¿Quién es Guillermo García Frías, el hombre que promete alimentar al pueblo cubano "cultivando"cocodrilos, jutías y avestruces?
Guillermo García Frías, De ascendencia muy humilde, de origen campesino, su infancia estuvo enmarcada por la miseria, los desalojos de la guardia rural. Fue uno de los arrieros de mula al servicio de Crescencio Pérez, campesino que cultivaba marihuana en la Sierra Maestra, cuando el desembarco del yate expedicionario Granma, el 2 de diciembre de 1956.
El tercero y último en ostentar los grados de “Comandante de la Revolución” es Guillermo García, personaje poco conocido públicamente y que durante casi 50 años de revolución sigue siendo una incógnita para el pueblo cubano.
Su fortuna personal está evaluada en 20 millones de dólares, y esto gracias al tráfico de gallos finos y caballos de pura sangre.
Quién es realmente este hombre y por qué tiene esta distinción que lo pone con Ramiro Valdéz y Juan Almeida solamente bajo el mando directo de Fidel?
Es necesario remontarse a los momentos del desembarco del Granma por las costas orientales de Cuba, o mejor dicho “el naufragio” como lo calificó el Ché. El descalabró fué enorme y sólo quedan algunos hombres dispersos, el resto fueron
capturados, asesinados, o murieron en el primer combate.
Fidel Castro estaba solo y abandonado a su suerte, cuando encuentra a dos bandoleros de la Sierra Maestra que estaban huyendo de la Guardia Rural; Crescencio Pérez y Guillermo García.
El primero cuatrero y bandido capaz de cualquier cosa, personaje que escondió a Fidel y a sus hombres y le sirvió de guía; y el segundo, arriero de mulos que bajaba marihuana con su arria hasta el llano, ambos buscados por sus actos criminales y ambos los primeros reclutas del Ejército Rebelde. ¡La revolución comenzó bajo buenos auspicios!
Guillermo García se propone ir hasta el lugar de los primeros combates para ver si puede recuperar algunas armas abandonadas.
( Guillermo García Frías )
Desde su regreso de esta misión, se quedó al lado de Fidel y les sirvió de guía en La Sierra, siempre en la Columna No. 1 "José Martí", bajo las órdenes directas del máximo líder y sinvergüenza en jefe.
Hombre de confianza si se quiere, de Fidel, que nunca olvidó que le había salvado la vida. Al triunfo de la revolución no saben que hacer con Guillermo García y vegeta de derecha a izquierda sin nada que hacer.
Cuando en el año 1961 lanzaron la supuesta Campaña de Alfabetización, intentaron enseñarle a leer y a escribir, cosa que casi logró con miles de dificultades.
Celia Sánchez comentaba que era tan mulo como los mulos de su arria y que si le mostraban la letra o que es redonda como un culo, no sabría reconocerla (sic). Celia tenía una lengua del carajo.
A su nivel cultural no se le podía dar responsabilidades ni en la vida civil ni como cuadro del Ejército; lo mismo sucedió con Crescencio Pérez; a ambos le dieron dos fincas de 100 caballerías en las mejores tierras orientales.
Crescencio Pérez cogió la propiedad en las cercanías de Manzanillo y realmente hacía lo que le daba la gana, fuera de todo control estatal. Cuando alguien era atrapado matando una vaca, en muchos casos lo fusilaban o le metían 30 años de prisión.
Crescencio no solamente vendía todo el producto de la finca a precio de mercado negro, si no que una vez por semana ponía un cartel en la cerca que daba a la carretera donde anunciaba: "Mañana se vende carne de puerco y de res”.
A cualquier otro lo hubieran fusilado por tal desacato a las leyes del país, a Crescencio, el bandido que le había salvado la vida a Fidel, nadie intentaba decirle nada; era intocable.
En cuanto a Guillermo García, escogió sus tierras en la región de Bayamo. Tenía 25 ex miembros del Ejército Rebelde, guajiros analfabetos como él, que trabajaban en la finca.
En los primeros años todas las viandas, hortalizas, frutas y carne que consumían los jerarcas comunistas del régimen venían de esta finca, de donde tres veces por semana, salían camiones cargados de vituallas con dirección a La Habana, para los miembros de la nomenklatura que tenían las famosas “cuotas especiales”.
