¡ EL SENTIR CUBANO EN USA !
Por Esteban Fernandez
Somos los que podemos tener por “Rey” a Elvis Presley y por “Reina” a Celia Cruz. Vaya: “Having My Way”’ y “¡Azúcaaaa!”
Poseer la sangre cubana EN USA -esa sangre sagrada que tenemos usted y yo- es la que nos permite ir a McDonal's y a Burger King, y después llegar a la casa y comernos unas croquetas, unas papas rellenas, y bajarlas con una Materva.
Podemos regocijarnos con la música de aquí, disfrutar de Frank Sinatra y Tom Jones, y al mismo seguir escuchando a Barbarito Diez, al Benny Moré, Tejedor y Abelardo Barroso.
Respetamos y saludamos la bandera de las barras y las estrellas y al unísono nos llenamos de emoción al ver a la gloriosa, a la de la estrella solitaria, ondear de una punta a la otra del NW, del SW y en Hialeah.
Disfrutamos de un día comernos un pastel de manzana y al otro un pastelito de guayaba y queso crema. Y “bilingüemente” saber decir: “Please, give me an apple pie” y “Mi socio, por favor, dame cuatro Refugiados pa’llevar”…
Que grandioso es poder admirar al mismo tiempo a seis patriotas Lincoln y Martí , Maceo y George Patton, Máximo Gómez y George Washington.
Que bueno es tener la alternativa de “ahora me voy a comer un sándwich en El Palacio de los Jugos” o unos camarones en Red Lobster…
Que grande es poder dar gritos de “¡Me defeco en Joe Biden y Abajo Raúl Castro!” Y ¡No pasa nada!
Tener el gran placer de un día deglutir un hamburger y al otro jamarnos una frita, ser fanáticos de los Yankees, de los Dodgers, de los Marlins, sin olvidar jamás a Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao.
Somos los que podemos con emoción aplaudir un batazo
de Aaron Judge y decir: “Sí, pero cuando Orestes Miñoso bateaba de verdad la bola bailaba el cha cha cha”…
Podemos derramar dos lágrimas escuchando dos himnos y queriendo a dos naciones.
Somos los únicos que podemos decir “yo jugué a la quimbumbia, monté en mi chivichana y ahora me apetece un ajiaco”…
Somos los extranjeros que más veces hemos dicho: “¡Vivo agradecido al gran país que me brinda refugio!” Y acto seguido gritamos: “¡Viva Cuba Libre!”
Y en lo personal puedo navegar por el grandioso e impresionante Missippi River, sin olvidar ni por un segundo mi Mayabeque hoy diezmado por el régimen.
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