El pavimento de la locura.
En 1975 se inicia el traslado encubierto de jóvenes soldados cubanos, hacia tierras africanas, específicamente a un país hasta entonces desconocido para la mayor parte de los cubanos, Angola.
El primer contingente de tropas del MININT partió de noche, despedidos personalmente por Fidel Castro. Efectivos militares cubanos ya habían incursionado anteriormente en África, pero éste despliegue en particular alcanzaría cotas jamás vistas. Un tercio de millón de cubanos, pasaría a lo largo de tres lustros por tierras angolanas. A dieciséis años de tomar el poder por las armas y tras un período de intenso despliegue represivo, que incluyó miles de largas condenas de presidio, fusilamientos y exilio, el gobierno inconstitucional cubano, podía tomar decisiones de todo tipo sin contar con el pueblo de Cuba.
Como de costumbre y ya con la experiencia de incursiones encubiertas contra países latinoamericanos, como Venezuela y Bolivia, las primeras tropas cubanas, son desplazadas en aviones civiles y buques mercantes hacia el continente africano, con el apoyo logístico de la extinta URSS. Los soviéticos pondrían las armas, los cubanos los muertos.
Pasando por alto una guerra iniciada a espaldas de la ciudadanía y hecha pública más de un año después en la prensa oficial, nos preguntamos: ¿Quiénes pusieron la sangre?
Por entonces, emergía la primera generación educada en aulas marxistas, inundadas de textos radicales con ínfulas coránicas en adhesión incondicional al comunismo más ortodoxo. Chápaev de Dimitri Furmanov, y La Madre de Máximo Gorki, eran parte del patrimonio literario de la generación emergente. Las cargas mambisas perdieron protagonismo patriótico inspirador ante los Hurras del Ejército Rojo. Si sumamos a esto, que negarse a prestar servicio en una misión internacionalista significaba una condena social in extremis, muy pocos se negaron. Pero las nuevas resoluciones ministeriales alcanzaron niveles de escándalo, al emitir resoluciones tales como que un profesional de la salud pública solo tenía derecho a adquirir un automóvil, si había cumplido misión internacionalista. El derecho a una vivienda, a un telerreceptor o un simple reloj despertador, pasaba por el filtro de una misión internacionalista.
¿Convicción ideológica?¿Necesidad?¿Supervivencia?¿Aceptación social?¿Represión? La decisión de miles de jóvenes cubanos formaba parte de un enrevesado análisis psicológico, tras el que se percibían los hilos de la represión brutal del sistema. O conmigo o contra mi.
Cinco lustros después llegaban los huesos de los muertos por el aeropuerto de Rancho Boyeros. Alrededor de dos mil cubanos dejaron la vida en la aventura de Fidel Castro en Angola, que más tarde se extendió a Etiopía. Los mutilados y los supervivientes traumatizados pululan por las calles de Cuba, unos alcohólicos, otros arrastrando una miseria que ayudaron a construir. Fueron el pavimento de la locura del mayor protagonista de fracasos del hemisferio occidental.
Angola es hoy uno de los países más pobres y corruptos de África, multipartidista y capitalista. No quieren saber de Cuba.
Sus razones tendrán.
En 1975 se inicia el traslado encubierto de jóvenes soldados cubanos, hacia tierras africanas, específicamente a un país hasta entonces desconocido para la mayor parte de los cubanos, Angola.
El primer contingente de tropas del MININT partió de noche, despedidos personalmente por Fidel Castro. Efectivos militares cubanos ya habían incursionado anteriormente en África, pero éste despliegue en particular alcanzaría cotas jamás vistas. Un tercio de millón de cubanos, pasaría a lo largo de tres lustros por tierras angolanas. A dieciséis años de tomar el poder por las armas y tras un período de intenso despliegue represivo, que incluyó miles de largas condenas de presidio, fusilamientos y exilio, el gobierno inconstitucional cubano, podía tomar decisiones de todo tipo sin contar con el pueblo de Cuba.
Como de costumbre y ya con la experiencia de incursiones encubiertas contra países latinoamericanos, como Venezuela y Bolivia, las primeras tropas cubanas, son desplazadas en aviones civiles y buques mercantes hacia el continente africano, con el apoyo logístico de la extinta URSS. Los soviéticos pondrían las armas, los cubanos los muertos.
Pasando por alto una guerra iniciada a espaldas de la ciudadanía y hecha pública más de un año después en la prensa oficial, nos preguntamos: ¿Quiénes pusieron la sangre?
Por entonces, emergía la primera generación educada en aulas marxistas, inundadas de textos radicales con ínfulas coránicas en adhesión incondicional al comunismo más ortodoxo. Chápaev de Dimitri Furmanov, y La Madre de Máximo Gorki, eran parte del patrimonio literario de la generación emergente. Las cargas mambisas perdieron protagonismo patriótico inspirador ante los Hurras del Ejército Rojo. Si sumamos a esto, que negarse a prestar servicio en una misión internacionalista significaba una condena social in extremis, muy pocos se negaron. Pero las nuevas resoluciones ministeriales alcanzaron niveles de escándalo, al emitir resoluciones tales como que un profesional de la salud pública solo tenía derecho a adquirir un automóvil, si había cumplido misión internacionalista. El derecho a una vivienda, a un telerreceptor o un simple reloj despertador, pasaba por el filtro de una misión internacionalista.
¿Convicción ideológica?¿Necesidad?¿Supervivencia?¿Aceptación social?¿Represión? La decisión de miles de jóvenes cubanos formaba parte de un enrevesado análisis psicológico, tras el que se percibían los hilos de la represión brutal del sistema. O conmigo o contra mi.
Cinco lustros después llegaban los huesos de los muertos por el aeropuerto de Rancho Boyeros. Alrededor de dos mil cubanos dejaron la vida en la aventura de Fidel Castro en Angola, que más tarde se extendió a Etiopía. Los mutilados y los supervivientes traumatizados pululan por las calles de Cuba, unos alcohólicos, otros arrastrando una miseria que ayudaron a construir. Fueron el pavimento de la locura del mayor protagonista de fracasos del hemisferio occidental.
Angola es hoy uno de los países más pobres y corruptos de África, multipartidista y capitalista. No quieren saber de Cuba.
Sus razones tendrán.
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