiso soltar vapor y a Moratinos le tocó jugar un papel importante en el acuerdo de España con Raúl Castro, -que contó con el visto bueno del Vaticano-, y fue presentado a la opinión pública como una mediación de la Iglesia cubana, en la persona del cardenal Ortega, para la liberación de los presos políticos. El proceso consistió en que los que aceptaran el destierro serían acogidos con sus familiares por el gobierno socialista español.

Las afrentas de los Castro a los socialistas, dentro y fuera del gobierno español, han continuado. Como el régimen no puede concebir una prensa libre, Fidel Castro acusó a la periodista y bloguera independiente Yoani Sánchez y otros jóvenes cubanos como ella de ser “enviados especiales para realizar labor de zapa y prensa neocolonial de la antigua metrópoli española que los premia”.

Como es lógico, la prensa oficial secundó de inmediato esa campaña, identificando al grupo español PRISA, propietario de El País, que había concedido a Yoani el premio de periodismo digital “Ortega y Gasset”, y lo calificó de promotor de acciones “contra la Revolución Cubana”.
En septiembre de este año continuó la ofensiva contra PRISA, cuando el Centro Internacional de Prensa (CPI), del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, retiró la acreditación al corresponsal de El País y de la cadena radial SER, Mauricio Vicent.

Este periodista, que llevaba 20 años cubriendo la información noticiosa en la isla, fue suspendido por haber “faltado a la ética periodística” y no haberse ajustado en sus despachos a la objetividad. Según informa el propio diario español, funcionarios del Centro argumentaron que desde hace tiempo el periodista Vicent ofrece “una imagen parcial y negativa” de la realidad cubana, hasta el punto, “de influir en la línea editorial del periódico”. Tanto la última la Ministra de Exteriores socialista del gobierno de Zapatero, como el embajador español en Cuba, Manuel Cacho, expresaron ante la cancillería castrista su desacuerdo con la medida.

Planes a largo plazo respecto al neocastrismo
A pesar de todas esas afrentas, pero alentados por las promesas de Raúl Castro de reanudar los pagos de adeudos, este año se duplicó la presencia de España en la Feria de la Habana respecto al año anterior. Por eso recibió el Premio Especial como país con mayor representación, ya que por primera vez su Instituto de Comercio Exterior organizó la participación de las empresas españolas.

En la Feria, Francisco Landa, director general del Instituto, declaró que en estos momentos Cuba constituye el cuarto destino de las exportaciones del país ibérico en el continente, superando incluso a Argentina.

A fines del mes de octubre el Consejo de Ministros de España concedió la Gran Cruz de la orden de Isabel la Católica al cardenal Jaime Ortega. Como reza su reglamento, la orden española premia los comportamientos de aquellas personas que hayan redundado en beneficio de España o que contribuyan de forma relevante a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de este país con el resto de la comunidad internacional.

Esto confirma que los socialistas españoles, coordinaron con la Iglesia de Roma participar en Cuba en una gestión que les trajo bastantes sinsabores, tanto por parte de la derecha como por la izquierda radical.

En medio de una enorme crisis y gran desempleo, las protestas de los cubanos deportados y sus familiares por la calidad de su alojamiento y la escasez de recursos para establecerse al llegar a España fueron lógicamente amplificadas por el Partido Popular. Al mismo tiempo los comunistas de Izquierda Unida y otros grupos radicales, aprovecharon la ocasión para criticar al PSOE por incurrir en grandes gastos mientras los españoles están desempleados, y de paso demeritaron a los cubanos excarcelados por su “ingratitud”.

La coordinación de los esfuerzos de la Iglesia cubana y la española, con el respaldo de la Santa Sede y la autorización del régimen, se ha puesto de manifiesto en el inicio de Cursos de Empresariado para pequeñas y medianas empresas y cooperativas, que son organizados e impartidos por profesores de la Universidad Católica San Antonio, de Murcia, España. Como parte de la participación directa de la Iglesia Católica en los proyectos de “actualización” de la economía en Cuba, en noviembre, los Jesuitas (Compañía de Jesús) anunciaron un curso de tres meses a los trabajadores cubanos por cuenta propia para “iniciar, consolidar y ampliar” sus negocios.

Si valoramos en conjunto todas esas acciones, resaltan de manera especial la condecoración a Jaime Ortega, su ratificación por el Papa en su cargo, a pesar de haber llegado a la edad de retiro, y el anuncio casi simultáneo de la posible visita de Benedicto XVI a la Isla.

Esto nos lleva a concluir que el gobierno del PSOE ha estado coordinando con el Vaticano una política a largo plazo con relación al neocastrismo. Y si tenemos en cuenta que el Partido Popular está más cerca que el PSOE de la Iglesia Católica, ese plan de cooperación con Raúl Castro para que la Iglesia gane posiciones en la Cuba postcastrista, no va a cambiar.

