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miércoles, 14 de octubre de 2009

Una realidad dif'icil de ocultar



Por Aini Martín Valero

Según la revolución los mendigos e indigentes no son parte de la sociedad cubana, simplemente no existen, desaparecieron cuando triunfaron los barbudos en 1959.Sin embargo, la evidencia demuestran lo contrario; solo hace falta dar un paseo por cualquiera de nuestras ciudades para comprobar que hay en Cuba mucha gente que vive en la indigencia y anda en las calles pidiendo dinero para sobrevivir. A estas personas, mal vestidas, harapientas, casi todas de la tercera edad, las podemos encontrar en cualquier lugar de Cuba.Los indigentes forman parte de los sectores más vulnerables e indefensos de nuestra sociedad. La pensión que reciben, no les alcanza para comer ni la mitad del mes. Muchos están solos o sus familias tienen una situación tan precaria que no los pueden ayudar.Andan abatidos por las calles y muchos se suicidan, según las estadísticas no oficiales (las oficiales no se publican). Es normal encontrar a muchos desamparados a las puertas de cualquier iglesia católica. Allí apelan a la fe de los creyentes, para conmoverlos y obtener alguna limosna. También los vemos hurgando en los latones de basura, en busca de algún objeto que vender o algo que comer.En las calles de cualquier país del mundo hay indigentes, sólo que los gobiernos de los demás países al menos reconocen su existencia y las autoridades y las organizaciones de la sociedad civil los ayudan y amparan en mayor o menor escala. No debemos ser indiferentes ante las miserias ajenas y se hace imprescindible combatir la indigencia.En Cuba, el gobierno no reconoce su existencia, ni los ampara, porque simplemente no existen, es algo de lo que las autoridades no hablan. Para el mundo, la Isla debe ser una joya de pureza, perfección y justicia social. Oficialmente aquí no hay indigentes y las justas leyes de nuestro estado paternalista nos protegen a todos.La oposición cubana lucha por lograr una sociedad donde todos tengamos derechos y beneficios, donde todos seamos iguales y gocemos de libertad, justicia y protección. Esperemos que los futuros gobiernos de una Cuba libre, a la hora de los cambios, se acuerden también de nuestros indigentes; ese sector tan olvidado de nuestra sociedad.

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