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miércoles, 27 de mayo de 2009

Llamado al Movimiento de Reconciliación Cubana


Llamado al Movimiento de Reconciliación Cubana
Por Lázaro Tirador Blanco
Las manifestaciones contra el régimen de Castro, su vinculación con el comunismo y sus implicaciones tiránicas para Cuba, comenzaron a producirse casi desde el mismo triunfo del Movimiento 26 de Julio en 1959. El primer ejemplo de fisura fue manifestado en la rebelión del Comandante Hubert Matos en la provincia de Camagüey, evento que aprovechó el tirano para “quitarse de arriba” la figura de un líder popular y carismático como el Comandante Camilo Cienfuegos, en quien veía un reconocido líder popular.
Otros intentos en distintas épocas no dejaron de ser pequeños esbozos protagónicos de algunos líderes del propio régimen, descontentos con su posición o buscando mejoras al maquillaje del sistema comunista que se consolidaba día a día en torno a la idolatría inducida hacia Fidel Castro, como ocurrió en el connotado caso del grupo de la Microfracción
Todos ellos no fueron más que contradicciones en el seno del régimen y en su mayoría por luchas de poder, ganar influencias, etc. Mención aparte sería para los levantamientos armados escenificados en algunas zonas montañosas, principalmente en El Escambray, que en gran medida ayudaron a consolidar por la fuerza y la represión el control del campo cubano por parte del gobierno comunista en 1967.
Hasta las diferentes purgas realizadas en diferentes momentos, como las recientemente contra por Lage, Pérez Roque y otros líderes, han primados factores de reacomodamiento del poder, de evitar competencias y peligros en el poder total de los Castro, pero sin influencia alguna en cambios del régimen para el pueblo.
En realidad el primer movimiento de resistencia y enfrentamiento al comunismo en Cuba comenzó con las fórmulas de desobediencia civil inauguradas por el Comité Cubano Pro Derechos Humanos en 1976, que mostró una arista desconocida para el régimen, de la sociedad civil cubana.

Junto al hoy golpeado y encarcelado movimiento de derechos humanos y otros sectores de la disidencia interna, se ha levantado todo un movimiento de repudio al sistema opresor comunista que, en su mayoría es una corriente subterránea que ha ido creando una profunda fisura en la estructura política del régimen y que, aunque muchos insisten en negarlo, se ha convertido en un nuevo pensamiento político cubano, sin precedentes en el medio siglo de total dominio castrista.

Es indudable que este ha sido y es un proceso muy complejo en el que participan o muestran su interés no sólo luchadores convencidos y dispuestos al sacrificio, sino personas que van comprendiendo el gran engaño del sistema castrista y están en un proceso de reconsideración y digestión de las ideas de libertad que nunca les enseñaron ni conocieron en estos 50 años. Los conceptos de democracia, participación, libre pensamiento, derechos civiles, pluralismo, etc. son realidades que poco a poco se van sobreponiendo a los de patria o muerte, socialismo o muerte ...

Todo este es un fenómeno político-social que se ha ido produciendo en medio de la más cruenta represión del régimen que ha costado y cuesta vidas, cárcel, represión, persecuciones y vejámenes de todo tipo a miles de compatriotas, algunos de los cuales han tenido que escapar del país y aún en el exilio forman parte de los factores que luchan de diferentes maneras por la verdadera libertad de Cuba.

Como es un proceso no inducido sino que surge al calor de las contradicciones, de las motivaciones y de un nuevo pensamiento de libertad interpretado de diferentes maneras por los factores que participan, se han levantado disímiles grupos, movimientos, organizaciones, etc, que manifiestan su oposición al régimen de manera separada, sin coordinación ni una plataforma común y mucho menos un liderazgo reconocido. Si bien es cierto que el régimen no ha podido doblegar la resistencia, ni amedrentar a los luchadores ni a los auténticos líderes de cada sector, sí ha logrado disminuir el peligro del surgimiento de un movimiento de unidad con un liderazgo verdaderamente fuerte y reconocido como para representar una real amenaza al sistema totalitario, al menos a corto plazo.

Es indudable que hay figuras protagónicas en medio de la resistencia civil cubana actual, algunas de las cuales se han convertido en referentes, pero hay una realidad que debemos enfrentar: no hay unidad y concertación ni una plataforma común para luchar contra el régimen. Sin embargo, todos tendremos que coincidir en que será la única manera de llegar a ser lo suficientemente fuertes como para cambiar las cosas en Cuba, con bloqueo o sin bloqueo, con OEA o sin OEA, con Obama o sin Obama.

Una parte de la seguridad aparente que hoy demuestra el castrismo con respecto al apoyo del pueblo a su sistema político se basa en que sus adversarios políticos son apenas pequeños grupos que, sin tener los recursos publicitarios y de convocatoria que son patrimonio del régimen, sólo podrán ejercer liderazgos limitados que, en el mejor de los casos, los conviertan en personajes más conocidos fuera de Cuba que entre el pueblo cubano. Sé que a muchos no les gusta escuchar esto pero es la verdadera realidad y la debilidad mayor que tiene el movimiento político cubano contra los Castro y su régimen totalitario.

En mi opinión, este es un análisis que no se puede seguir soslayando y que hay que enfrentar con el concurso de todos, lo antes posible. Se impone una convocatoria a un Movimiento de Reconciliación Cubana, en que puedan participar todos los cubanos que estén convencidos que Cuba necesita un verdadero cambio y que éste, sólo se puede lograr con la participación de todos los detractores del castrismo que, por suerte y por sufrimiento, van siendo cada día la mayoría. Debemos ir dejando de lado los protagonismos personales y priorizar el protagonismo de las ideas, de los conceptos y los planes para abrir las mentes, el entendimiento y propiciar la participación de todos los cubanos que quieren ser libres en esta lucha que debe ser popular, contundente y definitiva para la definitiva libertad de Cuba. Queda por descontado que en este movimiento de reconciliación nacional no hay cabida para los Castro ni sus seguidores, los que se empeñan en sostenerlos en el poder. No habrá fisuras para que se introduzcan los oportunistas, los aprovechados ni los politiqueros. El futuro de Cuba deberá estar en manos de buenos y decentes cubanos, que asuman el patriotismo y el sacrificio necesarios para el cambio definitivo.

Esta no será una tarea fácil, pero debe ser asumida con responsabilidad por todos y cada uno de los que hoy se juegan la vida, su seguridad y las de sus familias para ver a Cuba libre para siempre, de manera que ni el fantasma del comunismo y del totalitarismo tenga jamás oportunidad de regresar. Estos 50 años han sido más que suficientes para que aprendamos.

Tendrá que levantarse en la misma Cuba, con la participación de algunos de los que luchan fuera, un equipo organizador que cree una plataforma común, que elija a un liderazgo digno y capaz y que comience a divulgar, si es necesario hombre a hombre, las bases del movimiento de reconciliación para que todas nuestras acciones sean efectivas y exista una verdadera concertación nacional que nos lleve a la victoria, más temprano que tarde.

Autor: Lázaro Tirador Blanco