Los Populares y los intereses españoles en Cuba
En diciembre del 2010 El País publicó diez cables confidenciales de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, recibidos de Wikileaks. Los que son de la época del gobierno de George W. Bush, se refieren a las inversiones españolas en Cuba, susceptibles de ser objeto de sanciones por la Ley Helms-Burton. En ellos hay algunas cuestiones interesantes, como es el disgusto de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba (AEEC) con el gobierno de Zapatero porque no ha restituido el seguro de riesgo que tenían en sus ventas e inversiones con la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación, (CESCE).

Este seguro fue suspendido por atrasos en el pago de 600 millones de dólares por parte del régimen de La Habana. Pero quizás lo más importante para este trabajo es la información de que “aunque el oposicionista Partido Popular (PP) es muy crítico del poco apoyo que el gobierno del PSOE brinda a los activistas cubanos pro derechos humanos, todas las agrupaciones políticas de España están unidas en su oposición a la “Liberty Act” [Helms-Burton], y en especial a su Artículo III. Tanto el PSOE como el PP probablemente buscarían acciones de represalia de parte de la UE si se aplicaran contra alguna compañía española medidas basadas en el Artículo III”.

Si eso fue entonces, ahora -con el incremento de la crisis de la zona euro-, es impensable que el nuevo gobierno del PP en España vaya a dar un viraje sustancial en sus relaciones económicas con el régimen de Cuba. Lo cual no significa que el discurso político sea el mismo que el del PSOE, y como no creen que los castristas van a hacer transición democrática alguna, no seguirán el camino intentado inútilmente por los socialistas, de hacerle concesiones a la dictadura o tratar de sacarla de su aislamiento en Europa.

Hace pocos días el Club de París enviaba una carta al Banco Central de Cuba, preguntando si el gobierno de Raúl Castro quería reanudar las negociaciones sobre la deuda, interrumpidas hace una década. Esa gestión de los acreedores no es tan disparatada, pues tanto el general-presidente, como sus principales ministros han insistido en que quieren reanudar los pagos que adeudan.
Un informe elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en La Habana, en abril del 2011 planteaba que:

Japón es el principal acreedor, seguido por Argentina, España y Francia. Con Alemania se reprogramó en su día la deuda fuera del Club de París, decisión que los demás miembros del Club no consideraron correcta; pese a ello, otros países han renegociado deuda a corto.

Ahora bien, si Alemania, que es el motor económico de la UE, el segundo mayor exportador mundial, y el segundo país con un superávit comercial mayor, no tuvo escrúpulos en renegociar su deuda con el régimen castrista, ¿qué vamos a esperar de un gobierno de derecha en España?

Hace muchos años el presidente norteamericano Calvin Coolidge planteó en términos inequívocos que el negocio de Estados Unidos es “hacer negocios”. ¿Por qué hay que pensar que el gobierno del PP va a considerar que su tarea sea frenar los negocios de las empresas españolas instaladas en países no democráticos?

Hay una frase-cliché de tiempos de Bill Clinton, que reza “Es la economía, estúpido”, que ahora viene al caso, porque es impensable, -por mucho que nos duela -, la ruptura bajo el gobierno de Mariano Rajoy de un esquema cooperativo de España con los Castro que data desde el franquismo.

En el único debate de la campaña electoral entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, los contendientes se saltaron no solo el tema Cuba de la agenda, sino cualquier referencia a política exterior, y solo discutieron la grave situación económica y social española y como solucionarla.
Pero la prensa siguió presionando a los candidatos con todos los temas que quedaron fuera del tintero.
Por fin, el pasado jueves 17, Rajoy concedió una larga entrevista a El País, y cuando le preguntaron por Cuba, su respuesta no fue precisamente apurar a la dictadura, sino darle más tiempo para que haga cambios democráticos. Dijo así:

"En Cuba yo quiero democracia, quiero libertad, quiero derechos humanos. Bueno yo no, lo quiere todo el mundo. Y esperemos en la inteligencia de los que allí siguen mandando desde tiempo inmemorial para propiciar un cambio de verdad, porque así no se puede continuar mucho tiempo."Como consuelo ante una desgracia, muchos de los cerca de 106,000 cubanos que residimos en España repetimos el refrán que aprendimos en la niñez: “Más se perdió en la guerra…”. Solo al llegar a la Península supimos de qué guerra se trataba. El viejo refrán español lo especifica en cinco palabras: “Más se perdió en Cuba…”.

De ahí que, aparte de la identidad cultural, los lazos familiares y la memoria de generaciones de españoles que fueron acogidos en la Isla en tiempos difíciles, lo fundamental sigan siendo los intereses económicos.

Ni los del PSOE, ni los del PP, quieren arriesgarse a perderlos otra vez en Cuba.

El nuevo gobierno de Mariano Rajoy no cambiará la política tradicional de España con el neocastrismo. Solo será menos obsequioso y más cauteloso.

ARTÍCULO ORIGINAL PARA EL THINK-TANK DE CUBANÁLISIS
Tomado de:

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