Era Celia Sánchez Manduley quien decidía quién tenía derecho y quién no. Pero esto no era su única ocupación, Guillermo García tenía una cría de gallos finos y se construyó una valla de gallos adonde venían a jugar los viejos oficiales de la Sierra Maestra, comenzando por Raúl Castro.
Cada uno de los oficiales, de los guajiros de la Sierra, tenía un soldado que se ocupaba de cuidar su cría de gallos finos que cada fin de semana combatían.
Raúl llegaba en su helicóptero privado con algunos de sus amigos y empezaba la fiesta con juegos interminables de dominó y todas las tardes las peleas de gallos, donde no solamente se jugaban cajas de cervezas y botellas de ron, sino igualmente se apostaban miles de pesos a las patas de un gallo.
Para los oficiales del Ejército era un honor y una marca de distinción que fueran invitados a este selecto club de hombres de confianza de Raúl Castro.
Si Fidel o Raúl o algunos miembros de la nomenklatura del más alto nivel se comían un boniato, una malanga, una papa, una yuca... En fin, desde los huevos frescos hasta la carne que fuera de res, de puerco o de ave, salían de esta finca llamada “AMANECER”.
Pero el colmo de la finesa estaba en una cría de venados que estaba reservada para Fidel y Raül, que de tiempo en tiempo les mataban un animal para satisfacer sus paladares.
Cuando Ramón Castro, el hermano mayor de Fidel, se apropió del valle de la Picadura en la provincia de La Habana, muchos de los suministros provenían de esta propiedad, y como Guillermo García se aburría un poco, se dedicó a la cría de caballos de raza para la exportación. Como no solo vendían yearlings (potricos de menos de una año), se construyó en Pinar del Río un hipódromo en donde los hacían correr y daban las estadísticas de los tiempos efectuados, para la venta.
En cuanto a los gallos finos, se exportan para toda América Latina, el Caribe y hasta Filipinas llegan nuestros gallos de pelea.
Para sus caballos, Guillermo García montó una fábrica de monturas, en la carretera de Rancho Boyeros en La Habana, que también exporta casi toda su producción. A este ritmo este niño mimado de los hermanos Castro ha levantado una fortuna personal que se estima por lo menos en 20 millones de dólares.
En medio de la miseria del pueblo cubano es una indecencia que este bandido, cuatrero y traficante de marihuana, se enriquezca sobre las espaldas de LIBORIO, que ya no puede más.
Cuando Fidel Castro reunió el Estado Mayor y los principales militares cubanos en el edificio del MINFAR, para explicar por qué se debía fusilar al general Ochoa, el único que votó en contra y pidió clemencia para su amigo, compañero de la Sierra, compinche de borracheras y de juegos de gallos, fué Guillermo García.
A este ritmo este niño mimado de los hermanos Castro ha levantado una fortuna personal que se estima por lo menos en 20 millones de dólares.
En medio de la miseria del pueblo cubano es una indecencia que este bandido, cuatrero y traficante de marihuana, se enriquezca sobre las espaldas de LIBORIO, que ya no puede más.
Cuando Fidel Castro reunió el Estado Mayor y los principales militares cubanos en el edificio del MINFAR, para explicar por qué se debía fusilar al general Arnaldo Ochoa, el único que votó en contra y pidió clemencia para su amigo, compañero de la Sierra, compinche de borracheras y de juegos de gallos, fué Guillermo García. Fidel hizo votar de nuevo y le hizo comprender que su postura podría costarle bien cara.A la salida de la reunión lo cogió aparte y le dijo hasta del mal que iba a morir. El guajiro Guillermo pensó un instante que realmente tenía algún poder, ¡pobre diablo!
No todos somos iguales ante la nación y en Cuba una banda de ladrones sinverguenzas se ha enriquecido y lo sigue haciendo con el mayor desprecio por el pueblo.
Quizás los más jóvenes nacidos en el Exilio o los que se fueron de Cuba siendo niños, o tal vez muchos de los que vivieron desde el principio de la revolución no conocen estos detalles, pero sin lugar a dudas, otros están al tanto de estas cosas. A mí nadie me las contó, las ví con mis propios ojos.
Conozco al monstruo porque viví en sus entrañas.
Por Juan Vives
Paris, marzo 15
Tomado de;